EL SALVADOR

Salvadoreños acompañan régimen de excepción de Bukele

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Edwin Segura, periodista de El Salvador, habló en exclusiva con Radio Open 101.7 acerca de la “mega cárcel” que el presidente Nayib Bukele abrió, en el marco de la lucha contra el crimen y la delincuencia, lo que encendió las alarmas de las organizaciones de derechos humanos.alrededor del mundo.

El periodista confirmó que las medidas son “bien vistas por la mayoría de las personas que están cansadas de los pandilleros. Es una medida que oculta muchas cosas, pero lo que el presidente nos deja ver es la cárcel más grande de Latinoamérica, y quizás, del mundo”.

A través de diferentes medios, se difundieron fotos y videos donde se puede ver el riguroso trato hacia los internos. Referido a esto, Segura comentó que no hay mucha novedad. “Tradicionalmente las cárceles en El Salvador han sido como en muchos países de Latinoamérica, unos infiernos insoportables donde es imposible la rehabilitación, donde no hay buena alimentación y donde hay un enorme hacinamiento. De hecho, esta cárcel fue construida para aliviar el hacinamiento que hay”.

Según el periodista, la calidad de los centros de internamiento en El Salvador ha mejorado mucho en los últimos años. “Se trata de un proyecto de renovación de cárceles que comenzó en el 2012”. 

Desde que comenzó el régimen de excepción, una medida restrictiva que impide reuniones y permite el arresto arbitrario por parte de la policía, el acceso a la información es escaso y hasta nulo. “Es difícil incluso para los abogados defensores visitar a sus clientes. Todas las personas capturadas han estado aisladas. En ese sentido, solo tenemos como fuente lo que el gobierno dice”.

En este sentido, organizaciones de derechos humanos han levantado la voz en contra de este régimen. Segura contó acerca de la situación, donde “se captura a las personas sin una orden, sin flagrancia. Las personas pueden pasar detenidas hasta 15 días sin ver a un abogado. No se cumplen los tiempos procesales. Luego, enfrentan a un juez que está bajo amenaza de destitución de parte de la Corte Suprema de Justicia, porque la Corte fue dominada por el oficialismo con un movimiento inconstitucional. Prácticamente todo el órgano judicial obedece. Hay muchas personas que han sido capturadas solo porque el policía quiso capturarlo. 

De hecho, el gobierno al principio dijo que es una guerra contra las pandillas, y habría daños colaterales y podría registrarse un 1% de errores. Recientemente admitió, que ya liberó 3.300 de 61.000 personas que según ellos no lograron ver que tuvieran algun delito. es mucho mas que el 1%. hay mucha gente reclamando que han sido capturados de manera injusta. 

Sin embargo, la mayor parte de la población está satisfecha tanto con el régimen de excepción como con el centro de confinamiento, porque sienten que la inseguridad ha bajado. Segura confirmó que en las encuestas de opinión pública, ha bajado tanto la victimización como el temor a andar en las calles.

El acceso a la información es otro de los derechos negados en El Salvador. El gobierno declaró “en reserva” a todas las cifras oficiales que genera la Policía Nacional Civil, el Instituto de Medicina Legal y la Fiscalía General de la República. En este sentido, Segura lamentó que, por ejemplo, no pueden saber si efectivamente el delito de desaparición de personas disminuyó, porque en la experiencia, cuando los gobiernos pactan con las pandillas, baja la cantidad de homicidios pero aumenta la cantidad de desaparecidos porque ocultan los cuerpos. 

Por otro lado, no pueden saber si disminuyó el delito de la extorsión, que es la forma en que sobreviven tradicionalmente las pandillas. En el caso de las violaciones sexuales, por ejemplo, Segura cuenta que sí tuvieron acceso a una información anualizada de la Policía Nacional Civil, pero no se logra conocer todo. “Tenemos algunas fuentes alternativas de información vía investigaciones de opinión pública”, señaló.

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El FMI pide a El Salvador que aborde “los riesgos del Bitcoin”

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Expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) estiman que “persisten los riesgos” vinculados al Bitcoin en El Salvador, país que lo adoptó como moneda de curso legal en septiembre de 2021.

El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en adoptar el Bitcoin como moneda de curso legal, junto con el dólar estadounidense, a pesar de que el FMI le había pedido que diera marcha atrás.

Aunque los riesgos “no se han materializado hasta el momento debido al limitado uso de Bitcoin” podría usarse más en el futuro al ser moneda de curso legal y debido a las nuevas reformas legislativas para fomentar el uso de criptoactivos, incluidos los bonos tokenizados, advierten los expertos.

En este contexto, dicen, “persisten los riesgos subyacentes a la integridad y estabilidad financieras, la sostenibilidad fiscal y la protección del consumidor”, consignó la agencia AFP.

Para el FMI “sigue siendo esencial” una mayor transparencia sobre las transacciones del gobierno en Bitcoin y la situación financiera de la “billetera estatal” conocida como chivo.

