Biden, el presidente fantasma
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Parece fácil criticar o emitir una opinión dura a miles y miles de kilómetros sobre, nada más y nada menos, el presidente con mas poder en el mundo. Sin embargo, Joe nos la pone muy difícil, un combo de desaciertos y una mala gestión lo está llevando al borde del cataclismo político.
El actual mandatario supera los 80 años y ha demostrado mucha flaqueza en su ámbito: la política. Sin embargo, lo que más preocupa hace meses es su salud. El presidente comenzó teniendo furcios y errores que cada vez se fueron haciendo mas notorios. Al principio, todo era risa, hasta que poco a poco, la sonrisa fue mutando hacia una clara mueca de preocupación. Joe Biden no es el vecino de acá a la vuelta, con todo el respeto que merece, es el presidente del país más poderoso del mundo. ¿Qué significa esto? Que cualquier decisión con el juicio nublado puede ser catastrófico para el resto.
Pasos en falso, caídas, lapsus, equivocarse con la causa de muerte de uno de sus hijos y hasta confundirse de países es parte del largo derrotero de errores. Su salud y el futuro del mundo van claramente de la mano.
Seguir o no seguir, esa es la cuestión
Casi parafraseando a la gran canción de The Clash, ¿debería quedarme o debería irme? (¿Should I stayorshould I go?) es el gran interrogante que tiene la carrera política de Biden en este momento. Sus desaciertos en público se suman a un debate presidencial contra Donald Trump que tuvo un claro resultado positivo para el republicano. En términos futbolísticos, su contrincante lo pasó por encima y le inclinó la cancha durante todo el debate. Biden se transformó en tiempo real en la gran tendencia global. El pedido de renuncia inundó las redes sociales. Claro, Biden es el candidato demócrata que busca su reelección a cargo de la Casa Blanca, sin embargo, sus aptitudes están en tela de juicio.
El problema no es solo el anonimato de redes sociales que permite que cuanto comentario tenga lugar sin ningún tapujo mediante. El tema se volcó en medios hegemónicos. The New York Times y Washington Post fueron durísimos con sus títulos y editoriales, sumado a una tapa ultra controversial de The Economist, donde literalmente se toman de su edad para marcar su impericia a cargo del país. A eso se le suma un tema más y que no es de menor importancia. El run run de que se baje de la carrera presidencial llegó a los estrados de legisladores y políticos de gran envergadura del Partido Demócrata.
Si sus pares se lo piden, la cuestión se pone complicada. La Casa Blanca negó todo. Aparentemente Joe Biden sigue firme, ahora, le pregunta es ¿debe seguir? Una persona que demostró tantos furcios y declaraciones ambiguas y erróneas en tan poco tiempo es materia de análisis en cualquier trabajo. El tema con Biden es que no es un cualquiera, sino el presidente de Estados Unidos. La respuesta más evidente es que no puede estar al frente del gigante norteamericano. La negligencia política al frente del Estado puede llevar a agigantar problemas geopolíticos. De hecho, hay dos guerras en curso donde EEUU tiene participación indirecta al menos: Ucrania y Gaza. Si un Biden desequilibrado sigue al frente del país, estos conflictos tal vez se agranden. El hecho es de una lógica inexpugnable, Biden no estaría en sus cabales para gobernar un país y no está mal decirlo.
Asimismo, con la imagen negativa que viene cosechando hace tiempo que llegó a su pico en el último debate presidencial, su derrota en las urnas pareciera ser un hecho completamente consumado. Su nombre puede quedar marcado como uno de los candidatos a presidentes con mayor desaprobación en mucho tiempo en la longeva historia estadounidense. Básicamente, en frente, tiene un hombre procesado y que podría ir a la cárcel. Trump con severos cargos y una persecución constante de la ley le lleva la delantera. Perder una elección con un contrincante en esa situación es el sinónimo de la decadencia política del Partido Demócrata, si es que permite que esto tenga asidero. Por otro lado, los yankees parecen estar llegando al precipicio político que viene padeciendo Argentina hace rato: no votan al mejor, votan al menos malo.
Biden, más problemas que soluciones
Su gestión estuvo marcada por una falta de efectividad a la hora de resolver conflictos. Biden hizo una campaña extensa con el apoyo a migración legal y con el hecho de facilitar la ciudadanía. Hoy en día, la crisis migratoria es imparable. La impericia de políticas concretas y a tiempo llevó a que la frontera con México se desborde por donde se lo mire. A eso se le suma una economía claramente resentida a través de un proceso inflacionario, que, si bien es leve, preocupa a largo plazo.
Quizás el punto más flaco de su gestión, razón por la cual se desataron las desavenencias económicas es por su pésima política exterior. Dos guerras le explotaron en las manos, sumado a un retorno poco deseable en el panorama internacional. El régimen Talibán volvió al poder en Afganistán.
Uno diría, rápidamente, que EEUU siempre se mete en conflictos y no debería ser algo que nos asombre. Sin embargo, en clave minuciosa, la preocupación va más allá de sus fronteras. Estados Unidos es un claro financista de la máquina bélica de Ucrania. Una derrota ucraniana en el campo de batalla sería una derrota estadounidense, que en términos de política exterior sería denigrante y cuestionable. Con Israel, la cosa es un tanto distinta. EEUU apoya a ultranza al régimen de Netanyahu, pero está siendo apuntado por cometer crímenes de guerra en Gaza. Si eso se confirma, las manos del Tío Sam volverán a mancharse con sangre de Medio Oriente.
Todo esto financiado “con la tuya, contribuyente” estadounidense, y no es que no lo saben, sino que es algo que se le recrimina con total seriedad. Desde republicanos hasta algunos demócratas.
Biden parece estar acabado. Sus errores en todo ámbito lo están empujando al retiro total, el problema es que, si no se da cuenta a tiempo, puede arrastrar a un partido histórico con él. Si el Partido Demócrata desaparece, ¿abre camino al socialismo como una vía electoral en EEUU? Que no sorprenda que la radicalización ideológica arribe al gigante del norte, como pasa ahora en Francia, por tomar un solo ejemplo de varios que existen en la geopolítica mundial. Ultraizquierdistas contra derechistas conservadores y neofascistas, ese parece el nuevo escenario global, y si Biden “no la ve”, su país va a terminar así también.
