
Grobocopatel, un aliado impensado para la estrategia de Misiones de una chacra sin glifosato
Para dentro de diez años, Gustavo Grobocopatel proyecta una agricultura “más agroecológica”. La declaración, nada menos que ante el auditorio del congreso de la corporación Maizar, resultó un espaldarazo inesperado para la decisión de Misiones de avanzar en una producción sustentable y libre de agrotóxicos. Si lo dice el zar de la soja, la idea de la agroecología cobra otra dimensión. No es un ambientalista, no es un pequeño productor, sino el empresario sojero más poderoso de la Argentina.
Las palabras de Grobocopatel llegaron justo en medio de un intenso debate en Misiones por la decisión de prohibir el uso de glifosato en todo el territorio y ampliar así la prohibición que ya rige en los ámbitos urbanos.
La iniciativa tiene muchas voces a favor, de productores que ya trabajan la tierra con sistemas más amigables con el medioambiente. Pero también hay detractores que advierten por el costo que significará para el productor reemplazar el glifosato por más mano de obra para la limpieza de las chacras. Sin embargo, la Provincia apuesta a una producción con insumos orgánicos certificados que van de la mano de la empresa Agro Sustentable y la biofábrica.
La Legislatura aprobó el dictamen de la prohibición del glifosato y aunque no hay fecha para la sanción de la ley, es un hecho que más temprano que tarde, se hará realidad. La prohibición del glifosato va en línea con el cuidado de la biodiversidad, pero también tiene un costado pragmático: Europa comienza a suprimir importaciones de productos que afecten la naturaleza y provoquen deforestación.
El director de Agro Sustentable, Joaquín Basanta, define que “estamos en una era donde los consumidores quieren saber cada vez más de los alimentos que incorporan a sus dietas, de dónde vienen, cómo están cultivados, qué impactos directos e indirectos provoca la producción en el ambiente, y demás”.
El especialista señala que el uso de bioinsumos mejora la ecuación económica: “Los beneficios económicos de aplicar los productos bioestimulantes de Agro Sustentable generaron un aumento de los ingresos brutos en el cultivo de lechuga de un 44% aproximadamente en la finca evaluada que implica un $8.800 pesos más por invernadero y ciclo productivo.
Los resultados en yerba mate indican un importante incremento en los rendimientos aun cuando las aplicaciones recién se empezaron a realizar durante el verano. El incremento promedio con una aplicación de GTG (biofertilizante) es de 10,5% y con dos aplicaciones en otra finca se obtuvo un 17% más de rendimiento.
El impacto económico es muy importante y alcanzan un ingreso extra en la finca con dos aplicaciones de $62.300 por hectárea.
En el cultivo del té, en una finca que produce té artesanal le permitió una cosecha de 28 kilos por línea equivalente a unos 1.400 kilos por hectárea y un beneficio económico potencial de 280.000 hectárea, teniendo en cuenta que se requieren 5 kilos de brotes verdes para obtener 1 kg de té que se vende a $1000kilos.
Entre la demora y el apuro
Llamativamente, aunque la idea de dejar de lado el glifosato en Misiones comenzó a germinar en 2015, las entidades agrarias ahora cuestionan el “apuro” por definir la norma y reclaman ser escuchados antes de una decisión definitiva.
Incluso el presidente del partido Agrario, Héctor “Cacho” Bárbaro, hizo un video entre los yuyos de una chacra para asegurar que “no estamos de acuerdo” porque no hay sustituto.
“Si hay algo que lo reemplace, buenísimo, pero hasta tanto no haya nada, no es fácil en la chacra… Yo no voy a usar más glifosato, pero sí otro agroquímico para matar la grama fina. Después… la motoguadaña, pero para 20 hectáreas necesitás cinco peones. Carpir, ni hablar. No se consigue trabajadores y segundo porque te sale muy caro, más si tenés en cuenta la yerba que no subió en comparación del año pasado. Esperemos que vuelvan atrás, no es que no queremos, pero que vengan con una azada y vayan a carpir una hectárea de grama local. Olvidate”, cuestionó Bárbaro, el diputado kirchnerista con fuertes vínculos con el sector tabacalero.
Lo cierto es que el Partido Agrario en pleno había acompañado en 2019 el proyecto de su ex aliado, Martín Sereno, de prohibir el uso de glifosato, sus componentes y afines en la producción de alimentos frescos. Un año antes se aprobó la prohibición del uso de glifosato en ejidos urbanos del territorio provincial; comunidades de pueblos originarios; establecimientos educativos y sanitarios cualquiera sea su denominación o rango; Reservas Naturales de cualquier tipo y denominación ya sean nacionales, provinciales, municipales o privadas; centros turísticos; cursos de agua dulce que provean, o deriven en cursos de agua que provean del vital líquido a comunidades originarias y centros urbanos para su procesamiento para consumo humano o para utilización para la producción agrícola ganadera. Esa ley incluye un artículo de prohibición en toda la provincia de la inoculación y fumigación mediante la utilización de aeronaves o medios análogos de plaguicidas y otros químicos de naturaleza biocida.
De todos modos, en el Partido Agrario aseguran que no están en contra de la prohibición, sino que piden “tiempo” de adecuación hasta que se “garantice la provisión masiva de bioinsumos, herbicidas, plaguicidas o fertilizantes inocuos de probada efectividad, con costos equivalentes a los productos que se reemplazan”.
Lo cierto es que la decisión de Misiones va en línea con una tendencia en el mundo. La Corte Suprema de Estados Unidos acaba de condenar a Monsanto en un fallo histórico a favor de Edwin Hardedman, un colono que contrajo cáncer por el uso del glifosato.
