Reflexiones a quince años de la inauguración de la planta de celulosa de Botnia en Uruguay

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El Consejo Foresto Industrial Argentino (CONFIAR) – entidad conformada por toda la cadena de valor forestal (forestación, madera y muebles; celulosa y papel; maquinarias y herramientas) – recuerda el 15º aniversario de la inauguración de la primera planta de celulosa en la R.O. del Uruguay para hacer una reflexión y principalmente, mostrar las oportunidades que el país sigue teniendo para crecer en un sector clave en la agenda que requiere una transición productiva y una transición energética para alcanzar los objetivos de descarbonización comprometidos internacionalmente de una manera inclusiva y sostenible.

Primero, la reflexión. Quince años después de la inauguración de la primera planta de celulosa en Uruguay, podemos constatar que los temores ambientales y de salud que se agitaron esos días fueron equivocados. Los hechos hablan más que las palabras. La planta de Fray Bentos no solo aumentó su producción (de 1 millón a 1,3 millones de TN. /año), sino que, además, Uruguay está por inaugurar la tercera planta de celulosa, que llevará la producción anual a 4,7 millones de TN. /año. Estas plantas producen, a su vez, bioenergía que le ha permitido a Uruguay ser uno de los pocos países que su matriz energética llega a ser 100% renovable durante varios períodos del año.

Está avanzando en construcción con madera, con la primera planta de CLT, que permite sistemas constructivos innovadores y en altura. La escala de las plantas de celulosa, ha permitido invertir en puertos, rutas y sistemas logísticos competitivos que benefició a otras actividades productivas. Han modificado su sistema de educación técnica con acuerdos internacionales para que los jóvenes tengan oportunidad de insertarse laboralmente en este contexto de inversiones globales.  El 100% de sus plantaciones forestales se encuentran certificadas por gestión sostenible y están avanzando a sistemas foresto-ganaderos con carne carbono neutral. En definitiva, encontraron en estas inversiones un motor de desarrollo en diversas cadenas de producción que son carbono negativas y con trazabilidad a sistem as sostenibles, requisitos que requiere la agenda de mitigación del cambio climático y de soluciones renovables basadas en la naturaleza.

En los últimos años pasó un tren de desarrollo del sector foresto-industrial que produjo inversiones en Chile, Brasil y Uruguay de alrededor de 30.000 millones de dólaresAhora, se incluyó Paraguay en el grupo, con una inversión de 4,4 mil millones de dólares en una planta de biorrefinería. En el siguiente gráfico se puede ver la evolución de la producción de celulosa en Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, desde 1980 con una proyección que incluye a Paraguay para el año 2024. En 1990 Argentina producía unas 800.000 TN. de celulosa al año, que representaba el 12% del total del conjunto. Actualmente, produce prácticamente lo mismo, representando el 0,4% del total regional. 

La oportunidad de inversiones y crecimiento todavía está disponible para Argentina. Tenemos un mercado interno insatisfecho en papeles y embalajes, con un déficit en comercio internacional histórico. Argentina puede crecer en productos tradicionales como  la madera y el mueble, la construcción con madera, la bioenergía, pero además, se suman a través de la innovación nuevos productos más sostenibles, como los textiles en base a celulosa (que evitan los microplásticos); bioproductos químicos, bioplásticos, nanocelulosa, fibra de carbono y nanolignina, entre otros, con aplicación en biocombu stibles, cosméticos, productos farmacéuticos y de la salud, industria automotriz, baterías, computación,  etc.

Todas estas oportunidades están detalladas en el Plan Estratégico Foresto-Industrial 2030 (https://forestoindustria.org.ar/wp-content/uploads/2021/03/PLANESTRATEGICO.pdf) que muestra que se pueden atraer inversiones por 7 mil millones de dólares y duplicar el empleo y la producción, colaborando con la mitigación del cambio climático y la descarbonización de varias cadenas de productos.

¿Cómo se puede lograr? Además de la estabilidad macroeconómica, es necesario recrear situaciones de inversión similar a la que ofrecen nuestros países vecinos. Tenemos ejemplos concretos de marcos legales y regulatorios, acuerdos internacionales, sistemas de monitoreo y control basados en las mejores prácticas disponibles en sistemas productivos, entre otros marcos, que permiten inversiones que respeten el triple impacto que se espera en lo económico, pero también en lo ambiental y social. 

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