Independentistas piden paz pero España teme un domingo negro

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El Gobierno español asegura que no se vota este domingo en Cataluña. Cataluña dice que sí. La Asamblea Nacional Catalana pide “resistencia pacífica” si los centros electorales están cerrados, pero hay temores por la llegada de grupos violentos de toda Europa.

El Gobierno español asegura que este domingo 1/10 no habrá ningún referéndum sececionista en Cataluña, mientras que el de la Generalitat (comunidad autónoma catalana) sostiene que dentro de 3 días se vota de manera unilateral.

Este viernes 29/9, el Govern dijo que el 1/10 están llamados a votar 5.343.358 catalanes en el referéndum anulado por el Tribunal Constitucional. Además mostró las urnas que se utilizarían en la consulta, una especie de contenedores de plástico con el escudo de la Generalitat, que les valieron algunas bromas en Twitter.

La Generalitat había comprado las urnas y las mantuvo escondidas todo este tiempo. El 17/9, el presidente del Gobierno catalán, Carles Puigdemont, declaró contar con un total de 18.000 unidades, más de las necesarias para prevenir posibles incautaciones.
Sin embargo, el Gobierno catalán se negó a brindar detalles sobre la logística de esta votación, tales como “quién se ocupará de revisar la pulcritud democrática de la jornada o cómo va a esquivar la prohibición de abrir los locales designados como centros electorales”, explica Daniel G. Sastre del diario El Mundo. Insisten en que habrá alternativas si se cierran los colegios o retiran las urnas. Recordemos que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha ordenado a la policía que tome el control de los centros electorales y se asegure de que no haya urnas.

“Si alguien intenta impedir que haya una mesa, los catalanes podrán votar. Si alguien asalta un local de votación, los catalanes igualmente podrán votar”, señaló el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras. “Cero violencia, máxima audacia. Si hay algún impedimento para entrar en los centros de votación, en ningún c aso utilizaremos la violencia. Sí que utilizaremos una resistencia pacífica, usaremos la audacia para entrar en los centros”, dijo la Asamblea Nacional Catalana (ANC) en un documento interno distribuido a sus miembros.

Pero de cualquier manera hay temores de que podrían producirse hechos violentos. Según la policía catalana, jóvenes de bandas de extrema izquierda, ultraderecha o anarquistas, del País Vasco, otras partes de España e incluso otros países, se han acercado a Cataluña de cara al referéndum. Se teme que podrían desencadenar disturbios. Se han desplegado más de 10.000 agentes en la región de cara al domingo. Por otro lado, el Gobierno español ha decidido restringir el espacio aéreo de Barcelona este viernes, a 3 días del referéndum.

“La actividad del domingo próximo de los grupos violentos está siendo investigada por el vasto grupo de agentes de inteligencia del Centro Nacional de España, Guardia Civil y Policía Nacional y, ha trascendido, que sus hallazgos justifican la alarma de que se esté ante la posibilidad de un ‘domingo negro’ el primero de octubre”, escribió Juan Carlos Algañaraz de Clarín.

Según E l Confidencial, entre los grupos de extrema derecha que se datán cita este fin de semana en Barcelona para “celebrar” el referéndum, hay elementos “peligrosos” del Frente Nacional que llegaron desde el sur de Francia. También se teme que haya altercados provenientes de anarquistas de toda Europa llegados a Barcelona.

La Ley del Referéndum, aprobada por el Parlamento catalán, estipula que un triunfo del “” impulsaría la declaración de la independencia dentro de los próximos 2 días -ignorando por completo el hecho de que la base legal de la votación ha sido suspendida por una Corte constitucional española, explica James Badcock de Foreign Policy, en una nota titulada: “España está coqueteando con otra guerra civil”-.

Consultado sobre si se seguirá a rajatabla lo que establece esta ley (es decir, si la Generalitat proclamará la independencia de Cataluña en 48 horas si se impone el “” -algo que es casi seguro que pasará porque los no soberanistas no están movilizados- sin importar el grado de participación que haya en el referéndum), Junqueras se negó a dar una respuesta clara. “Respetaremos el mandato democrático de los ciudadanos”, se limitó a decir el vicepresidente catalán.

