VEGETARIANOS

¿La carne vacuna está perdiendo terreno en Sudamérica?

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Por Natalie Alcoba, Paula Bianchi y Li Yedan en Dialogo Chino – La carne vacuna sigue dominando las dietas en la región, pero las alternativas vegetales aumentan en Argentina y Brasil en un contexto de cambio mundial.

Detrás de paredes verdes y mesas naranjas, una parrilla grasienta atrae al público. En una esquina, hay una máquina dispensadora de bebidas con todas las opciones clásicas y conocidas que suele haber en un local de comida rápida. En otra, las palabras #BeTheChange pintadas en estilo grafitti.

Al fondo, sobre una mesa de plástico reciclado, Agustín Amarilla muerde dos tiernas hamburguesas que sobresalen de un pan brioche con una cara sonriente en la parte superior. Parecen de ternera, incluso tienen un sabor y una textura familiares, pero no tienen ni un gramo de carne roja: es una receta especial a base de legumbres, con un alto contenido de proteínas.

Este desarrollador web de 24 años se crió con una dieta típica argentina a base de carne, en un suburbio de la capital, Buenos Aires. En su familia se seguía religiosamente la tradición del asado, que se celebra prácticamente todos los domingos.

Pero Amarilla dice que hace tiempo que cuestiona la moralidad de una dieta basada en la matanza de animales, lo que le llevó a suprimir la carne de cerdo. Hace poco, a la hora de comer, acompañó a un amigo a Joy Burgers & Plants, la primera cadena de comida rápida vegana de Latinoamérica, para probar una de sus hamburguesas vegetales. Una salida así habría sido inaudita hace sólo unos años, dice.

un cartel con una gran planta verde al lado

“Felices las vacas”, dice un cartel en Joy Burgers & Plants en Buenos Aires, Argentina, la primera cadena de comida rápida vegana de Latinoamérica. Felices las vacas es el nombre de la marca que fabrica las hamburguesas vegetales que se venden en el restaurant, con una receta exclusiva (Imagen: Anita Pouchard Serra / Diálogo Chino)

una persona con una hamburguesa con papas fritas en la mesa

Un combo en Joy Burgers & Plants que incluye una falsa hamburguesa de pollo y nuggets veganos (Imagen: Anita Pouchard Serra / Diálogo Chino)

“Sandwichs de jamón, choripan [un sandwich de chorizo popular en Sudamérica]… Todo tenía carne”, dice Amarilla. “Un lugar vegano como éste es nuevo, como tantas otras cosas nuevas que se van incorporando poco a poco”.

El hecho de que Joy Burgers & Plants haya abierto en Argentina -un país cuya identidad está indisolublemente ligada a la carne vacuna- es un reflejo de la evolución de los hábitos alimentarios en el mundo a medida que convergen la volatilidad de las economías y las preocupaciones por el medioambiente, la salud y el bienestar de los animales. Los países de renta alta que tradicionalmente han impulsado el consumo de carne están viendo estancadas sus cifras, mientras que en lugares como Argentina y el vecino Brasil, donde la carne vacuna tiene un importante peso cultural y económico, las dietas basadas en plantas están en alza.

Una encuesta a 1.000 personas encargada por la Unión Vegana de Argentina reveló que, en 2019, el 9% de los argentinos se identificaba como vegano o vegetariano. Un año después, ese número era del 12%, el equivalente a más de 5 millones de personas, mientras que otro 12% se consideraba “flexitariano”, alguien que ha alterado drásticamente su consumo de carne, pero sin renunciar a ella por completo.

