Proyecciones borrascosas
El nuevo Presidente proyecta llegar a la mitad de su mandato con estanflación, la temida combinación entre caída de la actividad, desempleo y precios altos que seguramente multiplicará los datos de pobreza que ya son abrumadores.
Hay quienes sostienen que en realidad, la Argentina vive en una estanflación desde hace una década, con caídas pronunciadas como durante la gestión de Mauricio Macri y repuntes que no llegan a compensar el punto de partida, como explicó el presidente de la Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos en una reunión con los principales hombres de negocios de Misiones y Corrientes en el atardecer del jueves.
El economista marcó que en los últimos años, sobre todo después de la pandemia, el Gobierno buscó aplacar la caída con una inyección artificial de recursos, lo que al mismo tiempo alimentó una inflación que se volvió incontrolable y fue un componente central de su caída.
Ya no habrá ese problema. Javier Milei insiste con el “plan motosierra” y un ajuste de shock que recortará fondos y paralizará, entre otras cosas, la obra pública. Paradójicamente, varios de los empresarios que escuchaban atentamente a Vasconcelos, se mostraron preocupados por el impacto del recorte, justamente en obra pública, por su inmediato efecto derrame en otras actividades como el comercio, que en Misiones atraviesa un momento de esplendor, con récord de empleo registrado y alto consumo por la simbiosis de políticas estatales de aliento y el tipo de cambio que atrae a compradores de Brasil y Paraguay.
La estanflación no es una palabra desconocida para la Argentina. La primera comenzó en 1976, en el inicio de la dictadura de Jorge Rafael Videla, con un PBI que cayó 2% en medio de una inflación de más del 400%, aunque podría tomarse el antecedente de la segunda mitad del año anterior, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón, con la aplicación de lo que posteriormente se conoció como “rodrigazo” (por Celestino Rodrigo, ministro de Economía del 2 de junio al 17 de julio de ese año).
La combinación de inflación y estancamiento económico volvió a registrarse en 1978, 1981 y 1982, y dejó una situación preocupante para los gobiernos democráticos que se sucedieron a partir de 1983.
El Plan Austral de 1985 fracasó en ese combate: la inflación se ubicó en 385% y la economía registró un descenso del 7%. La implementación en 1991 del régimen de Convertibilidad interrumpió por una década la continuidad de la estanflación, ya que si bien hubo años de caída de la actividad, esta vez fue la inflación la que estuvo ausente.
Volvió en 2002, con el peor registro en lo que se refiere a la evolución del PBI (-10,9%) y una inflación del 40,9%, concentrada en los primeros meses del año. Desde entonces, la coexistencia de las dos variables volvió a darse en 2009, 2012, 2014, 2016, 2018, 2019 y 2020. En por lo menos 16 de los últimos 48 años.
Sin embargo, nunca antes un presidente había vaticinado ese escenario antes de asumir. Que con él, se estará peor. Milei, quien se presenta a sí mismo como especialista en crear riquezas con o sin dinero, admite que habrá “caídos”, cuando antes decía que el ajuste lo iba a sufrir “la casta”.
Cabe la pregunta ¿qué es gobernar sino buscar evitar o minimizar estos sufrimientos? No hay creatividad en el mero recorte. La sociedad fue contundente con el mensaje en las urnas motivada entre otras cosas por el efecto de la inflación en la economía, pero en un contexto en el que hay empleo e indicadores positivos de actividad. Si se suprime esa contención ¿habrá paciencia?
“No hay para todos”, advirtió la poderosa Diana Mondino, futura canciller de Milei en una reunión con industriales. Se refería a la energía para el verano, pero bien puede graficar el modo de pensar de la nueva administración. El que pueda comprar un generador, tendrá energía. El resto, vamos viendo.
Antes de asumir, la casta infiltró su propio Gobierno. La acaparó. Manejará los hilos principales de la mano de Mauricio Macri y con Luis Caputo como ministro de Economía y Patricia Bullrich de Seguridad, como figuras estelares. El futuro ministro de Economía buscará más deuda en dólares para resolver los problemas inmediatos, incluidos desarmar la deuda en pesos. Bullrich celebró su designación con tono beligerante: dará “batalla”, promete ser “implacable” y dar “luchas sin cuartel”, además de insistir en la baja de la edad de imputabilidad. El que las hace las paga, sentencia la ex ministra de Cambiemos y de la otra alianza, en un lenguaje belicoso que anticipa tiempos de confrontación. No son los únicos de la “vieja política” en el equipo de Milei.
Pero no son los únicos protagonistas de “la casta”. Milei también recurrió a nombres de los 90, como Rodolfo Barra, ex ministro de Justicia de Carlos Menem y conocido por su pasado nazi y antisemita como militante del grupo de ultraderecha Tacuara. Barra fue viceministro de Obras Públicas con la gestión privatizadora de Roberto Dromi. Suspendió la movilidad en las jubilaciones, el cumplimiento de las sentencias pendientes de pago y la iniciación de nuevos juicios contra el Estado. También fue secretario de Interior y exjuez de la Corte Suprema de la mayoría automática menemista. Ahora será Procurador, el jefe del cuerpo de abogados del Estado. ¿El encargado de la nueva ola privatizadora? Los 90 con pizza y sin champagne.
