HAMBRUNA

Genocidio: el eterno retorno

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“Destrucción coordinada de un grupo nacional, étnico, racial o religioso mediante la aniquilación de sus miembros, la desintegración de sus instituciones culturales, políticas o sociales, y la supresión de su identidad colectiva”, así definió Raphael Lemkin al concepto genocidio en 1944. Este abogado acentuaba parte de la propia definición al carácter no solo de la muerte o exterminio físico, sino al componente cultural y de existencia/inexistencia de grupos humanos como tal. 

Hoy, el termino genocidio parece volver a estar en boca de todos por la situación ocurrida en Gaza. 

Medio Oriente, el foco de conflicto 

Lo sucedido en Gaza actualmente conlleva a una serie de debates, muchos de ellos acalorados, y muchos de ellos también que derivan en falacias o en posturas anegadas por el propio fanatismo de las posiciones. 

La crítica principal que sobreviene hoy al gobierno de Benjamín Netanyahu es acerca de la crueldad con la cual el ejército israelí ejecuta sus ataques en suelo palestino, más allá de la presencia de Hamás como una de las facciones de organizaciones terroristas que tiene como fin primero y último la desestabilización de Israel como tal. 

Esta crueldad, plasmada en ataques constantes sobre la población civil, denota una cifra que es motivo de debate también. La única certeza es que, luego de octubre del 2023, cuando Hamás cometió la avanzada mortuoria sobre los kibutz israelíes, la contraparte de las Fuerzas de Defensa de Israel, bajo las decisiones del primer ministro, dejaron más de 60 mil muertos, entre el 60 y el 80% se trata de civiles.

Hay países y organizaciones en el mundo que aseguran que las acciones de Netanyahu en Gaza son dignas de comenzar a analizarse como genocidio. 

Si nos guiamos por la definición de Lemkin, la guerra no es suficiente para poder determinar esto, sino que hay que tener en cuenta un plan sistemático de sometimiento, algo que debe ser objeto de análisis, ya que tomarlo tan a la ligera genera un conflicto mucho más grande donde si puede estar viciada la opinión por un conflicto de intereses. 

El tema parece ser cultural/territorial. Se sabe de las pretensiones fácticas de Netanyahu de avanzar sobre el suelo gazatí, con el argumento de poder establecer la paz en ese enclave. Aunque sobrevuela el fantasma de la ocupación total, lo que podría ser catastrófico para la región, y ahondaría en el concepto de un plan de ocupación pensado desde el principio, lo que daría como resultado una complicación aún mucho más grande de esta situación. 

Hay que decir que Israel tiene la capacidad de ocupación si quisiera hacerlo. Es una potencia militar y con orden prodigio cuando se trata de hacer cumplir órdenes y objetivos, por ende no sería un impedimento de querer hacerlo. Todo esto se complejiza cuando el plano se extiende a las consecuencias que puede traer para la región. Irán, como la gran amenaza para Israel y siendo un rival casi de características históricas, al menos desde 1979 en adelante (Revolución Islámica) podría ser la primera reacción de gran escala ante semejante hecho. 

Por otra parte, una lectura más fina corresponde a otro hegemón de la región: Arabia Saudita. Si bien, el gigante musulmán puja por el poderío en la región, su postura internacional parece más moderada, aunque su potencial económico hacer que la balanza pueda inclinarse de su lado y la “causa palestina”, al menos presionando a países occidentales a que condenen el accionar israelí en Gaza. 

Una causa en el tiempo 

Yo veo al futuro repetir el pasado, dice “El tiempo no para” de Cazuza, re versionado y popularizado en Argentina por La Bersuit Vergarabat. Y así podría ser. El mundo ha sido testigo de muchos genocidios que fueron reconocidos como tales una vez que fueron consumados. Sin recurrir a los grandes ejemplos como el Holocausto o el Holodomor, situaciones asi se vivieron en Ruanda y en Bosnia, con mayor cercanía en el tiempo. El ocurrido en África fue en 1994 y el europeo entre 1992 y 1995. Todo esto pasó bajo las narices del público mundial, ya mediatizado por la televisión a color y el incipiente internet globalizador. 

No, no estoy afirmando que hay un genocidio en Gaza, pero si que hay elementos para investigar al poder político de turno, y que, se nos apegamos a la historia, esto parece ser una situación que simplemente podría ser reconocida luego de haber pasado. 

