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Caranchos de Buenos Aires

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Tiene el pico y las garras diseñadas para poder arrancar pedazos de sus presas y comerlas.

Para Macedonio Fernández, “el gaucho fue un invento de Dios para entretener al caballo”. También (el gaucho) sirvió para gestar la literatura gauchesca, con exponentes como Hilario Ascasubi, Estanislao del Campo y José Hernández. Por la temática abordada se lo sitúa también a Benito Lynch, el autor de “El inglés de los güesos”, y de “Los Caranchos de La Florida”, novela aún menos frecuentada, de 1917.
Un siglo después, en 2017, Mauricio Macri, presidente del Tercer Gobierno Radical, para vencer a La Doctora, recurre al giro gauchesco.
Caranchear a Sergio Massa. “Arrancarle pedazos y comérselos”. Como si la Franja de Massa fuera La Florida de Benito Lynch.
La milimétrica necesidad del cálculo coincide con el placer personal.
Caranchear a Ventajita, como Macri lo llama a Massa, su presa. Con el objetivo simultáneo de ganarle a La Doctora, y dejarlo fuera de carrera al carancheado. Cuenta con la colaboración de Florencio Randazzo, El Loco.

El Estado Mayor de La Doctora se reduce a ella misma. En absoluta soledad, la reunión cumbre es un monólogo.
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En 2013, Massa, su ex Premier, le desmoronó el proyecto de quedarse, que nunca, en el fondo, fue real. Sólo un pretexto para mantener el suspenso del poder hasta el penúltimo minuto. Lo mantuvo, e incluso abusó. Se despidió con un show de masas, sin saludar al sucesor que tanto había privilegiado.
En elevada reciprocidad, Macri ahora la privilegia como opositora ideal.
Quedan Macri y La Doctora. El resto es paisaje de llanura. Revolotean los caranchos.
Llamativamente La Doctora necesita fortalecer a quien se cree que le impidió el objetivo de perennidad.
Massa es el que puede ayudarla a regresar con una pequeña gloria. Tiene que evitar ser picoteado por los caranchos de Buenos Aires que le suelta Mauricio.

La excepcionalidad de Vidal

Para caranchear a Massa resulta insuficiente, hasta hoy, con el efecto Randazzo. Rival construido para dividir a los desencantados que insultan cotidianamente al macrismo. Pero distan, en simultáneo, de cautivarse con La Doctora. Es menos de la mitad de la sociedad bonaerense.
Tampoco (esa mitad) termina de subyugarse por la excepcionalidad de la señora María Eugenia Vidal, La Gobernadora, La Chica de Flores de Girondo. Se distancia del espectacular salto de garrocha de su líder.Caranchos de Buenos Aires

Consta que Mauricio se preparó, con Carlos Grosso, Il Consiglieri, y Ramón Puerta, Tengo Mil Novias, para encabezar en todo caso un frente con los peronistas.
Pero en 2015, para ganar, Macri acertó. Para abducir a los radicales y proponer, en 2017, una oferta legislativa signada por el antiperonismo bárbaro y frontal.
Un retroceso moderno que desubica, en principio, a los peronistas originarios que supieron enredarse con su proyecto, como Diego Santilli, El Vermellón, o Eduardo Amadeo, el Conde Polaco.
Derivó en un neo-gorilismo categórico que es demasiado perceptible en el Maxi-Quiosco de la Capital. Pasión vulgar que Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, otro próximo al peronismo, acata en sigiloso desacuerdo, disciplinadamente.
Al cierre del despacho aún Geniol disimula, en efecto, que lo sostiene a Macri. Que le mantiene las imposturas. Al menos hasta que despunte la competencia por la sucesión. Con Marcos Peña, El Pibe de Oro, o La Chica de Flores, que aún, según nuestras fuentes, se le reporta. Aunque cada día se encuentre más fortalecida por su imagen, sin que le entre ninguna bala de teflón como a aquel Scioli de 2008 a 2014.

