Destruyendo el plan nuclear, destrozando la Argentina
Con total saña, premeditación y alevosía, el actual gobierno neoliberal que padecemos los argentinos, está destruyendo el Plan Nuclear, como uno de los ejes centrales en su impresentable tarea de destrozar completamente a Argentina.
Con toda claridad, están aplicando una versión actualizada del siniestro Plan Morgenthau, en su momento ideado por la Banca transnacional como destructiva herramienta política y financiera, para desquiciar totalmente a naciones cuya destrucción total interese a los poderes transnacionales.
Ese genocida plan puede ser aplicado por venganza pura (como inicialmente contra Alemania y Japón, entre 1945 y 1947), por objetivos geopolíticos de dominación global, y en esta época para imponer al como sea la globalización a ultranza; esto último con sus secuelas de desaparición de los Estados débiles, la cosificación impiadosa de sus poblaciones, y el saqueo sin límite de los recursos naturales, eliminando a la vez competencias molestas en áreas tecnológicas, industriales y todo baluarte humano y cultural nacional.
En particular en lo referente al Plan Nuclear, las brutales medidas adoptadas desde que asumió Macri, son calcadas pero en versión recargada, de las implementadas por Jorge Lapeña en el gobierno de Alfonsín, que se mantuvieron sin modificaciones hasta que se relanzó con fuerza el Plan Nuclear desde 2006, hasta 2015 inclusive.
Apenas asumido Alfonsín, el entonces presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Ing. Nuclear y Contraalmirante Carlos Castro Madero, se apersonó en la Casa Rosada, para darle al presidente la muy buena nueva que los científicos nucleares argentinos habían completado los estudios y pruebas respectivas, que lograron que Argentina sea uno de los muy contados países en dominar el ciclo completo de producción de combustibles nucleares. ¡Sin duda un enorme logro tecnológico!
Ante la nefasta influencia del entonces Secretario de Energía, Jorge Lapeña, Alfonsín tomó la muy negativa decisión de frenar drásticamente todo el enorme y valioso desarrollo tecnológico del Sector Nuclear Argentino. No solo paralizó la construcción de la central Nuclear Atucha II y el Proyecto CAREM, sino que también congeló todas las vacantes en la Comisión Nacional de Energía Atómica, restringiendo además su presupuesto. Esas drásticas y draconianas medidas, llevaron al avejentamiento de la plantilla de personal altamente calificado, lo cual sin duda buscaba la extinción de la actividad por simple transcurso del tiempo y pérdida de los saberes que no se podían retransmitir a nuevas generaciones de profesionales y científicos; además de lo cual se desfinanciaron todas las actividades.
Fue todo un esquema muy perverso, que Alfonsín aplicó, sea por ignorancia supina del tema, por cobardía cívica manifiesta (pero cuidadosamente ocultada por los medios), o por ceder a las presiones de las potencias anglosajonas y sus socios directos, siempre interesados en hacer volver a Argentina al redil de los subdesarrollados crónicos, tirando por la borda todo el desarrollo tecnológico e industrial logrado a través de décadas de esfuerzos sostenidos, y aun a pesar de las presiones siempre negativas de los personeros del establishment.
Como sea, Alfonsín cedió a las sibilinas influencias de Lapeña, claramente un operador alineado con los intereses de las grandes petroleras y gasíferas anglosajonas, y por ello opositor relativamente sutil a los desarrollos de grandes obras hidroeléctricas y nucleares, de mucho menores costos reales de generación y mayores eficiencias operativas, con lo cual esas construcciones rompen el monopolio casi total del que goza la generación termoeléctrica.
Monopolio del cual se benefician principalmente las citadas petroleras y gasíferas extranjeras, los proveedores de grandes usinas térmicas y toda la cadena de prestadores de servicios ad hoc, entre ellos los transportistas de combustibles (que fueron los principales detractores del desarrollo hidroeléctrico en Misiones, con la “mano de obra dócil” del ultra ecologismo fundamentalista …pero esto ya es otra historia).
Conociendo esos antecedentes, no puede sorprender que en los doce años precedentes, los “ocho exsecretarios de energía de la partidocracia cleptocrática”, hayan desarrollado una intensa y muy maliciosa campaña de desprestigio, para enlodar el intenso accionar y las muchas obras públicas relevantes concretadas para desarrollar todo el Sector Eléctrico, incluyendo en ese vasto accionar la construcción y finalización de obras con enorme valor estratégico y largamente postergadas antes por los personeros del liberalismo económico.
