La economía del esfuerzo: qué estrategias usan los hogares para llegar a fin de mes
|
Getting your Trinity Audio player ready...
|
¿Cómo se hace para llegar a fin de mes? Esta es quizás una de las preguntas que más se realizan en el último tiempo en la Argentina, a partir del hecho de que el salario no logra recomposición plena, el consumo sigue mostrando señales a la baja (principalmente el de bienes esenciales) y los hogares tienen una realidad que no se condice con algunos indicadores oficiales.
Para evaluar la capacidad de las familias de hacer frente a sus gastos, solemos mirar siempre la curva de salarios y en base a ello, se sacan conclusiones: si creció por encima de la inflación, mejora la capacidad adquisitiva; si crece por debajo, entonces hay menos poder de compra. Hasta ahí suelen llegar los análisis. Pero a esto debe agregarse otra pregunta que se hizo algo más recurrente en los últimos años: si pierdo capacidad de compra por mi salario (o por otros ingresos no laborales como programas de asistencia social en determinados hogares), ¿entonces cómo compenso o cubro ese faltante? La primera respuesta es obvia: consumir menos. La segunda es algo más compleja: es identificar las estrategias de los hogares para hacerse de liquidez extra que permitan afrontar la mayor cantidad de bienes y servicios esenciales posible.
El análisis profundo de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de INDEC nos permite responder parte de esos interrogantes. Empecemos por el final: los datos muestran que el deterioro del poder adquisitivo de los hogares argentinos en general y posadeños en particular, a partir del hecho de que deben hacer mayores esfuerzos en implementar estas estrategias, que redundan en el corto y mediano plazo en endeudamiento o pérdida de capital propio.
Puntualmente, hay cinco preguntas que la EPH les hace a los hogares en torno a estas estrategias que señalamos. La primera de ellas es: ¿han tenido que gastar lo que tenían ahorrado? Al segundo trimestre del 2025, últimos datos disponibles, el 23,4% de los hogares de Posadas recurrió a esta estrategia, siendo que tres meses atrás (es decir, el 1° trimestre 2025) lo había hecho del 22,3% de los hogares. Peor aún, en el segundo trimestre pero de 2024, era “solo” el 16,0%. Es decir, la cantidad de hogares que usó ahorros en el último año creció casi en un 50% (46% para ser específico), incrementándose en 7,4 puntos porcentuales.
En el plano regional, Posadas muestra la segunda mayor proporción de esta variable analizada, sólo por detrás de Corrientes donde el 33,5% de los hogares usaron ahorros, aunque la diferencia entre ambos es que mientras que en Posadas creció en 7,4 puntos porcentuales interanual y +1,1 p.p. trimestral, en Corrientes cayó 10,8 p.p. interanual y -5,2 p.p. entre trimestres.
El promedio regional muestra que el 21,7% de los hogares del NEA usó esta estrategia, fuertemente afectado por bajos niveles en Gran Resistencia (14,8%) y Formosa (11,9%). En este punto, a modo complementario, debe considerarse la posibilidad (principalmente dado por los niveles salarios, de ingresos promedios históricos y de indicadores de pobreza) que las bajas proporciones observadas en los casos chaqueños y formoseños se deban no por una ausencia de necesidad, sino por ausencia de ahorros efectivamente disponibles para usarlos. Esta hipótesis agravaría el caso para esos aglomerados, debido a que si así fuese, hay menos hogares con capacidad de hacer frente a la crisis de ingresos familiares.
Por su parte, la media nacional muestra que el 35,3% de los hogares argentinos usaron ahorros para poder cubrir sus canastas de consumo, un valor muy inferior a los observados en Posadas.
Vamos a la segunda pregunta: ¿han tenido que pedir préstamos a familiares/amigos? En Posadas, al segundo trimestre 2025, el 4,6% de los hogares respondieron afirmativamente y el dato presenta dos variaciones distintas: por un lado, se reduce frente al dato de igual período de 2024 (fue de 5,0%) pero creció de manera significativa respecto al trimestre anterior (1° del 2025) cuando fue del 3,0%. En este caso, Posadas se ubica en el tercer lugar en el NEA, por debajo de Corrientes (16,3%) y Formosa (6,9%) y por encima del Gran Resistencia (1,9%). El promedio regional marcó 7,3% (traccionado por el caso correntino) por lo que Posadas quedó debajo de esa, mientras que el promedio nacional vuelve a ubicarse muy por encima de los niveles de la región (15,4% con +0,3 puntos trimestral).
En línea con esa segunda pregunta, viene la tercera: ¿han tenido que pedir préstamos a bancos y/o financieras? En Posadas, la cantidad de hogares que recurrieron a ello casi se duplicó: pasó del 10,7% en el primer trimestre del año al 20,3% en el segundo. Más fuerte aún es la variación si se la compara contra igual período del 2024: en ese momento, solo el 7,2% de los hogares usó ese mecanismo. Esta situación expone la fragilidad del ingreso corriente de las familias posadeñas, que cada vez con mayor frecuencia necesitan endeudarse para afrontar gastos básicos: el crédito, en este contexto, deja de ser una herramienta de progreso (para adquirir bienes durables, por ejemplo) y se transforma en cambio en una especie de salvavidas ante la pérdida del poder adquisitivo.
