Evidentes cambios en el tablero geopolítico: la era de los grandes bloques y Estados continentales

Escribe Carlos Andrés Ortiz

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Cambios muy profundos y en lapsos de tiempo muy breves, son características principales de la realidad geopolítica actual. Apenas transcurrieron poco más de tres décadas, desde el fallido anuncio de Francis Fukuyama, que erradamente sentenció “el fin de la historia”, con el pretendidamente eterno Mundo Unipolar regido por la Globalización Salvaje, impulsada desde las potencias anglosajonas y sus aliados. 

Más como expresión de deseos que como una fundamentada reflexión de previsible ejercicio de futurología, en los años ’90 apenas se mencionaba a China como economía ascendente, con una supuesta lejana y no muy segura primacía a poco menos de un siglo vista, mientras se enfatizaba la supuesta absoluta superioridad del “libre mercado” sobre diversos tipos de intervencionismo estatal. 

A escasos 30 años, ya hoy China es un problema insoluble para EEUU y sus adláteres. Y el PBI PPA chino es, según estimaciones, mayor al de la aun considerada primera potencia mundial. 

A la vez, la consolidación de la Unión Europea como bloque político – económico, reforzado por la integración al mismo de Gran Bretaña, se mostraba como un sólido coloso con un PBI conjunto mayor al de EEUU, por lo que se consideraba la primera potencia económica mundial.

Pero la UE sigue siendo una alianza multiestatal con grandes disparidades entre sus integrantes. No es un Estado unificado, como lo son China, EEUU, Rusia e India (por citar algunos ejemplos relevantes). No solo es la gran Babel idiomática, sino también un muy dispar tablero de poder concreto, hoy con una sola potencia nuclear (Francia), dos grandes potencias económicas (Alemania y Francia), algunas potencias intermedias en lo económico y lo militar convencional (Italia, España, Polonia, Turquía…y Alemania también en Defensa no nuclear), y diversos países de mucho menor peso específico. 

El anunciado Brexit, confirmó las serias reservas que El Gran Charles (De Gaulle), siempre mostró respecto a su vecino del otro lado del Canal De La Mancha. Un socio poco confiable para Europa, más apegado a sus “primos” del nuevo continente, y muy vinculado a la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth) a la cual encabeza. 

Un poco a contrapelo de lo político – económico, en lo estratégico militar, en la OTAN sigue estando Gran Bretaña, operando como el subordinado privilegiado, bajo la batuta de EEUU, que claramente dirige la coalición.

El estratégico Sector Energético, sigue siendo el Talón de Aquiles de la Unión Europea; pues la Europa Occidental, que fue el centro de decisión principal de la política mundial, ya no cuenta con dóciles proveedores de hidrocarburos, del Medio Oriente y otros, como los tuvo hasta la Primera Crisis Mundial del Petróleo, a comienzos de los años ’70. 

La principal fuente proveedora de hidrocarburos para la sedienta energética Unión Europea, y a precios muy competitivos, demostró ser Rusia, pero el agresivo expansionismo de la OTAN hacia el este, y las presiones de EEUU para vender masivamente su más costoso GNL, pueden cambiar todo el contexto.

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Y tal cosa no será barato ni fácil para la fragmentada Unión Europea. Eso además del accionar disolvente del ecologismo cavernario influyendo fuerte y negativamente, sobre todo en Alemania y España, promoviendo paroxísticamente las ineficientes y costosas “renovables sesgadas” eólicas y solares, que encarecen y embrollan sus sistemas eléctricos con sus intermitencias. 

En todo ese contexto, se acentúa la cambiante realidad mundial, que permite afirmar que la vieja Europa ve desgajarse los restos del liderazgo mundial, que la caracterizaron desde las épocas del apogeo imperial comenzado en los siglos XVI y XVII hasta comienzos del siglo XX. Sin desdeñar su poderío, ya hoy Europa Occidental (el núcleo duro de la UE), es una potencia mundial de segundo orden y en declinación, respecto a la tríada del mega poder, que hoy forman China, EEUU y Rusia (nombrados por orden alfabético). 

Además de esas tres grandes potencias, claramente asoman otros actores de peso, como India, Irán, Saudiarabia y algunos que otros más. Por su parte, Rusia era un gigante territorial, en plena y accidentada marcha hacia su disolución y subordinación a los mandatos del hoy llamado Bloque Atlantista; con sus enormes riquezas hidrocarburíferas en rápidos procesos de transferencia a las grandes transnacionales anglosajonas, oligopólicas del petróleo y el gas.