“Dados los riesgos legales, la fragilidad fiscal y la naturaleza en gran parte especulativa de los criptomercados” el FMI recomienda a las autoridades que “reconsideren sus planes de ampliar la exposición del gobierno a Bitcoin, incluida la emisión de bonos tokenizados”.

En 2022 la economía salvadoreña creció 2,8% y desde marzo de ese año “la reducción sin precedentes de la delincuencia y los fuertes ingresos por remesas y turismo han contribuido a la robusta dinámica de la actividad y la inversión”, señala el FMI.

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Bukele: ¿héroe o villano?

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El presidente de El Salvador se transformó, casi que sin querer queriendo, en un líder carismático que ha suscitado amor y odio, entre salvadoreños y extranjeros. Este outsider de la política ha conseguido sembrar una gran cantidad de seguidores por su encarnizada guerra contra las pandillas. Sin embargo, hay mucho más detrás de este particular personaje.

Nayib Bukele nació el 24 de julio de 1981 en San Salvador. Su familia estaba nutrida de diversidad religiosa, ya que su padre profesaba el islam y su madre el catolicismo. De hecho, el padre del presidente salvadoreño fundó las primeras mezquitas de América Latina. Nayib comenzó a involucrarse en las empresas familiares desde muy joven, hasta poder dirigirlas. También fue presidente de Yamaha Motors El Salvador. Este personaje, paradigmáticamente, empezó a estudiar Ciencias Jurídicas en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, pero nunca logró recibirse. 

Su carrera política tuvo los antecedentes de la alcaldía de Nuevo Cuscatlán y San Salvador, desembocando en la presidencia de El Salvador en 2019 con su partido Nuevas Ideas. Desde el vamos, Bukele siempre tuvo una tendencia arraigada en la derecha política, y en conjunto a su utilización constante de las redes sociales, se transformaron en un combo ideal para lograr la aceptación popular que necesitaba.

Pero, más allá de esto, ¿cómo consiguió el respaldo social para ser el líder posmoderno que es? Nayib Bukele es un outsider, y usa la romantización que genera eso en el público a su favor. Hablamos de un empresario que viene de afuera de los partidos políticos tradicionales para torcer la historia de su país, casi como si se tratase de un mensaje mesiánico. Es algo que comparte con otros personajes como Trump, Bolsonaro o Macri. Sin embargo, no todo queda allí. Previamente se nombraba el uso de las redes sociales, y eso decanta en otro factor a analizar. Nayib Bukele generó un personaje de un político joven, animoso, desafiante y sin pelos en la lengua. Esas cualidades le sirven para utilizar la metacomunicación a su servicio, e inclusive caerle simpático a parte de su población. Es la razón por la cual se congratuló como el “dictador de El Salvador” en Twitter, hace algunos meses. A esta suerte de premisa tecnologicista se le suma su fascinación por las criptomonedas, a tal punto que convirtió a su país en el primero en tener al Bitcoin como moneda de curso legal. 

A lo simbólico de la figura de Nayib Bukele hay que sumarle su discurso. El mismo es agresivo, directo y sin tapujos. Busca el convencimiento de las masas, más allá de lo práctico que pueda resultar o no su promesa. Su diálogo, desafiante con sus opositores, genera controversia y divide las aguas. Aunque ese es el juego de la política que entendió el presidente salvadoreño, tan viejo como el poder. Divide y reinarás. 

Sin embargo, gran parte de la seducción a su población gira en torno a su practicidad. De acuerdo a una encuesta realizada por CID Gallup, un 85% de los salvadoreños califica como positiva a sus medidas sobre seguridad, y un 91% aprueba las medidas tomadas contra las pandillas. Estos datos, indudablemente, le dan el aval para gobernar con una espalda enorme. Justamente, esa aprobación viene de su conocida “guerra contra las pandillas”. Esto se transformó en política de Estado de Bukele, buscando apresar a la gran mayoría de los pandilleros de su país, cercando ciudades enteras para atraparlos e inaugurando una mega cárcel que tiene capacidad para albergar a 40 mil personas, transformándose en la prisión más grande de América Latina. Esta situación de enfrentamiento Estado – Pandillas, según el presidente, fue el causante de que las tasas de homicidio bajaran un 29% en su mandato. Aunque la contraparte dice que, desde mayo del año pasado, se detectaron violaciones constantes a los derechos humanos, con un total de 34 mil detenciones, según Human Right Watch. A esto hay que sumarle el hermetismo y la falta de transparencia en su gestión a través de la reforma al Instituto de Acceso a la Información Pública, eso decanta en su ríspida relación con el periodismo, a quién constantemente lo trata de golpista y de difamar a su persona y su gestión.

