Ajedrez climático, el volcán Laki y la revolución francesa

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La alternancia del clima en nuestro planeta no fue siempre una consecuencia directa de los actos llevados a cabo por humanos, es decir, ha habido catástrofes climáticas brutales que no fueron resultado de nuestro consumo desenfrenado, ni de la extracción de recursos no renovables o la polución de los ecosistemas mediante combustibles fósiles. La era de hielo marcó rotundamente a la vida y todos sus aspectos en la faz de la tierra, así como nos marcó también a nosotros, por lo que es un claro ejemplo de lo que busco señalar. Hoy nos toca ser protagonistas y quizá villanos en la historia de la vida terrestre… pero, ¿Y si te digo que el Héroe-Villano puede ser hoy relativo a la posición socioeconómica de quien afirme pertenecer al “bando correcto”?

¿Por qué es hoy el cambio climático un problema de todos? ¿Es acaso culpa de todos? ¿Qué es el colapso? ¿Que implica realmente? Bien sabemos que las consecuencias del calentamiento global hoy creciente serán nefastas, pero, ¿Para quién es más importante el colapso del sistema? Realmente… ¿Es el colapso sinónimo de terror y de extinción?

En el capitalismo, la escasez implica la imposibilidad de la explotación desmedida de los recursos, por tanto, la inexistencia de minorías poderosas. Se nos dice que el cambio climático ocasiona escasez, y que al haber escasez todo se encarece, por tanto, se supone deberemos trabajar más para pagar lo que antes nos costaba menos. Esta idea busca ser normalizada, como si la pésima distribución de las riquezas del planeta sumada al colapso ambiental y social fuera culpa del obrero y el campesino que, aun sabiendo de lo injusto de su situación, no tienen más remedio que seguir con su labor. Esto provoca que, si hay problemas para que el mundo siga girando en torno a dicha minoría, entonces es tu culpa por arrojar colillas a la calle, o por no tener un auto eléctrico, es tu culpa por no reciclar y por no comprar Coca Cola retornable.

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El Geólogo español Antonio Aretxabala nos regala un dato espectacular: en 1783 el volcán Laki emitió tal cantidad de cenizas que asoló a todos los pastos de la Islandia y con ello provocó la muerte del ganado y de la mitad de la población. Las cenizas cubrieron Europa durante meses y destruyeron las cosechas. El hambre se extendió desde Europa a oriente medio, se disparó la mortalidad en Inglaterra y en España, el contrabando y otros abusos con el trigo y los alimentos culminaron en una revolución en Francia: Nacieron las modernas democracias…

El colapso alarma, no porque inexorablemente implique extinción, sino porque puede implicar revolución, por tanto, cambio y por consecuente una nueva búsqueda de mayor igualdad y justicia en la redistribución de los bienes. En el ajedrez que llamamos sociedad, al caer el rey, se supone que los peones también habrán sido vencidos… ¿No? Pero, ¿Qué pasa si son los peones los que tumban al Rey?

Antonio agrega más ejemplos solamente de volcanes: La colosal explosión del volcán Tambora en Indonesia en 1815, la mayor erupción del milenio pasado, fue seguida por un enfriamiento global de 0,7 grados y 12 meses de un clima descontrolado en Europa y América del Norte, 1816 se conoce como el año sin verano. Las actas del Cabildo de Santander, España, del 6 de noviembre de 1816 dejaron constancia del impacto agrícola. En varias actas sucesivas de aquel año se da noticia de la escasísima recolección de maíz y otros productos. Hambre y guerras acompañan a las cenizas. También tuvo un fuerte impacto cultural. La erupción del Pinatubo en Filipinas en 1991 dispersó una nube de gas que redujo las temperaturas en casi 0,3 grados, millones de personas se vieron afectadas. Hoy conocemos ejemplos mucho más violentos.

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Hoy el cambio climático está a nada de provocar mucho más caos climático que toda la historia de los volcanes, incendiando un continente entero mientras el otro se cubre de hielo. Pero así mismo podemos ver ya mucha movilización social en torno al asunto. Pero tomar cartas en el mismo deberá de ser tomado verdaderamente encerio, no obligando a la población a reciclar su basura porque alguien dice que deban hacerlo, sino hacer presente el hecho de que si no aprendemos a plantar nuestros propios alimentos y a crear soluciones reales al dilema, se desatará una catástrofe quizás innecesaria.

La actual situación de crisis supone una oportunidad para nuestra especie, no una condena. Una oportunidad para ser resilientes una vez más, sin perder los muchos avances ya logrados. El planeta no les pertenece a las prestigiosas firmas ni al más poderoso de los países, le pertenece a la vida, y los seres humanos como especie no somos más que una de las millones de sus manifestaciones.

Hoy será revolucionario actuar antes del desastre, porque ya hemos pasado muchas veces por la misma coyuntura. Hoy, ser conscientes del prójimo, de tu hijo y del suyo, del mundo que habitas, es revolucionario. Ser capaces de pensar fuera de la caja lo es…

El volcán ya estalló, ¿Qué más tiene que pasar?

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