A portrait of Boris Johnson, Prime Minister of the United Kingdom on simple black background with space for text

¡Hasta la vista, baby!

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Una nueva semana en la que la política internacional demuestra la voracidad de los cambios abruptos en el viejo continente. Desde Gran Bretaña, Italia y la azotada Ucrania, han dado muestras de giros de 180 grados que no se suelen ver con naturaleza en Europa, que, además, está atravesando una tremenda ola de calor histórica que golpea a su población. Días en los que los europeos añoran los años de estabilidad que gozaron durante décadas.

Boris dijo adiós

Pareciera ser que el Boris Gate no tiene fin, aún cuando el mismo proceso judicial se dio por cerrado y con un resultado político más que caro para el saliente primer ministro. Sin embargo, como si fuera poco, Boris Johnson volvió a ser tapa de los diarios del mundo al despedirse de su parlamento. En un escatológico y enérgico discurso, el representante de los tories, hizo una breve reflexión de su gestión, de los puntos a favor y de las adversidades que tuvo que afrontar su gobierno. A pesar de eso, la frutilla del postre estuvo en el final de su discurso, donde se despidió de los parlamentarios británicos con un irónico ¡Hasta la vista, baby! Esta parodia evidente de Terminator 2, colmó de aplausos y risas del parlamento del Reino Unido, aunque, por otro lado, y pensando en clave política y comunicacional, fue una nueva demostración de lo enajenado que se encuentra el poder político en ese país. Aunque, otra respuesta podría ser que “Boris fue Boris”, es decir, que se despidió con la misma postura hilarante que lo caracteriza, y que de manera explícita lo llevó adelante en sus prácticas políticas con esas animosas fiestas en Downing Street. 

Ahora bien, Boris Johnson se va definitivamente el 6 de septiembre, y un día antes se conocerá finalmente a sus sucesores. Se trata de dos nombres fuertes dentro del seno conservador de Reino Unido: Liz Truss y Rishi Sunak. Arranquemos por el último, quien es considerado por los analistas políticos británicos como el sucesor por naturaleza de Boris Johnson. En este sentido, Rishi Sunak fue miembro y funcionario activo del gobierno del dimisionario primer ministro. Detentó el cargo de ministro de finanzas y tuvo la ardua tarea de lidiar con dos problemáticas económicas de gran tamaño para el Reino Unido. Efectivamente, Sunak afrontó el proceso del Brexit, esa salida paulatina de la Unión Europea, que cosechó un gran número de críticas y de defensores, y con ello la restructuración del comercio exterior británico. Por otra parte, Sunak también fue el encargado de coronar una serie de medidas económicas para solventar los efectos de la cuarentena estricta y el cese de actividades comerciales, industriales y productivas en el Reino Unido, a causa, lógicamente, de la pandemia de COVID – 19. Rishi Sunak, además, podría transformarse en el primer premier británico no blanco y con raíces de la India. 

Además de Sunak, la otra candidata es Liz Truss. Se trata de una conservadora del ala más derechista, fanática de Margaret Thatcher y fiel defensora del libre comercio. Truss se caracteriza por ser confrontativa y con un carácter avasallante, eso le valió una posición considerable en el partido conservador. Al igual que Rishi Sunak, Truss también formó parte del gabinete del saliente Boris Johnson y tuvo una durísima tarea como ministra de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña. La situación más complicada que tuvo que atravesar fue, lógicamente, la Guerra en Ucrania y todo lo que se desprenda de la misma. De esa forma, fue encargada de modelar la postura británica en este conflicto, en las sanciones labradas hacia Moscú y en el sistema de alianzas que busco construir y consolidar en este tiempo de mandato. 

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El drama de las exportaciones ucranianas

Finalmente pareciera ser que se destrabó la problemática económica que aflige a gran parte del mundo. Fue Turquía precisamente, quien ofició como mediador entre Ucrania y Rusia para poder volver a poner en marcha una inmensa cantidad de producción de granos que tendrán destinos variados y que saldrán por el Mar Negro. 

Aquí pareciera ser una obviedad entender que, en plena guerra, la producción entera de Ucrania se paralizaría. Sin embargo, este país es primordial en el mercado internacional de los granos, sobre todo del trigo, que sirve para abastecer a regiones del globo que no cuentan con producción propia. Asimismo, también parecía una obviedad que Rusia iba a impedir que se efectivicen esas exportaciones, poniéndole un cepo financiero y alimentario a Ucrania y los países que se valen de esa producción. Sin embargo, el impedimento de esa salida de granos hacia el mundo podría provocar una enorme crisis alimentaria, la cual, aparentemente se pudo evitar. 