A su vez, esto agrava el riesgo de sobreendeudamiento en los hogares de ingresos medios y bajos.
Como dato complementario: según datos del BCRA, el otorgamiento de créditos a trabajadores formales de Misiones creció 99% al segundo trimestre 2025 respecto a igual período de 2024, pero el saldo de créditos en mora creció 269%. Esto generó que el porcentaje de crédito en mora sobre el saldo total otorgado pase de 3,1% a 5,8% en la provincia.
En la comparación regional, Posadas presenta la mayor proporción de hogares con uso de crédito bancario o financiero seguido luego por Corrientes (12,7%), mientras que el promedio regional se ubica en solo 10,2% por arrastre del Gran Resistencia y Formosa cuyos valores son muy bajos y es posible que se deba no a falta de necesidad sino a falta de acceso al crédito, ya sea por escasa oferta o por no estar en condiciones de cumplir los requisitos crediticios. A nivel país, el 14,1% recurrió a esta estrategia para poder llegar a fin de mes.
Como último comentario sobre esta tercera pregunta en particular, vale recordar que las respuestas de la EPH son brindadas directamente por los encuestados y, por lo tanto, pueden estar condicionadas por la interpretación que cada persona haga de la pregunta. ¿Por qué señalar esto? Porque es posible que haya hogares que utilicen, por ejemplo, adelantos de sueldo (una práctica común especialmente entre empleados públicos) que, desde el punto de vista técnico, constituyen préstamos bancarios de muy corto plazo, pero que las personas no perciben como tales. En consecuencia, pueden responder que no recurrieron a créditos con bancos o financieras, cuando en realidad sí lo hicieron.
Vamos a la cuarta pregunta: ¿han tenido que comprar en cuotas o al fiado con tarjeta de crédito o libreta? Bajo el supuesto de que el “fiado con libreta” ya está casi extinto, podemos deducir que esta pregunta apunta directamente al uso de cuotas en tarjeta de crédito para poder hacerse de una mayor cantidad de bienes y aliviar temporalmente la carga a pagar. Hace mucho tiempo viene hablándose de esto como una de las herramientas más usadas por las familias para poder hacerse de la mayor cantidad de bienes y servicios posibles ante la falta de liquidez, pero ¿esto es tan así?
Bueno, los datos muestran que si. En Posadas, el 62,5% de los hogares hizo uso de este mecanismo, creciendo de manera muy fuerte contra el trimestre anterior (era 47,7%) y mucho más contra igual trimestre de 2024 (marcó 39,7%). En el NEA, se posiciona en el segundo lugar por debajo del Gran Resistencia (69,5%) y por encima de Corrientes (47,8%) y Formosa (19,1%). La media regional marcó 53,3% y la nacional 49,9%, por lo que Posadas se ubica por encima de ambas. Este uso de cuotas para compras de bienes básicos tiene una correlación con los niveles de endeudamiento que ya vimos para el apartado de toma de préstamos bancarios: los hogares toman crédito para subsistencia, generando un sobreendeudamiento que no solo altera sus propias dinámicas económicos en el mediano plazo, sino que además corren riesgo de entrar en mora, como ya está ocurriendo.
Llegamos a la última de las preguntas vinculadas a las estrategias de los hogares, la quinta: ¿Han tenido que vender alguna de sus pertenencias? Esta es, probablemente, una de las estrategias más extremas, porque desnuda la urgencia de liquidez que lleva a las familias a deshacerse de su propio capital para poder afrontar gastos básicos. En Posadas, el 2,7% de los hogares manifestó haber recurrido a este mecanismo, cuando en el trimestre anterior había sido apenas del 0,8%, aunque todavía se mantiene por debajo del segundo trimestre de 2024, cuando alcanzó el 2,9%.
La evolución de estas respuestas refleja, en buena medida, el vaivén del ciclo económico reciente. Del 2,9% registrado en el segundo trimestre de 2024 (el momento más crudo de la recesión) se pasó al 1,5% en el tercero y al 0,7% en el cuarto, períodos en los que comenzó a percibirse cierta estabilidad, con una inflación a la baja y salarios que intentaban recuperar algo de terreno. Sin embargo, hacia 2025, y especialmente en el segundo trimestre, la situación volvió a deteriorarse con fuerza, lo que explica el repunte de esta estrategia y el retorno a niveles similares a los de inicios de 2024.
En el NEA, Posadas quedó por debajo de Corrientes (4,8%) y por encima del Gran Resistencia y Formosa (2,0% en cada caso) al tiempo que la media regional fue de 2,9% y la nacional de 9,4%. Por ende, el aglomerado misionero se ubica por encima de la región aunque bastante lejos de la media nacional.
En conjunto, estos datos pintan una postal de una Posadas donde los hogares están ajustando su economía doméstica por múltiples vías. El uso de ahorros, las compras en cuotas y el aumento del crédito son señales de una tensión que no cede: el ingreso disponible no alcanza para sostener el nivel de gasto corriente, y las familias agotan recursos futuros para sostener el presente. Así, las estrategias de supervivencia económica se convierten en un termómetro más preciso del malestar social que cualquier índice macroeconómico.
