Día Internacional de la Madre Tierra: invertir en nuestro planeta

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La guerra entre Rusia y Ucrania lleva más de un mes. El 24 de febrero de este año, todos pensamos que duraría poco y que no tendría efectos para el resto del mundo o, si lo tenía, no sería significativo.

Lejos de eso, esa guerra afecta al resto del mundo. Los precios de los combustibles y el consecuente valor de la  energía, se multiplicó en forma histórica, llevando a una inflación mundial de precios generalizada.

Es que Rusia es uno de los principales productores mundiales de gas y es, nada más y nada menos, que uno de los principales proveedores de Europa, es decir, un continente gas-dependiente.

Y cuando hablamos de gas, la mayoría de las personas cree que solo se utiliza para cocinar o calefaccionar, lo cual sucede, pero no es la única función que brinda. El gas se utiliza principalmente para producir energía eléctrica mediante plantas térmicas, de allí su mayor importancia y necesidad. 

Triplicamos el número de población mundial de la que había hace 50 años y nuestra forma de vida hoy demanda grandes cantidades de energía para satisfacer nuestras actuales necesidades. Y eso es lo que nos vuelve dependientes de los combustibles fósiles (gas, fuel oil, gas oil, carbón) para la producción de energía eléctrica los cuales, como se sabe, son los principales responsables de la producción de gases de efecto invernadero, entre ellos el CO2, el calentamiento global y el Cambio Climático.

Los combustibles fósiles, el carbón, el gas natural y el petróleo representaron casi el 80% del suministro energético mundial en 2020 y las energías renovables solo el 12%.

El lema oficial para el Día de la Tierra de este año es: “Invertir en nuestro planeta”.

“Es muy urgente aumentar las inversiones en la naturaleza para cerrar las brechas de financiamiento climático y de biodiversidad y para ocuparse de la necesidad de acelerar la restauración de la tierra en todo el planeta”, señala el informe Estado del Financiamiento de la Naturaleza, especificando que se debe mitigar las crisis climáticas, de biodiversidad y la degradación del suelo. Para cumplir estas metas, se requiere multiplicar al menos por tres los recursos que se dedican actualmente hasta 2030, y  multiplicar por cuatro hasta 2050.

“El ritmo de extinción de las especies, el calentamiento global, el creciente número de fenómenos meteorológicos extremos y las enfermedades zoonóticas como el virus COVID-19, refuerzan aún más la necesidad de invertir en acciones sostenibles que mejoren la resiliencia de los ecosistemas y aborden los retos sociales como la seguridad alimentaria, el cambio climático, la seguridad del agua, la salud humana y la mejora de la resiliencia ante el riesgo de catástrofes” expresa el mismo documento.

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Los autores del reporte indican que “La actividad humana y un modelo económico que prioriza el crecimiento a corto plazo, han dañado enormemente los ecosistemas”, y añaden: “La explotación irracional de los recursos naturales generará cada vez mayores pérdidas financieras”.

Los sistemas económicos, financieros y productivos pueden y deben transformarse para dirigir e impulsar el cambio hacia la sostenibilidad; transformar la matriz energética y mutar desde la utilización de la energía basada en combustibles fósiles, hacia el uso de energía basada en renovables (eólica, solar, biomasa, hidroeléctrica).

Para esto, son necesarias inversiones masivas, urgentes y transversales en innovación, tecnología y restauración, que, junto con un compromiso y demanda sostenida de los consumidores y la política individual, van a ser fundamentales para avanzar.

La inversión en energía renovable debe triplicarse para fines de la década si el mundo espera luchar eficazmente contra el cambio climático y mantener bajo control los volátiles mercados energéticos, dijo la Agencia Internacional de Energía (IEA).

Nuestra misión hoy, en el Día de la Tierra, es alentar a “reconocer nuestra responsabilidad colectiva y ayudar a acelerar la transición hacia una economía verde equitativa y próspera para todos” (Green Maters). Recordar a las personas, los consumidores, las empresas, los innovadores y los inversores, que tienen el poder de convencer a los gobiernos para que realmente faciliten una transición hacia una economía verde. Porque estamos en el año 2022, y existen más soluciones y tecnología ecológicas que nunca, pero no se están implementando. 

Todos debemos unirnos, para que se reduzca el poder de la industria de los combustibles fósiles y cambiar el planeta a una “economía del siglo XXI”. Sin embargo, no podemos depender únicamente de las personas en el poder para hacer eso.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), celebrada en Glasgow en noviembre pasado, dejó más claro que nunca que los gobiernos no están tomando las medidas necesarias para combatir la crisis climática o apoyar una economía verde global. “Cada vez está más claro que los gobiernos no pueden y no resolverán la crisis climática solos”.

 Al respecto la Unión Europea, en el Green Deal que firmaron en diciembre de 2020, puso a disposición 100.000 millones de euros para la transición energética y para mejorar la eficiencia energética en general, comprometiéndose a disminuir un 30 % el consumo de energía, para ser climáticamente neutra para el 2050. En este aspecto, la guerra entre Rusia y Ucrania, tiene un aspecto positivo porque acelera el proceso de transición energética de Europa.

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Nuestro país, al igual que otros países, depende mayormente de los combustibles fósiles en un 64%, y hay más inversiones para estos, que para aumentar el porcentaje de energías renovables. En pocas palabras, debería haber mayores cantidades de inversiones en energías renovables para disminuir nuestra dependencia de la energía térmica a base de fósiles. El cuadro es más que claro.

En Misiones en particular, se observa un gran impulso en ir satisfaciendo nuestras necesidades energéticas con energía solar o fotovoltaica. Y ese es, sin duda, uno de los caminos a seguir. Lo que estaría faltando para llevar a cabo estas, es la regulación de la Ley de Energía, a partir de la cual, los usuarios residenciales que puedan y deseen instalar sistema fotovoltaico en sus hogares lo puedan llevar a cabo.

También es bueno tener en cuenta, que tenemos de vecino a Santa Catarina, uno de los estados con más energía hidroeléctrica distribuida en Brasil. Otras miradas factibles son la biomasa y la posibilidad de más energía hidroeléctrica a través de micro represas locales. 

Nosotros, como ciudadanos y consumidores, debemos enviar señales claras a los gobiernos y las industrias de nuestra postura sobre el cambio climático y el cuidado del ambiente. En ese aspecto en el día a día, podemos buscar apoyar marcas y productos con conciencia ecológica, informarnos sobre las mismas y si poseen certificaciones; deshacerse de inversiones insostenibles y grandes bancos, transferir nuestro dinero a banco éticos y con compromisos ambientales (por ejemplo, aquellos que condicionan la entrega de créditos a que sean destinados a la inversiones amigables con el ambiente); y usar nuestro trabajo o habilidades para crear y apoyar innovaciones que combatirán la crisis climática.

Este Día Internacional de la Madre Tierra, necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta. Es nuestra responsabilidad hoy, participar en acciones positivas que muestren a la dirigencia política, la importancia que tiene para nosotros el cuidado de nuestro hogar, la MADRE TIERRA.

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