Reflejos de la medianoche
La llegada de la medianoche del jueves permitió obtener una radiografía precisa del momento político de Misiones, aunque para entenderla no alcanza una fotografía. Es una descripción. Entenderla requiere desandar la línea de tiempo y revisar las distintas variantes. Muestra sí, datos fuertes. Un espacio sólido. La Renovación, con más de 30 partidos presentes. Una oposición atomizada y dos ausencias de peso: el Partido Justicialista, por primera vez desde la provincialización, excepto en los años de proscripción por dictaduras, no participará de las elecciones provinciales. Tampoco lo hará Pedro Puerta, el hijo del ex gobernador de los 90, que había armado su propio espacio, Activar, con el que entró a la alianza Cambiemos y después se puso al servicio de la Libertad Avanza. El escándalo de pedofilia protagonizado por Germán Kiczka, socio político y amigo, lo mandó a los cuarteles de invierno. Dicen los que lo conocen que prefirió preservarse ante el inminente inicio del juicio a los hermanos Kiczka, con temor de que alguna revelación lo deje aún más expuesto. Es joven. Confía en que tendrá otra oportunidad en dos años. No avisó a nadie. Hasta el jueves se lo esperaba o por lo menos a sus recursos. El “Juntos por el Futuro” que quedó en pie no tiene tantas figuras dispuestas a poner los propios. Ni tantas figuras.
El PRO no puede frenar su diáspora, con la renuncia en las últimas horas de dos nombres de peso: Alfredo Schiavoni, uno de los hermanos fundadores del partido amarillo en Misiones y hermano de Humberto, mano derecha de Mauricio Macri. “El partido se está cerrando en la obsecuencia”, explicó como el motivo principal de su alejamiento del partido al que ve en riesgo de “perder relevancia”.
Natalia Dörper, ex candidata a vicegobernadora también pegó el portazo al mismo momento. “Espacio cerrado” donde “la cúpula no representa a nadie”, se despidió la montecarlense.
La sociedad con el radicalismo se sostiene de un hilo muy delgado y estuvo en riesgo hasta cerca de la medianoche del jueves. En las negociaciones, la UCR se “garantizó” dos lugares de los primeros tres y tres de los primeros cinco en la lista de diputados provinciales, que será encabezada -casualmente- por una persona que “sea representativa de un sector de la comunidad que necesita hacerse escuchar”, que sería escogida entre productores, docentes o policías rebeldes, aunque no necesariamente tenga trayectoria política.
En el radicalismo también hubo renuncias varias, pero para pasarse a la Libertad Avanza. El primero fue Martín Arjol, el “héroe” que votó en contra del aumento a los jubilados para después celebrar con un asado con el presidente Javier Milei. Le siguió el flamante presidente del partido, Rodrigo De Arrechea para asumir como consejero de Yacyretá. “Convencido del rumbo”, dijo una vez que lo confirmaron en el cargo.
No tan convencido parece estar Ricardo Barrios Arrechea. En medio de la discusión por la yerba mate, deslizó una crítica al modelo nacional y también -en forma velada- al ansia de pertenecer que muestran sus correligionarios, a un Gobierno que según su visión, tiene fecha de vencimiento. “Este gobierno tiene cuatro años, pero creo que en el cuarto año se terminó”, afirmó Barrios Arrechea. “Es un Gobierno que está haciendo algunas cosas buenas, que hay que reconocerle, pero en general está dañando mucho al sector productivo. Sobre todo, a las economías regionales que no tienen nada que ver con la Pampa Húmeda”, agregó.
En el contexto de la crisis yerbatera, el exmandatario misionero señaló que la política de desregulación aplicada por el Ejecutivo nacional ha sido un golpe letal para los pequeños productores. “Lo que está ocurriendo no es un problema meramente económico, sino también social. Estamos hablando de 25.000 familias que dependen directamente de la yerba mate. No se puede pretender reconvertir la actividad como si se tratara de cualquier otro negocio. ¿Qué va a hacer un yerbatero? ¿Topar el yerbal y plantar soja?”.
Barrios Arrechea también cuestionó la actitud del Gobierno frente a la protesta yerbatera, afirmando que la postura intransigente de la administración Milei profundiza el conflicto en lugar de resolverlo. “Hay una terquedad de no querer escuchar, de no querer atender la demanda de la zona productiva. Este es un mercado absolutamente desigual, una competencia imperfecta, y lo que está ocurriendo con los precios es un abuso de posición dominante de los molinos”, señaló.
En el estado de ebullición de la yerba mate puede encontrarse una explicación para la radiografía política del momento. El único espacio que tomó posición formal ante la desregulación ha sido la Renovación, con reclamos a Milei y denuncias en la Justicia para recuperar las facultades cercenadas al Instituto Nacional de la Yerba Mate por el DNU 70/23. Desde hace varios años sostiene que el precio de la hoja verde no puede ser menor a cincuenta centavos de dólar para garantizar rentabilidad al productor. Hoy serían unos 600 pesos. La industria está pagando 260 pesos. Tímidamente, a instancias de las negociaciones en la Mesa Yerbatera que convocó la Provincia, algunos molinos y cooperativas ofrecen entre 301 y 305 para iniciar la cosecha gruesa.