Entre otras muchas obras, cabe señalar la ampliación del Sistema Interconectado de Alta Tensión, con más de 5.000 Km, de redes de 500 KV, uniendo por primera vez a todas las provincias continentales y concretando viejos anhelos, como las interconexiones NEA-NOA, Cuyo-Comahue, la inclusión de Formosa, el refuerzo de la interconexión de Misiones, y la interconexión total de la antes aislada Patagonia. Eso, además de terminar exitosamente Atucha II, Yacyretá (con todas sus obras necesarias en el entorno, entre ellas las costaneras en ambas orillas, que terminaron con los flagelos recurrentes de las inundaciones). También las construcciones de varias centrales térmicas de gran potencia a la vera del Paraná, puestas en marcha exitosamente y manejadas por El Estado, faltando instalar las turbinas de vapor para cerrar los sistemas de ciclos combinados para economizar combustibles, lo cual se tenía previsto para 2016.
Al finalizar los doce años del gobierno anterior, se habían rubricado importantes acuerdos estratégicos con China y Rusia, en base a los cuales se iban a construir tres nuevas grandes centrales nucleares (con uranio natural y con uranio enriquecido, esto último representando otro gran avance tecnológico), de las cuales la Cuarta Central, llamada Atucha III se había comenzado.
También se habían comenzado las dos grandes hidroeléctricas en el Río Santa Cruz, llamadas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, con financiación china, mientras que Rusia había aprobado el crédito para comenzar Chihiudo I, en Neuquén, obra muy necesaria no solo para generar más energía hidroeléctrica, sino para dar mayor seguridad operativa al complejo Cerros Colorados, amenazado por grandes crecientes que están volviéndose recurrentes.
Por su parte, la central carbonífera de Río Turbio estaba muy avanzada, faltando poco más que instalar las máquinas (ya adquiridas y puestas en el obrador), lo cual iba a dar más trabajo genuino en ese extremo patagónico.
En el Sector Nuclear, el proyecto nacional CAREM, una central de tipo modular, tecnológicamente muy avanzado, había recobrado fuerte impulso, estando por ser instalada la primera unidad en el predio de Atucha.
Además estaba avanzado el proyecto de Dioxitek, fábrica química que se construiría en Formosa, dando con ello un gran salto tecnológico a esa provincia.
Todo eso, bajo diferentes excusas, varias de ellas infantiles y banales, y todas muy maliciosamente mendaces, se paralizó durante el neoliberalismo recargado pseudo democrático del macrismo.
Las brutales acciones para destruir completamente el desarrollo nuclear argentino, se evidencian ante la paralización total –sin ningún justificativo válido, pues incluso se autofinanciaba- de la Planta Industrial de Agua Pesada, una de las mayores del mundo en su tipo, que no solo abastecía a las tres centrales en funcionamiento, sino que podría seguir abasteciendo a las que estaban proyectadas construirse, e incluso se exportaba a varios países.
Claramente, el neoliberalismo actual busca terminar las tareas pendientes que no pudo perpetrar en la crisis terminal de 2001/2002.
De mínima, buscan llevarnos a los empujones y presiones de todo tipo, al feudalismo campero instalado por el mitrismo en el siglo XIX, aquel del país primario subordinado explícitamente al imperio de la época, con una minoría ahíta de riquezas y la gran mayoría excluida y carente por completo de derechos.
De máxima, quieren desguazar a Argentina, despedazándola en media docena o más de paisitos inviables, resignando además todo atisbo de soberanía en La Antártida y en el Mar Argentino.
Cuentan para ello con las presiones políticas, económicas, financieras y mediáticas del sector financiero transnacional; los beneplácitos expresos y los impulsos de las Potencias Atlantistas; con el accionar mercenario de comunicadores al tanto por cuanto y los grandes medios que los apañan; con la ignorancia y dejadez de sectores volubles y prejuiciosos de clase media; con “progresías” colonizadas mentales manipuladas desde los centros del poder neocolonialista (como ultra ecologistas, feministas extremos, abortistas, indigenistas cavernarios, derecho humanistas muy sesgados, etc.); y también con los apoyos cargados de violencia potencial de cipayos uniformados travestidos de mero patrioterismo formal y cargados de colonialismo cultural ultra liberal.
A todos los sectores mencionados en el párrafo anterior, y alguno que otro afín a ellos (como los “libertarios” y los oligarcas), poco y nada les interesa el desarrollo nuclear argentino, incluso muchos de ellos no tienen ni idea de que se trata ni cuanta importancia tiene.
Todo eso podrá y deberá revertirse si el sector de Pensamiento Nacional vuelve al gobierno, pero sin duda requerirá de grandes esfuerzos y de una gigantesca tarea de sana difusión para que el tema sea conocido y asumido como propio, por el pueblo de la Nación Argentina.