Tomá mate: Kevin Bacon y una pasión bien misionera
Del otro lado de la pantalla, Kevin Bacon sonríe. Está sentado en un sillón de dos cuerpos y hay una guitarra apoyada a su derecha, sobre la pared. Fue convocado a una mesa redonda virtual para promocionar City on a Hill, la serie que llega a la Argentina gracias a Paramount+. Y, en ese marco, siete periodistas de Latinoamérica, entre ellos uno de Teleshow, tuvieron la chance de un intercambio que se anticipa interesante. Porque carácter, singularidad y trayectoria le sobran al actor que conoció la fama con Footloose (1984), conmovió con El regreso de un soldado (2009) y, más acá en el tiempo, atrapó con la serie The following (2012).
Casado hace más de 35 años con su colega, Kyra Sedgwick, padre de Travis (31) y Sosie (28), el actor hace 62 años nació en Filadelfia hoy vive principalmente en Nueva York. Conocido por elegir minuciosamente a sus personajes, en City on a Hill, Kevin es Jackie Rohr, un corrupto y renombrado agente del FBI. Ambientada en Boston a principios de la década del ’90, crimen, poder y racismo hacen a esta ficción oscura y realista que en todo momento y con sutileza, pone el foco en dilemas éticos poco obvios. Su coprotagonista es Aldis Hodge, como el honesto e incorruptible fiscal adjunto Decourcy Ward. Producida por Showtime en conjunto con Ben Affleck y Matt Damon –dúo infalible–, tiene en su elenco figuras como Jonathan Tucker, Mark O’Brien, Jill Hennessy, Lauren E. Banks, Amanda Clayton, Sarah Shahi y Kevin Chapman.
“Es interesante que el show tenga dos personajes protagónicos con una versión tan distinta de lo que es el mundo”, asegura Kevin ante la primera de las consultas que indaga en torno a cómo Latinoamérica recibirá City on a Hill. “Tocamos el tema del racismo. En esta nueva temporada nos mudamos de un barrio de blancos a uno de negros. Entonces todo se da con más fuerza y con más complicaciones”, anticipa el actor sobre la serie que atraviesa su segunda temporada.
“El 2020 ha sido un año importante a nivel nacional en relación al registro de la existencia de un racismo sistemático. En la serie exponemos algo que creo que mucha gente sabe que existe, pero mucha otra no. Durante la pandemia grabamos dos episodios. Y cuando fue lo de George Floyd, los guionistas –que tenían tiempo libre– pudieron trabajar de nuevo los guiones. Eso estuvo bien”, apunta Bacon.
Con más de cuarenta años de carrera, en relación a qué lugar ocupa City on a Hill en su vida, Kevin hace retrospectiva. “A veces está el miedo no tener mucho más por ofrecer, de que las obras que lleguen no sean lo suficientemente buenas… Sin embargo, aparece algo como City on a Hill y uno dice: ‘¡Guau! Tengo que hacer a este tipo. Es una gran oportunidad’”, reflexiona el actor. Además, regala un dato curioso. “Hice muchos personajes de Boston, muchos agentes del FBI e hice cerca de seis Jacks o Jackies… Por alguna razón, ¡me tocan!”, cuenta con simpatía. Y detalla que Jackie Rohr es distinto a todos los hombres que personificó alguna vez. “Poder dedicarme a la actuación durante todos estos años es algo que no doy por sentado. Y cuando me preguntan como ranckea esta experiencia en relación Footloose, creo que no puedo ponerlas en la misma categoría. ¡No sé! Diría que esa fue una gran oportunidad y que esta también lo es”, asegura.
Hablando de su trayectoria, ¿qué grandes compañeros le dieron consejos fundamentales? “Tal vez por mi culpa, no hay uno en particular para resaltar. Nunca fui un tipo que escuchara consejos. Cuando era chico era muy pedante. Creía que me las sabía todas. Pensaba que nadie –ni maestros, ni mentores– podía decirme nada que estuviera bueno. Sin embargo, sí sé que vi trabajar a grandes profesionales. Recuerdo haber trabajando con una actriz británica, Eileen Atkins, que tenía una escena en la que lloraba. Entonces, yo todas las noches, en ese pasaje de la obra, me ubicaba en lo alto para verla hacer la escena una y otra vez. Era poderosa y movilizante. O recuerdo estar con Jack Nicholson en un set y que fuera fantástico: un héroe por su manera de interpretar. O compartir escenas con Meryl Streep, una de mis actrices favoritas de todos los tiempos. Trabajar con Clint Eastwood y ver la simpleza que tiene como director para encararte. Estoy muy agradecido por tanta experiencia”, repasa el actor que con Nicholson hizo Cuestión de honor (1992), con Streep, Río salvaje (1994) y con Eastwood, Río místico (2003).
