Gortari: “El número de graduados creció más que la matrícula en la Universidad Pública”
En el Centro Cultural Kirchner, uno de los sectores apuntados para “mejorar la eficiencia” y reducir el “gasto público”, fue la universidad pública. El presidente Mauricio Macri cuestionó que haya crecido la oferta académica y el número de docentes y no docentes, aunque no en la misma proporción el número de egresados.
La mirada de la universidad es otra. El rector de la Universidad Nacional de Misiones, Javier Gortari, advierte que el ajuste “no puede pasar por la educación” y explica que el Presidente dio algunos datos “parciales” sobre el estado de la universidad.
“Es cierto que aumentó el número de universidades, no está asociado al crecimiento de la matrícula, que también creció en forma importante, pero también creció el número de graduados. Creo que ese es el dato más polémico o fallido del Presidente. Los graduados de la Universidad crecieron entre 2013 y 2015 mucho más que la matrícula y los datos están en el ministerio de Educación de la Nación. El porcentaje de graduados creció 60 por ciento, cuando la matrícula aumentó 40 por ciento”, explica Gortari en una entrevista con Economis.
“Si es cierto que el Presupuesto universitario creció mucho y eso fue a recomposición salarial, pero estamos comparando con 2001 y 2002, cuando los salarios se derrumbaron. Hubo una recomposición salarial importante, para llegar a los sueldos que son relativamente buenos ahora, con una canasta básica para el sueldo testigo, que es un ayudante de primera semi exclusivo”, enumera.
¿No son elevados los sueldos universitarios?
No. Lo que si es cierto es que crecieron los sueldos y cantidad de docentes y no docentes. Pero eso vino a resolver un déficit que se gestó en los 90. Lo que hicimos fue recuperar, posicionar y mejorar, con una política de Estado, además, la situación de la universidad, con más carreras, edificios nuevos, lo que significa mantenimiento, gastos de funcionamiento. La mayor matrícula significa más clases y más profesores. Es una correlación con lo que pasó en el nivel primario y secundario, donde aumentó la matrícula y la graduación. Todo eso lo recibe la Universidad. Hicimos la cuenta ahora con la evaluación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria, que de los nueve mil graduados en secundario de la provincia, casi seis mil ingresan a la UNaM. Es cierto que tenemos un problema, que también se discute en países como Francia, que es que de esos ingresos, la mitad abandona a la mitad del primer año. Entonces, el índice de graduación es bajo. Pero viene creciendo.
¿Le molestó que la educación se vuelva a poner como variable de ajuste?
Creo que la discusión es más profunda. ¿Por qué nos estamos planteando que hay déficit y la educación puede ser una variable?, Para que exista ese déficit, le liberamos de pagar impuestos a uno de los sectores mejor acomodados del país, que es el agronegocio. Entonces estamos mezclando peras con manzanas. Entiendo lo del déficit, pero tenemos que pensar que un país vendiendo soja está condenado al subdesarrollo. Y en un país que vende soja, sobran 20 millones de argentinos. Si pensamos en un país para todos, integrado, como decía el Presidente en el discurso, que yo acompaño eso, “que todo el mundo trabaje, que se acabe la joda, que paguen las corporaciones, que el que roba vaya preso”. Con lo que estamos todos de acuerdo. Pero fuera de eso, hay que tener una hipótesis de desarrollo nacional, provincial, regional y eso se hace con ciencia y tecnología asociada a la producción.
