Ser o hacerse, esa es la cuestión

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La semana nos deja con un dato más que interesante: la Argentina cuenta con más de 47.000.000 millones de habitantes. Se realizó el indispensable censo que en los próximos meses nos dará una invaluable información de cómo somos y cómo estamos para diseñar políticas públicas que transformen la realidad, una realidad que en estos días se muestra muy convulsionada con los mercados globales en caída vertiginosa, que nos golpean con la caída de un par de unicornios como Globant y Mercado Libre, pero que también elevó el riesgo país hasta superar los 2000 puntos básicos.

La inflación se ubicó nuevamente en el 6%, apalancada fuertemente por sectores estimulados y cuidados por el Estado como el caso de los textiles, que subieron un 9.9% y que vienen del 10.9% del mes pasado. Pero los cazadores de zoológico abundan: la canasta básica total para no ser pobre para una familia tipo se fijó en $95.260, mientras el salario mínimo vital y móvil no supera los $39.000.

El Presidente finalizó una nueva gira europea para proponer a la Argentina como abastecedor confiable de alimentos, aunque una semana después, dados los datos de inflación galopante en alimentos no descartó la suba de retenciones, mecanismo que por sí solo no funciona y menos como están diseñadas en este momento, ya que las exportadoras le descuentan a los productores la retención. Descartado este mecanismo hasta tanto no se mejore el control estatal sería interesante explorar la opción de los cupos y si se persiste en la especulación, proceder al cierre de exportaciones como las que anunció esta semana la India. Nadie debe asustarse de todos modos, ya que el ministro de Agricultura, Julián Domínguez se encargó de desdecir a su jefe, en lo formal al menos, a la sazón el Presidente de la nación. Sería casi cómico si la falta de autoridad no trajera consecuencias tan graves para todos. 

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El Gobierno sigue cruzado por las declaraciones del ala kirchnerista que pide mejorar el poder adquisitivo y cuidar los dólares que permitan consolidar la recuperación para que a ambas cosas no se las queden cuatro vivos. Algo que antes que la Vicepresidenta lo dijese el jueves en Chaco, lo tratamos hace dos semanas  en esta columna titulada el insumo de insumos, pero los reclamos también se dan dentro del propio equipo económico.

Se supo que el ministro de Economía viene batallando con el presidente del Banco Central al que, en coincidencia con el kirchnerismo, también critica por el manejo de las reservas.

El apuntado Miguel Angel Pesce se defendió diciendo que si bien es cierto que le ha vendido reservas a empresas para el pago de sus supuestas deudas en el exterior, siempre lo ha hecho bajo el compromiso de la concreción de nuevas inversiones, cosa que no se verifica en los hechos. Insistiré con el dato: 30.000 millones de dólares de superávit comercial, cero acumulación de reservas. Con este récord, hasta el peor entrenador de fútbol no necesita ni que le pidan la renuncia.

El FMI silenciosamente sigue con su revisión de las tres grandes variables que le interesan a saber, déficit fiscal, nivel de reservas y emisión, en especial esta última, al momento que escribo estas líneas el Tesoro ya tomó el 53% de los fondos de asistencia financiera del Central acordados con el FMI y aun ni siquiera pagó el medio aguinaldo y recién empieza a pagar el bono de asistencia que en dos tramos. La forma de poder cubrir genuinamente estos egresos es con ingresos, pero en una máxima de la gestión, lo que se anuncia casi nunca se concreta, así que esperamos el mentado impuesto a la Renta Inesperada, que parece que jamás llegará. Se parece a la opción superadora con el caso Vicentin, donde parece que los empresarios que llevaron este atraco se saldrán con la suya sin mayores consecuencias.Pero volviendo a lo que importa que son las cuestiones de pesos y centavos, me viene una reflexión con respecto a las capacidades del Estado en el marco de esta semana atravesada por el censo: la economía es una ciencia en donde los datos, los números y las precisiones son determinantes, un Estado que no conoce absolutamente nada de los costos de las cadenas de valor es básicamente un adorno, pero no sabe por el simple hecho que no quiere saber, ya que como se demostró en el censo cuando quiere saber, lo hace y monta un fenomenal esfuerzo colectivo con tal de conseguir la información que le interesa, entonces más que un Estado bobo tenemos uno que se hace el bobo.

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