El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo este miércoles que las graves inundaciones en el sur del país, que dejan ya 107 muertos y una vasta destrucción en 425 municipios afectados, son “un aviso para el mundo” y “una factura que le está pasando el planeta” a la humanidad. Las operaciones de rescate en la castigada Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, fueron suspendidas por nuevas lluvias.
“Tenemos que parar esto a tiempo”, declaró Lula en un acto en el que fue presentado un paquete de inversiones en áreas de infraestructura y prevención de desastres naturales, que apuntan a “corregir décadas de ocupación desordenada de las ciudades de este país”. Se trata de proyectos por un valor inicial de 18.300 millones de reales (3.560 millones de dólares), que serán ejecutados en 532 ciudades de todas las regiones del país. En todos los casos, son iniciativas que estaban en estudio antes del desastre que las lluvias de los últimos días provocaron en el sur del país.
Quero agradecer o papel solidário do Congresso Nacional pela aprovação do projeto de decreto legislativo e, agora, pelo recebimento da medida provisória que vai garantir R$ 50 bilhões para o Rio Grande do Sul. Agradecer também ao poder judiciário.
Para el plan de reconstrucción, el gobierno de Brasil prometió unos 10.000 millones de dólares.
El ministro de Finanzas, Fernando Haddad, prometió una “inyección de recursos del orden de 50.000 millones de reales”. El paquete de medidas contempla principalmente la entrega de créditos para ayudar a trabajadores, empresas y municipios afectados.
“Vamos a tener que prepararnos porque veremos el tamaño de los problemas cuando el agua baje y los ríos vuelvan a la normalidad”, dijo Lula.
“Mucha gente perdió mucho y tenemos que tener eso en cuenta”, añadió.
Más temprano, Leite había estimado el monto de la recuperación en 19.000 millones de reales (3.700 millones de dólares), según dijo en X.
El agua cubrió ciudades enteras como Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul, estado fronterizo con Argentina y Uruguay, declarado en estado de calamidad y donde 1,5 millones de personas de unos 400 municipios sufren con la falta de agua y alimentos y serios problemas en el suministro de energía. También fueron destruidas miles de viviendas e infraestructuras, como puentes o rutas, y se vieron perjudicadas la producción agropecuaria y toda la actividad económica de uno de los estados más prósperos de Brasil.
Las inundaciones causadas por las fuertes lluvias en el sur de Brasil ya dejan 100 muertos y 1,5 millones de personas damnificadas en 417 municipios, que ahora volvieron a estar en alerta máxima por nuevos temporales que van a afectar aún más a la región y el riesgo de colapso de las represas 14 de Julio en Cotiporã y Bento Gonçalves y PCH Salto Forqueta, em São José do Herval e Putinga.
Además, la Defensa Civil ha contabilizado, hasta el momento, 131 desaparecidos y 362 heridos por las lluvias e inundaciones sin precedentes que afectan principalmente al estado de Rio Grande do Sul.
Hasta el momento, 401 municipios se han visto afectados; “prácticamente todo el estado”, señaló en una rueda de prensa Eduardo Leite, gobernador de Rio Grande do Sul, la región más damnificada por las lluvias.
El anuncio de nuevos temporales a partir de este miércoles, y que serán más fuertes entre el viernes y el domingo, tiene en alerta a las autoridades que preparan desde ya las medidas de contingencia.
Según el Instituto Nacional de Metereología (INMET), en los próximos días se esperan “fuertes lluvias y tormentas” en el área más austral del estado de Rio Grande do Sul, en toda la zona fronteriza con Uruguay, debido a la llegada de un frente frío.
El gobernador hizo un llamado a los habitantes de municipios que ya fueron afectados y que posiblemente volverán a caer en la mira de las lluvias para que permanezcan en los albergues y solo regresen a ver lo ocurrido con sus hogares cuando las autoridades confirmen total seguridad para sus vidas.
“No es hora de volver a laS casas ni de estar en los sitios que fueron afectados”, señaló el gobernador, quien además advirtió que las nuevas precipitaciones van a tener incidencia en varios municipios y en la zona metropolitana de la capital, Porto Alegre, donde se prevén deslizamientos.