En 2018, se estimaba que el 14% de los brasileños eran vegetarianos, según la Sociedad Vegetariana Brasileña. Para 2022, el grupo informó de que hasta el 46% de las personas en el país estaban reduciendo su consumo de carne al menos un día a la semana.

una persona cocinando en una cocina con paredes azules

Filipe Catto, cantante, preparando una cena vegana con sus amigos en el centro de São Paulo (Imagen: Dan Agostini / Diálogo Chino)

la mano de una persona condimentando un plato de papas

Filipe Catto condimentando un plato de papas. Dejó de comer carne por su preocupación por el bienestar animal, pero también por el impacto medioambiental de la producción cárnica (Imagen: Dan Agostini / Diálogo Chino)

una persona que sostiene un trozo de pan y un cuchillo

Una mesa sólo con platos veganos. Filipe Catto cree que los brasileños deberían dejar atrás las tradiciones carnívoras y recurrir a las numerosas opciones veganas disponibles (Imagen: Dan Agostini / Diálogo Chino)

“El paradigma de la comida está cambiando”, dice Matías Cabrera, copropietario de Joy Burgers & Plants, que abrió cinco locales en Buenos Aires en el lapso de seis meses, y planea una expansión a Chile. “Creo que las nuevas generaciones nos están dando un llamado de atención en cuanto a lo que debemos consumir, y cómo debemos tratar al planeta”.

El papel de la carne vacuna

Sin embargo, en medio de estos cambios de comportamiento, está claro que la carne vacuna sigue dominando la dieta de grandes sectores del planeta. En 2022, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación pronosticó que la producción mundial de carne ascendería a 360 millones de toneladas, un 1,4% más que en 2021. Casi 74 millones de toneladas corresponderían a carne vacuna.

Mientras Norteamérica y Oceanía reducen el consumo de carne roja, China, segundo consumidor mundial de carne vacuna, ve aumentar su consumo gracias al crecimiento de la clase media. Países como India, Pakistán, Filipinas, Vietnam y la región subsahariana de África también impulsarán el volumen de carne, según la FAO, que lo vincula a un aumento tanto de la renta como de la población. En total, se espera que el consumo mundial de carne per cápita aumente un 2% en 2032, un ritmo similar al de la década anterior, señala la organización.

un hombre con un casco rojo comiendo fideos

Liao, un trabajador migrante, desayuna fideos con carne vacuna en una tienda de Xinping, provincia china de Sichuan. El consumo de carne vacuna ha aumentado en China con el crecimiento de la clase media, aunque la carne de cerdo sigue siendo más popular (Imagen: Xiao Ye / Diálogo Chino)

La FAO señala, sin embargo, que el impacto medioambiental de la producción de carne vacuna, junto con la deforestación necesaria para criar el ganado, ha llevado a un mayor número de consumidores a optar por el pollo u otras opciones. “A nivel mundial, existe una tendencia creciente entre los consumidores a ser cada vez más sensibles a las preocupaciones sobre el bienestar animal, el medioambiente y la salud, y las aves de corral son las que tienen una menor huella de carbono”, señala el informe Perspectivas agrícolas 2032.

La economía es otro factor. Tanto Brasil como Argentina han visto disminuir el consumo per cápita de carne vacuna en la última década. Los cambios en el comportamiento de los consumidores y los precios de la carne en Brasil, el mayor exportador de carne vacuna del mundo, están relacionados con los ciclos de producción de carne vacuna y el aumento de la demanda de China desde 2019, afirma Thiago Bernardino de Carvalho, investigador ganadero de Esalq, la escuela agrícola de la Universidad de São Paulo.

Entre 2016 y 2019, un aumento de la producción en Brasil hizo bajar el precio de la carne vacuna en el mercado interno y aumentar el consumo, según Carvalho. Con precios más bajos, los productores comenzaron a invertir menos en carne vacuna. A su vez, la disminución de la oferta provocó un aumento de los precios. Entre 2020 y 2022, el precio de la carne en general subió un 30% en Brasil, según el Índice de Precios al Consumidor Amplio, el indicador oficial de inflación de Brasil. En 2023, bajó casi un 6%.