Es tan similar el rumbo que los propios gobernadores de Cambiemos prefieren tomar distancia y advierten que no avalan un “cogobierno”. Y se desmarcan del propio Macri quien celebró el “compromiso personal” de Caputo y Bullrich para con el éxito del Gobierno de Milei que “deseamos todos los argentinos de bien”.
La infiltración fue sencilla. ¿Lo será la convivencia? Del otro lado, el futuro ministro del Interior, Guillermo Francos, les marca la cancha a los nuevos socios: “No significa que compraron acciones o estemos repartiendo acciones de gobierno”, dijo sobre quienes salieron terceros en la primera vuelta. Ceder implica entregar el Gobierno, que ni empezó, pero ya exhibe tensiones.
Queda una semana para la asunción, pero todavía no hay certezas del resto del Gabinete ni de las medidas que se tomarán en las primeras horas. Se espera una ley ómnibus para diagramar la política económica. Incluiría privatizaciones, achique de ministerios y algunos cambios sustanciales en el rol del Estado. Se eliminará la secretaría de Comercio, que cumplía un rol clave en relación con Misiones: el precio de la yerba mate. Si se suprimen regulaciones, es posible que también fenezca el Instituto Nacional de la Yerba Mate, algo que tiene en vilo al sector productivo. La yerba es una muestra de que las regulaciones, a veces son necesarias. En los 90, con libre comercio, el sector productivo se hundió en la miseria y hubo una enorme transferencia de recursos hacia arriba de la cadena. Hoy, justo cuando el fantasma de una desregulación vuelve a amenazar al sector productivo, la yerba mate está atravesando uno de sus mejores momentos con una expansión del mercado interno y el aporte sólido del comercio exterior. La suma del mercado interno y externo marca una tendencia alcista del 0,94 por ciento con 270.669.682 kilos, contra 268.143.136 del año pasado. Es el mayor volumen de demanda de los últimos cinco años. Las exportaciones crecieron 2,12 por ciento en la comparación interanual. Hasta octubre del año pasado se exportaron 32.997.897 kilos y ahora 33.696.715 kilos, lo que supera el volumen exportado también en 2021. El precio está en 0,60 centavos de dólar, cuando la premisa es que la materia prima debe valer cincuenta centavos de dólar.
Ante la anemia parlamentaria del nuevo Gobierno, será clave el rol de los gobernadores. Para mitigar, aplacar o frenar algunas decisiones. El primer acercamiento fue esta semana entre los gobernadores y Francos. No hubo grandes definiciones, sino más bien un reconocimiento táctico. El misionero Oscar Herrera Ahuad fue uno de los que participó en el primer contacto. Se habló de los recursos federales y del impacto de un eventual freno a la obra pública. Dicen que del otro lado hubo “sensatez” ante los planteos provinciales. Habrá que ver cómo se traduce en la gestión. Los gobernadores pidieron compensaciones por la caída de la coparticipación -la de Misiones en noviembre fue la más baja en los últimos tres años- como consecuencia de la eliminación del impuesto a las Ganancias y el reintegro del IVA. Como contrapartida, pidieron la coparticipación del impuesto al cheque. Será un debate clave en el ida y vuelta entre Nación y Provincias. En el entorno de Milei no descartan reimplantar Ganancias para el sector que fue beneficiado hace unas pocas semanas por decisión del ministro de Economía saliente, Sergio Massa. Fue Massa el que, en uno de sus últimos gestos hacia los gobernadores, garantizó fondos para el pago de los aguinaldos y un cierre de año sin apuros económicos.
El modelo misionero, de cuentas en órden, será vital para los tiempos que se vienen. Otras provincias están más complicadas, por la combinación de deudas y gastos. Misiones tiene la menor deuda pública en años y un presupuesto equilibrado que además, seguramente se ajustará en sintonía. Hugo Passalacqua asumirá nuevamente con un gobierno nacional de color político distinto. Pero la experiencia acumulada permite cierta tranquilidad. La relación con Nación será como siempre respetuosa de la decisión de las urnas y de gobernabilidad. Pero al mismo tiempo, se tomará distancia. Antes de irse, Herrera Ahuad le dio forma a un nuevo bloque en el Congreso nacional junto a Tierra del Fuego, Salta, Río Negro, Neuquén y Chubut. “De cara a la próxima composición legislativa nacional, acordamos promover un trabajo articulado con los representantes provinciales en la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación, promoviendo iniciativas que defiendan los intereses provinciales y promuevan federalismo”, indicó el mandatario salteño Gustavo Sáenz. Ni oficialismo ni oposición. Defensa propia. Cada voto será clave ante la fragmentación política nacional.