
Valentina Ferrari by Giorgio Armani
La modelo de Oberá abrió el desfile de Giorgio Armani en el Fashion Week de Milán
Para Valentina Ferrari, ese instante tenía la densidad de una vida entera. La música comenzaba a sonar, el murmullo de los invitados se deshacía en un silencio expectante y, desde detrás del telón, Valentina respiró profundo. No era un desfile más: era el desfile. El de la primera línea de Giorgio Armani. Y ella no solo estaba allí. Abría la pasarela.
Valentina nació y creció en Oberá, Misiones. Allá, donde el monte verde se mezcla con los acentos europeos y la fiesta del inmigrante convierte al pueblo en una pasarela improvisada, ella dio sus primeros pasos entre escenarios. “A los trece firmé con una agencia y a los catorce ya trabajaba profesionalmente en Buenos Aires. Fue sacrificar muchos momentos, los quince de amigas, cumpleaños, reuniones… pero siempre con los pies sobre la tierra”, cuenta.

Esa lucidez precoz la llevó a tomar decisiones que marcaron su camino. Una de ellas: negarse, con apenas catorce años, a irse a Nueva York pese al entusiasmo de una agencia que quería llevársela “a toda costa”. Ella eligió otra ruta. Terminó el colegio. Estudió Comunicación en la UBA. Y luego cruzó el océano. París, Londres, Milán. Camarera, castings, contratos breves, e-commerce y fittings –probar y ajustar prendas en un modelo o maniquí para asegurar que el calce sea perfecto y que la prenda luzca como fue diseñada-. Un día de tacos altos. Otro, de pies descalzos. Y todos, de persistencia.
“Fui a más de veinte castings para Armani. A veces ni me llamaban, otras quedaba muy cerca. Pero nunca dejé de soñar con estar ahí”. La puerta se abrió finalmente hace un año, cuando la convocaron para una campaña de calzado. “Tengo el pie chico para mi altura, calzo 37, y eso fue clave. Ahí me vieron por primera vez, me maquillaron al estilo Armani y alguien dijo: ‘Ella es muy Armani’. Desde entonces empecé a hacer más trabajos con ellos”.
El 20 de junio de 2025 la llamaron para un nuevo casting. Esta vez, para la Semana de la Moda Masculina de Milán. “Fuimos 40 chicas preseleccionadas. El casting fue fugaz: una caminata, una mirada del equipo, un silencio breve y luego comenzaron a llamar. Cuando escuché ‘Valentina’ pensé que había otra Valentina. Me dijeron ‘Vale, sos vos’, y me acerqué como flotando”.

El fitting la dejó sin palabras. Le asignaron justo el look que había visto colgado antes de entrar, ese que —en voz baja y con deseo intacto— había deseado para sí. “Era muy yo: un blazer oversize, de esos que suelo comprar en ferias vintage por dos euros. Usaba corbata, un accesorio que amo. Todo el conjunto tenía esa elegancia atemporal que yo asocio con mi estilo”.
Y entonces llegó el momento que aún le estremece la voz: fue asignada al “look 1 bis”, lo que significaba que abriría el desfile junto al modelo masculino que encabezaba la pasarela. “Yo no lo podía creer. Era abrir para Giorgio Armani. No estaba soñando. Estaba ahí”.
No estuvo Giorgio Armani en persona -por primera vez, por temas de salud-, pero sí dio su aprobación desde su casa. Quien saludó al final fue Leo Dell’Orco, su histórico brazo derecho, el diseñador que encarna hoy el espíritu de la marca. “Estar ahí, al lado de él, fue una especie de ceremonia íntima. Sentía que todo lo que había vivido hasta ese momento tenía sentido. Todo: el esfuerzo, el dolor, los años de espera”.

Desde las pasarelas de Milán hasta los sets de filmación, Valentina no camina: avanza. Está dando sus primeros pasos en la actuación con una megaproducción para el streaming, de la que no revela detalles porque todavía no se estrenó en Argentina. No es la protagonista, pero sí tiene un rol visible y es un enorme paso en una carrera que asoma incipiente.
Apenas terminó el desfile de Milán, Valentina partió hacia otro compromiso: una participación en una serie internacional para una plataforma de streaming. Valentina lleva tres años estudiando actuación con la misma entrega que volcó en la moda. “Me encanta salir de la zona de confort. Es como el modelaje: empezás de cero, pero si trabajás a fondo, te reconocen”.
Lo suyo es talento, constancia, sensibilidad, decisión. El aplomo con el que a los 18, una semana después de la muerte de su padre, decidió viajar a París para no cancelar su primer gran contrato, aún retumba en su relato. “Lo hice por él. Porque estaba orgulloso. Y aunque me costó muchísimo ese primer viaje, me fortaleció. Hoy todo ese dolor se convirtió en mi fuerza”.
Cuando se le pregunta qué significado tiene para ella haber abierto el desfile de Armani, responde con una mezcla de templanza y ternura: “Es un premio a mí misma. No al modelaje. A la persona que soy. Al camino que recorrí. Al sueño que no solté nunca”.