“Los brasileños prefieren la carne vacuna, pero si no tienen ingresos, no la compran”, dice Carvalho. “Cuando hay un aumento del PIB y la renta, el consumidor vuelve a consumir proteínas [animales]. Esto es cierto en Brasil y en todo el mundo”.

un hombre con una camina negra sentad en una mesa con platos con carne y una copa de vino

Juan Francisco Moretti, profesor, come un rib-eye y un churrasco de carne vacuna madurada en Corte Comedor, un restaurante de carne gourmet de Buenos Aires. En general prefiere comer menos carne, por razones económicas y medioambientales, pero elige cortes de buena calidad cuando lo hace (Imagen: Anita Pouchard Serra / Diálogo Chino)

La tendencia es visible en Argentina, sumida en una crisis económica desde hace varios años y con uno de los niveles de inflación más elevados del mundo (124% en agosto). Aunque la cantidad de carne vacuna consumida ha vuelto a aumentar, con 53 kg per cápita en 2023, sigue estando muy por debajo de los 67 kg registrados durante el pico de 2007-2009. El Ministerio de Agricultura argentino informó de que las exportaciones de carne vacuna aumentaron un 13% en los cinco primeros meses de 2023, en comparación con el mismo periodo del año anterior, impulsadas por la demanda de China, que compra el 78% de la carne argentina.

Per cápita, los chinos consumen aproximadamente un tercio de la cantidad de carne vacuna que consumen los británicos, una sexta parte de lo que comen los estadounidenses y los brasileños, y una novena parte de la dieta promedio de los argentinos. El cerdo y las aves de corral han sido las carnes preferidas en China, y siguen siendo las más consumidas por una amplia diferencia. Pero el aumento de los ingresos y el cambio de los hábitos alimentarios, así como la escasa oferta interna, han influido en el aumento de las importaciones de carne vacuna, que han crecido alrededor de un 25% en solo 11 años, según la FAO, hasta superar los 4 kg per cápita en 2022.

una mujer comiendo una hamburguesa

Yang Lan, trabajadora autónoma, comiendo hamburguesas juntos a sus hermanas en un barrio de moda de Beijing (Imagen: Xiao Ye / Diálogo Chino)

una mujer sentada frente a una mesa con diversos platos

Xiao Qing, encargada de una librería en Songlin, provincia de Sichuan, China, muestra los platos veganos que acaba de cocinar, entre ellos fideos de arroz vietnamita con brotes de bambú agrio, arroz pegajoso al vapor en hojas de plátano, y pastel de plátano y cacao Hace seis años decidió volver a su pueblo natal y hacerse vegetariana (Imagen: Xiao Ye / Diálogo Chino)       

“Las vacas han tenido una gran importancia en la cultura china desde la antigüedad, ya que simbolizan el trabajo duro, la docilidad y la abundancia”, afirma Z*, una mujer de 44 años que vive en Beijing y es vegetariana desde hace 11 años. Mientras trabajaba en el campo del desarrollo sostenible, Z identificó un “cambio” en su “percepción de la vida”, y empezó a sentir que “adoptar una dieta vegetariana era una buena opción, especialmente evitar el consumo de seres vivos”.

Aunque dice no haber visto una fuerte tendencia hacia el veganismo o el vegetarianismo en China, tampoco ha sentido ningún tipo de reacción en contra. Los vegetarianos pueden encontrar restaurantes en las grandes ciudades que ofrecen platos de carne “falsa” basados principalmente en derivados de la soja, preparados con métodos de cocina tradicionales chinos, asegura. Lo que falta, dice Z, es una mejor comprensión de cómo el consumo de alimentos se relaciona con cuestiones como la conservación de los bosques y la ganadería.

Para Deng, dejar de comer carne nunca ha sido una opción. Esta mujer de 37 años dejó de comer carne vacuna durante tres años, pero volvió a hacerlo. Dice que las restricciones “aumentaron su deseo de comer carne”, mientras que los hábitos culinarios chinos también dificultaban su consumo: “En realidad, es posible consumirla accidentalmente, sobre todo cuando se sale a cenar fuera, algo muy habitual en la vida urbana”. Dice que hay menos platos exclusivamente vegetarianos en la cocina china, y que muchos restaurantes utilizan aceites de origen animal, lo que dificulta seguir una dieta estrictamente vegana.

un hombre sentado frente a una mesa, comiendo

Pu Jing, un monje budista, comiendo un plato de apio salteado con piel de tofu, en el templo de Wanfu, en la provincia china de Sichuan. El tofu es uno de los principales ingredientes de la cocina vegetariana tradicional china, muy vinculada al budismo (Imagen: Xiao Ye / Diálogo Chino)

“Creo que en China no se ha hablado mucho en serio del vegetarianismo. La mayoría de la gente piensa que es algo que sólo practican los monjes”, dice. “La vida es corta, así que como lo que quiero”, añade.