Eso se revirtió muy rápidamente, medido en términos históricos, bajo la férrea conducción de Putin. Rusia volvió a su viejo rol de potencia mundial, hoy aliada con el gigante económico chino; ambos como núcleo del Continentalismo enfrentado al Atlantismo; aquellos practicando sus propias versiones de Capitalismo de Estado, mientras que los Atlantistas imponen a sus subordinados el neoliberalismo salvaje mientras que ellos mismos practican diversas formas de proteccionismo e intervencionismo estatal. 

Posiblemente, es hoy Francia quien más amplía el fuerte intervencionismo estatal, para intentar evitar o minimizar los efectos de la gran crisis económica mundial que parece hoy casi imparable, desatada por la nueva versión de la crisis de los hidrocarburos a escala planetaria. 

Del gran continente que es Asia, casi exclusivamente se mencionaba a Japón, China y Corea Del Sur, con alguna mención a Taiwán, la hoy isla – Estado que sigue reclamando China como parte de su territorio. Pero evidenciando cambios y desarrollos, tanto el sudeste como el sur de Asia ya no parecen las áreas de saqueos colonialistas como lo fueron hasta hace no mucho en términos históricos; mientras que la gran cuenca hidrocarburífera en derredor del Mar Rojo y adyacencias también tienen pesos propios.

Lo mismo los países asiáticos de etnias y culturas turcomanas y/o musulmanas, al sur de Rusia, China, y al oeste de India, con sus diferencias y con el caso puntual complejo de Afganistán. África en la parte subsahariana, con algunas excepciones, parece padecer aun muchas de las nefastas consecuencias de las repartijas coloniales del Acuerdo de Berlín, de 1885, con las divisiones y pobrezas subsecuentes.

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La amplia faja del Magreb, en el norte de África, de etnia predominante arábiga y cultura musulmana, tiene el caos institucionalizado en Libia por la agresión de la OTAN, con otras economías poco desarrolladas, entre las cuales posiblemente Egipto y Argelia sean los países que, de superar sus problemas, podrían encauzarse al desarrollo.

Pero al dificultarse la conformación de un gran bloque político económico, tendrían problemas de escala. Nuestra Íbero América y El Caribe se debaten entre las presiones del neocolonialismo de la renovada presión del patio trasero, de la nunca anulada Doctrina Monroe; y surgimientos de tipo nacional y popular, con intermitentes crecimientos y retrocesos, estos últimos en base a agendas de intervencionismo “blando” que combinan poderosos sectores. 

Principalmente se pueden citar a estamentos del Poder Judicial cooptado por el neoliberalismo (apátrida por definición), operando siempre con los apoyos de sectores de la izquierda dura, con los acompañamientos de progresías volubles y crédulas respecto a dictados de ONGs anglosajonas; grandes grupos económicos de comunicación masiva (TV, diarios, radios); algunos periodistas “independientes” claramente mercenarios o adherentes viscerales a los grupos de poder oligárquicos y/o los mandatos de determinadas embajadas atlantistas; agentes de los servicios de inteligencia de mentalidades cooptadas por esos mismos intereses y grupos de poder; grandes conglomerados económicos con viscerales improntas anti populares y anti nacionales; y sectores políticos identificados con esos mismos grupos, que apuestan a la enanización económica y la pauperización social de nuestros países.

Eso sin olvidar el accionar disolvente de los trols y similares, que operan desde las redes sociales. 

Peor aun, el egoísmo reconcentrado de esos sectores, no oculta el desprecio por la soberanía nacional, el cual a la vez fomenta las balcanizaciones de nuestros países en múltiples republiquetas irrelevantes e inmanejables; como opera la ONG británica Mapuche Nation y como desvergonzadamente actuó el exgobernador mendocino macrista Cornejo, aduciendo la “independencia” de su provincia -en un acto de clara traición a la patria-; todo ello además de operar fuertemente en contra de los necesarios acuerdos y alianzas supranacionales, los que deben ser el objetivo para poder transformarnos en un poderoso factor de poder de dimensiones continentales, como pretendió hacerlo la UNASUR y como sería el objetivo mayor de la CELAC. 

Es la hora de los grandes bloques de dimensiones continentales, a lo que debemos tender con decisión, si no queremos que nos sigan manejando desde otros centros de poder mundial. 

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