Los Parques Nacionales protegen una gran variedad de ecosistemas, selvas, bosques, montañas, glaciares, desiertos, lagos, esteros y turbales. Estos hábitats albergan una abundante diversidad de flora y fauna. Estas áreas contribuyen a la lucha contra el cambio climático.
Cuenta la historia que un 6 de noviembre de 1903 el Perito Francisco Pascasio Moreno cedió a la Argentina tres leguas cuadradas de su propiedad, equivalente a unas 7500 hectáreas. Ubicadas en las cercanías de la Laguna Frías y Puerto Blest, al oeste del lago Nahuel Huapi con el fin de que fueran “consagradas como parque público natural”.
La donación fue aceptada el 11 de febrero del año siguiente estableciendo el núcleo primitivo de las áreas protegidas nacionales a través de lo que fuera conocido como el «Parque Nacional del Sur», el primer parque nacional de América Latina y el 9 de octubre de 1934, treinta y un años más tarde, se crearía en las tierras donadas por Moreno el que hoy conocemos como Parque Nacional Nahuel Huapi.
Áreas protegidas y las necesidades de la sociedad
En 1872, cuando la revolución industrial comenzaba a difundirse por el mundo, se estableció el primer Parque Nacional moderno: Yellowstone en los EE.UU.
En el transcurso de todos estos años, la expansión de las áreas agrícolas, industriales y urbanas ha superado la expansión de las áreas protegidas. Pero las áreas protegidas (Parques y Reservas Naturales), son parte esencial del desarrollo integral de un país, pues le brindan a las sociedades un gran número de beneficios económicos, culturales, educativos, espirituales y turísticos.
A pesar de estos múltiples beneficios, son pocas las áreas protegidas que reciben el apoyo necesario para que puedan ofrecer una gama óptima de beneficios en forma eficiente. Más bien, las áreas protegidas de diferentes categorías han sido víctima de la falta de presupuesto y de personal apropiado, de infraestructura, muchas veces, en mal estado y de relaciones deficientes con aquellos que viven en las tierras vecinas.
A pesar de que las áreas protegidas satisfacen muchas necesidades de la sociedad, no se reconoce esta importancia brindando el apoyo necesario para mantenerlas y para que sigan existiendo.
Apoyo político
Las decisiones acerca de cómo y dónde creas áreas protegidas, o de qué porcentaje del presupuesto nacional debe dedicárseles, pertenecen al dominio de los políticos. Algunos de estos políticos se han ido uniendo a las filas de los que tienen conciencia ambiental, pero su vida política depende del apoyo público, lo que afecta sus decisiones, particularmente cuando se trata de adoptar una posición poco popular sobre un asunto crucial relacionado con las áreas protegidas.
Se necesita un público bien informado y elocuente para abogar por la conservación y engendrar así el apoyo necesario para crear y mantener las áreas protegidas.
El apoyo público a las áreas protegidas puede darse por presión directa o indirecta sobre los políticos locales o nacionales.
La opinión pública es a menudo una forma de presión indirecta que influencia las decisiones políticas. Por ejemplo las organizaciones no- gubernamentales (ONGs) pueden desempeñar un papel primordial, puesto que la mayoría de ellas tienden a ser independientes de los intereses políticos y económicos del gobierno y usualmente representan a un sector interesado en la conservación y protección de la biodiversidad.
Para tratar de resolver la oposición política al establecimiento o mantenimiento de áreas protegidas, es importante proporcionar información precisa y oportuna a decisores, así como estimular a las ONGs y a las comunidades locales a que den a conocer su opinión sobre el asunto.
Conclusión
A pesar de los enormes avances en materia de protección de áreas naturales, estos territorios y sus habitantes están todavía amenazados. La mitad de la vida silvestre del mundo desapareció en los últimos 40 años, mayormente debido a la pérdida de hábitats, el tráfico ilícito y la sobreexplotación, es decir, por culpa de nosotros, los humanos.