En las afueras de São Paulo, en el barrio de favelas de Paraisópolis, un pequeño puesto de comida instalado en un garaje resume la constante atracción de la carne. Aquí, Erbenes Alves, de 43 años, y Geanes Maria de Souza, de 46, venden cortes de ternera asada, así como pollo asado, su producto más popular. Cerca de allí, los carniceros anuncian sus precios a los transeúntes, y sus tiendas están repletas tanto de clientes como de productos.

En la favela, la relación entre precios y consumo es clara e inmediata. Alves puede medirla no sólo por las ventas, sino por el humo: cuando los precios son bajos, las estrechas calles están llenas de humo de las parrillas encendidas. Sin embargo, la carne vacuna, un alimento tradicional, es difícil de abandonar para algunos, incluso cuando suben los precios: “Nunca he pensado en dejar de comerla”, dice Cleiton Araújo, pintor, mientras mastica un churrasquinho.

un hombre que sujeta un pincho con un trozo de carne y saluda a otra persona

Geanes Maria de Souza, propietario de un puesto callejero que vende pollo y carne de ternera asados, junto a un cliente en la favela de Paraisópolis, São Paulo, Brasil. Los residentes han vuelto a comer carne -especialmente vacuna- como de costumbre, tras una caída de los precios en 2023 (Imagen: Dan Agostini / Diálogo Chino)      

una persona con un cuenco con papas en su mano

José Frazão da Silva con un plato de pollo asado con papas comprado en las calles de Paraisópolis, São Paulo (Imagen: Dan Agostini / Diálogo Chino) 

pollo y chorizos

Carne asada y salchichas en Paraisópolis, São Paulo. Entre 2020 y 2022 el precio de la carne subió un 30% en Brasil, y llevó a muchos consumidores a elegir pollo o incluso huevos como proteínas animales (Imagen: Dan Agostini / Diálogo Chino)

La tradición es un hueso duro de roer. En una casa de estilo neotudor del barrio de Villa Urquiza, en Buenos Aires, un grupo de amigos se reunió en torno a las brasas humeantes de un asado dominical en el que se degustaron diversos cortes de ternera, chorizo, pollo y verduras. No era sólo el amor por la carne lo que les unía, sino el placer de estar en comunidad, y hablar sobre política, economía y problemas familiares.

En términos prácticos, Ervin Jesús, médico, dice que come carne vacuna porque es sabrosa, fácil de preparar y, según él, sigue siendo la opción más barata para una comida nutritiva. “Hay quien dice: ‘plantemos lechugas para no matar vacas’. Pero para plantar lechugas hay que transportarlas, lo que consume combustible y contamina”, afirma este hombre de 41 años. “Objetivamente hablando”, afirma, “no hay una realidad en la que vayamos a comer alimentos orgánicos y no contaminemos el país”.

una persona sosteniendo un cuchillo con un trozo de carne, y carne sobre una tabla de cortar

Leandro Meiners recibe a amigos y familiares para un asado tradicional en su casa de Buenos Aires. Cocinó diversos cortes de ternera, chorizo, pollo y verduras a la parrilla (Imagen: Anita Pouchard Serra / Diálogo Chino)

una mesa con diferentes platos con cortes de carne, verduras y bebidas

El asado es una tradición argentina que se celebra regularmente los domingos, y es una forma de reunirse con seres queridos, comer y hablar de política, economía y problemas familiares (Imagen: Anita Pouchard Serra / Diálogo Chino) 

A pesar de esta percepción, los estudios han demostrado que un trozo de 50 gramos de carne roja está asociado con al menos 20 veces más emisiones de gases de efecto invernadero que una ración de 100 gramos de verduras, y 100 veces más uso de la tierra.