¿Dónde está el resto de los espacios políticos? La alianza Cambiemos, rebautizada –otra vez– en Juntos por el Futuro, instó la desregulación con proyectos en el Congreso, firmados por el ahora ex PRO Alfredo Schiavoni. En definitiva, Milei no hizo más que cumplir el deseo de Mauricio Macri, expresado en 2018. El radicalismo, que fue protagonista en la génesis del INYM allá por 2001 y 2002, en sus ansias de pertenecer, no se animó a quejarse en queja ni en la época de Macri ni ahora, cuando aplaude el modelo motosierra.
Paradójicamente, los productores yerbateros responsabilizan también a la Renovación por las consecuencias de la desregulación. Pero tiene lógica. Las decisiones “nacionales” tienen impacto local. Desde siempre. Se le reclama al que está más cercano, al visible. Milei, que consiguió muchos votos en Misiones, está lejos, es abstracto. Siquiera tuvo que venir nunca a la tierra colorada. No conoce un yerbal. Pero la política económica afecta a la yerba al igual que otras economías regionales. El algodón, el arroz, la mandioca, la papa, el vino y mosto también están en luz roja, según el último semáforo de Coninagro. Decisiones nacionales, impactos locales. El primer año de Milei, aún con sus éxitos como la contención de la inflación, exhibe otros datos no tan positivos: el número de desocupados aumentó a 937.000, contra 822.000 del último trimestre de 2023, lo que implica que hay 115.000 desempleados más. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos, otro dato relevante es la caída del peso relativo de las personas asalariadas del 1,4 punto porcentual. Su contraparte fue el aumento de 1,2 puntos porcentuales del grupo de cuentapropistas, que pierde un enorme número de derechos laborales: del 22,6% aumentó a 23,8%. Aumenta la precarización laboral. Y el nuevo acuerdo con el FMI no solucionará ese desbalance.
Pero la responsabilidad es generalmente atribuida a los “caciques” provinciales y sus desmanejos, nunca a los endeudamientos ni ajustes cíclicos. “El problema de la Argentina es que está poblada por argentinos”, dijo, comprensivo, el asesor presidencial Demian Reidel.
Una reacción lógica es la balcanización de la política. Los provincialismos deben hacerse fuertes ante un Estado “nacional” que más que nunca es unitario, pero no muy diferente a otros, en definitiva. Si hablamos de la yerba, en los últimos años ningún gobierno entendió cabalmente a la cadena productiva, desde Guillermo Moreno hasta Federico Sturzenegger.
Por eso cobra relevancia la posición sostenida por la Renovación: “La yerba debe valer 50 centavos de dólar”. “Por debajo de eso, es sufrimiento”, dijo Carlos Rovira, allá por 2006.
Es una declaración de principios que trasciende los gobiernos de turno.
Esa coherencia explica el volumen político que tiene el “misionerismo”. Más de 30 partidos en una coalición que piensa primero en Misiones y que desde ahí establece las relaciones con la Nación, basadas en un respeto a la gobernabilidad sin arriar banderas. Nació de una simbiosis entre peronistas, radicales e independientes que querían desmarcarse de los “mandatos nacionales”. Ese mandato es el que ha dejado ahora fuera de carrera al Partido Justicialista, aunque mucho del músculo militante y dirigencial está enrolado ya en la Renovación.
El PJ intervenido por Cristina Fernández no competirá en las elecciones provinciales, aunque los que están de acuerdo con la injerencia externa y el camporismo prometen estar en las nacionales de octubre en una lista “purista”. Habrá que esperar para ver el resultado de esa estrategia, pero la legitimidad de la interna ya se disputó hace años en Misiones: en 2003 Carlos Rovira se impuso a Ramón Puerta y se quedó con el liderazgo simbólico del peronismo, aunque desde afuera del edificio. Que el PJ no participe de las elecciones del 8 no necesariamente implica que el peronismo no esté representado en su diversidad ni en la propuesta renovadora. También habrá dirigentes peronistas en el frente Confluencia Popular Por La Patria, con Instrumento Electoral por la Unidad Popular, Partido de los Trabajadores y del Pueblo, Nuevo Encuentro por la Democracia y la Equidad y el Partido de la Victoria.
Las elecciones de junio marcarán el debut oficial de la Libertad Avanza en Misiones. El partido del Presidente consiguió su legalidad, pero deberá demostrar legitimidad y absorber la adhesión que todavía concita la figura de Milei. Por ahora hay severas disputas internas, con cuestionamientos hacia el “elegido” por Karina Milei, el abogado Adrián Nuñez, a quien le cuestionan manejos poco claros y ninguneo a los demás dirigentes. Hay también un resquemor ante la posibilidad de que la Jefa designe para los primeros lugares de la lista a recién venidos de otros partidos. Los más probables son los ex Cambiemos, pese a que para la Fundación Pensar, el Presidente no cumplió con su premisa de campaña y “el ajuste no lo pagó la casta”. El think tank del PRO también sentenció que en Milei hay un “riesgo latente de personalismo”.