¿Por qué nadie hizo algo contundente para frenar lo ocurrido en Ruanda o en Bosnia? Tal vez porque eran partes del mundo en la periferia o sin interés real para las potencias, pese a cierto valor en recursos o de posición geopolítica. El caso de Gaza podría ser tal. Es una zona que no tiene recursos, pero sí un gran valor histórico. 

Otro tema a pensar es que ante una posible avanzada y posterior ocupación de Israel sobre Gaza podría significar la resucitación de los movimientos y de los estados de apoyo a la causa palestina. Está claro que hoy en día, organizaciones como Hamás o Hezbolá lejos están de ser representante de tal cual, sino que se mueven con intereses propios, ocupando la bandera palestina para cometer los actos mediante el terrorismo, bajo financiamiento iraní. 

Tal vez, esta situación de extrema vulnerabilidad de Gaza sirva para rearmar el posicionamiento de países árabes en la defensa de la causa palestina. 

Otro tema en cuestión. ¿Es antisemita defender la causa palestina? No. ¿Es antisemita cuestionar las decisiones políticas y militares de Israel? No. Problematizar estas cuestiones distan mucho del posicionamiento en contra del pueblo judío, aunque si es cierto que, envalentonados por el contexto, puede ser que haya antisemitas disfrazados de cordero en los movimientos. Por ende, es cuidado, en cualquiera de los casos, saber quien se encuentra a lado, sobre todo en una época donde todo parece darle la razón a Friedrich Nietzsche con su famoso eterno retorno. 

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La ONU confirmó la hambruna en Gaza y advirtió de una propagación catastrófica

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Más de medio millón de personas en Gaza enfrentan condiciones de hambruna caracterizadas por inanición y muertes evitables, según la más reciente Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) publicada hoy.

La evaluación, realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), indicó que la hambruna en la ciudad de Gaza se está extendiendo hacia el sur hasta Deir al-Balah y Khan Younis.

Para fines de septiembre, se proyecta que más de 640,000 personas enfrentarán una inseguridad alimentaria catastrófica, con 1.14 millones adicionales en niveles de emergencia y cerca de 400,000 en condiciones de crisis.

El informe confirmó que se superaron los umbrales de privación extrema de alimentos, desnutrición aguda y muertes relacionadas con el hambre, lo que marca la primera hambruna declarada oficialmente en Medio Oriente desde que se estableció la CIF.

Las agencias de la ONU advirtieron que la intensificación de las operaciones militares y las continuas restricciones al acceso humanitario podrían agravar aún más la crisis, dejando a niños, ancianos y personas con discapacidad en situación de riesgo extremo.

Hicieron hincapié en que un alto el fuego inmediato y una respuesta humanitaria a gran escala son esenciales para salvar vidas, según un informe de la agencia de noticias Xinhua.

El análisis mostró que la desnutrición infantil aguda ha alcanzado niveles récord, con más de 12.000 niños identificados solo en julio, lo que representa un aumento de seis veces desde enero.

Para mediados de 2026, se prevé que unos 43.400 niños y 55.000 mujeres embarazadas o lactantes se enfrenten a una desnutrición potencialmente mortal.

Casi todas las tierras de cultivo en Gaza fueron destruidas o se tornaron inaccesibles, mientras que las entregas de ayuda siguen siendo esporádicas e insuficientes.

El sistema de salud del enclave colapsó en medio de una grave escasez de alimentos, combustible, agua y suministros médicos, sumada a un aumento repentino de enfermedades infecciosas.

Las agencias de la ONU pidieron medidas urgentes, incluyendo el acceso humanitario sostenido, la restauración de los flujos comerciales, la rehabilitación de los servicios de salud y el apoyo a la producción local de alimentos para evitar una catástrofe mayor.

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La posible hambruna que generará una nueva catástrofe mundial

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La guerra está empujando a la hambruna a un mundo cuya situación era frágil; corregirla es tarea de todos, y es del interés de todos.

La invasión a Ucrania, puede provocar un golpe en la alimentación global ya debilitada por la pandemia, el cambio climático y la crisis energética. Las exportaciones de cereales y oleaginosas de Ucrania están frenadas, y las de Rusia están en jaque por las sanciones. Ucrania tiene prácticamente frenadas sus exportaciones de cereales y oleaginosas, por su lado Rusia está en jaque por las sanciones.