De vuelta a Brasil, en Pompéia, barrio de clase media de São Paulo, Maria Pia Banchieri reflexionaba sentada con sus amigos, mientras muerde iscas de carne, tiras de carne roja que suelen comerse como entradas en los bares. “Al reducir el consumo de carne, he empezado a comer mejor”, dice esta publicista y profesora de 51 años, que aún come carne vacuna dos o tres veces por semana, ya que se crió consumiéndola a diario. “Hago viandas, y ahora son mucho más variadas [que con mi dieta anterior]. También siento que mi salud ha mejorado”.

mesa de madera con un plato ovalado con carne

Tiras de iscas de ternera, mandioca frita, varias salsas y cerveza en una mesa del bar Pompeu y Pompéia, en São Paulo. Actualmente, alrededor del 30% de sus clientes no consumen carne con su pedido, según el personal (Imagen: Dan Agostini / Diálogo Chino)          

una mujer sentada frente a una mesa con comida en un bar

Maria Pia Banchieri se reúne con amigos para tomar algo en un bar del barrio de Pompéia, São Paulo. Decidió reducir su consumo de carne y siente que su salud ha mejorado gracias a ello (Imagen: Dan Agostini / Diálogo Chino)   

Una realidad cambiante

Para Manual Martí, vegano desde hace 49 años, el cambio hacia una dieta más basada en plantas ya está en marcha. Fundó la Unión Vegana de Argentina hace 20 años, en una época en la que nadie sabía lo que significaba ser “vegano”. “Encontrar a otro vegetariano era como un acontecimiento”, dice, solemne.

Ahora, llama al veganismo “la mayor revolución de la historia de la humanidad, porque es algo global, pacifista, amoroso, basado en una posición ética”.

Cuando la gente empieza a entender las estadísticas relacionadas con el consumo de productos animales, dice, “toma conciencia, reflexiona y cambia sus hábitos. Y eso es incontrolable”.

Aunque es un cambio que se está produciendo desde la base, cree que sería mucho más fuerte si el Estado se implicara en la promoción de esas opciones. Pero la lucha sigue siendo ardua. Su organización ha intentado en repetidas ocasiones que el gobierno de Buenos Aires incorpore una opción vegana o vegetariana en los menús de los comedores escolares públicos, sin éxito. Mientras tanto, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA) ha convocado un concurso de “pasión por la carne argentina” para estudiantes, como forma de animarlos a estudiar la industria ganadera.

“Todos los días [los estudiantes] comen algún tipo de animal. A lo mejor lo acompañan con puré de papas, pero están comiendo ternera, o cerdo, o pescado, o pollo”, dijo Martí, prueba para él de que el veganismo es algo que sigue estando “discriminado”, a pesar de las advertencias de organizaciones internacionales y científicos del clima que identifican la producción ganadera como uno de los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. 

Sin embargo, la disponibilidad de información sobre opciones veganas y la transformación del comportamiento de los consumidores son evidentes, afirma Martí: “Hoy, después de dos décadas, todo el mundo tiene un vegano en su familia o en su círculo de amigos. Es increíble”.

Para Cabrera, propietario de Joy Burgers & Plants, sus restaurantes son innovación, no activismo. Él no es vegano; uno de sus dos socios sí lo es. Pero lo que más les interesa es atraer al consumidor no vegano -ese consumidor experimental dispuesto a probar algo nuevo- y ver adónde los lleva. Su objetivo es romper con la idea de que la comida vegana no es sabrosa, y lo hacen con honestidad. “No somos una cadena de comida sana, pero recreamos los sabores, las texturas y las experiencias de las grandes cadenas que conocimos cuando éramos chicos”, dice.

“Sentimos que nadie nació vegano, sino que se hizo vegano por una cuestión de ideales, y porque la era de la información es mucho más inmediata, efímera y constante”, dice Cabrera. “Buscamos una revolución alimentaria e invitamos a todo el mundo”.

*La entrevistada pidió que no se mencionara su nombre.

Natalie Alcoba, 

Paula Bianchi, 

Li Yedan

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Por qué cada vez más argentinos eligen una alimentación a base de plantas

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Desde Frizata analizan esta tendencia que crece, no sólo por veganos y vegetarianos, sino también impulsada por los flexitarianos, quienes buscan una dieta equilibrada y saludable. 

