Este miércoles 16 de abril, el Tribunal Penal 1 de Posadas dictará sentencia en una de las causas judiciales más perturbadoras que hayan sacudido a Misiones en los últimos años: el juicio contra los hermanos Germán y Sebastián Kiczka, acusados de tenencia y distribución de material de abuso sexual infantil. Tras once jornadas de testimonios, pericias, alegatos y ampliaciones indagatorias, llega el momento en que la Justicia deberá pronunciarse sobre un caso que expuso no sólo los horrores del delito cometido, sino también las redes de silencio y poder que lo blindaron durante años, cobijado el ex diputado por su amigo y socio político Pedro Puerta.
La acusación fue liderada por un inédito binomio: los fiscales Martín Rau y Vladimir Glinka, quienes construyeron una teoría del caso con pruebas concretas e inobjetables: imágenes y videos alojados en dispositivos electrónicos de ambos imputados, identificados mediante trazabilidad digital, metadatos y registros de conexión. La prueba madre, una notebook Acer incautada en un allanamiento, fue sometida a pericias forenses que revelaron material explícito, almacenado y compartido a través de canales encriptados.
Una psicóloga del Poder Judicial, convocada como testigo de cargo, fue categórica al describir el perfil psicológico de los implicados. Según su declaración, Germán Kiczka mostraba indicadores de racionalización de la conducta delictiva y una ausencia total de empatía, mientras que Sebastián presentaba rasgos de negación y manipulación emocional. Su testimonio, de más de una hora y media, fue considerado “implacable” por la fiscalía, sin que la defensa pudiera desestabilizar sus conclusiones.
La estrategia de los defensores —Gonzalo De Paula, por Germán, y Eduardo Paredes por Sebastián— consistió en intentar desacreditar la cadena de custodia y en sugerir que el material pudo haber sido plantado. Sin embargo, los peritos informáticos fueron tajantes al señalar que no hubo indicios de manipulación externa en los dispositivos secuestrados. Además, los rastros digitales permitieron vincular cuentas, alias y patrones de consumo directamente con los acusados.
En las últimas audiencias, ambos hermanos ampliaron sus declaraciones indagatorias, sin responder preguntas. Germán ensayó una defensa basada en tecnicismos, negando su responsabilidad en la descarga de los archivos y culpando a su hermano. Sebastián, por su parte, se autoincriminó, habló de compulsión y de que no sabía que mirar material de abuso sexual infantil era ilegal.
Un caso que sacude al poder político
La trascendencia del juicio no solo se debe a la gravedad de los delitos imputados, sino al trasfondo político. Germán Kiczka es amigo personal de Pedro Puerta, referente de Activar y figura de la alianza Cambiemos y ahora de la Libertad Avanza. Aunque Puerta nunca fue imputado cuando se lo citó a declarar como testigo, se negó, amparado en sus fueros parlamentarios y se limitó a enviar unas respuestas por escrito en las que negó su amistad con Kiczka, pese a la enorme cantidad de fotografías y videos en los que se los ve juntos en situaciones políticas y sociales.
Expectativa y pedido de Justicia
El fiscal Rau solicitará penas de cumplimiento efectivo. Las condenas por tenencia y distribución de material de abuso sexual infantil pueden superar los 10 años de prisión. “Creemos haber acreditado de manera contundente nuestra teoría del caso”, expresó el fiscal tras la última audiencia, convencido de que las pruebas no dejan lugar a dudas.
El caso Kiczka no es solo un proceso judicial; es un espejo que obliga a la sociedad a enfrentar sus zonas más oscuras. Y el veredicto del Tribunal será clave.
En conjunto, los acusados de violar a Gisèle Pelicot se enfrentan a más de 600 años de cárcel.
Pie de imagen: Gisèle Pelicot, la víctima, renunció al anonimato para generar consciencia sobre los hechos aberrantes que padeció durante una década de mano de su esposo.