En Misiones hay casos parecidos. Miriam Samudio, de la cooperativa P.I.P. Productores Independientes de Piray, contó que durante su embarazo sufrió las consecuencias del uso de Roundup (que tiene como componente el glifosato) en una plantación forestal cercana. “Mi hijo al nacer presentó malformación de columna. A los 13 años él empezó a decaer mucho con el tema de su salud y le empecé a llevar al Garrahan y le descubrieron atrofia muscular. Hoy él tiene 23 años y se me está yendo mi hijo de las manos, yo veo todos los días como él se me va consumiendo, como de a poquito lo voy perdiendo y con una impotencia grande sin poder hacer nada”.
“Empecé a luchar para que esos pinos se retiren, porque nosotros vivimos acá más de 300 familias, y luchamos muchísimos años, de todo hicimos, hicimos mesas de reuniones, hicimos notas, hicimos cortes de ruta consecutivos para ver si el gobierno nos escuchaba, si la empresa dejaba de utilizar los agrotóxicos, y llegamos en el 2013 a conseguir que salga una ley, de compra-expropiación y ahí fue impresionante el cambio, cuando nos dieron en el 2017 la primera etapa esas tierras estaban re contaminadas, 166 hectáreas”, detalla Samudio.
Hoy día, trabajan con pequeños productores, algunas asociaciones y comunidades originarias en formas de cultivo amigables con el ambiente, en las que dejan crecer el monte y la maleza alrededor de los cultivos y utilizan métodos naturales para alejar las plagas. Son 56 hectáreas se dividieron para que las trabajen una por familia y otras 17 se utilizan para el trabajo de forma cooperativa, donde plantan maní, mandioca, batata y recientemente incorporaron la yerba. “Uno tiene que realmente ocuparse y preocuparse de cuidar la producción, pero también cuidar la tierra”, sostuvo.
Juan Carlos Furlán es investigador y referente de la agricultura biodinámica de Cerro Corá. En diálogo con Economis, sostuvo que “no hay una discusión en cuanto a si el glifosato si o glifosato no. Lo que sí está en discusión eventualmente es, de qué manera podemos sostener un índice de productividad en virtud de algún sistema que permita producir alimentos de un modo más natural y sin veneno, eso es lo que está realmente en debate. No hay ningún productor en ninguna parte del mundo que esté contento con el uso de glifosato y mucho menos con lo que se viene ahora, que es el glufosinato que es diez veces más tóxico que el glifosato”.
“El 50% de los chicos con cáncer internado hoy en el Garrahan es fruto de intoxicación con agrotóxicos, no porque sea gente que viva en el campo, sino que es gente cuyos familiares les han transmitido las deficiencias genéticas que provoca alimentarse sobre sobre productos hechos con aplicaciones de herbicidas como este. El glifosato destruye el ADN y con el consumo habitual va creando la discapacidad del cuerpo humano para regenerar ese ADN y eso genera cáncer, ya sea en una manifestación del individuo en sí o hasta la tercera generación”, aseguró Furlán.
“Tenemos hoy la fábrica de insumos que está acá en el Parque Industrial (…) Tuve la oportunidad de estar ahí y hablar con Joaquín Basanta que es el presidente de la empresa de insumos y me contaba que ellos tienen en agenda, en investigación un herbicida fantástico que en términos conceptuales incluso ni siquiera mata, sino que solamente retrasa, el crecimiento de las malas hierbas, así que la provincia viene trabajando y mucho en términos de lograr una transición”, explicó.
Su propuesta es que se tome como una responsabilidad social, el formarse para buscar las alternativas, que se generen campos de investigación profunda por parte del Estado pero también que el productor haga una búsqueda y no se quede a esperar que las soluciones aparezcan solas. “Si como sociedad no nos empoderamos de esta transición, es absolutamente imposible. que podamos sacarnos de encima el uso de venenos en nuestros alimentos. Es una responsabilidad social, colectiva y hasta tanto no exista un empoderamiento, insisto, en el ciudadano común vamos a seguir a la deriva de que si glifosato sí glifosato no, es una discusión estúpida estéril y totalmente intrascendente”, concluyó.
Daniel Villanueva referente de la red de productores Roca Verde de Gobernador Roca, sostuvo que la prohibición sola no tiene una utilidad real si no se aplican políticas de transición, esto es, que se capacite a los productores para que puedan reemplazar el uso de este herbicida por técnicas ecológicas y no contaminantes. A “Tengo que capacitar al productor ¿Qué ocupo a cambio de eso? ¿Qué utilizo? Pero no un agrotóxico por otro, es decir, dejar de mirar tanto la planta y darnos cuenta que el problema es nuestro suelo, las técnicas ancestrales de control de buenezas , hay miles de formas de trabajar cobertura de suelo, sin necesidad de aplicar herbicidas. Si se centra el debate en la prohibición hay un efecto cascada con un montón de gente que dice ¿Y ahora qué hacemos? ¿Por qué lo dicen? Porque no saben qué hacer, porque realmente te están diciendo que no saben, entonces, ahí tenemos los técnicos, que tienen que ir y capacitar al productor, y acompañar al productor para enseñarle, que re-aprenda, que despierte a ese agricultor dormido”, definió.
“Se está haciendo en Buenos Aires, son referentes de producción agroecológica, en forma extensiva, y acá no estamos hablando de la huertita de la chacra, ni estamos hablando de dos tres hectáreas de huertas, estamos hablando de 90 invernaderos, lo están haciendo. Solamente es interesarse y que los ingenieros o los técnicos en agroecología impulsados por el Estado lleguen al productor y los capaciten, nosotros estamos todos los benditos sábados acompañando a nuestros productores. Y hay técnicas que son muy sencillas y amigables con el medio ambiente, simplemente necesitan capacitación”, detalló.