Desde 1978, cada 1° de octubre se celebra el Día Mundial del Vegetarianismo, una fecha que busca fomentar el consumo de alimentos a base de plantas. Durante las últimas décadas, este tipo de alimentación se consolidó más y se calcula que el 5% de la población del mundo es vegetariana. Es decir, alrededor de 375 millones de personas.

En Argentina, esto también va en alza. De acuerdo a una encuesta desarrollada por la Unión Vegana Argentina (UVA), la población vegana y vegetariana creció de 9% a 12% en 2020. Según estos datos, entre quienes apuestan a una alimentación a base de plantas hay más mujeres (52%) que hombres (48%) y la mayoría tiene entre 35 y 49 años. 

“Durante los últimos años, notamos una búsqueda cada vez mayor hacia una alimentación más equilibrada, entre el consumo de proteínas animales y vegetales. La humanidad está pidiendo un cambio del sistema alimentario: estamos frente a un consumidor cada vez más consciente e informado en cuanto al impacto que tienen sus decisiones de consumo sobre la salud y el medioambiente”, explica Adolfo Rouillon, cofundador de Frizata junto a José Robledo.

Según una encuesta del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), los flexitarianos (aquellos que buscan reducir el consumo de carne, pero sin eliminarlo completamente) ya son un 26,5% de los consumidores en grandes centros urbanos de Argentina, Brasil y Uruguay.

“Sin dudas la pandemia motivó cambios de consumo a nivel global y local que seguiremos viendo durante los próximos años. El 50% de la generación Z y los millennials está disminuyendo el consumo de carnes de origen animal porque son mucho más conscientes de sus elecciones alimentarias y del impacto que estas generan”, explica Adolfo Rouillon.

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), estas dietas más sostenibles y la reducción del desperdicio de alimentos pueden ayudar a los países a mejorar sus planes nacionales de acción climática hasta un 25%

UN CONSUMIDOR QUE DEMANDA

En línea con la tendencia mundial de consumidores cada vez más comprometidos con su alimentación, más del 70% del portfolio de Frizata no tiene carne de origen animal.

“Apostamos a seguir aumentando nuestra oferta de vegetales, frutas y todo tipo de alimentos a base de plantas porque entendemos que esta tendencia no es una moda. Comenzó a gestarse un nuevo orden en lo que será la alimentación del futuro: hace unos años hubiese resultado impensado que un argentino eligiera una hamburguesa de plantas en lugar de una de carne”, explica Rouillon. 

Su portfolio cuenta con más de 80 productos entre los que se encuentra la “Huerta Frizata: vegetales congelados que no tienen conservantes, ya que su proceso de ultracongelación permite conservar al máximo las propiedades del alimento.

Así como también empanadas, pizzetas saludables, bites de vegetales, milanesas y arroces veggies que se adquieren exclusivamente a través de www.frizata.com y se reciben en la comodidad de tu casa, cuidando la cadena de frío de punta a punta y garantizando la máxima calidad de sus productos. 

Además, hace casi tres años Frizata lanzó la primera hamburguesa Meat Free del país. Fue una propuesta revolucionaria en el mercado argentino ya que no existían en el país productos que recrean el sabor, el color y la experiencia de la carne, pero sin carne. “Esa era una versión vegetariana y, este año, la relanzamos en versión vegana, elaborada 100% con proteína vegetal”, explican desde la compañía.

Su línea Meat Free es de las más completas de Latinoamérica y está compuesta por las versiones veganas de la FriBurger, los FriNuggets y las FriAlbóndigas (unas bolitas que se pueden usar como albóndigas o como “carne picada” para rellenos, salsas o fajitas). Dentro de esta línea también hay opciones vegetarianas como la Friburger rellena de queso, y las empanadas FriChicken y FriBeef.

“Ser pioneros nunca es fácil, pero sabíamos que estábamos en el camino correcto. El equipo de I+D de Frizata hace más de 10 años que venía estudiando esta tendencia muy de cerca. Desarrollamos esta línea pensando en el consumidor flexitariano”, afirma Adolfo Rouillon, cofundador de Frizata.

