La nueva batalla del periodismo político

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Cartagena, Colombia. Por Fernando Oz, enviado especial. Cómo el auge de las noticias falsas ha cambiado el clima de la cobertura periodística de la política y qué va a pasar si las plataformas de las redes sociales no hacen algo para frenar este fenómeno. Lo que quedó de XI Cumbre Mundial de Comunicación Política.

Para Martin Baron, director del Washington Post, el principal problema que está afrontando el periodismo en el mundo no es la cuestión del financiamiento ni cómo se adapta a las nuevas tecnologías, sino el auge de las falsas noticias. El tema lo trae el colombiano Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, ante un gigantesco auditorio compuesto en su gran mayoría por consultores en comunicación. A su izquierda lo observan los periodistas colombianos Juanita León, directora del portal La Silla Vacía; Camila Zuluaga, de la W Radio, y Carlos Cortés, de la Universidad de Los Andes.

“Gabriel García Márquez nos enseñó que en el periodismo, la técnica y la ética son inseparables como el sonido del moscardón”, dice don Jaime con voz pausada.

Después pasar tres días escuchando a más de un centenar de consultores políticos, oír aquella voz pausada, para un periodista, es como encontrar la última isla para naufragar y convertirla en una Ciudad Amurallada similar a la que se encuentra aquí, en Cartagena de Indias, donde se realizó la XI Cumbre Mundial de Comunicación Política.

Don Jaime abre el debate diciendo que “en economía siempre ha habido un principio, que ha sido clásico, que dice que la moneda mala desplaza a la moneda nueva en los mercados. Cuando circula, como está pasando en la época contemporánea de las redes sociales, tanta mentira disfrazada de información, que muchas veces es un negocio para quienes lo hacen –lo hacen por click, sabemos que las grandes plataformas premian las audiencias– pero también obedece a un negocio, muchas veces no manifiesto, que es el de la competencia política”. Lo dijo sin vueltas y ante el rostro desencajado de los cientos de consultores políticos que se encuentran en el auditorio. Con su voz pausada y de la manera más diplomáticamente posible, don Jaime les está diciendo que generan mentiras. En definitiva, lo que hay es lo que siempre hubo: “Una guerra de narrativas”. “Así como se hacen narrativas abiertas y claras, también hay narrativas oscuras de descrédito, de calumnias, de mentiras. Las mentiras falsas son muchas veces un recurso que se hace al accionar político”.

Para el director de uno de los organismos no gubernamentales más importantes del mundo que tiene el mejor oficio del mundo, “el periodismo está en una fase de debilitamiento histórico, mientras la comunicación está en una fase de auge formidable. Por cada periodista hay un número, yo diría incontable, de gente del lado de la comunicación. La lucha es desigual. Y dentro del periodismo, por supuesto, hay de todo: malo, regulares, buenos”.

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LA GUERRA CONTRA LA INFORMACIÓN FALSA

La Silla Vacía es un portal de noticias políticas que ya lleva ocho años y su creadora, Juanita León, ganó el año pasado el premio Gabriel García Márquez a la mejor cobertura política. Juanita decidió encarar una guerra contra las falsas noticias: “Si la gente está formando su criterio en base a lo que circula por WhatsApp, no es suficiente estar haciendo reportajes en la página si estamos compitiendo con otra información que está circulando por las redes. ¿Cómo hacemos para ir por donde está la conversación? y como la conversación está por WhatsApp, entonces comenzamos a hacer el detector de mentiras de lo que salía en WhatsApp”.

Don Jaime recuerda que “tradicionalmente la verificación de datos es una función periodística fundamental dentro del proceso editorial”, pero hoy en día “se ha convertido en una estrategia periodística específica que es coger el discurso público y chequear que lo que se dice en el discurso público corresponda a la realidad”.

El método de La Silla Vacía no parece ser muy complicado. Los lectores envían sus cadenas de WhatsApp con temas que tienen que ver con el poder, los periodistas del portal chequean esos datos y los devuelven con la condición de que sean los propios lectores quienes hagan circular la información real. Ahora reciben unas cincuenta cadenas por semana.

“El nivel de desinformación que circula por allí es realmente aterrador, pero lo más aterrador es la sofisticación con el que se lo hace”, destacó Juanita. La Silla Vacía también tiene una sección que se llama Quién es quién, en la que hacemos los perfiles de los poderosos. Y otra que es una especie de álbum del clientelismo y sus ramificaciones.

LOS RIESGOS DEL CONTROL DE CONTENIDO EN LA ERA DE LA POSVERDAD

El periodista Carlos Cortés, que fue director de una fundación dedicada a la libertad de prensa y luego estuvo un tiempo como encargado de asuntos corporativos de Twitter para América Latina, pone el pensamiento en el centro del blanco cuando habla sobre el futuro control del contenido.

Antes explica que las noticias falsas tienen una manera de operar distinta según la plataforma de la que se trate, posicionar un tema en Facebook es muy distinto a hacerlo en Twitter, o en Instagram. Las plataformas, dice Cortés, necesitan implementar algunos cambios, no sólo en sus servicios sino que también “en los algoritmos para enfrentar este problema”.

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Internet no es una tecnología escrita en piedra, sino que se encuentra en constante desarrollo: “La preocupación que me surge es qué tanto poder van a tener estas plataformas y sus intermediarios en la moderación de contenido. Ahora podemos ver, más o menos, cómo opera eso. Pero en el momento que ellos decidan ir un poco más lejos vamos a tener que estar sujetos a reglas de moderación y control de contenido que desconocemos”.

Ante esa lógica preocupación, la colega Camila Zuluaga cree que la mejor profilaxis está en la misma sociedad, en el público: “Si no hay un cambio de actitud de parte de la ciudadanía y de los consultores políticos, las plataformas van a comenzar a regular los contenidos”.

Camila destacó que el impacto negativo de los contenidos falsos difundido en internet como noticias atentan contra la democracia. Y lanzó, junto a otros periodistas, una campaña para contribuir a que la democracia encuentre en las nuevas tecnologías a un aliado, no una obstrucción para una deliberación pública, libre, plural y robusta.

Y don Jaime interrumpe con otro acierto: “Hoy en día estamos en una nueva etapa en la que con la herramienta de la comunicación al acceso de prácticamente todo el mundo, el periodismo profesional debe diferenciarse y distinguirse”.

Durante los tres días que duró la Cumbre Mundial de Comunicación Política, el término posverdad tuvo la presencia de un fantasma al que nadie llama. Aquel neologismo, que no sólo es construido por las noticias falsas, ensombrece todo el continente. Y así lo advierte Juanita León cuando dice que gente debe ser consiente “de todo lo que se pierde en una democracia cuando la falsa información comienza a contaminar las redes”.

Camila recuerda al público que “una de las estrategias que se están utilizando en las campañas, lo hemos visto en las últimas elecciones en Estados Unidos, es la de plantear la campaña atacando a los medios de comunicación y viendo al periodismo como el enemigo”… “eso puede ser muy rentable para la estrategia política, ahora a corto plazo. Pero eso le hace mucho daño a la democracia, y cuando no hay democracia las reglas del juego político cambian completamente y eso se ve en Venezuela”. Y es ahí donde Carlos rescata la utilidad de las redes sociales como una herramienta de construcción democrática: “En Venezuela una de las pocas cosas que no ha podido controlar el gobierno son las redes sociales”.

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