Estos dos países suministran el 12% de las calorías que se intercambian globalmente. El precio del trigo, subió un 53% desde principios del año pasado, experimentó un salto adicional del 6% el 16 de mayo, cuando India anunció la suspensión de sus exportaciones, por una alarmante ola de calor en la región.

No es que solamente aumenta la calidad del costo de vida, con esto no basta para dimensionar la gravedad de lo que viene. António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, advirtió el 18 de mayo que el mundo “enfrenta el fantasma de una escasez global de alimentos”, que podría extenderse durante años. El alto costo de los alimentos de primera necesidad, ha hecho que se dispare de 440 millones a 1600 el número de personas que no tienen garantizada su alimentación básica. Casi 250 millones están al borde de la hambruna.

Si se extiende en el tiempo la guerra, y las exportaciones de alimentos de Rusia y Ucrania siguen siendo limitadas, cientos de millones de personas más podrían caer en la pobreza, con la consecuente inestabilidad política generalizada, niños con problemas de desarrollo y gente en la inanición.

Los líderes mundiales deberían considerar el hambre como un problema global, que exige una solución global urgente. La escasez no es un resultado inevitable de la guerra.

Rusia y Ucrania proveen el 28% del trigo comercializado a nivel mundial, el 29% de cebada, el 15% del maíz y el 75% del aceite de girasol. Ambos países aportan alrededor de la mitad de los cereales importados por Líbano y Túnez, dos tercios de los de Libia y Egipto. Las exportaciones de alimentos de Ucrania promocionan las calorías de las que se alimentan 400 millones de personas. La guerra está interrumpiendo estos suministros porque Ucrania minó las aguas para disuadir el asalto ruso por mar y Rusia mantiene bloqueado el puerto de Odessa.

Antes de la invasión, el Programa Mundial de Alimentos, había advertido que el 2022 el panorama no era bueno. China el mayor productor mundial de trigo, avisó que a consecuencia de las lluvias que retrasaron la siembra del año anterior, la cosecha actual puede convertirse en la peor de su historia. Además de las temperaturas extremas en India que es segundo productor mundial, la falta de lluvias amenaza los rendimientos en otros grandes graneros del mundo, desde el cinturón triguero de Estados Unidos hasta la región del Beauce, Francia. El Cuerno de África, también está sufriendo el efecto de la peor sequía de 4 décadas, dando la bienvenida al inevitable cambio climático.

Esta situación afecta a muchos hogares del mundo, más aún en los países “emergentes” que gastan el 25% de sus ingresos en alimentos, que ascenderá un 40% en África Subsahariana. En Egipto, el pan representa el 30% del consumo calórico de la gente. En muchos países importadores de alimentos los gobiernos no pueden permitirse aumentar los subsidios de ayuda a los pobres, sobre todo si son importadores de energía, porque este es otro mercado en crisis.

La crisis amenaza con profundizarse, porque antes de la guerra de Ucrania, ya había despachado gran parte de su cosecha. Rusia logró colocar sus granos, a pesar de los costos y riesgos adicionales para los transportistas. Sin embargo, los silos ucranianos que no han resultado dañados por los combates están llenos de maíz y cebada. Así que los productores no tienen dónde almacenar la próxima cosecha, que arranca a fines de junio y podría pudrirse. Además, falta combustible y mano de obra para la siembra que viene. A Rusia, por su parte, podría faltar insumos de semillas y pesticidas, que suele comprar de la Unión Europea.

Lo más probable es que los productores de otras partes del mundo, no logren compensar este déficit de alimentos. Una de las razones es la volatilidad de precios, por otro lado, los márgenes de ganancias se ven reducidos por el aumento de precios de fertilizantes y la energía. Los principales costos de los productores agrícolas, que se ven afectados por las sanciones y la disputa por el gas natural. Si los productores reducen el uso de fertilizantes, el rinde global de los campos será mucho más bajo y en el peor momento.

