El golpe de Estado en Bolivia ¿Prolegómeno de acciones similares en Argentina?
La política de reimplantación al como sea, del patio trasero de EEUU, hoy con el asociado menor de la UE, o más precisamente de las Potencias Atlantistas y del mega poder financiero especulativo globalizador mundial, da sobradas muestras de estar aplicándose sistemáticamente y sin eufemismos ni medias tintas.
Los ataques a los gobiernos de orientación nacional y popular, y en particular a los que sostienen o sostuvieron la coherente visión geopolítica de la Patria Grande, se siguen perpetrando con una sistematización que demuestra no detenerse ante nada, desembozadamente.
Ya el golpe de Estado de 2009, contra Manuel Zelaya en Honduras, mostró la vigencia del viejo modelo de utilización de las fuerzas armadas del país, como tropas de ocupación y de agresión contra su propio pueblo y su gobierno; metodología recurrente en el siglo XX, junto con las invasiones lisas y llanas, como las que padecieron las pequeñas naciones de Centroamérica y el Caribe.
Si bien en el caso venezolano, la invasión por parte de EEUU, con o sin otras tropas subordinadas provenientes de algunos países de nuestra región, se mostró como la alternativa de máxima que parecieron estar dispuestos a utilizar (y que hasta ahora no sucedió seguramente por el alto grado de entrenamiento, buen equipamiento y concientización nacional que está demostrando la Fuerza Armada Bolivariana, que además cuenta con el explicito respaldo de Rusia como fuerte reaseguro); muchos analistas supusieron que las guerras híbridas (como la que sigue en perpetración contra Venezuela), o las otras agresiones del tipo “lawfare” (guerras judiciales con respaldos mediáticos, de operadores encubiertos y/o “mano de obra desocupada” de algunos “servicios” y los avales de las oligarquías siempre apátridas), o eventualmente los aprietes financieros y políticos, o los golpes de tipo palaciego previa violencia o acciones de zapa (como contra Lugo) serían los formatos vigentes, excluyendo las tradicionales asonadas militares salpimentadas con parafernalia pseudo nacionalista.
Aquellas insurrecciones, por lo general cruentas, tenían la excusa perfecta, de impedir el avance del comunismo, que era la muletilla recurrente, que hoy ya es un anacronismo total; aunque muchos retirados de Argentina sigan “alertas contra los que quieren imponernos un trapo rojo como bandera”, tal el grado de alienación y/o vetustismo conceptual que los envuelven.
Los lamentables sucesos de Bolivia, demuestran la renovada vigencia de los alzamientos armados de uniformados (en ese caso policía y ejército), para perpetrar golpes de Estado fogoneados por oligarquías locales, con respaldo de evangélicos y sectores ultra conservadores del catolicismo; ahora con el inmediato
y explícito apoyo de EEUU, por medio de su presidente.
Claramente, esos poderes transnacionales siguen con su objetivo de
desguazar totalmente a Argentina, para con ello no solo disponer de nuestro territorio y riquezas, sino también impedir la necesaria constitución del bloque de poder de la Patria Grande.
Más allá de como termine el tema en Bolivia, lo que se puede avizorar es que un formato similar, o con varias similitudes, es muy posible que esté incubándose en Argentina, de acuerdo a la sumatoria de indicios señalados seguidamente.
Con bases de sustentación algo diferentes, las oligarquías de Bolivia y Argentina, son de vieja data; siendo ambas fuertemente excluyentes de los sectores populares, además de clasistas acentuadas, racistas, y gustosamente subordinadas a los poderes imperiales de turno. La soberanía y el desarrollo nacional no les importan, solo cuidan sus abusivos privilegios.
Los medios de difusión dominantes en ambos países, son funcionales o directamente manejados por los poderes oligárquicos e imperiales, salvo contadas excepciones en Argentina, y si las hay en Bolivia.