50 hombres fueron acusados de violar a Gisèle Pelicot con el apoyo de su marido, Dominique Pelicot, de 72 años, quien la drogó durante una década con pastillas para dormir. La próxima semana esperan que sean sentenciados, al finalizar el juicio que comenzó en septiembre, donde los imputados en conjunto suman 600 años de prisión.
La mayoría de los acusados vivía en un radio de 50 kilómetros alrededor de la propia aldea de los Pelicot, Mazan. Antoine Minier, abogado que representa a tres de los acusados sostuvo: “Creo que casi todo el mundo podría terminar en una situación -bueno, tal vez no exactamente como esta- pero podría ser susceptible de cometer un crimen grave”, frente al medio BBC.
Los fiscales basaron sus demandas con respecto a factores agravantes; cuántas veces los acusados fueron a la casa de los Pelicot, si tocaron sexualmente a Gisèle Pelicot, y si la penetraron.
Hombres de diferentes edades, profesiones, refugiados incluso, fueron los que cometieron durante una década estos aberrantes hechos. Algunos de ellos son:
Joseph C (69), un entrenador deportivo retirado y un cariñoso abuelo, enfrenta cuatro años de prisión por abuso si es declarado culpable. Romain V, de 63 años, que se enfrenta a 18 años de cárcel. Sabía que tenía VIH y está acusado de violar a la víctima, en seis ocasiones distintas sin llevar protección, aunque su abogado dijo al tribunal que llevaba varios años en tratamiento y no podía haber transmitido el virus.
Los fiscales lograron obtener detalles minusiosos, ya que el marido de la víctima Dominique Pelicot se encargó de grabar los presuntos abusos, dejando una innumerable cantidad de pruebas. Dominique admitió todos los cargos en su contra y dijo a la corte que los 50 hombres acusados junto a él también son culpables.
La ley francesa define la violación como cualquier acto sexual cometido mediante “violencia, coacción, amenaza o sorpresa”, mientras que no hace referencia alguna a la necesidad de consentimiento. Esta afirmación, ayuda a los imputados a defenderse, ya que muchos argumentaron que no eran conscientes de que Gisèle Pelicot no estaba en condiciones de dar su consentimiento. Un abogado defensor argumentó: “No puede haber delito sin la intención de cometerlo”.
Dentro del caso, uno de los imputados que no está directamente relacionado a la violación es Jean-Pierre M, de 63 años, apodado “discípulo” de Dominique Pelicot. Este hombre después de aprender cómo someter a su esposa para abusar de ella, lo hizo durante cinco años y así lo admite, pero a la vez culpó de sus crímenes a Dominique Pelicot, de quien dice que era “tranquilizador, como un primo” desligándose de lo maquiavélico de su accionar. La fiscalía pide para él 17 años de cárcel.
Otros acusados, manifestaron haber sido engañados por Dominique Pelicot, para cometer las violaciones. Ahmed T, un plomero de 54 años y casado hace 30 años con quien fue su amor de infancia, dijo que si quisiera haber violado a alguien, no habría elegido a una mujer de sesenta años.
Otros dicen que se sintieron intimidados por Dominique Pelicot, de quien un abogado dijo al medio BBC que era un “personaje abominable”. Entre lágrimas, el enfermero Redouan E dijo al tribunal que le tenía demasiado miedo a Pelicot como para dejar la habitación. “Quizás no puede verse en los videos, pero estaba realmente aterrado”, dijo a los jueces.
Otros sostienen que consumieron tragos con drogas y que por ello no recuerdan el encuentro. Sin embargo, Dominique Pelicot ha negado haber hecho eso. “Los pusieron en una situación en la que los estafaron”, afirmó Christophe Bruschi, abogado de Joseph C. “Les tomaron el pelo”.