Desde que comenzó la guerra, 23 países -desde Kazajistán hasta Kuwait- han impuesto restricciones draconianas a sus exportaciones de alimentos, que en su conjunto cubren el 10% de todas las calorías comercializadas a nivel mundial. Más de una quinta parte de las exportaciones de fertilizantes están restringidas, si se detiene el comercio llegará la hambruna.

Mientras tanto, si esto ocurre, los involucrados se acusarán: Occidente echará la culpa a la invasión de Putín, y Rusia acusará a las sanciones que puso Occidente. Las disrupciones son resultado de la invasión de Putín, y algunas sanciones lo han exacerbado. Esta discusión puede convertirse en una excusa para la inacción.

Ante esto, los estados deberían actuar juntos, para empezar, manteniendo abiertos los mercados. Indonesia, que es fuente del 60% del aceite de palma que se consume en el mundo, levantó una prohibición temporal a las exportaciones. Europa debería ayudar a Ucrania a enviar su grano por ferrocarril, hasta los puertos de Rumania en ruta, o los países bálticos, aunque hasta los más optimistas calculan que apenas el 20% de la cosecha ucraniana podría salir de esa manera. Los países importadores también necesitarán ayuda para no terminar tapados de facturas impagables, las reservas de emergencia de cereales deberían ir solo a países más pobres. Para otros, los créditos a las importaciones con una baja tasa de interés tal vez a través del FMI, harían que los dólares de los aportantes rindieran más. Un alivio de la deuda también ayudaría a liberar recursos vitales.

Alrededor del 10% de todos los granos se utilizan para producir biocombustibles, el 18% de los aceites vegetales se destinan a biodiésel. Finlandia y Croacia, han flexibilizado la normativa que exige que la nafta incluya combustibles de cultivos, un ejemplo, que debería seguir otros países. La cría de animales y ganados, consume una gran cantidad de cereales. Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación, los cereales representan el 13% de la alimentación seca del ganado. En 2021, China importó 28 millones de toneladas de maíz para alimentar a sus cerdos, más de los exportados por Ucrania en un año.

Un alivio inmediato para el comercio de granos, sería romper el bloqueo del mar Negro; en este momento, en Ucrania hay atrapadas casi 25 toneladas de maíz y trigo, el equivalente al consumo anual de todas las economías menos desarrolladas del mundo. Para levantar ese bloqueo, tres países deben ponerse de acuerdo: Rusia debe permitir la salida de los granos ucranianos, Ucrania tiene que retirar las minas en las aguas de Odessa, Turquía tiene que permitir el paso de escoltas navales por el Bósforo.

Esto sin duda no será fácil, Rusia tiene problemas en el campo de batalla, así que intenta ahogar la economía de Ucrania. Ucrania desconfía de retirar las minas. Persuadirlos para que cedan, será tarea de los países que estuvieron al margen de la guerra, como China y la India. Los barcos necesitan escoltas de naves armadas y con apoyo de una amplia coalición de países. Alimentar a un mundo frágil es algo de todos y para todos.

Fuente: The Economist.

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La riqueza misionera: el agua operando en el mercado de futuros de EE.UU. y la perspectiva regional

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Cuando en diciembre pasado (07/12/2020) se confirmó que en California, Estados Unidos el agua pasó a cotizar en el mercado de futuros, realizamos un análisis en Economis, contrastando la política misionera, y la regional sobre tan preciado recurso natural.

Ahora recuperamos ese análisis y lo ampliamos con más datos a la fecha:

Lo que en Misiones comenzó a plantearse como debate necesario hace más de seis años, cuando el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira propuso reconocer el valor económico del agua, se transformó en una realidad financiera global: el agua comenzó a cotizar en el mercado de futuros de materias primas de Estados Unidos, debido a la escasez de este bien, cuyo precio fluctuará ahora como lo hacen el petróleo, el oro o el trigo, informó el Chicago Mercantile Exchange Group.

El proceso de privatización del agua comenzó hace más de 40 años en Chile, con el dictador Augusto Pinochet, quien lisa y llanamente privatizó el agua y plasmó esa decisión en la Constitución de 1980. Le siguió con la premier británica conservadora Margaret Thatcher, quien privatizó la distribución del fluido y plantó la semilla de los sistemas de concesiones que aplicaron los Gobiernos neoliberales que, Consenso de Washington mediante, se hicieron fuertes en Latinoamérica en los ’90.

