Científicos argentinos descubrieron una bacteria que puede estirar la vida más allá de los 120 años
Un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad Nacional de Rosario, del que participaron investigadores del CONICET, reveló que una bacteria probiótica llamada Bacillus Subtilis, además de sus propiedades positivas en el sistema inmunitario, puede actuar en forma directa sobre la longevidad.
La Bacillus Subtilis no es una novedad en sí misma. Se consume hace miles de años, sobre todo en algunos países asiáticos, donde no por casualidad su longevidad promedio se ubica por encima de la media mundial. Ahora los científicos rosarinos comprobaron sus efectos de longevidad en los gusanos nematodo Caenorhabditis elegans, que según los especialistas poseen las mismas vías regulatorias que los seres humanos.
Roberto Grau, director de la investigación publicada en la prestigiosa revista Nature Communications, pasó más de 30 años en el estudio de la bacteria. “Lo que pudimos observar en el caso del nematodo es que además de alargarles la vida tiene el efecto de mantener la vitalidad. Esto, extrapolado a humanos, significaría vivir más allá de los 120 años con una vitalidad de una persona de 50“, remarcó.
La bacteria tiene la peculiaridad, a diferencia de otras, de no requerir refrigeración para emanar sus efectos positivos. “Además, tiene la particularidad de producir un tipo de célula que se llama espora, que es altamente resistente y que, luego de ser consumida, germina y aparece la bacteria probiótica activa, produciendo efectos beneficiosos”, señaló a La Capital.
Para Grau, la Bacillus subtilis puede proteger contra las dos principales causas de muerte a nivel mundial. Por un lado, los distintos tipos de enfermedades. Por otro, el envejecimiento natural tanto de células, como de tejidos y órganos.
En el experimento realizado, el equipo de investigación demostró que el probiótico extendió la expectativa de vida de los gusanos y retrasó su envejecimiento. A su vez, lograron definir los mecanismos que entran en juego en el proceso. “Sabemos qué genes de la bacteria están implicados en regular genes del hospedador que llevan al aumento de la longevidad y encontramos que existe una correlación directa con los que se encuentran afectados en personas centenarias”, explicó Grau.
Uno de los puntos fuertes que arrojó la investigación radica en que la bacteria se puede incorporar sin mayor inconveniente tanto en comidas como en bebidas, aunque todavía queda esperar por el trámite que permita su inclusión como aditivo alimenticio.
“Puedo incorporar el probiótico en el alimento o bebida que más me guste o que esté más accesible según mi nivel económico o gustos culturales. Este es otro plus de nuestro trabajo ya que puede traducirse en un futuro cercano en una manera de mejorar la calidad y la duración de la vida de todas las personas de la sociedad”, resaltó el investigador.