El dólar baja y el carry trade gana terreno: claves de la estrategia monetaria del Gobierno

Getting your Trinity Audio player ready...
Compartí esta noticia !

El dólar oficial cayó por quinta jornada consecutiva: se consolida la calma cambiaria mientras el Gobierno refuerza su estrategia de tasas altas y control de expectativas

La cotización mayorista perforó los $1.330 y acumula una baja de casi $50 desde su pico. La estrategia de absorción monetaria vía encajes, intervención en futuros y la persistencia del “carry trade” explican la nueva fase de estabilidad cambiaria, clave para sostener el ancla nominal en medio de tensiones fiscales y legislativas.

En un contexto de alta incertidumbre política y presiones fiscales crecientes, el dólar oficial mostró este jueves su quinta jornada consecutiva de retroceso, consolidando una tendencia a la baja que sorprendió a los operadores del mercado. El tipo de cambio mayorista cerró en $1.326,5, acumulando una caída de $37,5 en apenas una semana y casi $50 desde su máximo de fines de julio.

En tanto, el promedio del Banco Central (BCRA) lo ubicó en $1.339,62, y el Banco Nación (BNA) en $1.340. De este modo, el dólar solidario o tarjeta, que suma el recargo del 30% deducible de Ganancias, alcanzó los $1.742.

La caída se extiende también a los tipos de cambio financieros: el MEP retrocedió 0,2% hasta los $1.329,13, y el Contado con Liquidación (CCL) cayó 0,4% para ubicarse en $1.332,96. El dólar blue, en tanto, cerró sin cambios en $1.330.

El “carry trade” y la política monetaria restrictiva explican la calma cambiaria

Detrás de este nuevo equilibrio hay una combinación de factores técnicos y expectativas que el Gobierno busca capitalizar para sostener la pax cambiaria en un trimestre clave. Entre ellos, destaca el regreso del apetito por el carry trade, impulsado por tasas reales positivas y un tipo de cambio oficial que avanza por debajo de la inflación mensual.

“Las tasas están altas y muchos prefieren quedarse en pesos para aprovecharlas”, explicó la economista Elena Alonso, CEO de Emerald Capital, quien además subrayó que la suba de encajes desde el 1° de agosto obligó a los bancos a competir entre sí por liquidez, elevando el rendimiento de las colocaciones cortas.

Esto se traduce en un contexto financiero con mayor absorción monetaria y menores incentivos a dolarizarse, lo que frena la presión sobre los distintos tipos de cambio y permite al BCRA acumular reservas sin intervenir directamente en el mercado spot.

Un dato relevante es el comportamiento de los contratos de dólar futuro, que reflejan una disminución de la expectativa de devaluación en el corto plazo. El mercado “pricea” que el mayorista cerrará agosto en $1.357 y que llegará a $1.503 en diciembre, con subas más marcadas recién hacia fin de año.

En total se operaron u$s913 millones en futuros, mientras que en el mercado contado el volumen fue de u$s519,4 millones, lo que evidencia una participación relevante del BCRA para moderar las expectativas y evitar saltos abruptos.

“El Gobierno interviene en futuros para bajar la expectativa de devaluación, lo cual ayuda a mantener la calma actual”, sostuvo Alonso. Según el economista Pablo Ferrari, también influyó la mayor oferta de divisas derivada de la reducción de retenciones a las exportaciones, que incentivó la liquidación, junto a ventas asociadas a pagos regulares de costos empresariales.

El nuevo escenario cambiario se apoya en una arquitectura monetaria diseñada para reducir la presión sobre el dólar sin sacrificar el equilibrio fiscal. A la suba de encajes se suma el uso creciente de operaciones de pase (repo) por parte de los bancos, que llegaron a tasas cercanas al 56% sin intervención directa del BCRA.

“Hay mucho trade armado de caución contra Lecap corta”, explicó Nicolás Cappella, del Grupo IEB, quien señaló que la “curva de pesos está completamente roja” por la fuerte demanda de instrumentos de muy corto plazo.

Esta dinámica evidencia la búsqueda de refugio en instrumentos en pesos, y es una señal de que, por ahora, la tasa le gana al dólar en términos de rendimiento esperado. El Gobierno busca sostener esa percepción como uno de los pilares de su estrategia antiinflacionaria, en paralelo al cumplimiento de las metas fiscales y la contención de la emisión.

Detrás de la calma, un riesgo latente: reservas, política y escenario electoral

A pesar de este respiro, los economistas advierten que la calma podría ser transitoria si se materializan presiones sobre las reservas o si el frente político se complica.

“Si el tipo de cambio subiera un 11% en tres meses, el BCRA se vería obligado a vender dólares”, advirtió Ferrari, quien proyecta un posible nuevo salto cambiario hacia octubre, posterior a las elecciones, si las condiciones fiscales o externas se deterioran.

Además, la reciente derrota legislativa del Gobierno —que perdió 12 votaciones clave en Diputados— podría limitar la capacidad del Ejecutivo para sostener su programa económico sin sobresaltos, especialmente si se compromete la Ley de Bases o se revierten DNU que afectan organismos técnicos y fuentes de financiamiento.

En el corto plazo, la continuidad del ancla cambiaria dependerá de varios factores:

  • La sostenibilidad del superávit fiscal primario, una de las banderas del ministro Luis Caputo.
  • La estabilidad política en el Congreso, donde la oposición logró avances legislativos que podrían forzar al Ejecutivo a adoptar decisiones fiscales costosas.
  • La evolución de las reservas netas del BCRA, que si bien muestran signos de recuperación, siguen en niveles críticos para enfrentar un eventual shock externo.

En este contexto, la credibilidad del programa económico de Milei está atada al éxito del plan de estabilización sin devaluación brusca. Por ahora, la combinación de tasas altas, intervención quirúrgica y señales fiscales ha logrado descomprimir la tensión cambiaria. Pero la fragilidad estructural persiste, y cualquier error de cálculo podría reavivar la presión sobre el dólar.

Autor

Compartí esta noticia !

Categorías

Solverwp- WordPress Theme and Plugin