Las cotizaciones reflejarán las variaciones del índice Nasdaq Veles California Water Index, con la sigla NQH2O, y se basa en un indicador de precios de los futuros del agua en California que hoy cotizaba a unos 486,53 dólares por acre-pie, una medida de volumen utilizada normalmente en Estados Unidos equivalente a 1.233 metros cúbicos, lo que representa 1.233.000 litros de agua.

Ese valor podrá ser utilizado como referencia en el mundo aunque estos contratos no requieren entrega física de agua y son puramente financieros, basados en el precio semanal promediado entre las cinco principales cuencas de California hasta 2022.

Misiones desde hace varios años le puso valor al agua y considera al líquido vital como un commodity -una materia prima como el petróleo- que debe ser incorporado como costo para las empresas.

De hecho, las principales firmas que operan en la tierra colorada, desde industrias celulósicas, yerbateras, tealeras, hoteles, comenzaron a pagar por el uso del agua. Concretamente,  todo aquel que hace un uso comercial del agua debe pagar por ella. 

Hoy  esta política cobra aún más relevancia en el actual contexto de sequías e incendios. Otro dato relevante es que en Misiones  es el Estado el que regula el uso y el valor, no el mercado.

Hasta ahora se acordó el pago con más de 250 empresas misioneras, aunque se calcula que hay muchos más puntos de captación.

La ley I Nº 149 (antes 4519) fue la que asignó a Aguas Misioneras S.E el aprovechamiento lucrativo de las aguas de dominio provincial, comprendiendo a las aguas superficiales, subterráneas y del Sistema Acuífero Guaraní dentro del territorio misionero.

Además Aguas Misioneras S.E tiene asignada la comercialización de las aguas provinciales y, por ello, todas aquellas actividades que directa o indirectamente usufructúan el recurso hídrico con fines económicos directos o indirectos (entiéndase toma directa de agua de río, arroyos o perforaciones; no se incluye al agua de red)deben, a partir de ello, empezar a pagar por su uso.

Pagar por el agua es también una forma de cuidar y concientizar para el uso racional de un recurso que no solo no es infinito sino que cada vez va a faltar más en la Argentina y el mundo. Incluso la provincia de Misiones, en algunas regiones, tiene importantes problemas hídricos.

El precio de Estados Unidos

Por caso, el precio del agua en California se duplicó en el último año, según este indicador, y con la mayor escasez de este bien, la llegada al mercado de materias primas permitirá una mejor gestión del riesgo futuro, de acuerdo con los expertos. Agricultores, fondos o municipios podrán protegerse o especular ante los cambios en el precio del agua.

Según CME Group, los nuevos contratos permitirán una mejor gestión del riesgo asociado a la escasez del agua y al mismo tiempo realizar una mejor correlación entre oferta y demanda en los mercados.

El índice del agua en el mercado de futuros de Wall Street, que comenzó a cotizar el 7 de diciembre pasado, se constituye con el promedio de cinco mercados de California y les permite fijar un precio para los próximos dos meses y una proyección para los próximos ocho trimestres, explicó a la cadena de noticias CNN el economista Alvaro Pereyra, CEO de la operadora bursátil Passfolio, con sede en Nueva York. “Por lo tanto, tenemos el precio indicativo de lo que va a valer el acre por pie de agua (1.233.581,8 litros) para fines de 2022, que rondará los 520 dólares”, agregó Pereyra.

Aunque el índice está basado en los precios de las principales cuencas fluviales de California, donde la escasez del agua aumentó, este valor podrá ser usado como referente para el resto del mundo en los mercados del agua.

El nuevo índice permitirá no tener que recurrir a una estimación “a ojo” del precio futuro del agua, sino a cuáles son las expectativas de los principales actores de este mercado.

China y Estados Unidos son los principales consumidores del mundo de agua y, según Naciones Unidas, 2.000 millones de personas viven en países con graves problemas de acceso al agua, mientras que en los próximos años, dos tercios del planeta podrían experimentar escasez de agua y millones de personas podrían verse desplazadas.

La explotación excesiva de este recurso por el sector primario, la industria y el consumo humano, así como el cambio climático, llevaron a que este recurso sea cada vez más escaso.

