Klingbeil, el líder silencioso: “Hay mucha resignación, intentamos todo pero no somos escuchados”
Cristian Klingbeil tiene 33 años, pero ya está curtido en varias batallas, siempre por lo mismo: lograr que los pequeños productores de yerba y té misioneros reciban un precio justo por su producción.
Quizás sin la locuacidad de otros referentes de ese tipo de protestas, mucho más conocidos, Klingbeil tiene algo a su favor. Es lo que se ve, acá no hay un personaje para las cámaras o una postura con motivaciones políticas de fondo.
Quien esto escribe conoció a este obereño que se recibió de técnico electromecánico (EPET) en un corte de ruta en Campo Viera, y lo vio interactuar con todos, colonos al borde de la miseria y productores no tan chicos, con capacidad para comprar una buena camioneta. Todos lo respetan y escuchan, aunque el nunca impone nada, es más bien un acompañante, una rueda de auxilio.
Klingbeil maneja la chacra de su esposa en Campo Ramón, donde tiene yerba y también presta servicios de cosecha y flete para el té. “Estaba con mi suegro, pero el año pasado decidí largarme por mi cuenta y fue tan mala la brotación, los precios, los plazos, que me terminó costando”, contó.
Es común llamar a Klingbeil para consultarle por alguna negociación en la yerba o el té y que se escuche el ruido de un motor de fondo. Entonces tiene que apagar la cosechadora para poder atender la llamada. El no trabaja en un despacho.
Como vicepresidente de APAM, Klingbeil es director del INYM. Varias veces lo invitamos a la redacción de Economis para charlar sobre la yerba mate y el encuentro se postergó dos o tres veces “porque conseguí a alguien que me lleva de vuelta y no puedo desaprovecharlo”.
De esa forma, el regreso a Guaraní, donde vive con la esposa, le lleva poco más de una hora.
En un país acostumbrado a ver como los dirigentes de cualquier ámbito se enriquecen de manera inexplicable (política, fútbol, gremialismo), causa una extraña satisfacción ver que alguien que lidera un corte de una ruta o un yerbatazo en plena Plaza de Mayo, puede llegar a viajar a dedo o siempre está con la cosechadora en marcha cuando uno lo llama para una entrevista. También es común ver a Klingbeil en un automóvil que tiene más de 20 años al que de milagro todavía dejan circular. Así son las cosas en la Argentina.
“Algún día vas a ser diputado y vas a cambiar”, le decimos, medio en broma. El se ríe, pero la duda nos queda flotando. No por lo que él transmite. Sino porque es la historia de tantos como él, que arrancaron firmes junto al pueblo y después fueron absorbidos por un sistema donde, en teoría, siguen trabajando para sus representados. Aunque en la práctica empiezan a poner las prioridades políticas por encima de las realidades de su gente.
“El error que cometí fue creer que podía trabajar bien con el té, recuperé 80 hectáreas, y hoy 40 están abandonadas”, explicó, volviendo a su situación personal, que es tan dura como la de cualquier otro productor.
¿Por qué? Por qué se trabaja mucho y con resultados pobrísimos, que no alcanzan para remunerar el esfuerzo. Como se dijo, así son las cosas en la Argentina.
“No te cierran los números, no te sobra al final de zafra ni para cambiar la cubierta del camión, donde tenés una rotura importante, un motor está encima de los 90.000 pesos, sin rotura, donde se rompe el cigüeñal o el block eso ya no lo arreglás ni por casualidad”, explica.
La entrevista con Klingbeil se realizó días antes de la última reunión en la que no hubo acuerdo en el seno del INYM por el nuevo precio de la yerba y se resolvió, una vez más, pasar al laudo de Agroindustria de la Nación. Ya el había anticipado este resultado que al final se dio (no hubo acuerdo).
“Nos entretuvimos con la elección de los nuevos directores de la producción, tuvimos una reunión entre referentes de los productores la semana pasada y ahí éramos 9 referentes y 6 optamos por apoyar la posición de Federación Agraria de pedir un precio más elevado de lo que se venía pidiendo, pero con un manejo diferente de nuestras chacras, de tratar de ir dejando el uso de herbicidas y tratar de eliminar de a poco los agroquímicos”, dijo.
