El juego de las diferencias
Un empresario misionero compartió la tapa de un diario, del 6 de enero de 1989 con una similitud que describe la patética parábola de la Argentina. Nada ha cambiado demasiado. O peor, algunas cosas han empeorado. Ese día, como ahora, el Gobierno decretaba asueto para los empleados estatales para ahorrar luz. Ahora, más de tres décadas después, el presidente Alberto Fernández ordenó a los estatales volver al teletrabajo para ahorrar energía en las oficinas públicas y atenuar, un poco, la demanda en la ola de calor.
La misma tapa reflejaba un aumento del costo de vida del 6,8 por ciento en diciembre de 1988. Ahora, la media nacional de diciembre fue un poco menos apremiante, con 3,8 por ciento de inflación, pero el acumulado cerró en 2021 con una suba de precios de 50,9 por ciento.
La inflación no es aquella de fines de los 80 y tampoco fue el récord de 2019, cuando Mauricio Macri dejó el poder con un vergonzante 53,8%, la más alta del continente latinoamericano, apenas debajo de la vilipendiada Venezuela que no queríamos ser. Pero no deja de evidenciar los fracasos cíclicos de los Gobiernos y cómo los platos rotos son siempre pagados por los mismos.
También hay diferencias entre los momentos. La de fines de los 80 terminó en hiperinflación. La de 2019 fue récord en medio de una recesión que se inició un año antes, que derivó en el pedido de “auxilio” al FMI por 57 mil millones de dólares. El “salvavidas” conseguido por Macri para su Gobierno terminó en fiasco pero impone condicionamientos a éste y las futuras administraciones.
A diferencia de 2019, la inflación de 50 por ciento de 2021 encuentra al país con indicadores de recuperación de la actividad económica, tanto en la industria, el consumo o la construcción, lo que revela nuevamente que el costo recae en el bolsillo de los argentinos, los grandes perdedores de un país que repite errores y desaciertos prácticamente sin consecuencias para quienes toman las decisiones. Por el contrario, el macrismo intenta imponer condiciones al cómo la Argentina renegocia la deuda tomada por Cambiemos con el FMI.
El ciclo también exhibe impúdico la elefantiásica concentración de todo en Buenos Aires.
Para frenar la inflación, el programa Precios Cuidados ofrece productos más baratos en Buenos Aires que en Misiones, incluida la yerba mate, cultivada en la tierra colorada, que sale más cara en las góndolas locales que en las del principal centro de consumo. Bolsillos protegidos, de primera y de segunda.
La crisis energética de 1989 y la de ahora son un calco que apunta casi exclusivamente al AMBA. Cuando los noticieros hablan de apagones no se refieren nunca a lo que pasa en Catamarca o en Formosa, sino esencialmente a Capital Federal y los miles de usuarios a la luz de las velas.
Ahora, pese a los tarifazos otorgados durante el gobierno anterior, queda al desnudo la nula inversión de las concesionarias del servicio en Capital y Buenos Aires, que, sin embargo, siguen sin sanciones serias. El resto del país se queda sin inversiones relevantes y dependen de su propia suerte para evitar colapsos.
Pasaron tres décadas y Misiones sigue sin gas natural y vastas zonas sin la energía necesaria para atender la demanda creciente de las industrias.
La diferencia con años anteriores radica en que ahora no hay una política de resignación ni de sumisión a los poderes centrales. Antes, el peronismo o el radicalismo imponían verticalidades que eran difíciles de obviar. Esa dicotomía se evidencia ahora desde espacios que no son estrictamente estructuras partidarias, pero que encuentran las mismas raíces. La grieta es la mala evolución del bipartidismo que gobernó como un péndulo la Argentina.
La Renovación se salió de esa grieta y por eso tiene mayor autonomía para poder interpelar a los gobiernos centrales e insistir en demandas que no por repetitivas pierden relevancia.
El Presupuesto rechazado por los diputados de Cambiemos, con el voto de los misioneros Alfredo Schiavoni, Florencia Kilpauka y el radical Martin Arjol, le birló a Misiones la posibilidad de conseguir un inédito paquete de obras por casi cien mil millones de pesos, además de la creación de la Zona Aduanera Especial, lo que obliga a doblegar los esfuerzos en las negociaciones para no perder ninguno de los acuerdos conquistados.
En eso está por estos días el gobernador Oscar Herrera Ahuad. Días intensos de gestión en oficinas de Buenos Aires, para conseguir obras de energía eléctrica, con inversiones millonarias, obras de infraestructura vial, como la extensión de la autopista de la ruta nacional 12 hasta Santo Pipó y de agua potable, especialmente para solucionar de fondo la problemática histórica de Puerto Iguazú. Todas esas gestiones están encaminadas o van camino a resolverse merced a las gestiones y el puntilloso trabajo técnico llevado por el titular de Vialidad Provincial, Sebastián Macías y Virginia Kukla, flamante presidenta de Energía de Misiones, quien consiguió respaldo para la extensión de redes en el Alto Uruguay.
Hay fuertes indicios de que además habrá respuestas inminentes para atender la demanda de Gobierno y empresarios para resolver las asimetrías fronterizas con Paraguay y Brasil.