Héctor Rubini, investigador de la Universidad del Salvador, estimó en declaraciones a CNN Radio que “progresivamente el agua comenzará a cotizar en otros mercados mundiales, porque se trata de un recurso cada vez más escaso, y estimó que esta situación se dará “en las próximas tres o cuatro décadas”.

En la misma línea, Federico Di Yenno, operador bursátil especializado en commodities, dijo a Télam que “es factible que dentro de algunos años, bastantes, en áreas donde haya escasez de agua veamos que se cotice en otro mercado de futuro”. Agregó que “así como se ha avanzado en un mercado futuro en un índice para la soja sudamericana, eso podría ocurrir con el agua en algún momento. Brasil y Chile, por ejemplo, lo podrían tener, sobre todo Chile, que tiene un mercado fuerte”.

Pero la perspectiva económica que habilita la mercantilización de un recurso humano tiene otras lecturas y consecuencias.

Para el español Pedro Arrojo-Agudo, Relator Especial sobre los derechos humanos al agua potable y el saneamiento de las Naciones Unidas, “no se puede poner un valor al agua, como se hace con otros productos básicos comercializados, porque el agua es un bien público y está vinculada a la salud”. Además indicó que “el agua ya está fuertemente amenazada por la población mundial creciente y la contaminación grave de la agricultura y la industria minera, como para que ahora sea un ítem más del mercado”.

Arrojo-Agudo anticipó a Télam que prepara un informe sobre este tema para la próxima Asamblea General de la ONU, en octubre de este año, “porque un mercado de futuro de este tipo también podría atraer a especuladores como fondos de cobertura y bancos a apostar por estos precios, repitiendo la burbuja especulativa del mercado de alimentos de 2008”.

Gustavo Villa Uria, ingeniero en recursos hídricos y subsecretario de Obras Hidráulicas de la Nación, señaló en diálogo con Télam que en América Latina “está bastante firme la posición de que el agua es un bien público y que no es sujeto de apropiación”.

El funcionario admitió que “algunos sectores muy de derecha en la Argentina creen que el agua es pasible de enajenación”, pero destacó que el “marco normativo (del país) es muy claro, muy contundente, en el sentido de que el agua es un bien público, inajenable, imprescriptible y que no hay forma de que ese bien pase a ser privado sin modificar la Constitución y el Código Civil”.

Pero esa apropiación del agua “se puede conseguir generando organismos hídricos sin capacidad de control, porque si no hay capacidad de control, aunque el bien sea público, se lo apropia el más fuerte”. Es ahí dónde el Estado tiene que estar presente “con capacidad de medir, regular, controlar y garantizar que el agua sea repartida en forma equitativa y razonable”, agregó Villa Uria.

Los avances privatistas sobre el agua tuvieron una serie de hitos que se encadenaron en los últimos 30 años del Siglo XX.

En la década de los ’70 Augusto Pinochet dejó la economía chilena en manos de economistas alineados con la Escuela de Chicago, que primero privatizaron las tierras y luego el agua, y consagraron esa decisión en la Constitución de 1980, que sigue vigente. “En Chile la empresas que producen el aguacate (palta), en la provincia de Petoca, compran grandes cantidades de agua para sus cultivos y las poblaciones cercanas sufren un feroz racionamiento”, señaló a Télam Rodrígo Mundaca, vocero nacional del Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la protección del Medio Ambiente (Modatima).

La propiedad del agua y sus consecuencias para la población, agregó Mundaca, “es uno de los tres o cuatro temas más controvertidos en las discusiones para la reforma de la Constitución” que está en marcha en Chile.

A principios de los 80s, la primera ministra británica Margaret Thatcher (1979-1990) dio un paso más e, impedida de privatizar el agua, lo hizo con las redes de distribución, dando paso a un nuevo modelo de aplicación de políticas liberales que luego se replicaron en varios países de América Latina.

El Consenso de Washington fue un acuerdo firmado en 1989 -durante la Presidencia de George Bush padre- para aplicar una paquete de reformas estandarizadas y tuteladas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, en los países en desarrollo abrumados por sus crisis económicas.

Ese proceso en la Argentina tuvo su cenit durante el Gobierno de Carlos Menem (1989-1999), pero tuvo expresiones de distinto tenor en toda la región, que en la mayoría de los casos siguen con modelos de concesiones instalados y vigentes.

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