Las carencias conceptuales o directamente mediocridades acentuadas, de los sectores empresariales, que no asumen sus roles de burguesías progresistas y favorables a un sano proteccionismo nacional, para en cambio aceptar e impulsar dogmatismos e ideología neoliberal –claramente en perjuicio propio y del país-, son muy marcadas en Argentina (salvo honrosas excepciones), y seguramente la realidad es similar o peor en la hermana Bolivia. Sus adhesiones al “libre comercio” y otras falacias neoliberales, son pruebas de sus limitaciones de enfoques, operando contra sus propios intereses y los de la nación toda. Son marcadamente favorables a gobiernos de esa conformación ideológica, y reciben alborozados a los golpes de Estado que voltean a gobiernos populares y nacionales, con los cuales esos mismos empresarios se ven beneficiados; pero el cerrado dogmatismo y el odio de clase, suelen enceguecerlos. Hay excepciones, por supuesto.
Las fuerzas armadas y de seguridad, llevan largas décadas de cerrada colonización cultural, con la doctrina de la seguridad nacional –una aberración y anacronismo total- como basamento de sus cerrados dogmatismos cargados de prejuicios antinacionales y antipopulares; convenientemente “adornados” con mucho himno y bandera, cosa de salvar formalidades y evitar que se razonen las consecuencias reales de sus acciones, de claras subordinaciones a los mandatos imperiales de turno. En Argentina, la mentalidad “procesera” sigue incólume como supuesto conjunto de “verdades absolutas” y por ende incuestionables; por lo que no asumen todo el daño hecho al haber impuesto al apátrida neoliberalismo a punta de bayonetas. Entre los retirados, es mayoritariamente excluyente la ideología dogmática antiperonista, inculcada machaconamente en los institutos de formación militar, y como aberración conceptual (que se niegan a razonar) se consideran “patriotas y liberales”, lo cual es un oxímoron tan burdo como decirse “honestamente mafioso”. Eso sigue inculcándose a uniformados en actividad, con lo cual pasan a ser “material disponible” para cuanto golpe de Estado pseudo patriótico se quiera perpetrar. ¡Urge volver a tener vigente la Doctrina de la Defensa Nacional e inculcar reales Valores Patrióticos (no de opereta) y Nacionales, como fuerte reaseguro en defensa de La Patria!
Vinculado con lo anterior, existen fuertes evidencias, que los factores de poder que operan entre los uniformados, mantienen un aceitado sistema de comunicaciones informales, con mensajitos convenientemente edulcorados y precondicionados ideológicamente, para mantener y acentuar los dogmatismos ya inculcados, y eventualmente predisponer a efectuar actos
supuestamente “patrióticos” (léase represiones al pueblo como las
perpetradas contra manifestantes pacíficos, o directamente consumar nuevos golpes de Estado), subordinados a los dictados anglosajones.
Con esa ideología de la dependencia, operan ciertos “referentes”, que siguen dando letra a la tropa, que por desconocimiento de Geopolítica, Historia y Economía, carece de referencias válidas para analizar los aberrantes principios que les transmiten casi sin solución de continuidad desde 1955 y sobre todo desde 1976, predisponiendo potencialmente a nuevos quiebres institucionales, antinacionales y oligarquicos.
Los mercenarios de las comunicaciones, ya están instalando ideas que esmerilen la credibilidad del nuevo gobierno pronto a asumir, y es muy posible el accionar muy activo de los servicios cooptados por intereses antinacionales, a los mismos efectos.
En todo ello, el accionar de ciertas “progresías” de diversos pelajes, que son funcionales a los mismos intereses antinacionales, siempre terminan sumándose al caos y las acciones disolventes.
Los riesgos aparentemente difusos, son muy concretos, y la alocada idea de separar el “país central”, rico, blanco racista, oligárquico y excluyente, cobró estado público, y no debe tomarse como una simple bravuconada.
Hace décadas nos quieren desguazar y volver al más elemental subdesarrollo, y esos objetivos no tienen plazos. Por eso denigran de mil modos a gobiernos y sectores políticos que no se subordinan a tan abyectos dictados. Ahora, potenciales golpes de Estado, vuelven a ser una brutal herramienta de sometimiento y destrucción.
No se puede ni se debe desconocer esa preocupante amenaza a la propia subsistencia de Argentina, y al ya muy atacado proyecto de constituir la Patria Grande, elemental herramienta en esta época de grandes bloques geopolíticos.