El crecimiento de América Latina se desacelerará y frenar el crimen podría mejorar las perspectivas

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El director para el Hemisferio Occidental , Rodrigo Valdés, dijo que los marcos macroeconómicos fortalecidos habían impulsado la recuperación de la región de la pandemia, pero señaló los desafíos políticos por venir.

En su última perspectiva regional , el departamento dijo que el crecimiento en América Latina y el Caribe se debilitaría al 2,0 por ciento este año desde el 2,3 por ciento en 2023, antes de fortalecerse al 2,5 por ciento el próximo año. La inflación está retrocediendo, pero sigue siendo motivo de preocupación: se proyecta en un 12,7 por ciento este año y un 6,5 por ciento el próximo.

“Será importante calibrar cuidadosamente el ritmo de flexibilización para lograr un equilibrio entre llevar la inflación nuevamente al objetivo de forma duradera en el tramo final y evitar una contracción económica indebida”, dijo Valdés a los periodistas en una conferencia de prensa .

Para abordar la elevada deuda pública, la política fiscal debe centrarse en reconstruir el espacio de políticas y una consolidación oportuna. Se necesitan medidas urgentes para aumentar el crecimiento potencial, lo que requiere reformas estructurales, mejora de la gobernanza y estrategias de cambio climático, afirmó Valdés.

También señaló que abordar el crimen y la violencia es crucial para el avance social y económico.

“Mantener la cohesión social debería ser una pieza central de los planes de consolidación fiscal, dados los todavía altos niveles de pobreza y desigualdad de la región”.

Perspectivas económicas para las Américas, abril de 2024

La región de América Latina y el Caribe ha dado muestras de una resiliencia notable ante los recientes desafíos mundiales, y se ha recuperado de la pandemia con más fuerza de lo esperado. Ahora, el crecimiento se está moderando, de 2,3% en 2023 a 2,0% en 2024, ya que la mayor parte de las economías se encuentran en su nivel potencial. Esta moderación también se debe a una coyuntura exterior más débil y al impacto que se está sintiendo de las políticas restrictivas dirigidas a frenar la inflación. La inflación se encuentra en una trayectoria descendente, gracias a las prontas medidas de los bancos centrales de la región y a las tendencias de desinflación a escala mundial. Con la remisión de las presiones inflacionarias, la distensión de la política monetaria puede continuar de forma que equilibre la reducción duradera de la inflación hacia la meta y evite una contracción económica excesiva. La política fiscal debería centrarse en acelerar los esfuerzos de consolidación para recomponer el espacio fiscal mediante la movilización de ingresos, sin descuidar los gastos sociales esenciales para mantener la cohesión social.

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La pobreza y la desigualdad todavía son altas en la región, así que es imperativo impulsar el crecimiento potencial, cuyo promedio de aproximadamente 2,5% está al zaga de los de economías semejantes. Las reformas estructurales para elevar el crecimiento deberían centrarse en reforzar el Estado de derecho, mejorar el clima empresarial, impulsar la participación en la fuerza laboral —en especial de las mujeres— y resolver el tema de la informalidad. Abordar los problemas de delincuencia y violencia también puede redundar en importantes beneficios sociales y económicos.

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