Putin y Kim Jong-un: friends are friends

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Rusia fue testigo de una cumbre con un peso histórico y geopolítico enorme: Vladimir Putin y Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte, una de las potencias asiáticas más temidas. Un encuentro de pesos pesados con la guerra entre ceja y ceja. 

Los mandatarios tuvieron su reunión bajo todos los flashes. Entre el traslado del norcoreano en su tren blindado hasta el recorrido por una plataforma de lanzamiento de misiles en suelo ruso. El ideario de ambos líderes tiene un eje en común puesto en lo militar y está claro que eso quedó expresado en las necesidades de ambos. 

Lo que trascendió de este icónico encuentro es que, en pocas palabras, Rusia espera que Corea del Norte le brinde armamentos de todo tipo, siempre pensando en que esto tiene el fin de robustecer las filas de las tropas que marchan hacia Ucrania desde hace un año y medio aproximadamente. A cambio, Pyongyang espera los submarinos nucleares, algo en donde el Kremlin tiene mucha cancha. Hasta ahí, la relación bilateral pareciera ser meramente militar, casi recordando a los años de la Guerra Fría. 

Sin embargo, Kim Jong-un está interesado en otro apartado, y es que Rusia le pueda dar una mano con su diezmada economía. Corea del Norte atraviesa una crisis humanitaria de difícil experiencia en otra parte del mundo. Dentro de ese contexto, la hambruna y la mala alimentación están a la orden del día en el país asiático, pese a que no hay cifras oficiales por el hermetismo con el que se manejan las cosas y Norcorea, además de la manipulación de datos. Lo que se conoce es por las personas que se escapan del país norcoreano y relatan lo triste de su vivencia. 

Más allá de la rudeza con la que se muestra en público Kim Jong – un, el mandatario sabe que esto es un problema interno a resolver.

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Ambos países pueden proveerse de las exigencias del otro, no parece ser ese el grueso de la reunión. Este encuentro tiene un trasfondo más grande y es un mensaje de Rusia hacia el mundo. En criollo, Corea del Norte es el gran “demonio” de Occidente, de hecho, formó parte del denominado “eje del mal” que planteó Estados Unidos en la década de los 90. 

La connotación negativa hacia Corea del Norte que le dio el bloque occidental, más allá de las realidades del país asiático y que son muy cuestionables, lejos de ser una descripción que altere a las potencias emergentes de Oriente, el Kremlin lo está usando como un arma de comunicación. En este sentido, pocos políticos son tan inteligentes como Vladimir Putin. Es un estratega, un estadista, un ex espía de la KGB. Putin conoce de momentos en la política y está claro que esto forma parte una “arma blanda”. No siempre se necesita un misil para atacar al enemigo, a veces solo basta con una reunión o unas cuantas fotos, y esto es lo que está haciendo con Kim Jong – un.

Putin fue demonizado en Occidente por su invasión y posterior campaña bélica en Ucrania. Al saber esto, el mandatario ruso, lejos de amigarse con Occidente e intentar caerles bien, se acercó al “diablo” para Estados Unidos y compañía. El mensaje es claro, pese a que son aliados un tanto equidistante, mostrarse juntos (Rusia y Corea del Norte), dando una conferencia de prensa juntos, e intercambiando sus “chiches” militares, es una táctica para generar miedo. El estadounidense promedio cree que la chocolatada proviene de vacas marrones, con esa lógica de supina ignorancia, ver a Putin con Kim Jong – un es símil a ver al anticristo, y eso se explicita en el fuerte descontento social interno en Estados Unidos. Otra jugada maestra de Putin. 

No todo es manipulación del Kremlin sobre Pyongyang. Los asiáticos también tienen sus intereses, y más allá de lo palpable de la reunión, hay una premisa comunicativa. Corea del Norte demostró con esta cumbre que tiene un respaldo importante. Japón y Corea del Sur, sus principales enemigos geopolíticos, vieron el encuentro entre Putin y Kim Jong – un con temor. Saber que el vecino que vive tirando misiles al mar tiene las espaldas cuidadas por el país que está batallando contra Occidente en Ucrania es una advertencia importante. Es el as que tiene el “tío Kim”. 

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Por otro lado, no es un contexto cualquiera este acercamiento. La desglobalización y la multipolaridad juegan su partido. El hecho de haber visto una debilidad en la hegemonía occidental, es suficiente como para que las potencias emergentes y varios países postergados históricamente, puedan volver a salir a la luz. No es casualidad los nuevos ingresos al BRICS, las revueltas anticoloniales en África, la cercanía de países árabes que tuvieron sus diferencias tiempo atrás y ahora el posicionamiento de Corea del Norte, recordando que Putin y Kim Jong – un no se reunían desde 2019. Cabe destacar que la relación entre Rusia y el país asiático no era tan fluida como si lo fue, en mayor medida, con la Unión Soviética. 

Tal vez debamos acostumbrarnos a esto. La geopolítica es un juego de intereses que se expresa no siempre de manera directa. Hoy todos son amigos que desconfían el uno del otro. Hoy Rusia se junta con Corea del Norte, dialoga con África y le vende gas a Europa, pese a la guerra en Ucrania. Además, Putin envió su respaldo indirecto a Trump, diciendo que es víctima de una persecución política, eso también es un mensaje. La multipolaridad tiene esto, amigos siempre son los amigos… siempre que haya intereses de por medio.

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