Omisiones y falsedades de las energías renovables sesgadas
Escribe MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ, Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
Eólicas y solares las defino como “renovables sesgadas”, pues las leyes específicas de Argentina, contra toda lógica técnica y realidad empírica, excluyen del concepto legal de “energías renovables”, a las hidroeléctricas de más de 50 MW.
Eso es una amañada incoherencia, cargada de ignorancia cuando no de maliciosidad, por parte de los volubles legisladores, influidos o presionados por los personeros de adentro y de afuera, de esos intereses creados, que buscan claramente imponerlas al como sea, obedientes de agendas transnacionales del Bloque Atlantista, pero de cuya obediencia ciega también se benefician potencias extra atlantistas, como China, gran exportador de paneles solares, y los europeos, proveedores de centrales eólicas.
Excluyendo a hidroeléctricas del concepto legal, les impiden acceder a la sumatoria de ventajas y facilidades montadas a favor de las “renovables”, y a la vez esos intereses creados buscan anular la competencia, pues las hidroeléctricas generan Energía de Base (no como eólicas y solares, que son intermitentes), y sus costos reales por kWh son sensiblemente menores, entre otras ventajas a favor de la hidroelectricidad.
Se analizan datos no difundidos, tergiversados, o falsos de “renovables”.
– Se promocionan como “energías limpias”, ocultándose los muchos costos ambientales, cuidadosamente omitidos por sus promotores. Contaminan al fabricarse, transportarse, instalarse, mantenerse durante sus breves vidas útiles, y finalmente disponer de sus residuos al término de uso.
– Contaminan más aun, si se utilizan acumuladores (baterías) para almacenar energía, salvando con eso las intermitencias, pero los ácidos y otros componentes tóxicos de las baterías, son de difícil neutralización, al término de las muy cortas vidas útiles de las baterías.
– Se omiten las protestas de pobladores, que se oponen a sus instalaciones, por las muchas molestias y perjuicios que ocasionan. Entre otros problemas, las extensiones de tierras inutilizadas en torno a las eólicas, como “área de seguridad” para evitar daños a personas y animales, por desprendimientos de partes y de bloques de hielo, esto en zonas frías; los desmontes y derribos de flora, desproporcionados para las casi irrelevantes capacidades productivas de solares; y tanto en eólicas y solares, las problemáticas disposiciones finales de sus componentes, no biodegradables e incluso contaminantes (como los lubricantes en las eólicas y componentes tóxicos de los paneles, además de vidrios astillados y peligrosos, de las solares).
– Las eólicas causan ruidos molestos, que alteran a pobladores cercanos, y operan como degolladores de pájaros, entre otras consecuencias nada “ecológicas”.
– Tampoco se registran correctamente, las contaminaciones de centrales termoeléctricas, que deben funcionar como respaldos, en muchos casos “en caliente” (funcionando) de las “renovables”, para suplir los baches de generación.
– Los ya mencionados acumuladores, ocupan espacios desproporcionados que impiden su utilización para grandes potencias. Por algo, la vieja Europa, con muchas inversiones en eólicas y solares, no aplica la “solución” teórica de los acumuladores, que evidencian ser hoy por hoy inaplicables para muy grandes potencias, como las del sistema interconectado de la Unión Europea. Por eso consumen petróleo, gas y carbón, y en el caso de Francia y el Reino Unido, apelan a la energía nuclear.
– No se expone con claridad y precisión, a cuanto ascienden por kWh, las sumatorias de “ventajas especiales” con las cuales se favorece a las eólicas y solares, para con eso impedir que, por sus altos costos reales, queden totalmente fuera de competencia, frente a otras tecnologías de generación. Esas “ventajas especiales”, forman un enmarañado combo de exenciones impositivas, facilidades financieras, subsidios y otras ventajas que parecen configurar un cuadro claramente abusivo, el cual incluye incluso la prioridad para el despacho de energía (venta al sistema interconectado o a usuarios determinados), sin importar que, al momento de despachar esas energías, existan otros generadores que puedan abastecer a costos inferiores.
– Lo lógico sería que eólicas y solares aporten algún tipo de soluciones, así sea parciales, adaptándose a las necesidades del servicio público. Pero por el contrario, y bajo constantes presiones de los “medios especializados”, y seguramente con gestores que operan para eso, todo funciona al revés, pretendiendo que las otras usinas operen para facilitar el funcionamiento de las “renovables sesgadas”, incluso obligando a hacerlas funcionar por fuera de sus especificaciones técnicas, con lo cual no solo se desperdicia capacidad de generación más económica y de mejor calidad, sino que se atenta contra la vida útil de cada central obligada a operar con paradas, arranques, picos y valles de generación, en los casos de usinas diseñadas para operar en forma constante. Según referencias de buena fuente, eso se está buscando implementar en los casos de grandes hidroeléctricas, y no sería raro que buscaran imponer lo mismo para las centrales nucleares, las que por diseño y especificaciones técnicas deben generar a pleno, como bases del sistema eléctrico.
– Los costos reales de generación, por kWh, de eólicas y solares, brillan por sus ausencias, en medio de las densas palabrerías que a diario se publican en “medios especializados”, en comentarios de “periodistas especializados”, así como en expresiones de dirigencias políticas involucradas o que apoyan de uno u otro modo, a esas poco eficientes y nada limpias generadoras eólicas y solares
Muy pocos o casi nadie parece tener conciencia que, si nuestro país acepta mansamente las imposiciones de los sectores del Poder Transnacional que buscan imponer matrices eléctricas basadas en “renovables sesgadas”, iremos directamente a un pernicioso cuadro de pobreza energética, de doble efecto, por costos muy altos de generación, y por problemas técnicos en el sistema interconectado, a consecuencia de las intermitencias del servicio, que pueden obligar a implementar costosas soluciones de apuro, en vez de cuidadosas inversiones en planificaciones a largo plazo que busquen eficiencia y solvencia técnica, imprescindibles para sustentar nuestro necesario desarrollo socio económico.