Brasil: Avatares de nuestro gran vecino
A Dilma Rousseff se la puede considerar juzgada injustamente, pues la mayoría de sus jueces no tienen las manos limpias. Si el aspecto contable que dio sustento para su juzgamiento que fue usado por todos sus antecesores era válido, ¿no corresponde el juzgamiento de todos los ex presidentes?
Ello pone en descubierto, sin lugar a dudas, que el denominado ”impeachment” fue fabricado para juzgar a Dilma Rousseff y expulsarla de la presidencia, lo que constituye una conspiración de partidos opositores que buscan adueñarse del poder por medios no democráticos, ya que en unas elecciones abiertas, sus dirigentes, incluido el señor Paulo Antonio Skaf, presidente de la poderosa FIESP (Federación de Industrias del Estado de San Pablo) en una imprudente decisión tomó partido por una oposición abierta al gobierno democráticamente elegido.
Si hoy se realizaran elecciones, el señor Skaf, el conspirador Temer, que hoy tiene una aceptación de menos de 5% del electorado, el presidente del Senado y sus seguidores no obtendrían el 10% de los votos.
El ex presidente de la Cámara de Diputados Cunha, separado de su cargo por corrupto, pero aun influyente en el medio político declaró a la prensa “voy a ser recordado como el hombre que terminó con dos presidentes” Dilma es una, ¿Temer será el otro?. Había obtenido en las elecciones del 2013, apenas 232.708, contra los millones de la presidente. A Dilma Rousseff se le podrá imputar muchas cosas, pero nadie, ni sus contrincantes políticos pueden acusarla de haberse enriquecido personalmente, cosa que no puede afirmarse de sus opositores.
El Partido de los Trabajadores a la que pertenece Dilma y cuyo líder es Lula da Silva, será recordado como el hombre que con su programa “Hambre cero”, sacó de la miseria a 44 millones de brasileños y conformó con una inmensa mayoría, una pujante clase media sin parangón en la historia de Brasil. Hoy, su programa es recomendado por las Naciones Unidas, para combatir el hambre en el mundo. Tampoco hay que olvidar que Lula es un líder mundial excepcional. Construyó una estructura política propia, el Partido de los Trabajadores que supo gobernar en varias ciudades importantes con eficiencia y honestidad. Como presidente del país, supo gobernar con equidad, dando lugar en los planes de desarrollo a los empresarios del comercio, industria y los servicios.
Hoy existe en Brasil un porcentaje de la población que añora la vuelta del ejército a la cumbre del poder, creyendo que solucionarían la inestabilidad política y la falta de seguridad que convierte a Brasil en uno de los países que lidera el porcentaje de muertes violentas por el por ciento de la población y aparece como candidato un ex militar- Jair Bolsonaro – que competirá en las próximas elecciones.
Si queremos otear en el horizonte de nuestro país, ninguna personalidad se puede comparar con Lula da Silva, donde exista una proyección internacional positiva de su personalidad, y hasta en el mismo Brasil, que de acuerdo a todas las encuestas, será el vencedor de las próximas elecciones.
Por eso la campaña de sus opositores para cercarlo judicialmente y tergiversar de ese modo la voluntad popular, tiene la conspiración de una clase política corrupta donde se hallan comprometidos la mayoría de sus miembros.
Vale la pena mencionar la frase de Lula que muchos idealistas repiten en su defensa,”Nunca pensé que poner un plato de comida en la mesa de un pobre, generaría tanto odio de una elite que se harta de tirar comida a la basura todos los días”.
Sé que muchos de mis amigos empresarios brasileños no compartirán estas opiniones, pero el derecho a expresar estos puntos de vista, son inalienables a la libertad de rebelarme ante tamaña injusticia.
Miguel Schmalko- ex presidente de la FEBAP (Federación Empresaria Brasil-Argentina-Paraguay)