La idea es tratar de dejar de usar el glifosato en todas las chacras, los costos son mayores porque se necesita mucha más mano de obra para peones rurales y tareferos (macheteo, desmalezamiento).
“El costo nos daba $7,50 más un margen de rentabilidad de 25 por ciento nos daba $9,30 por kilo de hoja verde, y de ahí un margen de negociación hasta bajar el margen de rentabilidad hasta $8,64, pero no podemos trabajar por debajo de los costos”, graficó.
La industria dijo que “por cuestión de mercado el precio está muy planchado y no se puede subir, estaba dispuesta a mejorar no más que 30 centavos el precio actual”.
-¿No se discute por qué no subir el precio en góndola?
–Siempre se planteó esto pero dicen que las cadenas de supermercados no quieren saber nada, no permiten subir, no nos dejan porque hay competencia feroz entre los molinos para no perder mercado, no quieren subir. Pero lo más llamativo es que Liebig (Playadito) aumenta el volumen de venta año a año sin hacer ofertas (descuentos) y siendo una de las marcas más caras, ahí entra la cuestión de la calidad.
-¿Creés que se va a llegar a un acuerdo?
-Creo que no, porque la grilla de costos del INYM da unos 7,22 pesos que no nos deja conformes y la industria ni siquiera se acerca con ese valor mínimo. Estoy seguro que se va a ir a laudo, vamos a ver qué se decide, esperemos que se fije un precio aceptable y lo más importante, lo que se fije que se cumpla y que los plazos de pago sean razonables (en rigor, por ley debe ser al contado).
-¿Cuántos son los productores yerbateros en Misiones?
-Otro gran tema, se reabrió el registro de productores para hacer un nuevo registro y hasta ahí no está terminado.
-¿Por qué está todo tan tranquilo? El año tomaron el Inym, hicieron el yerbatazo…
-Hay una tensa calma y también hay mucha resignación, como dijiste, se hizo de todo, toma del Inym, tractorazo, un leve bloqueo de entrada a las Cataratas del Iguazú, yerbatazo, y no tuvo efectos, no fuimos escuchados.
-¿Te cansás al no ser escuchado?
-Sí, claro, cansa mucho, hay días que te da ganas de decir “me quedo en la chacra y no participo más en nada”, porque uno hace un desgaste terrible, nos movemos casi todo con plata nuestra, no tenemos sueldos de nada ni nadie, los que colaboran son muy pocos y decimos, mientras nosotros viajábamos a Buenos Aires y peleando, los demás siguen laburando en sus chacras. El Inym nos paga un viatico para una reunión en Posadas, pero hay muchas otras reuniones que cubrimos de nuestro bolsillo, entonces sin embargo vemos que mucha gente está muy piola criticando lo que intentamos hacer, pero nadie pone un peso para lo que corremos, con errores, o aciertos.
-¿Mejoró el INYM desde el año pasado?
-El INYM fue el caballito de batalla para la campaña política, todos sabían qué hacer, pero hoy son muy pocos los políticos que siguen llamando y preguntando, “¿qué pasa?, ¿cómo podemos resolver?”. Mucha gente presentó cartas documento contra el INYM y hoy no los ves a esos políticos. En cambio los que hacían menos alarde, hoy nos siguen preguntando, siguen acompañándonos.
-¿Por qué no se discute un precio a la salida de molino, que cubra para atrás los costos de toda la cadena?
-Yo no estaba como dirigente agrario cuando se discutió eso, me dijeron que todos estaban de acuerdo, que se fije un precio, pero sin embargo, nadie quiere saber nada. Parte de la industria esta resistencia.
Ficha personal
Nombre: Cristian Klingbeil
Estado civil: casado
Vive en Guaraní. Oriundo de Oberá.
Formación: Técnico electromecánico (EPET)
Cargo dirigencial: vicepresidente APAM y director suplente del INYM hasta la semana pasada.
Edad: 33 años (cumple el 9 de julio)
Ocupación: productor yerbatero y contratista tealero (cosecha y flete)