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Condena histórica contra Bayer por el glifosato: el mundo avanza, mientras en Misiones algunos intentan frenarlo

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El pasado 24 de marzo, un jurado del estado de Georgia, Estados Unidos, dictó una sentencia histórica: condenó a la multinacional Bayer a pagar 2.100 millones de dólares a John Barnes, un usuario del herbicida Roundup, tras considerarlo responsable de provocarle un linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer. El fallo fue contundente. Determinó que Bayer —heredera de Monsanto— actuó con malicia al ocultar durante años la peligrosidad del glifosato, uno de los agrotóxicos más utilizados en todo el mundo, incluido Argentina.

Este veredicto se suma a otros doce fallos adversos contra la compañía y a más de 54.000 demandas pendientes en tribunales de Estados Unidos. La sentencia a favor de Barnes es una de las más significativas, no solo por la suma sin precedentes, sino porque reafirma a nivel global las advertencias sobre los riesgos sanitarios del glifosato.

En medio de este escenario internacional, Misiones tomó la delantera y decidió encarar el problema de manera responsable. De la mano del ingeniero Carlos Eduardo Rovira, se presentó el proyecto de ley 59047/22, que propone establecer un marco regulatorio para la investigación, desarrollo, producción, procesamiento, registro, comercialización y utilización de productos biológicos naturales. El objetivo es claro: avanzar hacia una producción agroecológica, reducir progresivamente el uso del glifosato y otros agrotóxicos, y priorizar la salud de la población y la protección de la biodiversidad. Dos pilares centrales del modelo de desarrollo sostenible que Misiones viene sosteniendo.

La iniciativa recibió un firme respaldo desde la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente y Cuidado Animal, presidida por el legislador Martín Pereyra Pigerl, quien la consideró un paso clave para garantizar un futuro sano y sustentable para la provincia.

Sin embargo, no todos acompañaron. Algunos sectores políticos decidieron oponerse al proyecto, priorizando intereses partidarios por encima de una legislación de avanzada, que busca poner en el centro la salud pública y la preservación ambiental. Esta negativa no solo es incomprensible, sino que significa un retroceso frente a una realidad insoslayable.

Mientras el mundo avanza, Misiones no puede permitirse quedar atrás. La evidencia científica y los fallos judiciales son claros: el glifosato representa un riesgo grave para la vida humana y para los ecosistemas. No se trata de una discusión ideológica, sino de ciencia, justicia ambiental y salud colectiva.

Es momento de asumir responsabilidades. Defender la vida y cuidar la tierra no es una opción, es una obligación ética, institucional y humana. Misiones seguirá impulsando medidas concretas para consolidarse como una provincia pionera en políticas ambientales, fiel a su historia, a sus valores y a su compromiso con las generaciones futuras.

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Corte de Estados Unidos confirma condena a Monsanto por el glifosato, el agroquímico que se prohibirá en Misiones

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La Corte Suprema de Estados Unidos rechazó la apelación de la empresa químico-farmacéutica alemana Bayer, dueña de Monsanto, y confirmó la compensación económica para un granjero que contrajo cáncer tras décadas de usar el herbicida Roundup, con glifosato, el mismo agroquímico que Misiones decidió dejar de utilizar, una vez que Ecología termine la reglamentación de la ley y sea aprobada por el Ejecutivo. 

Los miembros del máximo tribunal de Estados Unidos, confirmaron la compensación de US$ 25 millones a Edwin Hardeman, un granjero que pudo demostrar que tras décadas de exponerse al herbicida contrajo el Linfoma de Hodgin, un tipo de cáncer que se forma en el sistema linfático.

La confirmación de la condena, según especialistas del sector, puede llevar a miles de potenciales reclamos de resarcimientos por los casos de cáncer provocados por su herbicida Roundup

Bayer compró Monsanto en 2018 por US$ 63.000 millones y, junto a la operación, también heredó las batallas legales que enfrentaba la compañía que comenzó a fabricar Roundup en 1970.

En su argumento, Bayer adujo que los reclamos eran improcedentes ya que Roundup tenía una aprobación federal para su uso; no obstante, previendo un fallo adverso, el año pasado incrementó con US$ 4.500 millones (que se suman a otros US$ 11.600 millones) los fondos para un programa de reclamos, según reportó la agencia de noticias Bloomberg.