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Cómo fue que el terrorismo del Estado Islámico alcanzó a España

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New York Times. Durante más de una década, España parecía inmune a los casos de violencia islamista sucedidos en otros países europeos donde los jóvenes radicalizados —en su mayoría con antecedentes como inmigrantes pobres— perpetraron ataques devastadores con bombas, rifles o vehículos.

Las fuerzas de seguridad españolas tienen una buena reputación como operadores efectivos para el antiterrorismo, puesto que ese país es un atractivo punto de entrada para los yihadistas por su larga costa del Mediterráneo y la cercanía con Marruecos.

La ilusión de ser un lugar seguro ante el extremismo islamista fue destrozada el 17 de agosto pasado, cuando una camioneta aceleró sobre la Rambla de Barcelona y dejó a su paso un rastro de cuerpos: murieron 13 personas y más de 100 resultaron heridas. Otra persona falleció en un ataque posterior en Cambrils, al sur de la capital catalana, que terminó cuando la policía abatió a cinco presuntos atacantes que, a su vez, parece que formaban parte de una célula que usaba una residencia en Alcanar para fabricar bombas.

Ahora las autoridades buscan entender cómo fue que un grupo que incluía adolescentes sin antecedentes terroristas pudieron planear un ataque coordinado en un país que durante mucho tiempo había combatido los atentados de ese tipo de manera efectiva, pese a ser un blanco atractivo y simbólico para los islamistas.

“Para los yihadistas, España todavía está en la primera línea de ataque”, dijo Bruce Hoffman, profesor de la Universidad de Georgetown y experto en terrorismo e insurgencias.

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El ataque en la estación de Atocha de Madrid en 2004 cobró la vida de 191 personas.CreditChristophe Simon/Agence France-Presse — Getty Images

Desde el año 2004, cuando estallaron las bombas en la estación de trenes de Atocha en Madrid y murieron 191 personas, España ha frustrado una larga lista de tramas islamistas; incluso en la zona costera de Barcelona donde se perpetraron los ataques del jueves.

Han sido arrestados más de 700 sospechosos de extremismo, según el Ministerio del Interior de España. Esa lista incluye a paquistaníes que planeaban atentados suicidas en el metro de Barcelona en 2008; a una célula terrorista en el enclave de Melilla, al norte de África; y a nueve hombres en su mayoría marroquíes detenidos en abril por vínculos con los ataques de marzo de 2016 en el aeropuerto y metro de Bruselas.

El año pasado, las autoridades también frustraron un posible plan para atropellar a personas con una camioneta como había sucedido en Niza e interceptaron un embarque de 20.000 uniformes que iban dirigidos a yihadistas en Irak y Siria.

“Las autoridades españolas están en buena forma en toda Europa”, dijo Matthew G. Olsen, exdirector del Centro Nacional Antiterrorismo estadounidense. “Me da la impresión de que han sido muy exitosos al identificar e interrumpir ataques”.

Después del atentado de marzo de 2004 en Madrid, los españoles recurrieron a su experiencia de décadas de combate al movimiento separatista ETA y aprobaron una serie de leyes que ayudaron a desarticular las células radicales.

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En abril, los Mossos arrrestaron a un hombre acusado de ayudar a milicianos islamistas.CreditJosep Lago/Agence France-Presse — Getty Images

Sin embargo, a veces, la suerte influye en el antiterrorismo y, el 17 de agosto pasado, esa suerte se le terminó a España.

Algunos de los jóvenes involucrados en los ataques de Barcelona y Cambrils todavía eran adolescentes y los investigadores creen que llevaban una doble vida; a lo largo de un año planearon los atentados en la residencia de Alcanar.

Fue un recordatorio del reto que enfrenta Cataluña como región que se ha vuelto un foco cada vez mayor del extremismo islamista.

En esa ciudad residen un cuarto de los dos millones de musulmanes que viven en España lo que ha atraído cada vez más migrantes musulmanes desde Marruecos, Algeria y el sudeste asiático. Sin embargo, han tenido problemas para integrarse y a muchos les han atraído las mezquitas salafistas (rama ultraconservadora del sunismo) que surgieron en pueblos y ciudades pequeñas de la zona.