La foodtech flexitariana de alimentos congelados directo al consumidor cuenta con una amplia variedad de productos y opciones para resolver la comida de todos los días tanto para vegetarianos, veganos y flexitarianos en general. 

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La grieta alimentaria: el consumo de carne y las tendencias vegetarianas

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Un informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) plantea que “Ante la grieta alimentaria, el asado construye puentes y une a los argentinos”.

Cuando se les pregunta a los argentinos cómo reaccionan ante acciones provocadas por activistas veganos o ambientalistas, 7 de cada 10 personas creen que no derivarán en un menor consumo de carne vacuna. Nota de Adrián Bifaretti* y Eugenia Brusca**, del departamento promoción interna del IPCVA.

En enero 2021 Paul McCartney le escribió una carta al Presidente de la Nación para pedirle que Argentina se sume a la iniciativa “Meat Free Monday” (lunes sin carne).

Este es el hecho. A partir de allí, pasó a formar parte de una acción activista más que busca promover el abandono del consumo de carne.¿Surte efecto como acción activista? ¿Cuántas personas cree usted que van a dejar de comer carne porque Paul le escribe una carta al primer mandatario argentino sugiriendo este camino?

Más allá del objetivo de esta carta en particular, cuando se les pregunta a los argentinos cómo reaccionan ante acciones o acontecimientos provocados por activistas (veganos o ambientalistas), 7 de cada 10 personas piensan que estas acciones no son efectivas, en tanto y en cuanto no se cree que deriven en un menor consumo de carne vacuna. Así lo demuestra una encuesta realizada por el IPCVA a través un panel ONLINE con 1100 casos representativos de la población nacional en todo el territorio.

De la misma manera y para captar el humor social ante situaciones donde el activismo vegano despliega su acción en los ámbitos de la producción y comercialización de la carne, cuando se muestra a la gente dos noticias relacionadas con estas acciones, presentadas incluso de distinta manera en relación al grado de victimización y perjuicio de los distintos actores involucrados, claramente la gente no está a favor de apoyar estas acciones concretas.

Como se aprecia en la figura 1, solo entre el 16 y 18 % de la gente apoya el accionar vegano, mientras que la gran mayoría no lo apoya o le resulta indiferente.  El mismo activismo juega en contra de sus propios intereses que es precisamente convencer a la gente que abandone el consumo de carne.

Claro, a primera vista y por la dinámica que se genera en redes sociales a partir de noticias que cuentan por un lado con una celebridad y por otro un referente político, el ruido va creciendo y la espuma social de la conversación sube. Se habla del tema, aunque como se comenta, no necesariamente tiene un impacto directo ni mucho menos instantáneo en la disminución del consumo.

Lo que si contribuye es a acrecentar una de las tantas grietas que lamentablemente tenemos en nuestro país. La grieta alimentaria empieza así a tomar forma con una polarización creciente en el modo en que cada uno de nosotros manifiesta su propia forma de alimentarse.

No olvidemos que somos naturalmente omnívoros, estamos programados por la naturaleza para consumir tanto productos de origen vegetal como animal.

Sin embargo, culturalmente hay un cambio que se está produciendo en la sociedad y sobre todo en los más jóvenes, que hace que mucha gente se muestre mucho más permeable a abordar el tema del consumo con creencias nuevas, con valores distintos a los de nuestros padres y abuelos, y diferentes incluso a los que forman parte de nuestra propia escala de valores.

Hasta ahí todo bien, porque en un mundo crecientemente inclusivo deberíamos festejar esta libertad de elección que todos tenemos para definir cómo se compone nuestro plato diario y cómo se consolida la dieta que permite sobrellevar nuestra humanidad y bienestar físico y social a buen puerto.

Ahora, en realidad esa minoría en términos poblacionales, que es solamente el 5 % de los argentinos si contabilizamos veganos y vegetarianos, no actúa en forma neutra sino que pretende imponer sus creencias y hábitos tratando de convencer y persuadir a la mayoría omnívora apelando al miedo y a la culpa.

