Inversiones pindonga
La inversión es una de las variables más importantes de la macroeconomía. Si en un país hay mucha inversión (no me refiero a la bicicleta financiera, sino de la inversión en fábricas, equipamientos y todo lo que haga crecer el capital productivo de país) la economía va a crecer, se van a generar más empleos, aumentarán los ingresos y se expandirá la demanda agregada del país (a este efecto de crecimiento que tiene la inversión en la economía se lo conoce en el ámbito académico como “Multiplicador de la Inversión”).
Es por ese motivo que el actual presidente está esperando a que “lleguen las inversiones” desde que comenzó su mandato. Pero ¿de dónde tienen que llegar? Mirar al exterior esperando que los extranjeros monten fábricas en la Argentina de tal magnitud es una ingenuidad, no porque estemos en contra de la inversión extranjera, ésta es siempre bienvenida pero también siempre es insignificante al lado de la inversión doméstica; veamos el siguiente gráfico:
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC.
En el gráfico se consideró el periodo de tiempo comprendido entre el primer trimestre de 2006 y el primer trimestre de 2019. Se puede observar que la proporción de la inversión extranjera directa es muy pequeña en comparación con la inversión bruta de capital en Argentina, es más, en muchos momentos la inversión extranjera directa es negativa, lo que quiere decir que los capitales incluso se van de Argentina para ser invertidos en otros países. Por supuesto que Argentina es uno de los que menos inversión extranjera recibe por sus recurrentes crisis y cambios de reglas pero en los demás países de Latinoamérica la inversión extranjera también es poco relevante comparada con la inversión local.
Una regla :
Un año normal (no este por supuesto) la argentina invierte entre el 15 % o 16 % de su PBI. Pero según diversos estudios para crecer a una tasa del 3 % o 4 % que es lo que crece el mundo se necesita una inversión anual del 20 % del PBI, lo que aporta la inversión extranjera directa (tomemos el 2018 que entró mucho a Vaca Muerta y el PBI cayó para ser optimistas) es el 2,5 % del PBI.
Se necesitaría triplicar la inversión extranjera directa de un buen año, manteniendo la tasa de inversión local, para volver a crecer. No hay país que triplique su tasa de inversión directa en el mundo.
Otro camino:
Según Orlando Ferreres que lleva la cuenta hace muchos años, los argentinos tiene en el exterior (incluye esto lo que hay debajo del colchón) 450.000 millones de dólares, redondeando es un PBI argentino del 2018, la cuenta es simple: si logramos que los argentinos inviertan los dólares que tienen afuera tenemos 20 años de financiamiento de ese 5 % adicional del PBI que necesitamos para crecer a tasas razonables.
Entonces, a quien le toque gobernar el país, debe tener en claro que los argentinos que invierten en el país son más importantes que los extranjeros, porque son ellos los que hacen crecer la industria, crean fuentes de trabajo y hacen crecer la economía como la primera marca mientras, que la inversión extranjera es bastante pindonga.
Pero también es cierto que al argentino le cuesta invertir cada vez más y no porque no quiere, sino que la inestabilidad económica, la fuerte presión tributaria, la incertidumbre, la inflación y la falta de crédito a tasas razonables hace que invertir y hacer funcionar una empresa sea casi una misión imposible.
Como lo dijo ya Sourrouille hace algunos años: “De las decisiones de inversión que se toman todos los años en Argentina, la proporción mayoritaria está dada por personas o empresas argentinas, la inversión extranjera es siempre marginal”. Si quieren venir que vengan, pero yo quiero que el que está acá invierta…
Conclusión:
Entre la inversión local y la extranjera siempre la local es más importante (alrededor del 80 % del total)
Los argentinos tenemos para invertir durante 20 años lo que nos falta sin contar el fruto de la expansión económica que eso generaría. El que lo logre encontró la salida a la eternas crisis de la Argentina
Mejoren las instituciones, bajen los impuestos, sean eficientes, generen confianza y van a ver como los argentinos se ponen la camiseta y sacan el país adelante invirtiendo, trabajando y creando fuentes de trabajo.
La culpa no es de los extranjeros, ellos no crearon nuestros problemas ni tampoco nos van a salvar. Es hora que los que llevan adelante las políticas económicas reconozcan los errores propios y los enmienden porque en esta también tiene razón Sourrouille: (el éxito) de la política económica se mide siempre en términos de quién invierte.