La inflación de Brasil en todo 2023 será 4,8%, menor a la de diciembre de Argentina

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La inflación proyectada para Brasil durante todo 2023 será del 4,8%, un punto por debajo de la estimación de 5,8 por ciento para diciembre de 2022 en nuestro país, según estimaciones de ABECEB , la consultora fundada por Dante Sica, ex ministro de Producción de Mauricio Macri.

La fuerte respuesta que tuvo el Banco Central de Brasil antes la suba de precios derivó en un importante proceso de desinflación durante 2022 que continuaría el año próximo. Así, 2022 cerraría con una inflación del 5,7% i.a, muy lejos de Argentina que despide el año con una inflación cercana al 100 por ciento (96%).

Pero en lo que hace a la actividad, la balanza se inclina mejor para nuestro país. La economía local cerrará el año con un incremento previsto del 5,5%, mientras que la de nuestro vecino crecería 3,2% en 2022. Para 2023, y durante el primer año de gestión de Lula, se espera que  desacelere a +0,7% en 2023, una dinámica similar a la de Argentina, que crecerá cerca del 1%. 

La retracción de la economía de Brasil se dará fundamentalmente por una normalización de la actividad postpandemia, un menor crecimiento mundial, el efecto rezagado de la suba de la tasa Selic y el recorte del paquete fiscal extraordinario que dio el gobierno de Bolsonaro en el contexto de las elecciones. 

La industria de Brasil ya registró en agosto y septiembre una desaceleración creciendo el 2,4%, un nivel por debajo de la prepandemia (y un ritmo muy por abajo del 18,7% del pico en 2011. El comercio crece, pero a un ritmo del 0,7% acumulado en los últimos meses, y en cambio, los servicios llevan cinco meses consecutivos de crecimiento con un alza del 1,1%, el nivel más alto de la serie. 

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El empleo también muestra guarismos positivos: el desempleo bajó un 3,9% en el tercer trimestre (vs. El mismo período de 2021) y llegó al nivel más bajo desde 2015. 

La relación bilateral con nuestro principal socio en rojo

El déficit comercial bilateral acumulado hasta noviembre fue de USD 2.238 M, lo que representa un notable deterioro en relación con el saldo del mismo período del año pasado (USD -26 M). El saldo es producto de importaciones que crecieron 33,7% en lo que va del año, mientras que las exportaciones hacia Brasil lo hicieron en 13,1% i.a. 

De esta manera, luego del superávit excepcional de 2021, este año se encamina a cerrar con un déficit comercial bilateral en torno a los USD 2.400 M para la Argentina. De todas formas, vale destacar que este aún se encuentra casi un 30% debajo del promedio de -USD 3.500 en 2004-2018.

De cara al año que viene, si bien Lula podría buscaría una mayor integración regional en América del Sur y esto podría darle algún impulso adicional al comercio bilateral, el flujo comercial no debería variar sustancialmente, ya que aún faltan propuestas concretas para superar cuestiones estructurales. 

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Los principales obstáculos para la integración entre los vecinos son los siguientes: la volatilidad y las políticas macroeconómicas incompatibles en ambos países, la baja competitividad sistémica, excepto en sectores de alimentos, y en algunos nichos industriales y de servicios; y el escaso financiamiento para proyectos de integración regional.

En materia institucional: la falta de rumbo del Mercosur (ni zona de libre comercio, ni unión aduanera); barreras no arancelarias y excesiva burocracia intra-zona; escasos acuerdos más allá de lo estrictamente arancelario (servicios, inversión, compras públicas, propiedad intelectual, normas técnicas y laborales).Los obstáculos sectoriales son: el mayor tamaño relativo de las empresas brasileñas; problemas de infraestructura en ambos países, y estructura logística enfocada en el comercio extra-zona; la ausencia de fomento a nichos más competitivos o con mayor necesidad de inversión (Software, Biotecnología, Energía, Infraestructura); y la experiencia de políticas de integración productiva con escasos resultados. Otras trabas más específicas son los regímenes nacionales de promoción (Automotriz, Maquinaria, BK, Electrónica de consumo); las diferencias regulatorias (Farmacia, Alimentos), y las barreras fitosanitarias

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