En tal sentido, la mayoría de los argentinos piensan que los veganos son de hecho quienes más fomentan la grieta alimentaria y quienes poseen una mentalidad menos abierta e inclusiva que los carnívoros. La grieta les es funcional, porque en el medio de ambas posturas existe un 30 % de la población que sería como esos votantes indecisos de las elecciones, que al final terminan siendo decisivos. Si este segmento ve que hay personas que se expresan con convicción para intentar cambiar el mundo y enfrente un sector que reacciona peleando, discutiendo, polemizando, no van a tomar partido por este último, lo harán por los que buscan trascender imponiendo sus ideas.

¿Cómo debe comportarse la carne vacuna ante este escenario hostil? ¿Debe reaccionar, salir a defenderse? ¿Conviene darle entidad a las provocaciones que muchas veces vienen en formato golpe bajo con alta carga emocional? O por el contrario, ¿Debe pensar en construir valor en las más variadas comunidades digitales, tribus urbanas y subculturas que afloran como hongos en el territorio digital? ¿Debe conectar emocionalmente con el mercado, conversando con la gente y entendiendo con mayor profundidad por dónde pasan sus verdaderos intereses, preocupaciones y aspiraciones?

Si el campo, quien produce, y el mundo urbano, el mayor generador de consumo, tienen en claro que no es la carne la que genera la grieta, por qué debe la carne meterse en el barro de una discusión sin sentido común.

Un carnívoro jamás rechazaría a un vegano si no come carne, siempre haría un lugar en la parrilla para compartir también, por qué no, verduras asadas. Esa es la filosofía que debe encarar cualquier comunicación, promoción o reflexión sectorial sobre este punto. Es el principio para dar un mensaje claro también a aquellos flexitarianos, es decir a los que aún siguen comiendo carne pero en menor cantidad.

Hoy muchos involucrados al negocio de la carne, piden que se salga a romper lanzas, a devolver las trompadas, a pelear con aquellos que están impulsando otra forma de comer, que se salga con los “tapones de punta”. Grave error se cometería. Porque los más jóvenes no se bancarían una campaña antivegana. Se la consideraría retrógrada, que atrasa, discriminatoria y agresiva. Esta solución, irreflexiva e impulsiva no tendría el efecto deseado en las preferencias del mercado, solo aceleraría el tránsito de aquellos flexitarianos hacia el veganismo como destino final.

Vale la pena mostrar dos buenos ejemplos bien aterrizados en nuestra realidad cotidiana para encuadrar las acciones de conversación en un marco de mayor conveniencia para el sector cárnico. Una comunicación de Deniro, una de las principales hamburgueserías con fuerte llegada al segmento de centennials y millennials, señala textual en el inicio de uno de sus posteos en redes“ No existen costumbres, opiniones, personas, ingredientes o sabores que no puedan encontrarse”…(Figura 2)

Es evidente que se busca unir, acercar a la gente con diferentes gustos y preferencias, constituyendo un ejemplo de cómo es factible ir en contra de la polarización alimentaria que como se mencionó resta mucho y suma poco. En esta ocasión, si se advierte la cantidad de reproducciones que tiene el posteo (2190) resulta claro que el mensaje, en los términos planteados, se vuelve sumamente eficaz.

El otro ejemplo, tiene que ver con un posteo en twitter del IPCVA a fines del año pasado “ en estas fiestas celebremos por un mejor 2021 con la carne que nos une y nos identifica” (Figura 3).

La misma conclusión. No es un concepto comunicacional que deba constituirse en el eje principal por ejemplo de una campaña de promoción, pero si debe aparecer para resaltar que se busca sumar y siempre en base a un equilibrio en nuestra alimentación. El asado no es una parrilla repleta hasta el cuadril con carne, es un paisaje en el que conviven choclos, morrones, cebollas, berenjena y la lista podría seguir. Que no se quede nadie afuera del plato. Que no se quede nadie fuera de la mesa de cualquier asado. Al contrario, tenemos que estar todos alrededor del clásico asado argentino. El asado traza puentes y nos une.

*Ing. Agr. M. Sc. Adrián Bifaretti, jefe de departamento promoción interna del IPCVA.

**Lic. Eugenia Brusca, asistente de departamento de promoción Interna del IPCVA.

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