Génesis del misionerismo
Escribe Hugo Passalacqua, docente. Licenciado en Comunicación Social.
Diputado Provincial. Candidato a gobernador.
Escribe Hugo Passalacqua* –
Hay cuatro personajes de nuestra historia que tienen un hilo común: José de San Martín, Manuel Belgrano, Gervasio Artigas y Andresito Guacurarí.
San Martín en su ADN guaraní; Andresito, guaraní; Belgrano pasó por acá cerca, se fue a Candelaria y escribió el reglamento de las Misiones, que podemos definirlo como la protoconstitución de la provincia. Y Artigas, protector de todos estos estados libres. Eso es un común denominador.
La historia no es solamente algo que pasó. Hay que estudiarla. Lo que pasó tiene sentido por las consecuencias que trae eso. Porque aquello ocurrió, hoy somos una provincia. Evolucionó toda esta zona y somos Argentina. La Revolución de 1810 fue la primera de Latinoamérica, que después hizo efecto dominó.
Entonces, los hechos históricos son los que cambian el curso de la historia y esto me lleva directo a referirme a Carlos Rovira. Hoy quiero recordar una pequeña historia. Hace exactamente veinte años, Rovira era gobernador. Yo trabajaba en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Misiones. Recibo una llamada por teléfono y las piernas me temblaban: era el gobernador. Me invitó a una reunión, muy gentilmente, para el lunes siguiente a las 20.
Si soy nadie ahora, en su momento era menos que nadie. Me invita como lo invitó a otros, por supuesto. Me acuerdo que en la capilla en la residencia estaba sentado, y a mi lado Rovira me contaba sobre los proyectos que tenía en mente con la Renovación.
Era de un impacto tan grande que no lo puedo explicar. Miraba el contexto: Cristo, Rovira y Passalacqua.
“Vamos a hacer una historia nueva, distinta”, enfatizaba Rovira. En solo veinte minutos me dio una clase de innovación, de creación y de fundación política. Me demostró que no hay nada más poderoso que una persona con una idea de fuerza. Solo esto basta para cambiar el eje del mundo.
Él nos invitó a un proyecto que aún estaba en marcha. No existía, era una creación. Nos invitaba a un “no espacio” que él estaba creando. Él dice: “Yo no soy dueño”. Pero la verdad es que eso lo inventó Rovira y todos los renovadores se lo debemos a Carlos. Todo es todo. Nuestros lugares, nuestras ideas, nuestras concepciones.
Ese día me explicó la profundidad de las voces de los misioneros. Yo le decía que las encuestas en ese entonces favorecían a otros dos partidos, que solo un porcentaje pequeño afirmaba no sabe o no contesta. ¿Dónde entramos nosotros en este espacio nuevo electoral? Le pregunté varias veces.
“Vos no estás viendo lo que la gente está sintiendo por abajo, está en la búsqueda. El misionero es rebelde”, fue su respuesta. Recuerdo esa palabra textual. “Y -continuó- está buscando cómo canalizar su rebeldía y tomar el destino en sus propias manos”.
Hacía falta alguien que nos diga: libérense de viejas ataduras partidarias y matrices que responden a Buenos Aires y seamos nosotros mismos. La idea era tan simple y a su vez tan fuerte. Era estar cerca de la gente. El poder está en la gente.
Recuerdo como viajaba en un cachapé viejo, un foquito de 25 watts, pueblo por pueblo, paraje por paraje de forma infatigable. Lo resumo en dos palabras: Carlitos coraje. Porque había que atreverse contra el poder constituido, el poder de la prensa y de la yerba mate.
Éramos cinco gatos locos y nos seguía cada vez más gente. Después fuimos siete, después 15, después 50, después 100 y de pronto un intendente, después el otro. No teníamos partido. Era todo un acto de fe.
Solo con la palabra empeñada, la gente le creyó. La pregunta central es: ¿Por qué siguen votando al Frente Renovador? Porque sigue cumpliendo. Prometió que iba a mejorar esta provincia y la renovó. Iba a traer ideas nuevas y las trajo. Nos iba a hacer crecer y nos hizo crecer ¿Cómo no responderle a Carlos Rovira? Es imposible.
Con todo ese coraje transcurrió la historia y la gente entendió cada vez más qué era este significado del misionerismo, de lo propio y de sentir a Misiones en el corazón. Nos transmitió a todos una mística tan poderosa que hoy mantiene viva la llama.
Hugo Passalacqua* diputado provincial y ex-gobernador de Misiones