En un cable diplomático de 2007, por ejemplo, funcionarios del Departamento de Estado alertaron que el área se había vuelto un “imán para reclutadores terroristas” debido a la alta población de inmigrantes musulmanes masculinos, no casados y desafectos.

“Hay algo de historia ahí”, dijo Lorenzo Vidino, director del Programa sobre Extremismo de la Universidad de Washington y autor de un estudio sobre el salafismo en Cataluña. “Si te fijas en un mapa, el poblado más cercano a Cambrils es Salou. La distancia puede recorrerse a pie. Y Salou es donde Mohamed Atta tuvo su última reunión en Europa antes del 11 de septiembre”, dijo. Atta era el piloto del primer avión que se estrelló contra el World Trade Center de Nueva York y se cree que se reunió con alguien de Al Qaeda en Salou antes del atentado de 2001.

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Un rezo en Málaga en honor a las víctimas del ataque en Barcelona, el viernes CreditJon Nazca/Reuters

Sin embargo, España no había sido un foco principal para los militantes islamistas. Aunque es parte de la OTAN, el país tuvo una participación menor en las guerras estadounidenses en Irak y Afganistán y, aunque interceptaron células terroristas de manera agresiva, los líderes españoles han enaltecido los esfuerzos por integrar a los musulmanes a la sociedad.

En España tampoco se ha visto un surgimiento tan marcado de movimientos políticos de línea dura y antimusulmanes que existen en otras partes de Europa.

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Dolor y solidaridad en Barcelona

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Por Ninguna ciudad está preparada para un atentado terrorista. Tampoco Barcelona, que hasta hace unas horas celebraba el veinticinco aniversario de los juegos olímpicos que la consagraron globalmente como una ciudad artística y atlética, como proyecto de ilusión colectiva. La celebración se ha congelado abruptamente en el pánico que sacude, el horror sin sentido, el duelo que empieza su duro recorrido. Las fiestas del barrio de Gràcia, famosas por la decoración de sus calles que se convierten en preciosos miniparques temáticos, han sido suspendidas. Todos los barceloneses, de hecho, permanecemos en suspenso mientras comenzamos a entender que ha pasado eso: un atentado terrorista.

La policía, mientras tanto, activa los protocolos. Cierra las estaciones de metro; acordona la zona; inspecciona la furgoneta homicida; persigue a los sospechosos; gracias a un necesario control policial. Las autoridades confirman las trece víctimas mortales, los cien heridos. Empiezan a circular los nombres: la Operación Jaula, el sospechoso Driss Oukabir. Y los bulos: hay un terrorista atrincherado en un restaurante, pero no.

En dos horas ya todos sabemos que Driss Oukabir está en Facebook. Ya hemos visto sus fotos y vídeos. Hemos leído y opinado todos desde el primer momento en Twitter. Los atentados terroristas han creado en pocos años sus fases, sus pautas, sus desafíos éticos. La Policía Nacional nos lo ha recordado enseguida: no compartan imágenes de víctimas reconocibles. Pero los medios de comunicación masivos ya estaban publicando y difundiendo precisamente esas imágenes. La ética periodística se delega, se democratiza: se pervierte a ritmo de clic.

El 11-S fue un ataque vertical que nos obligó a mirar hacia el cielo; pero enseguida se impuso el modelo horizontal. París, Londres, Madrid, Estocolmo, Niza, Berlín. Los fanáticos ya no nos amenazan con bombas, sino con atropellarnos salvajemente (las bombas siguen explotando en Kabul). Horizontalmente. Y del mismo modo vivimos la sobreinformación: el 11-S fue un atentado sin redes sociales.

Hasta hace unas pocas horas la conversación y las noticias, en Barcelona, iban de la huelga de los agentes de seguridad del aeropuerto de El Prat al posible referendo por la independecia, del exceso de afluencia turística al diálogo imposible entre la Generalitat y el Gobierno de Madrid, al fondo: los taxistas contra Cabify. En estos momentos, en cambio, con el sistema de transporte público detenido, los taxis y los coches de Cabify han prestado sus servicios gratuitamente, los hoteles están alojando a los turistas que no pueden llegar a sus habitaciones en la Rambla, y el presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, está en contacto directo con el de España, Mariano Rajoy (y los Mossos, por supuesto, con la Policía Nacional).

