Electric wheel grinding on steel structure in factory

Dinámica económica misionera: claves y alertas para el segundo semestre

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Cerrado julio, la economía argentina muestra escenarios contrapuestos: empleo en alza, pero salarios a la baja; consumo en crecimiento pero con claros signos de desigualdad, precios que profundizan su tendencia alcista, producción limitada por importaciones, entre otras cosas. La unificación de los ministerios de Economía con Producción y Agro bajo la órbita de Sergio Massa, responde a una necesidad de orientar un mismo programa de política económica para los sectores más dinámicos de la actividad, en pos de fortalecer un proceso que permita ordenar las variables.

En este escenario, las provincias están atravesando, en términos generales, momentos mucho más estables que la Nación; en algunos casos, gracias a ella, y en otros, pese a ella. 

Los últimos indicadores económicos relevantes en Misiones muestran dos primeras conclusiones: se sostiene un crecimiento generalizado de la economía provincial, pero hay determinadas señales de alerta vinculadas a la frágil situación macro nacional que impacta en el territorio. 

Las cuentas públicas misioneras gozan de una buena salud, con crecimiento de recursos tributarios y con estabilidad en la ejecución del gasto que le permiten, entre otras cosas, volcar recursos al sector privado para potenciar producción y consumo, y también avanzar hacia la recomposición salarial, con el antecedente de que en 2021 fue una de las provincias de mayor incremento salarial de su planta de personal, aspecto clave para no enfriar la economía local. En el sector privado, recordamos que a marzo Misiones fue la provincia del NEA con el mayor incremento real del salario promedio, ubicándose además entre las más altas del país, lo que genera un impacto directo al consumo.

Sin embargo, pese a esos esfuerzos, el consumo está naturalmente ligado al avance de crecimiento de precios, que no da respiro y ataca de manera directa este punto. Las ventas en supermercados en Misiones registraron su primera caída en más de un año, justamente en el mes cuando comenzó la disparada fuerte del IPC (mayo), aunque el acumulado anual es todavía ampliamente positivo. 

En la dirección opuesta, los patentamientos de automóviles en julio mostraron un buen avance (+17,3% interanual y +14,1% mensual), recuperando algo de la pérdida en los primeros meses del año, pero el acumulado del año todavía está en signo negativo.

A su vez, la demanda de energía eléctrica tuvo también retrocesos (-12% en junio), pero con números positivos en el desarrollo del año. Por su parte, el consumo de combustible continúa en alza con merma de la presión fronteriza y con tracción de la demanda local, apoyado sobre todo el sector productivo, pero también comercial y turístico.

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El empleo misionero crece en sectores vinculados al comercio, la industria, la economía del conocimiento, la construcción y los servicios, pero se contrae en el agro. Además, el crecimiento observado está actualmente en un proceso de desaceleración que hace disparar ciertas alarmas vinculadas a la estabilidad del proceso, por los costos laborales, por un lado, pero también, sobre todo, al desarrollo del consumo y la producción (limitada por la cuestión de importación y falta de divisas) que amenazan con frenar la creación de empleo. 

La política no está ayudando a la economía: mientras que Misiones es una provincia con un claro y sostenido programa económico, el Gobierno nacional sigue jugando al festival de rumores y designaciones que no ayudan a dar certidumbre. Más allá de que el nombramiento de Sergio Massa tuvo respaldo del mercado y de actores empresariales, el contexto en el que se dieron los cambios pone algo de leña al fuego de la falta de rumbo. Pero, no todo es necesariamente negativo. 

Sergio Massa, en su rol de presidente de la Cámara de Diputados, apoyó la incorporación al presupuesto de la zona aduanera especial para Misiones, lo cual abre una ventana de optimismo de que, en su nuevo rol, pueda sostener ese apoyo y hacerlo realidad. Además, como político y no tecnócrata, entiende de la necesidad de desarrollos locales como impulsores del crecimiento nacional, por lo cual podría pensarse que no va a desentenderse de los reclamos provinciales. 

Pero sus limitaciones son las mismas que las marcadas para Batakis: el programa con el FMI y la necesidad de ajuste del gasto. También, como hombre de la política, Massa entiende la necesidad de sostener estructuras que afectan al gasto, pero hacen al sostenimiento del poder, por lo que tendrá una gran disyuntiva al momento de tener que reasignar al gasto en la búsqueda de ajuste: donde sí y donde no, es el gran dilema.

¿Dónde estarán las claves para este segundo semestre? En primer lugar, sostener los ritmos de crecimiento de la recaudación: el impuesto a la ganancia crece a tasas notables, producto de incrementos nominales del salario y pese a los cambios en las bases imponibles; el IVA sostiene incrementos explicados sobre todo por la inflación, pero la misma atenta contra el consumo y podría verse resentido desde ese lugar. En las provincias, Ingresos Brutos marca récords en términos generales producto también de la inflación: la suba nominal de las bases imponibles genera mayores volúmenes recaudados/retenidos. Los derechos de exportación, a su vez, son el gran acumulador de dólares, pero las importaciones y el mercado cambiario alterado se lleva esa recaudación. 

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En segundo lugar, el equilibrio de precios. En el escenario actual, pensar en cerrar el año con un 60% de inflación sería casi un alivio, aunque a la vez, es una catástrofe si lo pensamos como si estuviésemos en enero. Suponiendo un IPC de 7,5% para julio, se debería sostener un promedio de 1,7% de incremento mensual entre agosto y diciembre para cerrar el año en 60%. Parece imposible. Bajando la inercia inflacionaria al 3% promedio mensual para el período agosto/diciembre, se cierra el año en 70%. Todo indicaría, entonces, que aun con una fuerte baja del ritmo de crecimiento de precios, el año ya está cerrado en récord, sea cual fuera este. ¿Riesgo de híper? Siempre latente, pero no es un peligro que se avecina por lo menos hoy. Los resultados finales de julio y agosto, y las tendencias que muestre la dinámica de precios en los meses venideros permitirán dar una nueva respuesta. 

En tercer lugar, manejar las expectativas. La economía es un sistema que se maneja principalmente por confianza y previsión, y la falta de esto no afecta solo al gobierno central, también a las provincias, sobre todo a aquellas que están buscando, como Misiones, fortalecer su posición internacional a partir de la explotación de virtudes propias. 

¿Qué puede hacer Misiones en este contexto? En primer lugar, sostener y fortalecer, donde se pueda, los programas vinculados al fomento al consumo. El costo fiscal de medidas orientadas al respecto no es nada en comparación con las virtudes del programa y de la rueda que genera en la economía. 

Luego, sostener un programa expansivo del gasto, algo posible gracias a la buena administración de cuentas públicas, que vuelque recursos en la inversión pública. 

También, consolidar los mercados ya penetrados y avanzar en la búsqueda de nuevos, para poder exportar producción propia, es más que relevante en este contexto donde las divisas faltan. Pero, a su vez, fomentar otras industrias que son potenciales generadores de divisas (como la del software), entre otras cosas. 

El segundo semestre del año nos mantiene alerta, más que por incertidumbre que por el camino trazado por los indicadores. La corrección del rumbo será la clave principal para saber cómo avanzamos.

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