También anunció que planea reemplazar el glifosato por otros ingredientes activos en los herbicidas destinados al mercado residencial estadounidense desde 2023, aunque continuará ofreciendo el producto a los agricultores.

Tras una consulta de la Corte Suprema, el Gobierno de Joe Biden, a través de su procuradora general, Elizabeth Prelogar, recomendó el mes pasado rechazar el planteo de Bayer.

La empresa acudió en agosto pasado a la Corte Suprema con el fin de revertir el fallo de un tribunal menor amparándose en que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) aprobó el producto, por considerar que el glifosato no es un riesgo a la salud pública ni es cancerígeno siempre y cuando se sigan las indicaciones.

Bayer argumentó que el Acta Federal de Insecticidas, Fungicidas y Rodenticidas protege a la compañía de culpabilidad, ya que la misma establece que los Estados pueden elegir no imponer requerimientos en las etiquetas que “se sumen o sean diferentes” a los que indica la ley federal.

Además, señaló que la EPA –bajo la administración Trump en 2019- había afirmado a los productores de glifosato que no aprobará colocar una advertencia por el peligro de cáncer ya que sería “falso y engañoso”.

Por su parte, Prelogar argumentó que la aprobación del producto por parte de la EPA no significa que Bayer no haya fallado en advertir sobre los riesgos del producto a sus consumidores.

Actualmente Bayer afronta 125.000 demandas por el uso del glifosato en Estados Unidos, de los cuales 30.000 permanecían frenados y sin acuerdo a la espera del fallo de la Corte.

“Bayer de forma respetuosa está en desacuerdo con la decisión de la Corte Suprema. La compañía cree que la decisión debilita la habilidad de las firmas de dependen en las acciones oficiales tomadas por las agencias regulatorias de expertos”, comunicó hoy la empresa tras el fallo.

Hardeman, quién utilizó el herbicida entre 1980 y 2012 en su granja de San Francisco, demandó a Monsanto en 2016 y adujo que en la etiqueta del producto no existían advertencias por su uso.

Además del caso de Hardeman, en el 2019 un tribunal de apelaciones confirmó una compensación por US$ 86,7 millones a favor de Alva y Alberta Pillod, una pareja que contrajo el Linfoma de Hodgin.

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Semillas: un decreto apurado por Macri y la discusión de fondo sobre las patentes

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El gobierno nacional intentó en varias oportunidades aprobar la ley de Semillas. Hasta ahora no contó con la oposición y ante el nuevo escenario político, será más difícil aún encontrar consensos. Pero, el pasado jueves el presidente Mauricio Macri intentó sacar la ley por decreto. 

“El Gobierno trata de sacar la ley para negociar con un sector agrario. La discusión pasaría a ser de política a económica, si saliera el decreto”, interpreta Sebastián Oriozabala subsecretario de Planificación Rural del ministerio del Agro de Misiones. Y al parecer, fue parte de una negociación política, ya que el decreto fue desactivado apenas un día después del anuncio. 

En diciembre de este año, la ley pierde estado parlamentario y eso aliviaría la discusión. 

Pero ¿de qué se trata esta ley y cómo afectaría a los colonos misioneros? 

Se trata de reformar una ley de 1973. Hay varios proyectos en danza, pero Cambiemos impulsó uno que inclina la balanza hacia los grandes laboratorios de agrobiotecnología

“Hasta ahora la discusión la dan en la Pampa húmeda, los productores de oleaginosas. Pero esta ley afecta sobre todo a las economías regionales. Afecta todas las semillas, desde las de zapallo hasta las de eucalipto”, señala Oriozabala. 

“Es una ley muy conflictiva. A Misiones y a las economías regionales no nos beneficia en nada”, insiste el joven funcionario

“El desarrollo de la agrobiotecnologia, la investigación genética lleva que necesitemos una nueva ley. El punto de discusión, es qué intereses representa. Debemos lograr una ley que responda a la mayoría de los sectores. 

En principio el gran tema, es que la mayoría de las economías regionales están fuera de la discusión”, planteó el funcionario misionero. 

La discusión se está dando entre los grandes productores de soja y maíz. Cooperativas, asociaciones, pymes y los laboratorios como Bayer, Shell y otros. “Por ahora es una ley que representa intereses de los laboratorios”. 

