Los déficits y excesos hídricos que se vienen y habrá que manejar

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Con la producción agropecuaria enfrentando eventos climáticos cada vez más extremos, incluso en una misma campaña agrícola, conocer lo que pueda ocurrir en los próximos años, al menos con proyecciones y datos en la mano, es un ejercicio que encierra un valor tanto para la ejecución de políticas públicas de mitigación como de manejo por parte de los mismos productores agropecuarios o de empresas ligadas a los insumos, como las semillas.
La Nación – ¿Qué esperar de los riesgos de déficits o excesos hídricos en relación con la situación actual? ¿Se pueden tener mapas por cultivos por regiones? Para bucear estas respuestas hay que ver un trabajo que se acaba de concluir en la Secretaría de Gobierno de Agroindustria de la Nación y que sus autoridades darán a conocer al sector el 29 del actual.
Desde hace años, la Subsecretaría de Agricultura de esa cartera, a través de la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA), viene monitoreando reservas de agua en el suelo y se realizan mapas de riesgo de déficit y excesos hídricos para los principales cultivos en sus períodos más críticos.
En este contexto, teniendo en cuenta diversos escenarios de cambio climático, se amplió el análisis de los mapas de riesgo. Para ello se usaron series de datos meteorológicos revisadas y publicadas a partir de la Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático y se elaboraron mapas que permiten comparar niveles de riesgo en relación con la disponibilidad de agua para maíz, soja, girasol, trigo y algodón para el período 1980-2010 con los previstos para lo que se denomina el futuro cercano, hasta 2039.
Todo esto en función de dos escenarios de cambio climático, uno de emisiones moderadas de gases de efecto invernadero (RCP 4.5) que considera algunas acciones de mitigación y otro más extremo (RCP 8.5), donde sigue la tendencia actual de emisiones, según explicaron a LA NACION Luis Urriza, subsecretario de Agricultura; Martín Moreno, director nacional de Estimaciones Agrícolas y Delegaciones, y Sandra Occhiuzzi, coordinadora de la ORA.
“El cambio climático vino para quedarse y eso es un hecho. Frente a esto se cuenta con opciones de mitigación y adaptación. Desde el gobierno nacional, llevamos a cabo estas herramientas que permiten la implementación, por una parte de políticas públicas como acciones de infraestructura, logística, estrategias de rotación de cultivos. A la vez que al productor le permite ajustar el manejo de los cultivos y anticipar desarrollos tecnológicos más útiles ante nuevos escenarios”, señaló el secretario de Gobierno de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, sobre ese informe.
¿Y qué revelan esos mapas? En general, hay tanto aumentos como bajas previstas en los niveles de riesgo y esto en función de las zonas y momentos de vulnerabilidad de los cultivos.
En Agroindustria se evaluaron cambios en las lluvias esperadas para cada mes. Al respecto, en los meses de otoño se prevé un incremento de más de 50 mm, que, dicen en la cartera oficial, “en marzo y abril se concentrará en Chaco y Corrientes”. Como efecto, en el NEA esto implicará una suba del riesgo de excesos hídricos al momento de la cosecha de soja y algodón de entre un 10 y un 25%. Según explicaron los expertos, esto ocurriría aún en un escenario moderado de emisiones.
Para el maíz, que debe contar con agua en floración, y para siembras tardías más comunes en el centro norte, esa etapa ocurre en febrero. Según el trabajo, una reducción esperada de entre 10 y 35 mm en la precipitación mensual, con más evapotranspiración, subiría el riesgo de déficit hídrico para el maíz tardío entre un 10 y un 25% en Chaco, Santiago del Estero y Corrientes, por ejemplo.
Para la zona núcleo, el incremento en las precipitaciones de otoño también se dará en esa región. ¿De qué manera? “Aumentando el riesgo de excesos hídricos a cosecha entre un 10 y un 40% en comparación con el período 1980-2010”, explican en Agroindustria.
En cambio, podría darse “un riesgo menor de déficit hídrico en el período crítico de llenado de granos de la soja entre 10 y un 40%, como así también durante la floración del maíz de siembra temprana, entre un 10 y un 25%”.
Para el sudoeste y el oeste de Buenos Aires, habría un efecto positivo porque se favorecerían por una baja del riesgo de déficit hídrico para la soja de primera y el maíz. Esa disminución del riesgo sería de hasta el 40% en algunas zonas del oeste bonaerense y La Pampa. “Sin embargo, para la soja de primera el incremento de riesgo de excesos hídricos entre madurez fisiológica y cosecha se elevaría entre un 25 y un 50%, especialmente en el sector noroeste de Buenos Aires”, alertan.
En tanto, según el trabajo, en el sudeste bonaerense tanto para el escenario de emisiones moderadas como extremas las lluvias previstas para diciembre podrían bajar entre 10 y 30 mm en la región. ¿Cómo influirá esto? De acuerdo con la investigación, “este factor explica, en gran medida, el aumento del riesgo de déficit hídrico durante la floración del maíz en esta región, que podría aumentar en el futuro cercano hasta un 25% respecto del pasado”. Como punto favorable, en cambio “serían mejores las perspectivas para la soja de primera, previéndose una disminución del riesgo de déficit hídrico en el futuro entre un 10 y un 40%”.
El paso a paso de una adaptación inteligente al clima
El trabajo de la Secretaría de Gobierno de Agroindustria se hizo en el marco del Proyecto de Adaptación y Resiliencia de la Agricultura Familiar del Nordeste de la Argentina ante el impacto del cambio climático y su variabilidad. Sin embargo, se hizo una ampliación que permitió cubrir otras regiones agrícolas claves para la producción agropecuaria.
Enfocado en la obtención de mapas de riesgo de déficit y excesos para los cultivos de secano para el futuro cercano, 2015-2039, se usaron series de datos meteorológicos y previamente se realizaron evaluaciones de las variables de entrada para el modelo de balance hídrico (BH) de la Oficina de Riesgo Agropecuario. Se obtuvieron mapas de medias mensuales de temperaturas, lluvias, evapotranspiración potencial y media mensual.
Todo esto para comparar riesgos actuales con los previstos para ese horizonte de años. Como ya se mencionó aparte, se consideraron escenarios moderados y de crecimiento de las emisiones. Después se corrieron modelos que permitieron identificar lo que podría ocurrir en materia de déficits o excesos.
El trabajo que se hizo en Agroindustria permite trabajar sobre políticas públicas y, además, abre numerosas preguntas para el manejo que deberán hacer el productor y las empresas. Algunas de ellas tienen que ver con las variedades que podrían adaptarse mejor ante los distintos escenarios. Esto también significa hacer un planteo por el lado de la genética que tendría que poner foco tanto sobre las sequías como en los mayores riesgos de excesos.
Aquí también entrarán a jugar aspectos vinculados con la rotación de los cultivos e, inclusive, los cultivos de cobertura que pueden prestar una ayuda ante situaciones que requieran atender los excesos hídricos. Dicho de otra manera, se acrecentará la necesidad de trabajar sobre la adaptación de la producción a los diversos escenarios. “Puede haber amenazas, pero también oportunidades”, destacó el subsecretario de Agricultura, Luis Urriza. En la cartera oficial remarcan que el trabajo que se hizo es un paso en la dirección a la adaptación al cambio climático.

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