La paciencia tiene sus frutos. Finalmente Diputados convirtió ratificó la ley de Presupuesto y se abrió el tiempo de negociaciones para reglamentar la creación del territorio aduanero especial en Misiones. El equipo de trabajo, conducido por el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira, y el gobernador Oscar Herrera Ahuad, realiza una tarea de orfebrería para diseñar un futuro distinto para las futuras generaciones. Nunca antes la provincia estuvo ante una posibilidad semejante de transformación y mucho menos que haya surgido de sus entrañas.
La negociación se anticipa ardua, pero cuando la obra es grande, las dificultades no pueden ser menores. Sin embargo, hay confianza -y entusiasmo- en que llegue a buen puerto después de las muestras de respaldo del presidente Alberto Fernández en Misiones y antes del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Esos compromisos se sustentan en el trabajo puntilloso que sirvió como base para la inclusión del Proyecto Misiones en el Presupuesto.
En el Gobierno provincial ratifican que el objetivo es conseguir el catálogo de medidas aprobadas en el dictamen de la comisión de Presupuesto, que fueron modificadas después en el recinto. Esa es la base y sigue siendo el fin: exención de todos los impuestos nacionales, IVA, cargas patronales, Ganancias, impuesto al Cheque y a los combustibles y que los beneficios se extiendan a todo el territorio y no una o dos ciudades.
Los argumentos son sólidos y por primera vez toda la dirigencia política, oficialismo y oposición, empresarios cercanos y no tanto, se encolumnaron detrás de la idea que durante muchos años fue una queja. Ahora mutó en realidad.
Estos meses quedarán grabados en la historia grande de las transformaciones que van más allá de una obra o espacio de poder. La reforma que impulsa Misiones se propone mover la estructura para siempre para potenciar el desarrollo propio que hoy es sorprende en otras latitudes pero al que le faltan socios de peso. El incipiente desarrollo tecnológico, de la mano de la escuela de Robótica y el Silicon Misiones es el ejemplo de la construcción de partners que potencien la idea. En las otras economías, el Estado está siempre presente para incentivar el consumo o aportar las herramientas para mover la producción.
Esa sintonía fina se fue construyendo en los últimos años. Pero ya es costumbre ver al sector público y privado trabajando codo a codo para hacer frente a los desafíos de la economía. El Ahora Misiones es una marca registrada que nació para hacer frente a las asimetrías y se transformó en una herramienta indispensable para hacer frente a las crisis o la inflación.
No es casualidad que la economía local sea la que mejor se recuperó en plena pandemia y la que encabeza el crecimiento del consumo en la economía nacional que de a poco comienza a desentumecerse: un estudio del ministerio de Desarrollo Productivo ubica a Misiones como la provincia donde mejor se reactivó el consumo, con una facturación que creció 12,6 por ciento interanual, por encima de Formosa, casualmente las dos provincias con menor cantidad de contagios de coronavirus.
Las fronteras cerradas provocaron ese efecto y son la muestra de que con los incentivos justos, la economía misionera puede competir de igual a igual con el acoso de Paraguay y Brasil. Misiones es hoy una de las provincias donde más creció la venta de cemento, lo que augura una reactivación sólida de la construcción y con ello, el empleo. El Proyecto Misiones busca consolidar este buen momento con las herramientas fiscales que se impulsan como reforma.
El Gobernador insiste en que la Nación debe entender que la economía local necesita atención especial porque compite con la distancia interna y políticas fiscales de los países vecinos que imponen un acoso permanente de precios bajos. Por eso pidió ahora al ministro de Agricultura, Luis Basterra, la quita de retenciones a los productos que se exportan desde Misiones, como la yerba, la madera, la pasta celulosa o el té, entre otros. La chacra misionera podría recuperar así 1.249 millones de pesos.
El esquema que propone Misiones busca triplicar las exportaciones y generar el ingreso de más divisas a la Argentina. Serían, en el mediano plazo, 1.200 millones de dólares los que podría aportar la tierra colorada en ingreso de divisas. Con eso, generar una burguesía poderosa y empleo para los jóvenes que empujan en un mercado laboral cada vez más competitivo.
No hay idea similar en la Argentina. No hay originalidad en la política fiscal ni siquiera progresividad. El impuesto a las grandes fortunas o aporte solidario, según de qué lado de los 200 millones se encuentre el interlocutor, es necesario en la crisis actual, pero en el fondo, no cambiará ninguna de los problemas estructurales. No bajará la pobreza ni creará empleo. Es apenas una aspirina en la emergencia profundizada por la pandemia. Tampoco es el acabose como critica la oposición -fue llamativa la defensa de los diputados de Cambiemos, erigiéndose en protectores del 0,02 por ciento del país que pagará el impuesto-.
