¿Los impuestos que pagamos son muchos? ¿Es mucho?

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Escriben Guillermo Knass, y Martín Leiva Varela, ECONEA.  El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne constantemente en todos los anuncios que realiza afirma que se viene una reforma tributaria integral en la Argentina. Cuando se plantea una modificación al sistema tributario vigente es porque la cosa anda muy mal, pero ¿qué es lo que anda mal?

Algunas cuestiones que tenemos que entender para saber si los impuestos que pagamos están bien o mal:

  • Suficiencia: Los impuestos que pagamos deben alcanzar a cubrir todas las necesidades públicas, reza una cualidad del buen sistema tributario, según estimaciones el país tiene un déficit de entre 7 y 8 puntos del PBI. El tercero más alto de la historia según Economía&Regiones (consultora fundada por el ministro del Interior, Rogelio Frigerio) aquí hay que analizar el resultado fiscal desde dos puntos de vista:

O se está recaudando muy poco, esto quiere decir que la gente puede pagar más y no lo está haciendo; o se está gastando mucho y por más que suban las alícuotas o se creen nuevos impuestos, el Estado no va a poder recaudar más porque la actividad económica (base de toda recaudación impositiva) no permite recaudar más.

 

 

Como se aprecia, la recaudación no alcanza a cubrir los gastos actuales del Estado. Además como el déficit actual se va financiando con endeudamiento, a futuro se puede ir corrigiendo el déficit primario pero se irá agravando el déficit financiero que es el que resulta de pagar los intereses de la deuda.

  • Progresividad: La progresividad es fácil definirla en teoría, implica que aporten más los que más tienen. En este caso el impuesto a las Ganancias es más progresivo que el IVA. Entonces hagamos un solo impuesto que recaude y reemplace a todos los demás y sea de carácter progresivo. Pero el sueño del impuesto único es imposible porque muchas veces los impuestos más justos son más difíciles de recaudar o más costosos de administrar. Por eso tenemos tantos impuestos.
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Como se ve, en 2016 los impuestos PROGRESIVOS nacionales (Ganancias, Bienes Personales etc.) recaudaron apenas un 5,79% del PBI, mientras que los impuestos más neutros o regresivos (IVA es el principal) recaudaron el 10,82 % del PBI. Porque son más sencillos de administrar.

Aquí es donde lo ideal toca con lo real, los impuestos progresivos dependen más de las declaraciones personales de los contribuyentes y en países con baja cultura tributaria tienden a pagar lo menos posible.

Aparte, hablar de progresividad solo mirando impuestos es muy limitado. La progresividad es un concepto que hay que analizar globalmente en la acción del Estado; o sea mirar de quien recauda (los recursos) y en quien gasta (gasto público, subsidios, etc.).

En síntesis, un Estado es progresivo si distribuye más entre los que menos tiene combinando los impuestos con los gastos.

Lo que sí es innegable es el incremento de la presión tributaria en los últimos años. Como se aprecia en el cuadro anterior en Argentina en el año 2004 los impuestos se llevaban el 24,65 % del PBI, mientras que el año pasado se llevaron el 32,14 %.

Si a esto se le suma que el déficit fiscal es del 7% del PBI, necesitaríamos que los impuestos recauden el 40% del PBI aproximadamente para cubrir el nivel actual de gastos del Estado. Esto es considerando que la actividad estatal es suficiente o a lo sumo hay margen para cambiar gastos superfluos por otros necesarios.

Para saber si es mucho o poco comparemos con otros países del mundo:

 

 

Como vemos la presión fiscal analizada por si solo dista de ser concluyente, si miramos a Europa y la calidad de sus servicios públicos diríamos que el modelo es pagar altos impuestos y tener un Estado de bienestar fuerte, como por ejemplo, en Francia y Alemania, pero también en esta franja encontramos a Grecia con una situación fiscal inmanejable que cada tanto lo pone al borde de caerse de la zona del Euro y con cada vez más protestas sociales.

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En la franja de presión media tenemos a Argentina, Japón, Brasil con realidades muy distintas entre sí.

Entre los de menor presión, de menor presencia estatal, tenemos por un lado a Paraguay, como así también a Estados Unidos.

Conclusión:

Recaudar más o menos no se correlaciona con el éxito ni con el fracaso del crecimiento y la inclusión social. Debemos incorporar al análisis cuanto debemos gastar de acuerdo a las realidades y las posibilidades de la economía actual.

Al progresismo hay que mirarlo desde la acción integral del Estado, tanto desde lo que recauda como desde lo que gasta.

Existen más de treinta impuestos nacionales, a lo que hay que sumarle otra tanda de provinciales y tributos municipales.  

Esto hace que el cumplimiento de las obligaciones de los ciudadanos sea algo realmente complejo, vendría bien una reforma pero enmarcada en un modelo integral de estado que determine también un modelo de país más justo y solidario con sus ciudadanos y más responsable con sus finanzas.

 

 

 

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