Luigi Mangione: ¿Justiciero o Criminal? El Caso que Sacudió a UnitedHealthcare
El pasado 4 de diciembre, un hombre encapuchado disparó por la espalda al CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson. Las tres balas que atravesaron su cuerpo llevaban inscritas palabras tan frías como simbólicas: “Deny” (Negar), “Defend” (Defender), y “Depose” (Destituir). Cinco días después, cuando su atacante fue detenido, ya no era visto como un simple asesino.
El encapuchado se había convertido en un símbolo.
Las redes lo bautizaron como el “vengador de la clase trabajadora”, aunque otros lo calificaron como un eco moderno de Unabomber. Pero, ¿quién es realmente Luigi Mangione? ¿Un héroe popular? ¿O solo un hombre que decidió quitarle la vida a otro?
Mangione, un joven de 26 años, se volvió viral en cuestión de horas. El relato predominante lo presentaba como un ciudadano ejemplar que decidió hacer justicia por su cuenta contra la figura más reconocible de una de las empresas más odiadas de Estados Unidos.
Sin embargo, antes de juzgar la moralidad de su acto, conviene observar las cifras.
UnitedHealthcare no es cualquier empresa. Es la aseguradora de salud más grande del país, y sus precios lo reflejan. Una mensualidad promedio ronda los $500 dólares (aproximadamente 750.000 pesos argentinos).
Thompson, tras el ataque, fue trasladado a un hospital donde falleció pocas horas después. Pero si hubiera sobrevivido, ¿cuánto habría costado su recuperación?
Según un estudio de la National Library of Medicine (2022), estos son los costos promedio por herida de bala en centros de trauma de nivel 1: Heridas abdominales: $66,780; Heridas de tórax: $3,986; Tejidos blandos: $3,509; Extremidades: $19,875; Cabeza o cuello: $64,533
En el caso de Thompson, se sabe que fue herido en la espalda, pantorrilla y pecho, lo que implicaría un costo estimado de $27,847 dólares (aproximadamente 28.3 millones de pesos argentinos).
¿Quién hubiese pagado esa factura? Los clientes de UnitedHealthcare.
Aunque la aseguradora afirma estar “contigo en lo que importa”, la realidad es que el 15% de sus ingresos proviene de las inversiones de sus accionistas. Si, UHC Group, cotiza en la bolsa de valores. Y, como es de esperar, los intereses de esos accionistas importan tanto –o más– que la salud de sus clientes. Dos gigantes controlan casi una cuarta parte de UnitedHealthcare: Vanguard Inc. y BlackRock. Esto plantea una pregunta incómoda: ¿es realmente el cuidado del paciente la prioridad de una empresa que, al mismo tiempo, debe rendir cuentas a las dos mayores gestoras de activos del mundo?
La empresa ha sido denunciada innumerables veces por el uso de I.As incompetentes que daban altas prematuras a tratamientos incompletos, restringian el uso de medicina e instrumentos médicos con el fin de ahorrar costos “innecesarios”, por ejemplo, negando respiradores a personas con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad que supo padecer el recientemente fallecido físico teórico Stephen Hawking.
También se denunció a UnitedHealthcare por el sesgo racial de su IA de atención al cliente. En noviembre de 2023, una demanda colectiva afirmó que la aseguradora utilizaba IA para denegar reclamaciones de Medicare Advantage, afectando especialmente a comunidades marginadas al reemplazar el juicio humano con decisiones automatizadas erróneas.
Sin embargo, puede que Luigi Mangione no trascienda como el héroe que encendió la chispa de una revolución. La viralidad del lema #FreeLuigi parece tener más relación con el fenómeno del “Pretty Privilege” –el privilegio de aquellos con atractivo físico– que con un cambio social real.
Mangione está en boca de todos, pero difícilmente esto se sostendrá. Basta recordar a Aaron Bushnell, el militar estadounidense que se inmoló frente a la embajada de Israel en febrero, gritando ¡Free Palestine! hasta su último aliento. Aunque su acto quedó grabado en la historia, no hubo consecuencias significativas para las prácticas genocidas del régimen sionista.
Ojalá me equivoque. Porque, mientras avanza esta década, el horizonte se oscurece con crisis sociales y climáticas. Necesitamos actos de heroísmo que vayan más allá de desencadenar una cacería humana de CEOs y que apunten directamente a las causas profundas de los problemas crónicos que enfrenta nuestra sociedad.