Crónica de una tragedia anunciada: a seis meses de la desregulación del mercado yerbatero
El 20 de diciembre el presidente Javier Milei firmó el Decreto de Necesidad y Urgencia que volvió a desregular el mercado yerbatero después de dos décadas. Seis meses después, el sector productivo padece una acelerada caída, mientras que la industria también sufre una inédita caída de ventas. “Crónica de una tragedia anunciada”, se resignan los productores, que en un puñado de meses sufrieron un derrumbe mucho más intenso, por lo acelerado, que en los 90, cuando se produjo un proceso similar, pero con efectos se extendieron por una década. “Nunca vi un proceso similar”, coinciden en el sector industrial, cuyas ventas se desplomaron en el primer cuatrimestre después de haber cerrado el 2023 con récord. La esperanza es que la demanda comience a repuntar en el segundo semestre, pero el escenario es tan incierto como los brotes verdes.
El 20 de diciembre del año pasado, cuando Milei anuló las facultades de regulación del Instituto Nacional de la Yerba Mate, por cada kilo de hoja verde se pagaban 210 pesos. En marzo de este año, el precio se había elevado a 370, pero a 30 días. Ahora vale 290, 300 pesos, pero con plazos a 60 o 90 días. En algunos casos, se recibe la materia prima de forma condicional, sin precio hasta nuevo aviso y apenas con 60 pesos a cuenta y un poco más para el gasoil. Hay secaderos que advierten que “el precio y forma de pago están sujetos a posibles cambios”.
Medido en pesos, la variación entre los 210 pesos de diciembre y el precio actual, aumentó entre 38 y 42 por ciento. La inflación en el mismo período fue de 71,9 por ciento. Treinta puntos de diferencia.
Esos 210 pesos significaban en diciembre casi 60 centavos de dólar. Hoy, los 300 equivalen apenas a 30 centavos de dólar. Una caída desesperante, señalan las mujeres productoras.
Durante la desregulación de los 90, -en 1991 Domingo Cavallo eliminó, también por un megadecreto, la Comisión Reguladora de la Yerba Mate- el precio de la yerba también se desplomó: el kilo de hoja verde cayó de $0,20 en 1991 a 0,06 pesos convertibles uno a uno. El precio en góndola, en cambio, se mantuvo casi constante. Los 14 centavos de dólar perdidos por la producción primaria por una cosecha promedio de 700 millones de kilos por 10 años, permiten visualizar la enorme transferencia de ingresos de la producción hacia la industria, comercios e impuestos: casi 1.000 u$s millones en una década.
La experiencia no importó. Ni las advertencias de que el modelo Milei implicaba necesariamente una desregulación, la misma que pretendió imponer en su momento Mauricio Macri. El libertario se impuso en toda la zona productora. En algunos casos, con una diferencia abrumadora. Hoy hay productores que exigen respuestas del Gobierno provincial y de los legisladores. Hay una propuesta oficial de crear un Instituto Provincial de la Yerba Mate, que está en estudio en la Legislatura provincial, a instancias del diputado Carlos Rovira. La oposición, en cambio, está enrolada en el modelo libertario. Pedro Puerta asegura que “el DNU (de desregulación) trajo un resultado mucho más positivo que el que teníamos con los precios fijados”.
“A raíz del DNU 7023, obviamente se generó un gran revuelo en el sector. Principalmente en un sector de la política que estaba muy enquistado ahí en el instituto, pero lo que terminó sucediendo después de varios meses de discusión y demás es que finalmente hoy a nuestro sector productivo el precio lo fija el mercado como se dice y nos estamos manejando con valores de referencia”, argumentó el apostoleño, hijo de Ramón Puerta, quien gobernó Misiones en los 90, al mismo tiempo que la desregulación de Domingo Cavallo sumía en la miseria a miles de productores.
Pero Puerta hijo asegura que la desregulación de Milei no tendrá los mismos efectos. “Esto trajo un resultado mucho más positivo que el que teníamos con los precios fijados. Si nosotros vamos al precio que le había fijado el Estado, para el mes de marzo, por ejemplo, la materia prima costaría 200 y pico de pesos por kilo y hoy el valor de referencia está en el orden de los 370 pesos el kilo hoja verde”, aseguró hace unas semanas.
Lo que no dice el yerbatero, que quedó envuelto en una polémica por la compra de poleo, un “yuyo” que se mezcla para bajar el volumen de hoja verde, es que antes de que el INYM pierda sus funciones, los productores estaban pidiendo una actualización a 505 pesos. En cambio, Puerta insistió en que el precio “desregulado” es “mucho más competitivo para el productor y es un rendimiento mucho mejor para los pequeños productores”.
Los productores no opinan lo mismo. “La desregulación nos deja en un estado de angustia y debilidad ante la cadena superior de la industria. Porque no se fija más el precio, y el mercado no nos reconoce los aumentos de los costos del 10 de diciembre para acá. Habrá algún productor que no entiende lo que va a pasar y que quizá festeja, pero la libertad no llegó para todos sino que solo para los grandes empresarios”, reflexiona el productor Cristian Klingbeil, que hasta el 2023 fue presidente dela Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (APAM). El joven líder es reconocido por sus pares. Lo quieren en la presidencia del INYM si es que alguna vez logran convencer al Presidente de devolverle la vida al organismo.
