¿Por qué cae la desocupación?

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Informe de lTE – Fundación German Abdala

El INDEC dio a conocer las tasas e indicadores del mercado de trabajo correspondientes al segundo trimestre de 2021. La tasa de actividad se ubicó en 45,9%, la de empleo en 41,5% y la de desocupación descendió a 9,6%.

Es importante señalar que el relevamiento de campo de la EPH continuó afectado por la pandemia y las medidas de aislamiento y distanciamiento. Al igual que los cuatro trimestres anteriores, se utilizó la modalidad mixta para el relevamiento, realizando las entrevistas tanto de manera presencial como telefónica. Esto genera un aumento de la no respuesta y afecta la calidad de la muestra. Si bien es la medición del mercado laboral argentino más exhaustiva con la que se cuenta, por lo que debemos utilizarla, veremos que los datos difieren de los expuestos por las estadísticas de empleo registrado (SIPAMTEySS).

Las conclusiones que se desprenden del análisis de la EPH deben ser tomadas con cautela.

El mercado laboral tiene comportamientos estacionales y, por lo tanto, los resultados de un trimestre solo deberían compararse con los del mismo trimestre de años anteriores. Sin embargo, la excepcionalidad que supone la pandemia hace que las comparaciones intertrimestrales sean también relevantes, para poder captar si los indicadores se recuperan luego del momento en el que se dieron las mayores restricciones a la movilidad.

Hechas estas salvedades, los datos correspondientes al segundo trimestre de 2021 muestran una caída en la cantidad de personas desocupadas, tanto respecto del trimestre anterior como respecto de la pre-pandemia. Sin embargo, como se observa en la tabla a continuación, esta caída se explica por el aumento en la cantidad de personas inactivas y no por un crecimiento del empleo, que se frenó luego de tres trimestres de recuperación sostenida y se mantiene 92 mil puestos abajo del II-19.

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El aumento de la inactividad respecto del primer trimestre de este año puede deberse a la intensificación de las restricciones a la actividad por el fuerte crecimiento de los casos de COVID-19 que se produjo durante la “segunda ola” en mayo y junio. Recordemos que en el II-20, el trimestre más afectado por el Aislamiento, Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), la caída del empleo no se evidenció como una caída de la desocupación sino, precisamente, como un aumento de la inactividad.

Sin embargo, el hecho de que la transición haya sido desde la desocupación hacia la inactividad (y no desde el empleo hacia la inactividad) podría estar indicando también la –preocupante- presencia del “efecto desaliento”. Esto es, que las personas desocupadas se retiraron del mercado de trabajo desanimadas luego de infructuosas búsquedas laborales.

Resta ver qué sucede en los próximos trimestres, de la mano de la paulatina normalización de la actividad producto del avance de la vacunación y la baja sostenida de los casos. Por el momento, en esta baja de la desocupación hay pocos elementos para celebrar.

Por otra parte, la EPH muestra un crecimiento del trabajo asalariado registrado (+143 mil puestos respecto de I-21) que, ya desde el trimestre anterior, se habría ubicado por sobre los niveles pre-pandemia (+96 mil puestos respecto del II-19). En cambio, los datos del SIPA publicados por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, muestran un panorama menos alentador. El conjunto del empleo asalariado registrado público, privado y en casas particulares, medido con estacionalidad, aumentó en 50 mil puestos respecto del trimestre anterior, pero se mantiene 159 mil puestos por debajo del II-19. Es decir, la EPH está sobrecapturando la recuperación del empleo registrado.

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En cuanto al resto de las categorías ocupacionales, el trabajo asalariado no registrado permanece deprimido (349 mil puestos menos que en II-19). El cuentapropismo ha retrocedido en los dos últimos trimestres: 263 mil cuentapropistas menos que en el IV-19, cuando alcanzó su valor máximo. Aun así, permanece 151 mil puestos por encima del nivel pre-pandemia (II-19), lo que muestra que parte de la recuperación del empleo ocurrida en los últimos trimestres continúa siendo autoempleo. La conclusión que parece desprenderse de aquí es que en el II-20 se produjo la destrucción de unidades productivas informales y muchas de las personas empleadas allí volvieron al mercado laboral como cuentapropistas.

La suma de lo analizado hasta aquí muestra un panorama que está lejos de ser alentador. Aún más si consideramos que respecto de la prepandemia hay 92 mil puestos de trabajo menos, mientras que la población creció en 542 mil personas. Es decir, se destruyeron puestos de trabajo, en un contexto de crecimiento poblacional.

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