El ajuste no debe ser educativo…
El ajuste no debe pasar por la educación. Pero para compensar el discurso del Presidente, hay que decir que el presupuesto que manda Nación no es malo en general, son 103 mil millones de pesos. Atiende el funcionamiento actual del sistema. Pero tiene déficits para desarrollo y crecimiento. En el caso de la UNaM, que tiene 40 años, no le afecta tanto, porque tiene un funcionamiento estable. El problema lo tienen las 19 universidades nuevas. Las que tienen menos de diez años, porque tienen que incorporar docentes, cursos nuevos, aulas nuevas. Pensemos en la Universidad del Alto Uruguay, el año que viene va a necesitar docentes para dar clases. El 2019, más docentes para segundo año y así. Ahí hay un ruido. El Presidente se refirió, creo que con algún fundamento, a que hubo un exceso de creación de universidades. El Consejo Interuniversitario Nacional puso en cuestionamiento en su momento a varias de esas universidades, aunque su dictamen no es vinculante. El CIN dijo que lo más sensato para la UNAU hubiera sido que sea atendido por la UNaM. Pero en el Congreso se decidió otra cosa, con una lógica que tiene un anclaje relativo en las cuestiones de eficiencia educativa y más en lo territorial. Eso hace que, con todo el respeto que me merecen los puntanos, en San Luis haya tres universidades nacionales con 400 mil habitantes. Nosotros deberíamos tener por lo menos dos más. Desde ese lugar, hay que revisar la lógica de creación de nuevas universidades con algún criterio más fundamentado en términos educativos.
Hace unos días la ministra de Educación de Misiones sostuvo que la calidad educativa no puede medirse sin perspectiva…
Pensemos. Coincido absolutamente. La calidad hay que mirarla en proceso. Deberíamos tender a mejorar todos los años, permanentemente esa calidad. Pero no se puede comparar poblaciones que vienen con déficits culturales y materiales importantes, desde que no comen bien cuando son chiquitos, hasta que no tienen libros en su casa, que la de Conectar Igualdad fue la primera computadora en su mano, cuando tenés en la Capital Federal con el distrito más rico del país, donde la mayoría tiene un nivel de vida superior. Los jóvenes que vienen de allí, tienen condiciones relativas muy diferentes a la de los jóvenes que tienen un padre tarefero o de la chacra. Con todo respeto.
Que además muchos son de primera generación universitaria…
Es la primera generación que llega a la Universidad, con todo lo que eso significa en términos simbólicos, culturales y sociales. Sin desmerecer para nada al tarefero o al chacarero, que son los que financian la universidad. Pero las posibilidades reales de ese chico de sostenerse económicamente, que para eso hacemos un gran esfuerzo en comedores, albergues, la Provincia con el Boleto Estudiantil Gratuito… Hay que sostener a un joven en la ciudad. Eso limita e hizo que nos planteáramos el desafío para que efectivamente la educación universitaria sea un derecho y una oportunidad, esto de ir al interior con otras sedes.
¿Y cómo estamos en calidad?
Se avanzó mucho en el sistema. Hemos tenido la comisión nacional de Evaluación Universitaria. Tuvimos el informe final de evaluación hace unos días. Las distintas carreras de interés público, como ingeniería fueron las primeras carreras en acreditar. Pero acreditaron todas las del país, Buenos Aires, Jujuy y Misiones. La Coneau evaluó los estándares de las carreras. A las que estaban bien, se le dio una acreditación por seis años, a las otras, acreditación de tres años, con plan de mejora.
Tenemos una dificultad, que es el hándicap de arranque, en comparación a Buenos Aires, donde hay 400 años de historia universitaria, equipos, recursos. Acá tenemos una historia de 500 años, pero distinta. Pero en los contenidos y nivel alcanzado, estamos parejos en el ámbito nacional. Tenemos el mismo nivel. Tenemos casi 200 becarios de la UNaM en el Conicet haciendo doctorados. Hay buen nivel, pero los tenés en los graduados, que son entre 900 y mil por año, contra cinco o seis mil que ingresan, lo que da un porcentaje bajo. Hay que mejorar eso.
¿De qué manera?
Aprobamos un programa de articulación con Educación de la Provincia para trabajar en el proceso educativo que desemboca en la universidad. Hay que trabajar mucho con el estudiante y con el docente. La dinámica educativa ha sufrido muchas transformaciones, con la tecnología que ha llegado para quedarse. La responsabilidad de que el chico tenga una buena educación y pueda graduarse es del docente. Hay que invertir la prueba de la culpa. El docente tiene que hacerse cargo de la responsabilidad que tiene como trabajador del Estado, de garantizar que el trabajo que le han encomendado, sea cumplido.