La recesión económica de 2016 implicó un aumento en el nivel de desocupación

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Según los datos del INDEC, en promedio esta tasa pasó del 6,5% al 8,5% de la población económicamente activa (PEA) entre 2015 y 2016. La Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires muestra un comportamiento similar, con un incremento en esta tasa del 7,8% al 9,2% en el mismo período.

Ambas mediciones indican que se trató de un incremento de la tasa de desocupación porque más personas salieron a buscar trabajo sin encontrarlo, en un escenario de caída en los ingresos reales familiares e incertidumbre laboral.

En paralelo con el aumento de la desocupación, se produjo un incremento de la subocupación, es decir, la proporción de personas que trabajan menos de 35 horas semanales por causas involuntarias y están dispuestas a trabajar más horas. Este indicador pasó de 8,4% sobre la PEA en el promedio de 2015 a 10,6% en 2016, según INDEC.

Si bien en términos globales la tasa de empleo se mantuvo estable, la situación fue heterogénea para distintos grupos de población.

En particular, para los jefes de hogar, cuyos ingresos son fundamentales para el sostén de sus hogares, se observa una notoria disminución tanto en la tasa de empleo como en la tasa de actividad.

Mientras que en el 2° trimestre de 2015 la tasa de empleo era de 67,2%, disminuyó a 64,0% en el 4° trimestre de 2016.

En el mismo período, la tasa de actividad se redujo de 69,5% a 66,4%. Esta caída en la tasa de actividad podría asociarse con un efecto desaliento, y puede pensarse que el incremento de la desocupación habría sido aún mayor de no mediar esta disminución de la actividad de los jefes de hogar.

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En términos de género, se observa que las mujeres vieron incrementada su tasa de empleo y de actividad, mientras entre los varones el empleo prácticamente no varió.

A su vez, mientras la tasa de empleo cae levemente para los jóvenes y personas en edades centrales, se incrementa para los adultos mayores.

La proporción de asalariados registrados cae desde 51,3% en el segundo trimestre de 2015 a 50,1% en el 4° trimestre de 2016, mientras que crece el peso de los no asalariados, es decir, fundamentalmente, trabajadores por cuenta propia.

Mientras tanto, el peso de los asalariados no registrados se mantiene en torno al 25% del empleo total; medido sobre el total de asalariados alcanza al 33,6%.

Este cambio ocurre porque mientras que los asalariados registrados prácticamente se mantienen sin cambios en términos absolutos, se expanden las otras dos categorías, en especial, los no asalariados. Este comportamiento es consistente con un fuerte incremento de los trabajadores independientes que tributan como monotributistas y monotributistas sociales, según datos de AFIP.

Mayor brecha entre ingresos laborales

En un contexto de inflación y caída en el poder adquisitivo de los ingresos provenientes del trabajo, los asalariados que no tienen registrada su relación laboral son los que más han perdido.

Estos trabajadores tienen salarios promedio que representaban el 47% de las remuneraciones de bolsillo de los asalariados registrados en el 2° trimestre de 2015 y que en el 4° trimestre de 2016, con $6.321 en promedio, representaron sólo el 44% del promedio de $14.399 de los registrados.

Los no asalariados, con $ 9.783 de promedio, ganan 32% menos que los asalariados registrados, proporción que se mantuvo prácticamente sin cambios desde 2015.

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Las mayores caídas de puestos de trabajo registrados en el sector privado se observan en la industria, las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler y la construcción.

La industria acusó 52.800 asalariados registrados perdidos entre noviembre de 2015 y febrero de 2017, lo que representa una caída del 4,2%.

La construcción tuvo una tasa de caída similar (4,5%), que implicó casi 20.300 puestos menos.

Las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler son uno de los sectores de servicios que también se han visto seriamente perjudicados en términos de empleo, con 24.000 asalariados menos y una caía de 2,8%.

Se destaca asimismo el sector de minas y canteras, que con un nivel de empleo general mucho menor que los otros sectores, perdió casi 7.800 puestos (-9,0%).

Entre los sectores en los cuales se ha creado empleo registrado, sobresalen la salud privada (+4,3%), la enseñanza privada (+2,0%) y electricidad, gas y agua (+3,2%).

 

La aceleración del proceso inflacionario conllevó una caída significativa del salario real y, en menor medida, del empleo asalariado privado.

Ambas cuestiones, pero fundamentalmente la retracción salarial, indujeron una contracción de la masa salarial en relación al producto bruto interno.

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