Rio Grande do Sul ha sido el estado de Brasil más azotado por las lluvias, con 100 víctimas mortales, mientras que el vecino estado de Santa Catarina registró un fallecimiento.
En total, ya son 1,5 millones de personas que sufren con la falta de alimentos, de medicinas y de servicios básicos como luz y energía, de las cuales unas 160.000 están refugiadas en casas de amigos o familiares y otras 48.799 en abrigos improvisados por las autoridades.
Porto Alegre, una de las principales ciudades de Brasil, se encuentra sumida en una crisis sin precedentes debido a las intensas lluvias que han azotado la región en los últimos días. Las precipitaciones, concentradas en un lapso de cuatro días, provocaron el desbordamiento del río Guaíba, sumiendo a la ciudad en una inundación masiva y dejando a gran parte de su población sin acceso a servicios básicos como agua y electricidad.
La situación es crítica: prácticamente toda la ciudad se encuentra afectada, con barrios enteros bajo el agua y una notable falta de suministros. La magnitud del desastre ha llevado a la evacuación de cientos de residentes, así como de los huéspedes de los hoteles ubicados en las zonas afectadas.
Según informó el alcalde de Porto Alegre, Sebastião Melo, la nueva inundación fue causada por la desconexión de una bomba de drenaje, recomendada por la compañía eléctrica para prevenir cortocircuitos. Esta medida, sin embargo, no impidió que el río alcanzara su nivel máximo histórico el domingo, superando en más de dos metros la cota de desbordamiento.
A pesar de los esfuerzos para controlar la situación, el nivel del río apenas ha descendido en los últimos días, dejando a numerosos barrios bajo el agua y paralizando por completo la actividad en la ciudad. El aeropuerto y la estación de autobuses permanecen cerrados, mientras que las carreteras y puentes han sufrido daños significativos, lo que requerirá una costosa reconstrucción en los próximos meses.
La magnitud del desastre se extiende más allá de Porto Alegre, afectando a toda la región metropolitana, donde residen millones de personas. Se estima que miles de hogares sufren cortes de agua y electricidad, mientras que las condiciones de aislamiento y las dificultades para acceder a servicios básicos agravan aún más la crisis.
Este desastre natural, que ha dejado a su paso una estela de destrucción y desolación, plantea importantes desafíos para las autoridades locales y nacionales, que deberán coordinar esfuerzos para hacer frente a las consecuencias de una de las peores inundaciones que ha sufrido la ciudad en su historia reciente.
Por qué se inundó Porto Alegre
La cuenca del Guaíba recibe toda su agua de los ríos Taquari, Jacuí y Caí, los más afectados por las torrenciales lluvias. Juntos, representan alrededor del 90 % del volumen total del Guaíba, que tiene más características de lago que de río y un flujo naturalmente lento.
Las intensas lluvias concentradas en cuatro días provocó que el Guaíba pasara de cerca de 2 mil metros cúbicos por segundo a 25 mil metros cúbicos por segundo. En consecuencia, el agua subió extremadamente rápido.
Otro problema es que no baja con esa velocidad y por eso persisten las inundaciones. El lento flujo se debe al extraordinario volumen de agua y también al hecho de que Guaíba fluye por un estrecho paso hacia la Laguna de los Patos, de unos dos kilómetros de ancho.
Atravesando una situación de calamidad pública, Porto Alegre viene sufriendo inundaciones debido a las crecidas del Guaíba, principal vía que abastece a la ciudad. Tan solo en la última semana, el nivel subió más de dos metros por encima del nivel de inundación y alcanzó este lunes un nivel récord, de 5,33 metros. El límite máximo sin correr riesgos es de 3 metros.
A esto se suma la geografía de la central fluvial de Rio Grande do Sul. Hay una serie de afluentes del interior del estado que desembocan en el Guaíba, que en condiciones normales no genera problemas de inundaciones.
