El Conicet estudia la práctica de aborígenes guaraníes de criar insectos comestibles
El estudio fue desarrollado por equipos del Instituto de Biología Subtropical (IBS, Conicet -Unam) y del Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE, Conicet-UNNE) y se centró en el manejo de tres especies de estos insectos, que son criados en palmeras Syagrus romanzofiana, conocidas popularmente como pindó.
“Los primeros reportes de guaraníes cultivando larvas de escarabajo en palmeras y otras especies de árboles son de fines del siglo XIX. En sus artículos, los investigadores de la época mencionaban que las llamaban ‘tambú’ y que usaban vasijas de barro, calabazas, troncos o cañas huecas para transportarlas desde el bosque hasta sus ambientes domésticos”, se destacó.
“Aunque la cría se realiza en distintos tipos de árboles, el más habitual es el pindó porque es muy abundante en la región. Es una especie que tiene múltiples usos, que van desde la construcción hasta la fabricación de preparados medicinales. Todo eso genera que tenga un valor muy alto para las comunidades”, explica Jorge Justino Araujo, becario del IBS que estudia el aprovechamiento de larvas comestibles entre los guaraníes de la provincia de Misiones.
En el trabajo, desarrollado como parte de su tesis de doctorado, se identificaron los manejos que se realizan en cinco distintos estadios del crecimiento de la palma para promover la cría de tres especies de larvas comestibles. El uso de una de ellas como alimento, la Metamasius hemipterus, fue descripto por primera vez en este artículo.
Para favorecer el crecimiento de las larvas, los guaraníes realizan cortes en los troncos de las palmeras y las dejan en el monte durante un período promedio de dos meses -que se acorta según la edad de la planta-, para después volver a recolectarlas. Mediante este estudio, los investigadores pudieron comprobar el amplio conocimiento que existe en las comunidades, tanto de la ecología de estos insectos como de las características anatómicas de la estructura del pindó.
Una práctica ancestral
El consumo de insectos como alimentos es una práctica extendida en poblaciones rurales de todo el mundo y hay registros de más de 1.800 especies consumidas en más de 3 mil grupos étnicos. Los primeros reportes de guaraníes cultivando larvas de escarabajo en palmeras y otras especies de árboles son de fines del 1800. En sus artículos, los investigadores de la época mencionaban que las llamaban “tambú” y que usaban vasijas de barro, calabazas, troncos o cañas huecas para transportarlas desde el bosque hasta sus ambientes domésticos.
Los guaraníes son una de las comunidades originarias más numerosas de Sudamérica. De acuerdo a datos de 2015 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), en la provincia de Misiones hay más de 13 mil habitantes que pertenecen a este grupo, distribuidos en unas 100 localidades. Para este estudio, los investigadores trabajaron con cuatro comunidades ubicadas en cercanías a Eldorado, El Soberbio y en la Reserva de Biósfera Yabotí.
“En otros países como Tailandia, México o Perú, el consumo de larvas no es una práctica exclusiva de comunidades rurales o de pueblos originarios. Está más extendida al resto la sociedad. Incluso se comercializan platos con insectos en lugares a los que van muchos turistas. Es tan común como la venta de chipa en nuestras provincias del norte”, explica Araujo, quien destaca el buen sabor que tienen estos insectos.
Para cocinar las larvas, los guaraníes las fríen en su propio aceite. El primer paso es retirarles el aparato bucal, lo que permite que liberen su aceite natural, en el que las calientan al fuego o a las brasas durante pocos minutos. Ese mismo aceite, menciona el investigador, también es utilizado con fines medicinales.
“Este tipo de estudios no sólo nos permite conocer el uso que hacen estos pueblos de la naturaleza y sus recursos, sino también crear registros para recuperar estas prácticas culturales y conservarlas para el futuro”, resalta Araujo.