Dos cuestiones atentan contra los productores: “Dejarán de tener disponibilidad de las semillas que salen de su producción. Luego de cada cosecha, el productor guarda semillas, eso no podrá hacerlo con esta nueva ley”, señaló el subsecretario. El problema es para la semillas híbridas, y no para las transgénicas ya que estas últimas implican un paquete tecnológico que no tiene discusión: pertenecen a determinado laboratorio y se compra con insumos. 

“No podes sacar tu propia semilla, no podes volver a plantar. Lo que dice la ley es que no podes usar esa semilla de tu producción, tenes que pagar un canon”, pero la ley todavía no salió y esta cuestión es una de las claves de por qué genera conflicto. 

Pero a los misioneros, esta cuestión viene en segundo lugar. Lo más perjudicial de esa ley sería el planteo de “propiedad intelectual”. 

“Argentina no tiene reglamentado ningún sistema de patentes. Entonces el problema sería con las semillas, nativas o criollas”, indica Oriozabala. 

“Si viene Monsanto a Misiones y estudia un maíz que le parece tiene buena adaptación, la patenta y de ahí en más le pertenece. Aunque la vengan usando hace siglos los aborígenes o los productores”, explicó.  

La semilla pasa a ser propiedad de una empresa, aunque haya sido usada por generaciones o sea natural de un lugar. De ahí en más, el productor debería comprar esa semilla a la empresa, cada vez que quiera plantar. Y ahí se vuelve sobre el primer conflicto: tampoco se podría usar la semilla de una cosecha propia. 

“El problema es que una cooperativa en Misiones, o una asociación de productores no tiene recursos para instalar un laboratorio genético, estudiar y patentar una semilla”. No puede competir con Bayern, Shell o Monsanto. 

En Misiones, el sector que más riesgos corre con esta ley es el forestal. Pero en realidad todas las producciones corren el riesgo, puesto que todo nace de una semilla. 

Con esta ley “podés utilizar cualquier semilla en tanto y en cuanto una empresa no la registre. Si la empresa la patenta, aunque sea natural de un lugar, hay que pagarle un canon a esa compañía”.

Repetimos, la ley no se aprobó. Pero está buscando salir de alguna manera. La pelea la están dando los cerealeros del centro del país. Pero el problema es para todos. 

“Es una cuestión de quién tiene el derecho a disponer o no de algo que viene de la naturaleza”. Oriozabala insistió con un ejemplo: la cooperativa de San Ignacio produce una variedad de maíces, si en algún momento Monsanto prueba que la variedad ‘mato groso’ se adapta a ciertas condiciones, la patenta y ya nadie puede producir con esa semilla sin pagarle a esa corporación; ni siquiera la cooperativa que la viene reproduciendo hace años. “El dueño es el laboratorio, no la comunidad que la venía usando”.

“Lo que se negocia es eso: se discute quién es el dueño de la semilla”, sentencia.

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El debate por el maíz transgénico: ambientalistas advierten que el proyecto limitará el acceso y manejo de las semillas