Fue justamente Erdogan, el presidente de Turquía, quien sirvió de moderador en este conflicto. Gracias a la intervención turca, Ucrania y Rusia llegaron a un acuerdo o pacto que consiste en el establecimiento de corredores humanitarios para que la producción del grano ucraniano llegué al Mar Negro y se distribuido al mundo. Nuevamente, una simple guerra demuestra la fragilidad de un sistema de completa dependencia del capital transnacional, y queda a las claras, que esto también es un arma que Vladimir Putin puede utilizar a su favor. 

¿Draghi Gate?

Italia no es la excepción ante este cisma político que está viviendo actualmente Europa. Fue justamente Mario Draghi quien pagó las consecuencias de un evidente debilitamiento del poder y la institucionalidad en el viejo continente. Luego de su fallido primer intento de dimisión, Draghi afrontó un voto de confianza que logró atravesarlo de manera positiva, aunque perdió la mayoría de su respaldo en el parlamento italiano, por lo que volvió a presentar su dimisión, esta vez aceptada por Sergio Mattarella, presidente de Italia. 

La situación de Draghi no pareciera ser algo aislado, sino más bien el síntoma de una época. Europa entera está comenzando a cuestionar sus propias decisiones en un trajín de debilidad propinada por la hegemónica dependencia del gas ruso. A partir de allí y de una galopante crisis económica, el viejo continente comienza a demostrar signos de ablandamiento institucional y de, quizás, nuevos modelos de orden político. En el caso de Italia, el 25 de septiembre se conocerá quién lleve las riendas del país. Aunque nadie esté tocando el violín, Roma arde junto al resto de Europa. 

La naturaleza también golpea a Europa

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El viejo continente está pasando por una de las olas de calor que, con brutal fiereza, está azotando a la isla británica, la península Ibérica y también a Francia. Con temperaturas récord que superan los 40ºC, Europa suma un nuevo problema que no es controlado, directamente, por el ser humano. El abrumador calor afecta al humor social del viejo continente, el cual suma todos los días, un nuevo número de fallecidos por esta ola de altas temperaturas. Asimismo, es el escenario propicio para que se generen focos de incendios, los cuales dijeron presente en Portugal, España y Francia, arrasando con todo a su paso. Una gran cantidad de hectáreas de bosques fueron consumidas por el fuego en esos países, y también sembrando la incertidumbre del alcance de los focos ígneos, y del evidente temor de que pueda acercarse a zonas residenciales, con todo el riesgo que eso implica. Parece ser que ni siquiera la naturaleza puede respaldar a Europa en estos días. 

Allá también pasa

Una lección interesante, con una lectura en clave internacionalista, de lo que sucede en Europa es la destrucción del mito de la idealidad de ese continente. Día tras día, ante las inclemencias económicas que vive Argentina y la región, es común escuchar frases como “en Europa no pasa esto”, “en un país serio no pasa esto”, “me voy a Europa porque allá sí se puede estar tranquilo”. Es claro que esa afirmación se transforma en una endeble falacia con el simple hecho de poder visualizar los acontecimientos que sacuden al viejo continente en estos días. Un combo de problemáticas hace que Europa no pareciera ser el oasis idílico que venden los relatos preelaborados, sino todo lo contrario, allá también existen las crisis económicas, las devaluaciones, el aumento de precio, las guerras, los gobiernos débiles, las renuncias de políticos, las crisis migratorias y el abrumador abrazo de una ola de calor histórica. Esto no es en detrimento de Europa, sino todo lo contrario, sirve para entender como se han naturalizado una serie de ideas que son alimentadas día tras día, cuando la realidad dice otra cosa. Por otro lado, es una oportunidad para que la Unión Europea y la la OTAN comiencen a pensar cómo reconstruir el sistema de alianzas y los mercados en la Europa post guerra en Ucrania, post caída del Euro y post debilitamiento de jefes de Estado. Es un llamado de atención para un continente, que, de querer seguir manteniendo la postura hegemónica construida desde la operatividad del Plan Marshall, deberá tomar las riendas y, junto a ella, un volantazo que explique y solucione las cuestiones nombradas. La multipolaridad llegó al mundo para quedarse.

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