Con el aumento de las precipitaciones, aumenta la cantidad de agua que alimenta el río, que por otro lado enfrenta dificultades para desembocar en la Laguna de Los Patos
Los diques protectores bajo amenaza
Porto Alegre está bordeada por 24 kilómetros de diques de contención externos, que fueron instalados como una forma de prevenir posibles avances de ríos bajo la ciudad.
El sistema atraviesa varios barrios de la capital y la zona donde hay un muro de contención está rodeada por 14 compuertas.
El sábado pasado se desbordó el dique que represa las aguas del río Gravataí, ubicado junto a la Federación de Industrias de Rio Grande do Sul (Fiergs), en la Zona Norte de Porto Alegre.
Ese día, la Municipalidad de la capital de Rio Grande do Sul emitió una alerta de evacuación para el barrio Sarandí, en los alrededores del dique, y sigue sacando a los vecinos de la zona con apoyo del Ejército y los Bomberos.
Según el Servicio Geológico Brasileño (SGB), la mitad de las lluvias previstas para todo el año 2024 cayó en este estado en los últimos días. “La situación es terrible. La gente está sin infraestructura, prácticamente en la oscuridad. Viene mucha gente aquí”, narró Paula Brust, una de las voluntarias que acoge a los que llegan a un refugio temporal en Porto Alegre.
La situación es tan crítica que, aunque no lloviera en los próximos días, igual seguría siendo grave.
La previsión es que lloverá más en la región.
Al menos 86 muertos y 134 desaparecidos
La devastación y el avance del agua dejó hasta el momento al menos 86 muertos y 134 desaparecidos, según el balance más reciente divulgado por las autoridades regionales.
El nuevo balance de víctimas agrega dos fallecidos y 23 desaparecidos a la anterior lista de víctimas de la catástrofe, que ha afectado gravemente a buena parte del estado de Rio Grande do Sul, fronterizo con Argentina y Uruguay.
Las autoridades investigan las causas de otros cuatro fallecimientos, para determinar si están relacionados con las precipitaciones, que afectan el sur de Brasil desde hace una semana.
La región más afectada es Rio Grande do Sul, donde se han registrado 85 de las 86 víctimas mortales, y el otro fallecimiento ocurrió en el estado vecino de Santa Catarina.
Los datos de la Defensa Civil local señalan que 153.824 personas se han visto obligadas a abandonar sus casas y trasladarse a recintos de familiares y amigos, mientras otras 47.676 están alojadas en albergues improvisados por las autoridades.
Lula prometió ayuda
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió que la burocracia no será obstáculo en las labores de recuperación del estado y que se pondrá a disposición de la región todos los recursos necesarios.
“Le debemos mucho a Río Grande del Sur y al pueblo gaucho”, dijo Lula.
Lula visitó este fin de semana la región encabezando una comitiva formada por varios ministros de su Gobierno y los presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, y de la Cámara de Diputados, Artur Lira, quienes han adelantado que esta semana el Congreso votará “medidas extraordinarias” de auxilio financiero.
“Estamos en guerra, sé que ese es el sentimiento del presidente Lula, no habrá limitaciones, ni restricciones legales. Es necesario deshacerse de la burocracia, las trabas y las limitaciones para que nada falte en la reconstrucción de Río Grande del Sur”, expresó Pacheco.
Al menos 78 personas murieron y 105 están desaparecidas desde los últimos siete días por fuertes inundaciones en el estado brasileño de Rio Grande do Sul, donde 341 municipios fueron afectados.
Por lo menos 155 personas resultaron heridas y los daños por las lluvias obligaron a más de 88,000 personas a abandonar sus viviendas.
Aproximadamente 16,000 se refugiaron en escuelas, gimnasios y otros albergues temporales.
Las inundaciones han causado gran devastación, vías intransitables y puentes colapsados en todo el estado. Las compañías reportaron cortes de electricidad y comunicaciones.
Más de 800,000 personas están sin agua, según Defensa Civil, que citó cifras de la compañía Corsan.
El río Guaiba ascendió a un récord de 5,3 metros el domingo a las 8 de la mañana, superando el cauce que registró en las inundaciones de 1941, de 4,76 metros.