De eso habló largo y tendido Herrera Ahuad con el jefe de Gabinete, Juan Manzur. No será el proyecto ideal de Zona Aduanera, esquema que estaba incluido en el Presupuesto rechazado por Cambiemos, pero se buscan las herramientas jurídicas que permitan ampliar espacios comerciales sin impuestos nacionales en varios puntos de la provincia.
De este modo, el consumidor misionero sentiría un alivio real en el bolsillo y podría acceder a productos con precios competitivos en relación con las fronteras o incluso con Buenos Aires.
Será un alivio esperado. El NEA finalizó el 2021 con un nivel de alza de precios del 49,7%, apenas por debajo del promedio nacional -en rigor, la única región por debajo del 50 por ciento- y a diferencia de lo que ocurrió a nivel mensual, fue la región con el menor incremento en el año.
Sin embargo, con estos resultados el IPC tuvo alzas mayores a los registrados en 2020 para esta región (42,2%), como también del 2018 (47,8%) y 2017 (22,3%); aunque se mantuvo por debajo del 2019, que fue récord (57,6%).
A la espera de conseguir resolver demandas históricas, la economía misionera sigue dando señales positivas en medio de un escenario nacional que no logra despejar incertidumbres agravadas por la pandemia.
Misiones está entre las provincias donde más aumentó el empleo privado y una de las de mayor recuperación desde el inicio de la pandemia. La particularidad es que las que están por encima tienen incentivos directos de los que carece la tierra colorada. En cuatro de las provincias con mejor desempeño laboral, el dinamismo se explica por la minería y sus actividades conexas, que arrastran a la construcción y los servicios asociados. En otra, por el petróleo de Vaca Muerta.
Misiones no tiene minería y, por el contrario, hace de la preservación de la naturaleza una de sus premisas. Aún así, la industria y el comercio explican buena parte del empleo privado, con picos en el sector forestal, que supera los diez mil puestos de trabajo formales. El comercio suma más de 20 mil puestos y el turismo recupera volumen con cerca de quince mil, entre hotelería y gastronomía.
Con incentivos adecuados, la dinámica laboral podría ser mucho más intensa, pero de todos modos, en promedio, los salarios en Misiones le ganaron a la inflación. Según revela el columnista de Economis, Alejandro Pegoraro, de acuerdo a los datos que suministra la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, en base al registro de empleadores y trabajadores por provincia, al mes de septiembre del 2021 Misiones tuvo el mayor incremento del salario, medido a nivel interanual, llegando al 61,1% de expansión, posicionándose así varios puntos por encima del alza de precios tanto regional como nacional, pero también le sacó un par de cabezas de ventaja al resto de las provincias que componen la región. En Corrientes, el salario promedio tuvo una suba del 50,1%; en Formosa del 51,1% y en el Chaco del 47,5%, siendo ésta la provincia con el peor resultado y registrando así caídas reales.
La clave para sostener la actividad económica fue el manejo de la pandemia. Aún con la tercera ola en su máxima expresión, Misiones se mantiene como una de las provincias con menor cantidad de contagios y muertes. Los cuidados tomados en la primera etapa permitieron que la actividad económica no se paralizara como en otros puntos del país y del planeta. Gestión dual que cuidó la salud y la economía y que se refleja en los índices de valoración que exhibe el gobernador Oscar Herrera Ahuad, hoy el tercer mandatario con mejor imagen del país, según la consultora CB, que mide la imagen de los gobernadores desde hace un par de años.
La consultora CB publicó su trabajo de medición sobre la imagen de los gobernadores y dirigentes nacionales en todo el país correspondiente a los primeros días de enero. Los tres gobernadores mejores valorados son Gerardo Morales de Jujuy (72,4%), Sergio Uñac de San Juan (70,3%) y Oscar Herrera Ahuad de Misiones (69,8% y en ascenso). ¿Es casual que sean quienes exhiben un mayor grado de autonomía del poder central? Uñac y Herrera Ahuad están en la misma mesa de gobernadores que están discutiendo una agenda federal que surge desde las provincias y no al revés. Morales es el presidente de la UCR y uno de los díscolos dentro del esquema de Cambiemos, que se animó a cuestionar el voto en contra del Presupuesto y admite que la deuda generada por Macri en el poder, obliga como mínimo a que la oposición no obstaculice las negociaciones. Por el contrario, Cambiemos se ha empeñado en que las gestiones fracasen o el acuerdo signifique un nuevo ajuste para la economía argentina, algo que los gobernadores no están dispuestos a tolerar.
El intendente Leonardo Stelatto también aparece en el ranking de CB Consultora como uno de los alcaldes del país con mejor imagen. El alcalde posadeño tiene una imagen positiva en ascenso, que llega al 61,3 por ciento. La transformación de la Capital en una ciudad preparada para recibir al turismo e infraestructura que está cambiando los barrios, se refleja en el índice de aprobación. No es casualidad que las dos principales figuras del Gobierno tengan ese nivel de aprobación. La gestión es la principal bandera que exhibe la Renovación. La oposición, que se regodea en la grieta en las redes sociales o la nostálgica reivindicación de la dictadura, vive un verano casi de vacaciones.