Timochenko: la política, una segunda vida para el guerrillero retirado
El ex líder de las FARC se lanzó a la carrera presidencial colombiana del año próximo, aunque todavía no despejó las dudas sobre su anunciada reconversión a la democracia
LaNación – El prontuario tiene 26 páginas. Los delitos más repetidos: rebelión, terrorismo, secuestro extorsivo, homicidio agravado, daños a bienes ajenos. La suma de condenas excede varias vidas. Pero en esta vida, la que cuenta, el ex líder guerrillero Timochenko será candidato a presidente de Colombia para las elecciones del año que viene.
Así lo decidieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), reconvertidas en partido político, que esta semana lanzó la candidatura del viejo señor de la selva para su primera incursión en la arena democrática. Será su ingreso a la vida civil, su estreno político, tras dejar las armas por el acuerdo de paz firmado con el presidente Juan Manuel Santos.
Las FARC siguen siendo las FARC. Sólo que ahora las siglas responden a Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, como pasó a llamarse en la nueva era. Y Timochenko quizá deba inscribirse en la boleta electoral con su verdadero nombre, Rodrigo Londoño. El nombre con que fue anotado en el registro civil y con el que figura en el prontuario. El que usaba antes de lanzarse a la aventura redentora en nombre de la hoz y el martillo y con metralleta en mano. Entrenado en Cuba y en Rusia, se cree que eligió su nombre de guerra en honor de Semyon Timoshenko, un general soviético durante la Segunda Guerra Mundial.
La firma de la paz le abrió las puertas a la conversión. Según los alcances de los indultos y las amnistías entremezcladas en el acuerdo, el prontuario que dio a conocer la fiscalía colombiana, las 26 páginas de crímenes inagotables con sus extensas sanciones, por terrible que se vea, “no inhabilitará para la participación política ni limitará el ejercicio de ningún derecho, activo o pasivo, de participación política”.
Las encuestas, sin embargo, no le auguran chances de triunfo al renacido Timochenko. Ni de quedar entre los primeros: 2% de los votos, por no decir 1,5%. Los recuerdos de sus correrías hielan la sangre de millones de colombianos. Bombas, emboscadas, matanzas. Civiles o uniformados, en el campo o la ciudad. No fueron los únicos, es cierto. Estaban los militares, los paramilitares, los narcos, cada cual más desenfrenado.
En las ciudades el rechazo es enorme, a la par del desprecio y el desprestigio que arrastra su memoria. Las pilas de boletas con su foto en el cuarto oscuro difícilmente bajen de manera perceptible.
“Trabajaremos por una Colombia muy diferente, capaz de aceptar la participación ciudadana y convivir en democracia”, dijo en el lanzamiento de las candidaturas la compañera de fórmula del ex hombre fuerte, Imelda Daza.
Sin creerse demasiado su profesión de fe democrática, en Colombia se armó revuelo por el anuncio. Estaba claro que las FARC entraban a la política. Pero se esperaba una renovación en los cuadros de conducción, que la vieja guardia dé lugar a las nuevas generaciones, como siempre se dice y nunca se cumple. Y se preguntan las razones de este desafío, tan distinto del anterior. Por qué Timochenko pretende encabezar un sistema político, la democracia liberal, que combatió a muerte.
“Están tratando de generar hechos políticos, hechos consumados. Y la candidatura de Timochenko es uno de esos hechos. Están preocupados porque cada vez es más previsible que el próximo gobierno sea un gobierno de derecha que podría revertir los acuerdos”, dijo a LA NACION el politólogo Pedro Medellín.
La forma de blindarse será sacar la mayor cantidad de votos posibles. “Van a ser muy pocos, pero si llegan a ser significativos va a ser más difícil proceder contra ellos”, agregó.
Las FARC tienen diez escaños garantizados en el Congreso, alcancen o no los votos. Será una especie de subsidio de bancas para dar arranque a la nueva empresa. Tras levantarse en armas a mediados de los sesenta, en un contexto histórico muy diferente, la FARC se deshicieron de ellas recién este año, cuando sus combatientes depositaron más de 7000 pistolas, ametralladoras y fusiles en los containers que dispusieron los observadores de la ONU.
Según el politólogo Rafael Nieto, el objetivo es promover los dos nombres, FARC y Timochenko, y ayudar a posicionarse para futuras elecciones. “Los dos nombres son conocidos pero tienen fuerte carga negativa, y en la medida en que se vinculan a procesos democráticos mandan un mensaje de compromiso con ese sistema”, precisó.
“Ni las FARC ni su líder renunciaron a su ideología, ni a su simpatía por el socialismo del siglo XXI chavista, ni a ninguna de sus convicciones políticas. Renunciaron a las armas, pero más de eso no”, agregó Nieto a LA NACION.
¿Timochenko demócrata? Nada de eso, insisten Medellín y Nieto. Con sus nulas chances electorales, por unos años sus sueños y ambiciones serán difíciles de develar.