Genocidio: el eterno retorno
“Destrucción coordinada de un grupo nacional, étnico, racial o religioso mediante la aniquilación de sus miembros, la desintegración de sus instituciones culturales, políticas o sociales, y la supresión de su identidad colectiva”, así definió Raphael Lemkin al concepto genocidio en 1944. Este abogado acentuaba parte de la propia definición al carácter no solo de la muerte o exterminio físico, sino al componente cultural y de existencia/inexistencia de grupos humanos como tal.
Hoy, el termino genocidio parece volver a estar en boca de todos por la situación ocurrida en Gaza.
Medio Oriente, el foco de conflicto
Lo sucedido en Gaza actualmente conlleva a una serie de debates, muchos de ellos acalorados, y muchos de ellos también que derivan en falacias o en posturas anegadas por el propio fanatismo de las posiciones.
La crítica principal que sobreviene hoy al gobierno de Benjamín Netanyahu es acerca de la crueldad con la cual el ejército israelí ejecuta sus ataques en suelo palestino, más allá de la presencia de Hamás como una de las facciones de organizaciones terroristas que tiene como fin primero y último la desestabilización de Israel como tal.
Esta crueldad, plasmada en ataques constantes sobre la población civil, denota una cifra que es motivo de debate también. La única certeza es que, luego de octubre del 2023, cuando Hamás cometió la avanzada mortuoria sobre los kibutz israelíes, la contraparte de las Fuerzas de Defensa de Israel, bajo las decisiones del primer ministro, dejaron más de 60 mil muertos, entre el 60 y el 80% se trata de civiles.
Hay países y organizaciones en el mundo que aseguran que las acciones de Netanyahu en Gaza son dignas de comenzar a analizarse como genocidio.
Si nos guiamos por la definición de Lemkin, la guerra no es suficiente para poder determinar esto, sino que hay que tener en cuenta un plan sistemático de sometimiento, algo que debe ser objeto de análisis, ya que tomarlo tan a la ligera genera un conflicto mucho más grande donde si puede estar viciada la opinión por un conflicto de intereses.
El tema parece ser cultural/territorial. Se sabe de las pretensiones fácticas de Netanyahu de avanzar sobre el suelo gazatí, con el argumento de poder establecer la paz en ese enclave. Aunque sobrevuela el fantasma de la ocupación total, lo que podría ser catastrófico para la región, y ahondaría en el concepto de un plan de ocupación pensado desde el principio, lo que daría como resultado una complicación aún mucho más grande de esta situación.
Hay que decir que Israel tiene la capacidad de ocupación si quisiera hacerlo. Es una potencia militar y con orden prodigio cuando se trata de hacer cumplir órdenes y objetivos, por ende no sería un impedimento de querer hacerlo. Todo esto se complejiza cuando el plano se extiende a las consecuencias que puede traer para la región. Irán, como la gran amenaza para Israel y siendo un rival casi de características históricas, al menos desde 1979 en adelante (Revolución Islámica) podría ser la primera reacción de gran escala ante semejante hecho.
Por otra parte, una lectura más fina corresponde a otro hegemón de la región: Arabia Saudita. Si bien, el gigante musulmán puja por el poderío en la región, su postura internacional parece más moderada, aunque su potencial económico hacer que la balanza pueda inclinarse de su lado y la “causa palestina”, al menos presionando a países occidentales a que condenen el accionar israelí en Gaza.
Una causa en el tiempo
Yo veo al futuro repetir el pasado, dice “El tiempo no para” de Cazuza, re versionado y popularizado en Argentina por La Bersuit Vergarabat. Y así podría ser. El mundo ha sido testigo de muchos genocidios que fueron reconocidos como tales una vez que fueron consumados. Sin recurrir a los grandes ejemplos como el Holocausto o el Holodomor, situaciones asi se vivieron en Ruanda y en Bosnia, con mayor cercanía en el tiempo. El ocurrido en África fue en 1994 y el europeo entre 1992 y 1995. Todo esto pasó bajo las narices del público mundial, ya mediatizado por la televisión a color y el incipiente internet globalizador.
No, no estoy afirmando que hay un genocidio en Gaza, pero si que hay elementos para investigar al poder político de turno, y que, se nos apegamos a la historia, esto parece ser una situación que simplemente podría ser reconocida luego de haber pasado.
¿Por qué nadie hizo algo contundente para frenar lo ocurrido en Ruanda o en Bosnia? Tal vez porque eran partes del mundo en la periferia o sin interés real para las potencias, pese a cierto valor en recursos o de posición geopolítica. El caso de Gaza podría ser tal. Es una zona que no tiene recursos, pero sí un gran valor histórico.
Otro tema a pensar es que ante una posible avanzada y posterior ocupación de Israel sobre Gaza podría significar la resucitación de los movimientos y de los estados de apoyo a la causa palestina. Está claro que hoy en día, organizaciones como Hamás o Hezbolá lejos están de ser representante de tal cual, sino que se mueven con intereses propios, ocupando la bandera palestina para cometer los actos mediante el terrorismo, bajo financiamiento iraní.
Tal vez, esta situación de extrema vulnerabilidad de Gaza sirva para rearmar el posicionamiento de países árabes en la defensa de la causa palestina.
Otro tema en cuestión. ¿Es antisemita defender la causa palestina? No. ¿Es antisemita cuestionar las decisiones políticas y militares de Israel? No. Problematizar estas cuestiones distan mucho del posicionamiento en contra del pueblo judío, aunque si es cierto que, envalentonados por el contexto, puede ser que haya antisemitas disfrazados de cordero en los movimientos. Por ende, es cuidado, en cualquiera de los casos, saber quien se encuentra a lado, sobre todo en una época donde todo parece darle la razón a Friedrich Nietzsche con su famoso eterno retorno.