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En su favor, la gobernadora se resiste a cultivar el súbito antiperonismo de Mauricio.
Al contrario, puso a un peronista originario, Cristian Ritondo, El Potro, para conducir el ministerio sustantivo de la provincia inviable. Y lo arrendó, de ocasión, a Joaquín De la Torre, el mini-gobernador de San Miguel que clavó la garrocha en la Franja de Massa para elevarse acrobáticamente y aterrizar en La Plata, con globitos y el uniforme amarillo.
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De la Torre llegó con el propósito explícito de colonizar peronistas. Pero en semejante campo tuvo una suerte inferior a la relativa. Sólo se acercó el alcalde Francisco Echarren, de Castelli, que a los tres meses volvió, casi “vencido, a la casita de los viejos”. El peronismo.

La gobernadora tiene que cargarse la campaña al hombro porque la oferta electoral de Cambiemos, en la provincia inviable, es bastante precaria.
Consta que tampoco la pobre tenía alternativas superiores a Esteban Bullrich Ocampo, un funcionario eficiente que debiera ser recreado como candidato. Y secundado por Gladys González, el crédito del “mosquismo”.
Tal vez La Chica de Girondo hubiera preferido, para el senado, a la señora Carolina Stanley, La Inquietante del Pelo Mojado. O a Facundo Manes, Cisura de Rolando, pese a que el radical cultural aún conserve el fastidioso “yo” que abruma tanto a Mauricio, que es el único con licencia de ego permitida.
Y aunque se haya tratado de un expreso pedido de Geniol, proponer a La Reina del Dengue, como cabeza de los diputados, implica reiterar la transparencia enlatada que se utilizó para aliancistas como Chacho o De la Rúa. O, incluso, para la mítica recaudatoria de Néstor Kirchner, El Furia.
Sin embargo la señora Graciela Ocaña le resultaba útil a Geniol para vaciarlo de postulantes a Martín Lousteau, el Personaje de Wilde.
Como si Rodríguez Larreta le dijera a La Chica de Flores: “Yo me la banco a Carrió porque vos no te la bancabas en la provincia, entonces hacete cargo de la Ocaña”.

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La nueva Morsa

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La señora Carrió, La Demoledora, como Ocaña, son prioritarias para aplicar los ejes temáticos en la cancha inclinada. Donde sólo se debe hablar de lo robado. La celebración del despojo durante el ciclo kirchnerista.
La paciente construcción de la nueva Morsa, versión 2017, recae en Julio De Vido, El Pulpo.
Como Morsa I, en 2015, Aníbal derivó en una consagración electoral del adversario. Aún nadie se explica, después de tanta artillería arrojada, cómo es que Aníbal no fue fusilado por la espalda. Se anotaron para denigrarlo hasta los sacerdotes que tenían la ecuménica misión de condenarlo.
Entonces pudieron modelar La Morsa I porque la sociedad se encontraba saturada de las imposturas del cristinismo.
Dos años después, los pecados administrativos del pasado continúan con el jugo de los frutos. Redituables hasta para legitimar, hasta aquí, el onanismo gestionario del TGR, que sabe jugar con la cancha inclinada a su favor. Sin acertar, pero aún sin saturar. Mientras confunden el cambio con el maquillaje. La política con la cosmetología.

Final con caranchos

La infantería y la artillería de los grandes medios de Irigoyen asociados al macrismo hoy son eficaces para arrastrar, con su música pegadiza, hacia el baile colectivo de todos los medios, sean medianos y pequeños. Para marcar la agenda.
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Entre la nueva Morsa y el terror de los mercados (si es que no se continúa con el cambio). Por la reticencia de los inversores (imaginarios) si el populismo exhibe fortaleza. Repugna la presentación del país con tanta fragilidad institucional.

La embestida moral arrastra por el fango al “ciudadanismo” de La Doctora.
Y busca salpicar al tercero de la discordia. Massa. El carancheado que duplica la postura para diferenciarse de los carancheadores. Con el riesgo de multiplicar la rapacidad de los caranchos.

 

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