Pero Dominique Pelicot sin embargo, sostuvo que fue muy claro con los hombres al decirles que su esposa no estaba al tanto, afirmando que dio instrucciones para evitar despertarla o dejar rastros de que habían estado allí, como calentarse las manos antes de tocar a su esposa o no oler a perfume o cigarrillos, dijo. “Todos lo sabían, no pueden negarlo”.
Este juicio, además desentrañó muchas situaciones personales de los acusados, donde muchos recordaron sufrir abuso y ser víctimas a su vez, por el trauma de estos hechos. Un ejemplo de ello es, Simoné M, un trabajador de la construcción de 43 años, quien dijo que había sido abusado cuando tenía 11 años por un amigo de su familia, quien le ofreció trabajo cuidando de su ganado en un territorio francés de ultramar en Nueva Caledonia.
Otro hecho similar es el de Fabien S, un hombre de 39 años con varias condenas previas, incluyendo tráfico de drogas y abuso a un menor, afirmando que fue abusado y golpeado por sus padres de acogida desde muy temprana edad. Como varios otros, dijo que sólo se dio cuenta durante una consulta psiquiátrica ordenada por la corte que sus nebulosos y dolorosos recuerdos de infancia constituían en realidad una trama de abuso sexual.
Muchas esposas, parejas y miembros de las familias de los acusados fueron llamados a declarar sobre el perfil de los implicados. Ellos también se esforzaban en buscar respuestas mientras trataban de entender cómo los hombres en sus vidas pudieron haber terminado “atrapados en este tipo de situación”, como lo expresó una mujer.
En un mar de lágrimas, una mujer llamada Samira dijo que pasó los últimos tres años y medio “buscando respuestas” que expliquen por qué Jérôme V fue a la casa de los Pelicot en seis ocasiones. “Teníamos relaciones a diario, no entiendo por qué tuvo que irse a buscar a otra parte”, dijo sollozando. Este acusado es uno de los poco que admitió haber violado a Gisèle, diciendo que le gustaba la idea de tener “rienda suelta” sobre ella, pero culpó sin embargo a su “sexualidad incontrolable”.
“Me violaron con plena conciencia”
Muchas ex y actuales parejas de los acusados han sido sometidas a tests para comprobar si, como Gisèle, también habían sido drogadas. Una mujer dijo que siempre tiene “la terrible duda” de que el “hombre respetuoso, atento y dulce” que conocía también había abusado de ella sin saberlo.
Desde el inicio del juicio, se ha insistido mucho en la necesidad de encontrar un elemento que una a todos estos hombres. “No aparece por ninguna parte” un denominador común, además del hecho de que todos fueron a la casa de los Pelicot por su propia voluntad, han dicho los propios abogados de Gisèle. Pero hay un factor que innegablemente todos los acusados tienen en común: todos ellos tomaron la decisión consciente de no ir a la policía.
En los primeros días del juicio, se le preguntó a Gisèle Pelicot si le parecía legítimo pensar que los hombres habían sido manipulados por su marido.
Negó con la cabeza: “No me violaron con una pistola en la cabeza. Me violaron con plena conciencia”. Casi como una ocurrencia tardía, preguntó: “¿Por qué no acudieron a la policía? Incluso una llamada anónima podría haberme salvado la vida”. “Pero ninguno lo hizo”, dijo ella tras una pausa. “Ni uno solo de ellos”.
El caso de Natalia Grace, que comenzó como una historia conmovedora de adopción en EE.UU se ha transformado en una compleja trama de acusaciones mutuas de abuso, negligencia y manipulación.
La historia compleja comenzó cuando la familia Barnett, de Indiana Estados Unidos, estaban en pleno crecimiento familiar, decidieron que era hora de adoptar, ya que estaban en el mejor momento de sus vidas. Cuando buscaron a Natalia, una pequeña ucraniana quien nació con displasia espondiloepifisaria congénita y que tenía seis años, según les dijeron al momento de la adopción todo parecía bien, aunque no terminó de la manera que esperaron.