Ahora bien, todas las acciones que lleva adelante Nayib Bukele cuentan con un fuerte aval del establishment, quien brinda gran parte del apoyo económico para que realice semejantes movidas políticas. De hecho, Bukele es un personaje perfecto para los intereses del capitalismo global. Es un dirigente que no cuestiona ni por asomo este modelo de producción y donde la redistribución de la riqueza no es parte de su lenguaje. Es el líder marioneta con el que sueña el Tío Sam: procapitalista, popular en redes sociales y amante de la seguridad. Aunque sus relaciones internacionales no sean de las mejores desde 2021, en donde Washington pausó su “amistad” con El Salvador por las actitudes anti – democráticas del Ejecutivo.

El caso de Bukele es paradigmático, porque pareciera ser que, en la disyuntiva de héroe o villano, podría ser un héroe dentro de su país y un villano en el extranjero. Aunque estas categorías tan dispares no explican si remotamente el fenómeno del presidente salvadoreño. Es un producto de la masificación de las derechas que se propalan constantemente por las redes sociales, con poder no solo político, sino económico. Este modelo de político y de hacer política, más allá de la aceptación de su población, puede poner en riesgo a la institucionalidad. Esto se da, básicamente, porque se deposita gran parte del poder y las decisiones en una persona, que mientras tenga el apoyo popular, no parecería generar problemas. La verdadera cuestión es cuando la pierda, podría retirarse pacíficamente del poder por vías democráticas o se aferraría al discurso absurdo del fraude electoral como Trump y Bolsonaro, incluso proponiendo y defendiendo acciones de desestabilización estatal. 

¿Un país puede gobernarse solamente con la premisa de la seguridad? Esta situación parece ser de vox populi. Pero cuando derrote, virtualmente, a las pandillas, se quedará sin ese enemigo público número 1. Su discurso deberá cambiar, pero más allá de eso, la desigualdad social y económica que es uno de los causantes de la alta tasa de criminalidad en América Latina seguirá existiendo. Ese bucle pareciera ser un sitio ignorado por Bukele, el político que se transformó en un fenómeno difícil de comprender en nuestro continente.

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El bitcoin, la primera criptomoneda que llega a ser de curso legal en un país

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Trece años después de su creación, nacido tras la crisis financiera de 2008, el bitcoin se convierte hoy en una moneda de curso legal en El Salvador.

El 31 de octubre de 2008 se publicó en internet su libro blanco fundador.

El nombre de su creador se inscribió bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto, pero la identidad real de la persona o el grupo es una incógnita.

En el documento de ocho páginas, Nakamoto presenta su criptomoneda con el objetivo de promover un ideal libertario que ambicionaba con acabar con las instituciones monetarias y financieras tradicionales a través de “efectuar pagos en línea directamente de una persona a otra”. 

El 3 de enero de 2009 se creó el primer bloque: 50 bitcoins.

Desde entonces se han lanzado numerosas criptomonedas diferentes (ethereum, tether, polkadot, entre otras) y hoy existen más de 11.000, según el sitio especializado CoinMarketCap, recordó la agencia de noticias AFP.

Actualmente existen unos 18,8 millones de bitcoins en circulación y la masa monetaria aumenta progresivamente con la emisión de nuevas unidades, pero se ha fijado un tope a su creación: el número de bitcoins no podrá jamás superar los 21 millones.

Para obtener bitcoins existen dos medios.

Históricamente, los particulares podían “minar”, es decir utilizar la potencia de una computadora para resolver un enigma informático, y ser recompensados en bitcoins.

Pero con la suba de las cotizaciones, el número de “mineros” aumentó y las posibilidades de éxito se redujeron considerablemente. 

Hoy, minar requiere de material sofisticado y los gastos de electricidad generados por la actividad pueden exceder las ganancias y socavan el medio ambiente.

Los bitcoins se compran ahora en las plataformas de intercambio, utilizando monedas tradicionales, y los fondos se conservan en una cartera virtual protegida.

En 2013, el bitcoin, que inicialmente no valía casi nada, superó los 1.000 dólares y empezó a atraer la atención de las instituciones financieras.

Desde entonces, este volátil mercado ha variado mucho, aunque con tendencia alcista. 

A fines de 2017, el bitcoin llegó a los 19.511 dólares, pero la burbuja estalló, y su valor cayó. A mitad de 2019 volvería a superar los 10.000 dólares y en noviembre del año pasado los 15.000.

En 2021, el interés combinado de inversores particulares, fondos de inversión y empresas disparó su cotización a un máximo histórico de 64.870 dólares en abril.

Nueva montaña rusa, con una caída a fines de junio a 28.824 dólares y nueva disparada en torno a los 50.000 dólares en septiembre.

La demanda del bitcoin se disparó tras el anuncio en octubre pasado de que Paypal, gigante de los pagos en línea, propuso a sus usuarios norteamericanos comprar, vender o usar esta criptomoneda como moneda.

Sin embargo, su volatilidad frena su adopción como medio de pago. Otro obstáculo es el tiempo de validación de la transacción: según la congestión de la red, la confirmación del pago puede tardar entre varios minutos y horas.

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