DIOSCESIS DE POSADAS

En Posadas organizan la fase Diocesana del Sínodo de la Sinodalidad

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El Papa Francisco ha abierto el Sínodo de la Sinodalidad y ha invitado a todas las diócesis del mundo a sumarse. El lema del Sínodo es «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». Para coordinar los trabajos en la fase diocesana en Posadas, el obispo Mons. Juan Rubén Martínez ha designado al Pbro. Lic. Gervacio Silva.

El inicio formal de esta fase en nuestra diócesis será el próximo sábado 30 de octubre con la Reunión del Consejo Pastoral Diocesano ampliado y con la Santa Misa que presidirá el Obispo el domingo 31 de octubre a las 20 h. en la Catedral San José.

Hacer sínodo, como explica el Papa, “significa caminar juntos en la misma dirección. Miramos a Jesús, que en primer lugar encontró en el camino al hombre rico, después escuchó sus preguntas y finalmente lo ayudó a discernir qué tenía que hacer para heredar la vida eterna. Encontrar, escuchar, discernir: tres verbos del Sínodo” en los que se trabajará en este caminar.

“El sínodo es un camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial, que se realiza en la adoración, en la oración, en contacto con la Palabra de Dios. a Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una “convención” eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, para que no sea un parlamento, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu. Jesús, como hizo con el hombre rico del Evangelio, nos llama en estos días a vaciarnos, a liberarnos de lo que es mundano, y también de nuestras cerrazones y de nuestros modelos pastorales repetitivos; a interrogarnos sobre lo que Dios nos quiere decir en este tiempo y en qué dirección quiere orientarnos.  

Queridos hermanos y hermanas, ¡buen camino juntos! Que podamos ser peregrinos enamorados del Evangelio, abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo. No perdamos las ocasiones de gracia del encuentro, de la escucha recíproca, del discernimiento. Con la alegría de saber que, mientras buscamos al Señor, es Él quien viene primero a nuestro encuentro con su amor”

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El respaldo del propio Ejemplo

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 31° domingo durante el año [04 de noviembre de 2018]
Hace algunos días hemos celebrado un acontecimiento importante para la Iglesia, la «Solemnidad de todos los santos» y, al día siguiente, la «Conmemoración de todos los fieles difuntos». En estas dos celebraciones la Iglesia tiene presente a aquellos que han partido a la Casa del Padre. En el caso de los santos, son aquellos varones y mujeres que, como nosotros, experimentaron el llamado a la santidad y han buscado responder cumpliendo la voluntad de Dios en sus vidas. Varones y mujeres con nuestras mismas fragilidades y búsquedas, que la Iglesia, con la potestad de «las llaves» los ha declarado santos. Ellos son miles, a algunos los conocemos. A ellos le imploramos que, en la Casa del Padre, donde están, intercedan ante Él por nosotros y por nuestras peticiones. Al día siguiente hemos rezado por todos los difuntos. Miles de personas rezaron en los cementerios y en las Iglesias, por sus seres queridos. En esta reflexión dominical queremos subrayar la necesidad de recordar que todos estamos llamados a la santidad. Por ahí, equivocadamente podemos creer que la santidad es un llamado privilegiado para algunos. O bien, erróneamente pensamos que los santos fueron varones o mujeres que se caracterizaron solo por realizar grandes milagros y ser personajes cuyas vidas fueron siempre extraordinarias. En realidad, la santidad es un llamado para todos que debe ser asumido en la vida diaria, en cada opción, en la cotidianidad.
Es cierto que, aunque sabemos de la universal vocación a la santidad en la Iglesia, los contextos de nuestro tiempo hacen que las palabras «santidad» o «virtud», entre otras, tengan poca presencia en nuestra vida y en los nuevos espacios tecnológicos del mundo globalizado. Sin embargo, la virtud y la búsqueda de la santidad, que procuran tantas personas, aun con dificultades, hace que descubramos signos de esperanza. Nosotros hemos percibido especialmente desde «Aparecida» que la Evangelización hoy, como ayer, requiere que renovemos nuestro compromiso de ser «discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida».
Tenemos que dar gracias a Dios porque este año hemos experimentado la gracia de contar con nuevos beatos y santos argentinos que se constituyen en modelos y ejemplo para animar la acción evangelizadora de la Iglesia. Ninguno de ellos la pasó fácil. De diversas maneras vivieron y asumieron la Pascua del Señor. Entre ellos, quiero resaltar la canonización de nuestro santo Cura Brochero, pastor y testigo de la entrega a Dios y a los hermanos. Él, que amó sin medida, murió de lepra por matear con las personas, sin mirar las consecuencias de estar cerca de los más sufrientes y marginados de su tiempo. También quiero agradecer a Dios la próxima beatificación de los mártires La Rioja, especialmente del obispo Angelelli quien vivió como testigo de la esperanza en medio del odio y la violencia. Él tampoco midió su entrega y amó hasta dar la vida. Tanto bien nos hacen estos varones y mujeres para ayudarnos a asumir un compromiso cristiano valiente, pascual, que ame hasta dar la vida en nuestros días. Como otros tiempos, el nuestro también tiene cruces. Pero en ellos, en los santos, nos animamos a ser testigos pascuales de la esperanza.
También el próximo domingo 18, como todos los terceros domingos de noviembre, celebraremos una nueva peregrinación a Loreto, en donde tendremos especialmente presente la memoria de la evangelización realizada por muchos hace varios siglos atrás, especialmente por nuestros santos Mártires de las Misiones que, con sus vidas y su sangre entregada en su misión por anunciarlo a Jesucristo, nos permiten asumir los desafíos presentes. La Iglesia en Misiones, con la fuerza y el gozo de vivir inserta en el corazón de las antiguas Misiones jesuíticas, es heredera del espíritu que animó a los misioneros a evangelizar los pueblos indígenas, y que se testimonia en las reducciones dispersas en su territorio. En estas tierras han plantado el Evangelio hombres y mujeres que vivieron la santidad, entre ellos san Roque González, san Juan del Castillo y san Alfonso Rodríguez, los Mártires de las Misiones.
El próximo 18, como todos los años suspenderemos todas las misas del domingo por la mañana para ir caminando, en bicicletas, autos y colectivos, y reunirnos y celebrar juntos a las 9 hs. la misa central en el Santuario de Loreto.
Pidamos este domingo que la memoria de los santos nos ayude a vivir hoy la santidad.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas.

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