Todo el mundo se manda whatsapps, todo el mundo se solidariza en Facebook, muchos donan sangre, muchos nos preguntamos cuándo fue la última vez que estuvimos en esos centenares de metros que hoy han sido arrasados.

En los últimos años la Rambla se ha convertido en sinónimo de turismo descontrolado, en el eje que conecta el puerto de los cruceros con el Paseo de Gràcia del modernismo y las franquicias internacionales. Pero si llegó a ser ese icono es por la tradición cultural que atesora: desde el monumento de Cristóbal Colón hasta la Plaza Cataluña, en ese kilómetro y pico se suceden los edificios, las costumbres y las historias que miniaturizan Barcelona. Por eso ha sido el objetivo de los terroristas. Porque nos representa, ante nosotros mismos y ante el mundo.

Somos muchos los que hemos pensado, mientras mirábamos las pantallas, en el 19 de junio de 1987, cuando la organización terrorista ETA asesinó a 21 personas en el Hipercor de la Meridiana. Este verano se han cumplido treinta años. Las cifras redondas las carga el diablo.

Pero debemos ser muchos más los que recordemos la última vez que se celebró un título del Barça en la fuente de Canaletas. Las exposiciones que hemos visto en el Arts Santa Mónica o en La Virreina. La primera vez que paseamos; la primera vez que trasnochamos; el tonto poder de las primeras veces. Incluso todo aquello que no vivimos. Las librerías. Aquel día en que las floristas de la Rambla llenaron de ramos la habitación de hotel donde se hospedaba García Lorca (habían visto, encantadas, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores). Aquellos paseantes, Jacint Verdaguer o Hans Christian Andersen o Walter Benjamin o Nazario, arriba y abajo entre pájaros y terrazas y quioscos de diarios, como tantos otros, como todos nosotros. ¿Quién no ha caminado alguna vez por la Rambla de Barcelona?

Que no nos quiten eso. Y que esta solidaridad que ha aflorado a la velocidad de la luz y del vértigo, que ha llenado en pocos minutos las reservas de sangre de todos los hospitales, que tanto recuerda a la de 1992 y a la de 1987, no se desvanezca. La marca Barcelona tiene que ser la suma de todas esas marcas que dejamos en Barcelona cada vez que la caminamos.

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Atentando en Barcelona: dos argentinos resultaron heridos

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El corazón de Barcelona está en alerta. Una camioneta atropelló a varias personas en el paseo de La Rambla, en pleno corazón de la ciudad y epicentro de la actividad turística. Según informaron desde el ministerio del Interior, hay al menos 13 muertos y más de cien heridos, aunque la cantidad de víctimas podría aumentar porque “hay muchos heridos graves”.

“Queremos ser transparentes. Hay trece muertos y más de 100 heridos. Evidentemente no hay duda sobre la voluntad de provocar esta masacre”, dijeron las autoridades catalanas en una conferencia de prensa.

Tras el atentado, se convocó a una manifestación mañana en Plaza Cataluña. “Queremos reivindicar la libertad y la paz y llamarlos a todos a la Plaza Cataluña y queremos invitar a todos los ciudadanos. son tres días oficiales de duelo que se decretan mañana”, agregaron.

Las fuerzas de seguridad añadieron que uno de los dos detenidos por el atropello masivo en una de las calles más céntricas de Barcelona es de Marruecos y otro de Melilla, uno de los enclaves españoles en el norte de África. Ninguno tenía antecedentes por terrorismo. La Policía vinculó el atentado terrorista con otra explosión que la noche del miércoles derrumbó una vivienda de Alcanar, unos 200 kilómetros al sur.

Dentro de los heridos, hay dos argentinos. Una mujer de 67 años con daños de fémur y pelvis que está con su marido en un hospital de las afueras de Barcelona. Según informó el diario La Nación, está siendo visitada por dos funcionarios consulares para asistirlos en lo que pudiera necesitar durante la recuperación. El otro herido es un joven de 37 años con heridas leves, pero ya le dieron de alta.

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