Pero ninguno de los aportantes quedará en la pobreza ni dejará de invertir lo que no invirtió hasta ahora. Son menos de diez mil personas que pagarán 307 mil millones de pesos por única vez. Pero lo cierto es que la Argentina necesita una reforma fiscal mucho más profunda que un impuesto por única vez.
En la Argentina conviven una familia pobre con menos de 50 mil pesos mensuales y un trabajador que con poco más de 70 mil, debe pagar Ganancias. No hay progresividad y esa asimetría se profundiza en la Argentina interior.
Por eso el Proyecto Misiones se distingue como una propuesta innovadora.
A contramano de las críticas de Cambiemos al aporte solidario de las grandes fortunas, Horacio Rodríguez Larreta anunció una insólita suba de impuestos, que gravará con 1,2 por ciento a las operaciones realizadas con tarjetas de crédito y débito para “cubrir” lo que dejará de recibir por la coparticipación extra que le había cedido Mauricio Macri y que ahora le volvió a quitar Alberto Fernández.
Rara forma de incentivar la formalidad que va en contra de la bancarización que se impuso en la pandemia.
“Es insólito, quieren estimular la economía apretando al que la pone en marcha. En lugar de generar más incentivos para movilizar las ventas y la actividad productiva, le pegamos al cliente”, sostuvo el presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, el misionero Gerardo Díaz Beltrán. “Más presión fiscal y financiera para las pymes comerciales va a volver insostenible la situación, espantando a los inversores y creando más incertidumbre”, cuestionó el líder empresario.
Es cierto que un impuesto contra el consumo no parece ser la mejor herramienta para salir de la recesión en la que Argentina cayó en 2018 y que se agigantó con un enorme endeudamiento que condiciona las políticas económicas presentes y futuras.
El Gobierno de Alberto Fernández todavía sigue lidiando con las consecuencias de esas políticas heredadas de Macri, sin poder poner sobre la mesa un plan claro de reactivación.
Ahora las expectativas están puestas en que el FMI acepte negociar con la Argentina un acuerdo de largo plazo, de Facilidades Extendidas, que ayudará al país a revertir la recesión que comenzó hace tres años, y que extenderá los vencimientos de pago hasta 10 años. El nuevo programa daría un margen de, al menos, cuatro años y medio para comenzar a pagar el dinero adeudado, e incluirá la presentación ante el Congreso de un programa de consolidación macroeconómico plurianual, en el cual se determinarán las metas fiscales, monetarias y financieras para cumplir con un sendero de equilibrio hasta 2025, explicó Guzmán.
“Con la misión del FMI avanzamos en los lineamientos del programa que reemplazará el fallido programa anterior. Deberá estar trazado por nosotros, desde la acción colectiva y el entendimiento de lo que necesitamos”, sostuvo el ministro de Economía, Martín Guzmán. En un mensaje en redes sociales señaló que “la premisa es crecer para apuntalar la estabilización económica”.
No está claro el cómo. Tampoco se advierte un gran pacto para salir de la grieta y ponerse de acuerdo en tres o cuatro puntos centrales como pregonaba Jorge Brito, el empresario dueño del Banco Macro que falleció el viernes en un accidente de helicóptero. El Presidente lo despidió con una frase que describe la forma en la que pensaba: “Perdimos a un empresario con quien discutir constructivamente mirando al futuro”.
Brito siempre se caracterizó por decir las cosas que pensaba de la economía y el rumbo político. En sus últimas declaraciones públicas había criticado el impuesto a las grandes fortunas. Pero también fue duro con Cambiemos: “Nos han vendido que el consumo es algo populista y está mal”, le dijo a Economis en una de sus últimas visitas a Misiones.
Su visión quedó plasmada en un texto que publicó en su propio blog: “Para la Argentina el balance del 2020 será malo, porque tuvimos un presidente que asumió el 10 de diciembre, en un país que Mauricio Macri había dejado devastado en todo sentido”.
“En cuatro años no se puso una fábrica en marcha, se cerraron empresas, y salieron capitales por más de 80.000 millones de dólares. Cuando el actual gobierno asumió y trató de poner en marcha la economía chocamos de frente con la Pandemia; poco se le puede achacar a este gobierno todos los males que vivimos. Espero que podamos salir rápidamente de la Pandemia y que el Presidente pueda empezar a gobernar. Será clave para la recuperación, que la Argentina tenga una moneda fuerte, hoy esto no ocurre, y son recurrentes las corridas hacia el dólar. Si analizamos todas las crisis que vivió la Argentina, fueron siempre crisis cambiarias, y para nosotros como banco la moneda es muy importante porque nuestra materia prima es la moneda. Necesitamos una moneda fuerte para inyectar en la economía, que además necesita de mucha inversión. Este es el desafío para el 2021”.