Los padres, aún años después continúan con denuncias, conflictos y su familia rota por completo alegan que Natalia no era una niña, sino una adulta que los engañó sobre su edad y los amenazó de muerte. Por su parte, Natalia niega categóricamente estas acusaciones y asegura haber sido víctima de abuso y abandono por parte de su familia adoptiva.
Esta historia desembocó en una La docuserie “The Curious Case of Natalia Grace”, que trata de desentrañar los hechos que sucedieron entre la adopción y la final ruptura de la relación entre la familia Barnett y Natalia. Si bien, esta docuserie no plantea una resolución sino que abre muchas preguntas sobre quién es el verdadero villano y si hay mas de un villano en la historia, muestra una trama de la cual aún hoy varios años después no hay respuestas firmes.
Una de las principales controversias del caso es la edad real de Natalia. Los Barnett afirmaron que era mucho mayor de lo que parecía y que había falsificado sus documentos. Sin embargo, pruebas de ADN y registros médicos parecen confirmar que nació en 2003, como se informó inicialmente.
“Cuanto más se examina y se investiga este caso, resulta más difícil determinar dónde se encuentra la verdad”, expresa la exfiscal y analista legal Beth Karas en la serie. “Tal vez haya más de un villano en esta historia”.
El documental narra que una familia en Nueva Inglaterra había adoptado a Natalia y aparentemente hubo un intento para regalarla. La serie de ID entrevista a dos parejas diferentes, también personas pequeñas, que afirman que su antigua familia adoptiva se les acercó y tuvieron conversaciones.
A una le dieron desconfianza las quejas financieras y el comportamiento sospechoso de esa familia; la otra, una pareja que vive en Texas, viajó para conocer a Natalia y sus cuidadores en una casa del lago en New Hampshire, explican en el documental.
“Puedo sentir la maldad cuando entro en una habitación”, dice Dwane Faris, quien esperaba adoptar a Natalia con su esposa, Robin. “La verdad es que no podía decir si era la situación lo que era malo o Natalia, algo no estaba bien con ella… y creo que es la primera vez que confío completamente en esa intuición”.
“Fue en ese momento que tomé la decisión de que esto no iba a suceder, por difícil que fuera tomarla”, dice en la docuserie.
Los Barnett, conocieron a Natalia y decidieron seguir adelante con la adopción, en principio todo marchaba bien fueron de vacaciones a Florida, a Disney. De acuerdo a Jacob el hijo mayor del matrimonio, que era un prodigio académico que fue diagnosticado con el síndrome de Asperger, afirmó: “Todos estábamos emocionados de tenerla en la familia. Natalia parecía feliz de unirse a nuestra familia”.
Pero todo empezó a complicarse cuando Kristine la madre adoptiva, trató de bañar a Natalia y descubrió que tenía vello púbico, además de descubrir mucho después que ocultaba su periodo menstrual. Cómo desconocía si el síndrome que padecía la pequeña afectaba su desarrollo, decidió organizar una cita con otra niña de su edad que sufría del mismo cuadro, para que ambas pudieran apoyarse en su desarrollo y ser amigas.
Michael Barnett afirma que se sorprendió de inmediato por lo mayor que se veía Natalia en comparación con la otra niña; Elva Reyes, la madre de la compañera de juegos de un día de Natalia, respalda el relato en la docuserie; ella quedó decepcionada por el encuentro y nunca organizó otra reunión con los Barnett.
Había esperado, dice, que su hija pudiera formar una “amistad… donde pudieran crecer… y que no sintiera que ella es la única en el mundo”.
En lugar de eso, inmediatamente pensó: “Natalia se veía físicamente muy bien desarrollada… mi primera impresión fue que su cara no parecía la de una niña pequeña. Tampoco puedo decir que de una adulta, pero al menos una adolescente”.
“Era muy vocal, al hablar, como si pudiera llevar una conversación muy bien… una niña muy inteligente para tener seis años”.