En relación a la pandemia y cómo interfirió en las grabaciones, la estrella de Hollywood cuenta: “Recuerdo muy bien escuchar las noticias y estar filmando en Nueva York, que pronto se convirtió en un foco de contagio. Antes de usar barbijos, ya dejamos de abrazarnos y empezamos a saludarnos con el codo. Nos lavábamos más las manos. Y de pronto: ¡bang! Cerraron todo el 13 de marzo. Como en todo el mundo, nadie tenía idea de nada. Ni cuanto iba a durar, ni cuan complicada se iba a poner la cosa”.
En este sentido, agrega: “No volví a trabajar hasta mayo o junio, cuando ya usábamos barbijos, había líneas marcadas para caminar en el set… Toda una nueva manera de filmar. Había gente nueva en el equipo, que todavía no sé cómo es… No les vi nunca las caras. Gente con la que trabajé durante seis episodios de televisión y no sé cómo son. Fue una adaptación importante. Y, por otro lado, me siento agradecido por volver. Nuestra industria, como tantas otras, fue devastada”.
Turbio y por momentos temible, Jackie Rohr es un personaje de límites difusos que podría ser desafiante para cualquier actor. “Jackie siempre se mete en lugares oscuros. La primera vez que lo ves, está andando en auto rápido por la ruta, tomando cocaína y con una mujer que no es su mujer. Es un tipo que vive en el límite. Encarnar personajes como este es meterse en un lugar raro todo el tiempo: amenazando gente, haciendo negocios y consumiendo drogas”, apunta.
Ambientada en los años ’90, ¿qué era de la vida de Kevin en ese entonces? “Estaba criando a mis hijos. Mi mujer y yo pasábamos mucho tiempo entre Nueva York y Los Ángeles. Teníamos siempre las valijas listas para ir de un lugar al otro. Eso estuvo bueno. Aunque somos gente de casa, también somos nómades. En la industria del cine muchos somos así. No queremos quedarnos demasiado cómodos, ni quietos”, contesta para luego agregar: “La crianza de los chicos fue lo más importante que hice: verlos crecer, cambiar, convertirse lo que son hoy. Lidiar con colegios, la adolescencia, el primer amor… Es complicado pero lindo. Y genera satisfacción”.
En cuanto a sus gustos, Kevin cuenta que además de hacer películas y series sobre crímenes, les gusta mirarlas. “Pero también sobre amor o sobre aliens. Soy un amante de contenido creativo en cine. No me importa si es un drama histórico o horror, mientras que esté bien hecho y me haga sentir algo. Si miro una película de miedo, quiero tener miedo”, apunta. Mientras que, amante del blues, Kevin no se sienta al lado de una guitarra por pura casualidad. En redes suele mostrarse haciendo música. “Tuve una banda durante veinticinco años con mi hermano. Me gusta escribir canciones, cantar con mi familia y juntarnos a tocar”, asegura en relación a The Bacon Brothers.
Entonces, para seguir indagando en relación a su tiempo libre y aquello que va más allá del cine, Teleshow le pregunta por algo que alguna vez publicó en sus redes sociales y llamó la atención: Kevin Bacon toma mate. “Fui a Argentina, la pasé muy bien y vi gente tomando mate por primera vez en mi vida. Había un grupo de chicos en una plaza pasándose ‘esta cosa’ de una mano a otra. Entonces me puse a averiguar…”, contesta el actor y poco a poco demuestra su entusiasmo por esta clásica infusión nacional.“Es un gusto que se adquiere. Mucha gente al principio siente que es horrible. Yo creo que sabe cómo bong water. Me encanta. Me gusta el ritual. No es como un café: tomar y punto. Ni como un shot de tequila. Tenés la bombilla, la yerba y lleva tiempo. Me parece cool. Leí sobre los gauchos… (Creo que estoy contestando más del mate que del resto de las preguntas) El mate tiene una cafeína distinta. La reacción fisiológica en el cuerpo no es como la del café. No la puedo explicar realmente… Pero tampoco puedo tomar mucho porque sería un poco como ‘pegarme un viaje’. En conclusión: me gusta mucho y tengo mi mate ahí”, asegura Kevin Bacon y con la mirada señala un sector de la casa que, uno imagina, se trata de la cocina. Ahí está su mate, como en la cocina de cualquier argentino, pero en la de Kevin Bacon en Nueva York.