El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y su par de Estados Unidos, Donald Trump, mantuvieron este domingo una reunión bilateral en el marco de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), celebrada en la capital malaya. El encuentro, que se desarrolló en un clima de tensión por la reciente imposición de aranceles del 50% a las exportaciones brasileñas, marcó un intento de distensión en la relación entre ambos países.

“Tuve una gran reunión con el presidente Trump la tarde de este domingo, en Malasia. Discutimos de forma franca y constructiva la agenda comercial y económica bilateral. Acordamos que nuestros equipos se reunirán inmediatamente para avanzar en la búsqueda de soluciones para los aranceles y las sanciones contra las autoridades brasileñas”, escribió Lula en su cuenta de X al finalizar el encuentro, al que calificó de “excelente”.

Por su parte, Trump se mostró optimista al inicio de la reunión: “Es un gran honor estar con el presidente de Brasil, un gran país. Creo que podremos lograr muy buenos acuerdos para ambos países. Siempre hemos tenido una buena relación y creo que continuará así”.

Ambos mandatarios coincidieron en la necesidad de recomponer los vínculos económicos tras la decisión de Washington de aplicar un arancel del 50% a productos brasileños. La medida fue interpretada por Brasilia como una represalia política por la condena del expresidente Jair Bolsonaro, aliado de Trump, a 27 años de prisión por intentar impedir la toma de posesión de Lula tras las elecciones de 2022.

El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, explicó que Lula pidió la suspensión temporal de los aranceles durante el periodo de negociación. “El presidente reiteró la solicitud y el presidente Trump se comprometió a instruir a su equipo para iniciar hoy mismo una negociación, porque espera que esto se resuelva muy rápidamente”, detalló.

Vieira describió el encuentro como “distendido y muy alegre” y reveló que Trump expresó “admiración por la carrera política del presidente Lula y por haber demostrado su inocencia tras años de persecución judicial”.

Sin embargo, el tono cambió por momentos. En declaraciones previas a la reunión, Trump elogió públicamente a Bolsonaro: “Siempre me ha gustado. Me siento muy mal por lo que le ha ocurrido”. Ante una pregunta sobre si trataría el tema del exmandatario brasileño, Trump respondió: “No es asunto suyo”, en referencia a Lula.

Durante el encuentro, el líder brasileño también solicitó la suspensión de la aplicación de la Ley Magnitsky contra el juez del Supremo Tribunal Federal Alexandre de Moraes, su esposa y otros ciudadanos brasileños. La norma permite sancionar a individuos acusados por Washington de violaciones a los derechos humanos o corrupción.

Impacto económico y contexto global

El encuentro bilateral se produce en un contexto de recomposición de las alianzas comerciales globales. La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha desplazado parte de la demanda agrícola hacia Brasil, que se consolidó como principal proveedor de soja del gigante asiático. Según estimaciones del Ministerio de Agricultura brasileño, las exportaciones del grano alcanzarán los 102,2 millones de toneladas hasta octubre, superando los volúmenes de 2023 y 2024.

Vieira subrayó que los aranceles impuestos “no son justos”, dado que Brasil mantiene un déficit en su balanza comercial con Estados Unidos. “El proteccionismo no beneficia a nadie en este momento de recuperación global”, advirtió.

El diálogo en Kuala Lumpur es visto como un punto de inflexión. Lula y Trump ya habían coincidido brevemente durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre, y mantuvieron una conversación telefónica a principios de octubre que sirvió como antesala del encuentro.

Ambos gobiernos anunciaron que sus equipos técnicos retomarán las negociaciones “de inmediato” para revisar las medidas arancelarias y definir un nuevo marco de cooperación económica.

Mientras tanto, Trump aprovechó su presencia en la cumbre de la ASEAN para firmar varios acuerdos comerciales y proclamar un “acuerdo histórico de paz” entre Tailandia y Camboya, reforzando su agenda internacional en vísperas del año electoral en Estados Unidos.