It’s evolution baby!
Ver cómo a medida que un partido político crece o que evidentente no sólo creció, sino que envejeció, va perdiendo la capacidad de entregar soluciones, ideas, proyectos y propuestas inspiradoras, es relativamente fácil. Está resultando tremendamente difícil para los dirigentes entender qué buscamos los millennials, qué nos motiva y nos moviliza. La militancia política está en franco descenso debido a estas razones. Muchos partidos hablan de volver a sus raíces o ser más horizontales, ágiles, de sumar más jóvenes, pero la era digital exige mucho más que eso.
La sociedad cambió. Y quienes componemos esa sociedad tenemos otros valores, otros intereses y otras formas de comunicarnos, de actuar, de decidir, de militar incluso. Las grandes banderas de los partidos más tradicionales ya nos arropan a todos, porque todos queremos la igualdad, la paz social, los salarios dignos, etc. Por eso, no se pueden reorganizar estructuras como lo hacían en el pasado, hay que hacerlas resurgir. Rediseñarlas. Pasa en el ámbito privado y debe pasar en las estructuras políticas partidarias, por lo menos en aquellas que pretendan sobrevivir a los nuevos votantes y los que vendrán.
Todos los partidos políticos exitosos en Argentina comienzan y comenzaron con un pensamiento “fresco” que representa algo que miles querían decir pero no sabían cómo, o quizás no se animaban. Luego, aparentemente de manera inevitable, esa filosofía va corriéndose para darle lugar a una rígida devoción por el status quo. Los votantes evolucionan mientras los partidos van quedando rancios.
Quienes deseen destacarse en los próximos años en la arena política, deben ofrecer contenido diferencial. Propio. Alineado con las búsquedas de estos nuevos votantes que presentan un relativo desinterés por las estructuras partidarias pero un nuevo y marcado interés en las acciones políticas de los gobiernos. Los nuevos electores votan propuestas. Las suyas, en boca de otro.
El actor Sebastián De Caro dijo en una charla TEDx una frase que abracé y creo que puede ser traída, quizás de los pelos para algunos, al ring político: “Solamente hay publicidad de las cosas que no hacen falta, porque las que hacen falta, te das cuenta solo. Solamente hay que señalar y convencer de lo innecesario. Lo necesario, lo vas a ir a buscar, con la cabeza, el corazón, el hambre o con la sed”.
Lograr el “engagement” (anglicismo que puede traducirse como compromiso o implicación) de los electores es una tarea maratónica. Pero alguien tiene que (comenzar a) hacerla.