“Repito e insisto: La devastación a la cual hemos sido sujetos no tiene precedente”, afirmó el gobernador estatal Eduardo Leite el domingo en la mañana. Previamente había dicho que el estado “necesitará algo parecido al Plan Marshall para la reconstrucción”.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue por segunda vez el domingo a Rio Grande do Sul, acompañado del ministro de Defensa José Múcio, el ministro de Hacienda Fernando Haddad y la ministra del Medio Ambiente Marina Silva, entre otros.
El líder brasileño inspeccionó los daños en las calles anegadas de Porto Alegre desde un helicóptero.
“Tenemos que dejar de correr detrás de los desastres. Tenemos que anticipar qué calamidades pueden ocurrir y tenemos que trabajar”, dijo Lula a periodistas después.
El temporal empezó el lunes y se prevé que durará hasta la noche del domingo. En algunas áreas, como valles, laderas de montañas y ciudades, cayeron en menos de una semana, la lluvia prevista para todo el año, dijo el jueves el Instituto Nacional de Meteorología de Brasil, conocido como INMET.
Son las cuartas lluvias torrenciales en un año: ocurrieron lluvias parecidas en julio, septiembre y noviembre del 2023 que en total mataron a 75 personas.
El clima en Sudamérica se ve afectado por el fenómeno climático de El Niño, un evento natural periódico que calienta las aguas de la región Pacífica Ecuatorial. En Brasil, El Niño históricamente ha causado sequías en el norte y fuertes lluvias en el sur.
Este año, el impacto de El Niño ha sido particularmente dramático, con una sequía histórica en el Amazonas. Los científicos dicen que las condiciones climáticas extremas están ocurriendo con más frecuencia debido al cambio climático provocado por los seres humanos.
El agua no detiene su paso en el sur de Brasil. En las últimas horas la capital del estado Río Grande do Sul, Porto Alegre, se inundó. Ya se habla de 39 muertos y 68 desaparecidos.
Medios locales ya hablan de uno de los fenómenos más importantes de los últimos tiempos y destacan la cantidad de lluvia caída en las últimas jornadas.
Servicios suspendidos, transporte público cerrado y el miedo que siga creciendo el río Guaiba que bordea a una de las ciudades más grandes del sur brasileño.
— Pablo Piffaretti Flores (@PabloPiffaretti) May 3, 2024
La Defensa Civil emitió una serie de advertencias sobre la inminencia de “inundaciones extremas” entre este viernes y sábado en ciudades ubicadas alrededor del río Guaíba, incluida la capital Porto Alegre.
La entidad recomendó expresamente evitar esta región que “presenta una inundación histórica con niveles crecientes que podrían superar los 5 metros en las próximas horas, con posibilidad de superar este valor en un escenario más crítico”.
El panorama es tan grave que hasta la capital del estado, Porto Alegre, está también comprometida. La ciudad está emplazada sobre la costa del río Guaiba, que es en realidad un brazo de la gran Laguna de los patos, separada por una delgada línea costera del océano Atlántico. El cierre de compuertas que Porto Alegre tiene distribuidas estratégicamente para evitar que el agua ingrese en caso de una subida del río ya no es suficiente ante la magnitud de las lluvias y la fuerza de la corriente. Los barrios de la zona costanera están anegadas y hay miles de evacuados.
En el resto del estado, las rutas que cedieron por la fuerza del agua aislaron a numerosas ciudades y pueblos. En muchos de ellos tampoco hay electricidad. El cálculo inicial es que al menos 10.000 personas debieron ser evacuadas.
Es una situación tan dramática que incluso superó la inundación de hace 83 años. Esta vez, por más que se han realizado algunas obras para contener los desbordes de los ríos, todo parece insuficiente. Además, el crecimiento demográfico hizo que muchos conglomerados se establecieran en lugares potencialmente peligrosos de resultar inundados. Ahora, con las lluvias cada vez más frecuentes y más intensas, esos sitios comienzan a resultar inhabitables, un problema que está asociado a efectos del cambio climático.