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Luego que los representantes de Agricultura Familiar de Nación defendieran el proyecto de producir maíz transgénico en pequeñas chacras misioneras, el Frente Ciudadano Ambiental Kaapuera planteó su oposición por como sería el manejo de las semillas
Sobre las manifestaciones en defensa del programa de maíz transgénico que realizaron los funcionarios Walter Kunz y Jerónimo Lagier, Director Nacional y coordinador de la Secretaria de Agricultura Familiar del Gobierno de la Nación, el Frente Ciudadano Ambiental Kaapuera emitió el siguiente comunicado:
Es falso que desde la Nación se propicie la “libertad” de elección a los agricultores, cuando lo que justamente se hace es un programa de estimulo (como ellos mismos) admiten, a la producción de maíz transgénico.
Justamente el uso de semillas homogeneizadas, cercena a los AGRICULTORES la libertad sobre los modos de obtención, producción, investigación, innovación, almacenamiento, conservación, intercambio, comercialización, distribución y consumo de semillas.
Que el Estado promueva el uso de este tipo de semillas transgénicas es un ACTO ilegal, por cuanto el acto jurídico que habilita deviene en inconstitucional, al contradecir los preceptos de la Convención Sobre la Diversidad Biológica, a la que la Argentina adhirió mediante la sanción de la ley 24.375, y que declara “…de interés público y libres de todo derecho de propiedad intelectual las semillas nativas y criollas, las semillas elaboradas, generadas y/o mejoradas con recursos públicos, así como los conocimientos tradicionales asociadas a ellas”.
Es inconstitucional, además, por cuanto siendo la provincia de Misiones un territorio comprendido en los términos del Convenio N° 169, de la OIT, de rango Constitucional en la Argentina desde año 2011, se debió, previo a la implementación y ejecución de este proyecto, someter al consentimiento previo, libre e informado de nuestras comunidades indígenas.
Por lo que sí se debió hacer un estudio de impacto ambiental, a los fines de determinar los efectos de este sobre las comunidades indígenas.
Con esto queda en evidencia, que estos funcionarios no tienen la más mínima formación y preparación técnica para el cargo que ocupan, o bien dolosamente están trasgrediendo nuestras normas constitucionales, y avasallando las libertades de los pequeños productores y de los pueblos indígenas. Las consideraciones de los funcionarios ponen en duda además el daño que éstos cultivos generan en el suelo, agua, monte y salud, daños sobradamente comprobados donde se utilizaron transgénicos, y le restan importancia a las capueras, espacios de regeneración de la Selva, de biodiversidad.
Finalmente, si es cierto que el maíz tendrá como destino ser alimento de los “chanchos” brasileros, gran productor mundial de porcinos (de hecho es el 4to. Productor mundial), eso quiere decir que por medio de este maíz se sacarán las nutrientes de nuestros suelos para alimentar el alimento que le da proteínas a los países industrializados; mientras nos quedamos con un suelo “desnutrido”. Martín Ferroni, abogado, Frente Ciudadano Ambiental Kaapuera

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Bayer decidió eliminar 12.000 empleos tras la compra de Monsanto

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El plan de ajuste apunta a concentrar todos los recursos del grupo en las áreas de agroquímica y farmacia. Los despidos serán graduales hasta 2021.
Bayer anunció ayer que suprimirá 12.000 puestos de trabajo en todo el mundo hasta 2021 tras la compra del gigante estadounidense de semillas y pesticidas Monsanto.
El grupo alemán prevé eliminar empleos sobre todo en su filial agroquímica, un total de 4.100 empleos. Así como en el área de producción de medicamentos sin receta (1.100) y en la de investigación y desarrollo (1.250).
El gigante químico y de la farmacia informó que eliminará más del 10% de sus efectivos, lo que le permitirá ahorrar 2.600 millones de euros (unos 3.000 millones de dólares) al año. En un comunicado, el grupo precisó que “un número significante de las supresiones será en Alemania”.
“Estos cambios son necesarios y establecerán nuevas bases para Bayer, le permitirán mejorar sus rendimientos y su flexibilidad”, dijo Werner Baumann, el consejero delegado del grupo, con sede en Leverkusen.
La empresa alemana desembolsó 63.000 millones de dólares (54.000 millones de euros) el pasado junio para adquirir Monsanto que produce entre otros el glifosato, un herbicida acusado de ser nocivo para la salud.
Apenas dos meses después, un fallo judicial en San Francisco (Estados Unidos) determinó que Monsanto debería haber advertido a un usuario sobre los riesgos de cáncer derivados de su herbicida Roundup, a base de glifosato.
Pero a principios de este mes, el demandante aceptó reducir la indemnización por daños a 78 millones de dólares de los 289 millones iniciales. La compra de Monsanto, calificada de “matrimonio del diablo” por sus detractores, incitó a Bayer a poner sus actividades agroquímicas y farmacéuticas en el centro de su estrategia.
Por eso quiere separarse ahora de su sector de salud animal, la más pequeña del grupo, y vender dos actividades de parafarmacia, Coppertone (cremas solares) y Dr. Scholl’s (cuidado de los pies).
El grupo alemán tiene previsto vender su participación del 60% en Currenta, que explota tres plantas químicas en Alemania.
Desde el fallo judicial, los inversores observan con nerviosismo al grupo. Activistas y políticos de Estados Unidos y Europa argumentan que el glifosato causa cáncer, aunque Bayer señala que los estudios científicos no han encontrado ninguna conexión.
A finales del mes pasado, la filial estadounidense se enfrentaba a 9.300 casos relacionados con el glifosato. Pero Bauman, el consejero delegado del grupo, confía en la integración de Monsanto.
Aunque reconoció que podrían presentarse más demandas, reiteró que Bayer “se defenderá con todos los medios disponibles”.
Agencia AFP

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