“Van a desaparecer todos los pequeños productores y van a subsistir solamente los grandes: Los pequeños vamos a perder rendimiento y van a venir a comprar nuestra chacras, y va a desaparecer la economía regional. Esto ya nos pasó, en los años noventa, desregularon el precio, vinieron multinacionales, compraron todas las chacras con yerba y llenaron de pino. Hoy esos ex productores de yerba son empleados de esas empresas”, advierte Ariel Steffen en un reportaje publicado por la agencia Tierra Viva. El presidente de la Cooperativa Siete Estrellas, del municipio de San Pedro, un espacio que impulsa la producción de yerba mate a partir de la actividad de 96 pequeños productores de la zona, cuyas chacras oscilan entre las 13 y las 20 hectáreas cada una, es decir “microyerbales”, aquellas unidades que fueron las primeras en extinguirse cuando hace más de dos décadas se desreguló la actividad.
A diferencia de los 90, ahora la industria también está pasando mal. “No se vende. Y si no se vende, tampoco podemos mejorar los precios de la materia prima. Nunca vi nada igual”, confiesa un industrial del grupo de los grandes.
En los primeros cuatro meses del año, la demanda interna sufrió una baja del 12,3 por ciento, en contraste con un cierre de 2023 que marcó un consumo récord: la salida de molino hacia el mercado interno fue de 285.430.373 kilos (casi diez millones de kilos más que en 2022).
En abril fueron al mercado interno 18.560.486 kilos, 1,25 por ciento menos que en marzo y 21,28 por ciento menos que en el mismo mes del año pasado. El acumulado da 79.043.883 kilos, con una baja del 12,33 por ciento en relación con los primeros cuatro meses de 2023, cuando el consumo había superado los 90 millones de kilos.
El horizonte no es positivo. Advierten que, pese a que en los supermercados los precios están “bajando”, el consumo no repunta. Puede haber varias razones: sobrestock familiar para combatir la inflación y el mismo escenario para los supermercados.
Paradójicamente, en la industria hay quienes coinciden en que la presencia del INYM es necesaria para “ordenar” el mercado. “Que la yerba valga monedas no le conviene a nadie. Cuando molés canchada barata, procesás miseria”, definió un empresario.
Es pura lógica de negocios. Se achica la torta y todos facturan menos. “Ganar cinco por ciento sobre mil no es lo mismo que sobre 1.500. No le conviene a nadie la yerba barata. El año pasado, con la inflación que subía la hoja verde, se trasladaba. Y el mercado iba. Ahora el parate está dañando a todos”,
La desregulación también desnuda un problema que el INYM lograba cubrir en parte. No todos los productores son lo mismo. Hoy quien tiene rindes altos por hectárea -de siete mil kilos para arriba-, puede sobrellevar la situación con cierta holgura. En cambio, el pequeño productor, con pocas hectáreas y cuatro mil kilos por hectárea, no cubre siquiera los costos.
Si no se mejora la productividad, la crisis se hará más agobiante. Pero sin INYM tampoco hay red de contención para el pequeño productor, que ya no es el mismo de hace dos o tres décadas: antes hacía todo el laboreo, fertilización, limpieza. Los hijos ahora ya no hacen. El costo se eleva.
El otro DNU de Milei que abrió las importaciones de algunos productos también golpeó al sector yerbatero. Hubo un aluvión de compras de Brasil y de Paraguay, ya que los importadores gozaron además de beneficios impositivos. En el primer trimestre de este año, fueron 3.821.786 kilos. Es más de la mitad de todo lo importado en 2023, cuando entraron 6.356.532 kilos. En el mismo período de 2020, que fue el año récord de importaciones, habían entrado 118.400 kilos de yerba canchada. El 71 por ciento de la yerba importada vino desde Brasil. En mayo hubo un freno a las importaciones, pero por una razón obvia: con la caída del precio de la materia prima, conviene comprar acá. La tormenta perfecta.
La producción yerbatera -como otras- es cara en dólares, por costos laborales e impositivos. Pero a diferencia de otros años, ahora las industria yerbateras de Paraguay y Brasil se adaptó a las demandas del mercado. Se transformaron en un rival peligroso.
“Estamos yendo hacia una crisis en el sector productivo”, anticipa Denis Bochert, productor yerbatero que representa en el directorio del INYM al cooperativismo.“Desde que se desreguló la actividad por el decreto 70/23, los precios que se pagan a los productores bajaron significativamente: se pasó de 370 pesos el kilo de hoja verde, a unos 300 pesos el kilo. A eso se suma el aumento de los costos productivos, lo que hace que los márgenes de ganancia no se vuelvan escasos sino nulos”, explicó el yerbatero a los medios de Buenos Aires que hace unos días cubrieron la protesta frente al Obelisco. En el Gobierno nacional no hubo eco. El Gobierno provincial, en conjunto con las asociaciones de productores reclama la revitalización del INYM y fijar precios de referencia. Pero la lógica económica libertaria va en sentido opuesto.