Actualmente su hija con 14 años, Therese, mira las fotos que quedan de ellas y: “Definitivamente, no creo que se vea de la misma edad que yo. Definitivamente yo tenía esa mirada de bebé en la cara”.
Más allá de la edad, todo empezó a empeorar aún más de acuerdo a los Barnett. Según ellos, Natalia los amenazaba con cuchillos; aterrorizaba a su hijo menor y lo defecaba y orinaba; y cometió atentados contra sus vidas, como supuestamente intentar envenenar el café de Kristine y arrastrarla hacia una cerca eléctrica. Los Barnett dicen que los profesionales les dijeron que Natalia era sociópata y que su familia estaba en peligro.
Por otro lado también los Barnett trataban de manera cuestionable a la niña. Michael describe cómo Kristine obligó a su hija adoptiva a permanecer de pie junto a la pared durante horas, sin ir al baño. También hicieron que Natalia durmiera afuera en la terraza como castigo, lo que llevó a un vecino a llamar a los servicios sociales.
Según Michael en la serie, un detective involucrado (que ya falleció) recomendó que reajustaran la edad de su hija, un proceso del que los Barnett afirmaron no saber nada. Sin embargo, en 2012, un juez de Indiana acordó modificar su fecha de nacimiento de 2003 a 1989, elevando su edad a 22 años, aparentemente con base en pruebas que incluyen el hecho de que no había crecido en dos años.
De esta manera la familia ya no tenía obligaciones financieras con Natalia. Aun así, la familia, le proporcionó beneficios federales y le alquilaron un apartamento en las cercanías de su casa. Kristine, dejaba comida para su hija adoptiva en la acera ya que no querían tener contacto por las denuncias cruzadas, hasta que por malos entendidos con los vecinos e internarse en un centro psiquiátrico, decidieron volver a mudar a la niña.
Posteriormente los ficales del distrito donde vivía la familia, denunció a los padres por desentenderse de una persona incapacitada por su enanismo. Lo que al tiempo terminó afectando al matrimonio que se divorció en 2013.
Si bien Michael acusa a su esposa Kristine de abuso, de ser la causal de todos los problemas con Natalia, además de ser abusiva con sus propios hijos, esto no ha sido demostrado.
Las autoridades locales investigaron las denuncias de ambos lados y, tras un largo proceso legal, los Barnett fueron absueltos de los cargos de negligencia. Sin embargo, la historia sigue generando dudas y preguntas sin respuesta.
En The Curious Case of Natalia Grace, los cineastas hablan a través de una videollamada con la madre de Natalia en Ucrania, quien detalla cómo los médicos le aconsejaron que abandonara a la recién nacida discapacitada porque ella nunca sería capaz de mantenerla como es debido. Lamenta la decisión antes de que se corte la transmisión por los apagones continuos en la nación devastada por la guerra.
En un adelanto de otro documental lalamdo Natalia Speaks, Natalia dice: “Esta es mi versión de la historia, y voy a contar lo que sucedió porque nunca tuve la oportunidad de explicar lo que sucedió”.
“Las cosas que Kristine y Michael han dicho que yo he hecho es mentira. Nunca he hecho nada de lo que Kristine y Michael han alegado que hice”.
La docuserie “The Curious Case of Natalia Grace” ha profundizado en este extraño caso, presentando entrevistas con los protagonistas y expertos legales. Sin embargo, la serie ha dejado más preguntas que respuestas, y la verdad sobre lo que realmente sucedió puede que nunca se conozca.
Los exejecutivos de Twitter afirmaron que las facturas se acumularon en relación con demandas e investigaciones gubernamentales de las actividades de la empresa.
Un grupo de exejecutivos de Twitter dice que la plataforma debe más de U$S 1,6 millones por honorarios legales y quieren que un juez obligue a Elon Musk a saldar esa deuda.
Este grupo, liderado por el exconsejero Parag Agrawal, afirmó que las facturas legales se acumularon en relación con demandas e investigaciones gubernamentales de las actividades de la empresa mientras ellos la dirigían. Por otra parte, señalaron que Twitter estaría violando su estatuto al negarse a cubrir esa cantidad.
“Durante la mayor parte del año pasado, los demandantes han intentado y fracasado en hacer que Twitter cumpla con sus obligaciones de adelanto”, dijeron los abogados de los exejecutiivos en una presentación judicial. “Twitter inventó excusas cambiantes para no pagar la totalidad de las cantidades adeudadas”.
Agrawal, junto a los abogados, solicitaron a la jueza Kathaleen St. J. McCormick, que ordene a Twitter cubrir los gastos sin celebrar un juicio.
La red social se enfrenta a varias demandas en las que se reclama que la empresa, bajo la dirección de Elon Musk, dejó de pagar millones adeudados a ex empleados, proveedores, arrendadores, mientras intentaba mantenerse financieramente solvente.
Twitter ha pagado unos US$600.000 en concepto de deuda, reteniendo US$1′158.427 en concepto de honorarios por el trabajo de los abogados que representaron a antiguos altos directivos en una investigación del Congreso sobre la influencia de las redes sociales en las elecciones estadounidenses. A su vez, la empresa enfrenta varias demandas de inversores por las consecuencias de la compra de la red social por parte de Musk, después de que fracasara en su intento de disolver el acuerdo. Sin mencionar, las demandas contra antiguos empleados, que alegan que se les denegó injustamente la concesión de acciones prometidas después de su despido.
Musk testificó en una demanda presentada por inversionistas sobre sus declaraciones en 2018 sobre un plan para comprar acciones del fabricante de automóviles les costó miles de millones.
Elon Musk dijo el lunes que no había mentido sobre su plan para sacar a Tesla del mercado de valores en 2018, testificando en un tribunal federal que el fondo soberano de riqueza de Arabia Saudita “quería inequívocamente sacar a Tesla de la bolsa”.
El 7 de agosto de 2018, Musk quien era presidente y director ejecutivo del fabricante de automóviles eléctricos en ese momento escribió en Twitter: “estoy considerando privatizar Tesla a US$420″. Luego escribió: “Se confirma el apoyo de los inversores. La única razón por la que esto no es seguro es que depende del voto de los accionistas”. El precio de las acciones de Tesla subió después de esas publicaciones, para después caer cuando la propuesta se desvaneció.
La forma en que los jurados interpreten las declaraciones de Musk y el efecto sobre los inversores, podría ser fundamental para la resolución del caso. Una victoria para los accionistas, podría significar que Musk y Tesla tendría que pagar miles de millones de dólares en daños. Pero ganar el caso por parte de Musk sería reivindicarse frente a los críticos.
Sacar una empresa pública de la bolsa de valores puede ser muy costoso. Las personas o empresas inversoras que buscan privatizar un negocio, tienen que reunir el dinero para comprar la totalidad o la mayor parte de las acciones.
El fondo saudí, que había acumulado una participación del 5 por ciento en Tesla antes de que Musk anunciara sus planes, habría sido una parte importante de cualquier acuerdo. Musk había afirmado que los inversores saudíes estaban comprometidos con la transacción.
Pero, el supervisor del fondo saudita Al-Rumayyan señaló que Tesla y Musk no habían proporcionado suficiente información para que el fondo procediera. Musk se refirió a los textos de Al Rumayyan como “retrocesos”.
Musk testificó que la “financiación asegurada” se refería no solo a la financiación del fondo saudí, sino también a la participación en SpaceX. En teoría, Musk podría haber vendido parte de su participación en SpaceX o vendido parte de esas acciones para obtener el dinero necesario para privatizar Tesla.
Los expertos legales señalan que la mayoría de las empresas y los directores ejecutivos probablemente habrían resuelto un caso como este. Pero Musk a menudo ha mostrado su disposición a dejar que las demandas presentadas contra él y Tesla vayan a juicio.